Ocasionalmente,
pero cada vez con mayor frecuencia, aparece alguna noticia sobre hijos que
maltratan a sus padres. Más raramente sobre hijos que denuncian a sus padres
por presuntos abusos o maltrato cuando éstos intentan ejercer autoridad;
recordemos también el caso reciente, sobre el que escribí hace poco la entrada un cachete a tiempo
del padre italiano que fue denunciado en Suecia, con algún día de calabozo
incluido, por dar una bofetada a su hijo en público. Esta es la otra cara de la
moneda y simboliza perfectamente la esquizofrenia de una sociedad y las
contradicciones que genera la absurda ideología que la domina: la misma sociedad
que se rasga las vestiduras por la creciente difusión de estos comportamientos
por parte de adolescentes (y hasta niños) semisalvajes y fuera de control, que
maltratan o incluso pegan a sus padres, es la que ha quitado a éstos los medios
y el prestigio para educarlos y corregirlos. Este artículo habla del tema:
El
problema es grave y va creciendo rápidamente. Según los datos del artículo los
padres que han denunciado a los hijos han sido 8.000 el año pasado. Y como es
evidente para que se llegue a eso la situación familiar tiene que haberse
vuelto insostenible, por la vergüenza que supone hacer este tipo de denuncia, y porque se trata de una medida tan drástica
que probablemente muchos padres no la tomarán nunca, aunque su vida con los
pequeños salvajes se haya vuelto un infierno. Es por tanto sólo la punta de un
enorme iceberg. Nos autoriza también a pensar esto la observación de infinidad
de situaciones cotidianas, en las cuales padres débiles permiten cualquier
capricho a sus hijos y éstos, que les toman la medida inmediatamente, se
comportan como pequeños tiranos.
¿Qué
se puede esperar de un niño que ha crecido de esta manera cuando, en vez de
llegarle a sus padres a la cintura, se convierta en un energúmeno en la edad del
pavo, más alto y fuerte que ellos y acostumbrado desde siempre a que en casa se haga
su santa voluntad?
Estos
comportamientos, como fenómeno marginal, han existido siempre: ha habido hijos
violentos, con problemas psicológicos o drogadictos, pero eran casos escasos y
ligados a estas situaciones muy concretas. Hoy tenemos una auténtica epidemia y
no se puede ya considerar un fenómeno marginal ni explicable con la pobreza, la
marginación y demás zarandajas. Se trata de un problema de países ricos, de
sociedades avanzadas y de clase media-alta.
Voy a entresacar algunas citas del artículo arriba citado en
las que se puede apreciar, por parte de los expertos,
la hipocresía, el deseo de esconder púdicamente y no hablar claro de las
verdades que no les gustan, de tergiverssar e incluso –cómo no- de meter con
calzador el tema de la violencia de
género:
"Esta nueva realidad a la que hay que hacer frente es
un problema social, porque las agresiones también suceden en los colegios, en
la calle, pero sobre todo, porque esta situación es un mal pronóstico para la
violencia de género. Si un chico pega a su madre, qué no hará en su día con su
novia o su mujer".
Aquí
tenemos otra vez la obsesión, que ya es de psiquiatra, con este tema. Parece
que el único problema social, alrededor del cual todo tiene que girar, es la emergencia inventada de la violencia machista. Si un chico crece
siendo un salvaje ciertamente es una amenaza no sólo para su eventual compañera sino para toda la sociedad. Además el lamentable experto no tiene en cuenta que un tercio
de las agresiones violentas las cometen las chicas. Evidentemente se la trae
floja que una chica, maltratadora de sus padres, cuando sea una mujer adulta,
arrogante y violenta, trate como basura y de manera tiránica a su compañero.
Con el agravante de que con las leyes y la ‘justicia’ que tenemos, éste estará
totalmente indefenso (a diferencia de la mujer maltratada) y la mujer podrá
unir a su violencia los atropellos legales para castigarlo y reafirmar su
tiranía.
Otro
párrafo:
Y aunque estos
pequeños 'dictadores' solían proceder de familias desestructuradas o consumir
drogas, hoy en día los abusos pueden producirse en el seno de cualquier hogar, aunque parece que se "aprecia
cierta prevalencia en familias monoparentales o reconstituidas, en casos de
divorcio, en hijos de padres mayores y con niños adoptados"
Se nota que le cuesta trabajo a nuestro querido experto admitir la realidad…¿familias monoparentales o reconstituidas? Debe tener algún bloqueo
psicológico profundo que le impide decir familias sin padre o sin su padre natural…le jode decir que
que la unidad y permanencia de la familia, la paternidad natural y a una
edad biológicamente correcta, son lo mejor para los niños. Cosas de fachas, de retrógrados,
pero al final va a resultar que los hijos crecen mejor así.
Sigamos con más hallazgos
sensacionales de los expertos. El lector me perdonará un cierto sarcasmo si
llamo a esto el descubrimiento del agua
caliente, como dicen en Italia…ojalá me dieran a mí subvenciones por
descubrir estas cosas:
"la familia no es una democracia. Los menores no pueden
ejercer el papel de adultos y los padres tienen que saber poner límites".
"padres demócratas e indulgentes,
permisivos". "No imponer
normas, no mantenerse firme en los castigos, buscar a una tercera persona para
sancionar", son el abono idóneo para el conflicto entre padres e hijos.
"La tiranía se aprende, y si no hay normas, los pequeños interiorizarán
que tienen un esclavo y, de más mayores, serán incapaces de manejar la
frustración".
A
muchos padres, lamentablemente, se les ha lavado el cerebro con todas las
chorradas sobre no dañar la autoestima de los niños, con no traumatizarles, con
permitirles todo…esto les pasa por hacer caso a psicólogos y pedagogos. En
efecto el problema de los hijos maltratadores se presenta más en clases altas,
es decir con mayor cultura, que abandonan el buen sentido para seguir los
consejos de los expertos. Así les va. Como el artículo comenta, por ejemplo los
niños gitanos no levantan la mano a sus padres. Y lo creo bien porque el niño
gitano, o en general de clase humilde, que levante la mano a la madre recibe
una somanta de palos de la que se acordará por mucho tiempo. Reconociendo que
hay padres violentos y que tan condenable es un exceso como otro, esta actitud
es infinitamente más educativa que el baboso muro de goma del permitir todo e
intentar educar sólo con bonitas palabras.
Pero
no es sólo esto el problema. Es que tenemos toda una legislación enemiga por
principio de los padres y de la autoridad. Como ejemplo cabe poner la prohibición
absoluta de los castigos físicos, que pretendiendo defender la infancia de los abusos
lo que hace es impedir que los padres puedan corregir a los hijos, sus malos
instintos y comportamientos. Porque aquí no se trata de combatir la violencia
contra los niños (algo sobre lo que todos estamos de acuerdo) que es el
pretexto, sino de la aberrante concepción de que todo castigo físico debe ser
abolido, y más en profundidad se trata de una mentalidad hostil por principio
al castigo como corrección, a la severidad y a la disciplina. Mentalidad detrás
de la cual está el mito equivocado y profundamente dañino del buen salvaje y la bondad natural del
hombre.
Para
sustituir el castigo y la verdadera educación nuestra sociedad propone
solamente inútiles medidas de tipo manipulatorio, educar con palabras vacías,
sugestionar, aturullar con un interminable blablabla
de buenismo y psicología de suplemento dominical, y cuando todo ello no funciona se pasa a los psicofármacos (como en la enfermedad inventada AHDH acerca de la cual escribiré
algún día). En vez de formar la personalidad y enseñar el autocontrol, se paraliza
la vitalidad y la espontaneidad para conseguir un simulacro de educación y
autocontrol.
Pero
ello está destinado al fracaso y a generar una población de adultos que no son
más que niños malcriados, que en vez de unos valores y una ética interiorizados no
están más que malamente condicionados. Algo que me hace pensar en el
protagonista de la famosa película “La Naranja
Mecánica”, un niñato criminal que acaba en la cárcel y es sometido por
motivos políticos a un condicionamiento psicológico, que sin embargo no lo cambia
interiormente de un ápice. Se limita a implantarle una especie de bloqueo, como una
camisa de fuerza mental que le impide cometer actos violentos pero no afecta su
voluntad más profunda, no le hace modificar su carácter ni le cambia ética o moralmente. Este tratamiento al final de la película, siempre por motivos
políticos, es eliminado y el protagonista vuelve a ser un salvaje como siempre
fue.
Como
nota final, diré que en toda esta cuestión hay dos aspectos. El primero es el
odio y el rechazo hacia todo principio de autoridad, en primer lugar la paterna
y sobre todo la autoridad sobre uno mismo, el autocontrol y los valores de la
personalidad y el carácter. Valores que son perseguidos más o menos
conscientemente desde el poder, que activamente fomenta ideas y políticas que
tienden a destruirlos. Esto es por así decir el fondo general.
El
aspecto más concreto y particular, es que todo esto forma parte de un programa
para la destrucción de la familia, a través de la eliminación en lo posible de
la autoridad basada en las personas, en
las figuras del padre y de la madre, para sustituirla con la autoridad
impersonal del Estado, que quiere suplantar y usurpar el lugar de la unidad
natural de la familia. Notemos cómo se pretende que los niños vayan al colegio
a edades cada vez más tempranas. Esto sólo en parte es una respuesta a
exigencias sociales de padres que no tienen tiempo para los hijos sino que es
una política deliberada de recortar el papel de los padres en la educación de los
niños, una voluntad de adoctrinar y controlar desde la más tierna edad.
Saludos del Oso
13 comentarios:
Creo que ya lo he dicho aquí alguna vez, yo me he llevado alguna que otra hostia en mi vida y no me ha pasado nada malo.
Sinceramente, prefiero estar bajo la autoridad de mis padres antes que ser un descerebrado sin control.
Notable artículo.
Aquí tenemos otra vez la obsesión, que ya es de psiquiatra, con este tema. Parece que el único problema social, alrededor del cual todo tiene que girar, es la emergencia inventada de la violencia machista
Efectivamente, obsesión pura. Como sabrás, las denuncias falsas contra hombres por parte de sus mujeres son negadas como realidad significativa por casi todos. Pues bien, dentro de la minoría que sí acepta la existencia de esta realidad apabullante, existe otra mayoría que sigue sometida al dictado de la corrección política y se justifica de su denuncia de las denuncias falsas diciendo que son perjudiciales porque dinamitan la credibilidad de las denuncias verdaderas. Ni una palabra de las consecuencias que para el hombre injustamente denunciado tiene la denuncia falsa. Son malas estas denuncias porque terminan siendo malas para las mujeres. Y es que es sabido que para los creadores de opinión pública y la masa borreguera que los sigue los hombres no tenemos derecho alguno.
Sobre el tema de los castigos, una anécdota personal:
una vez, siendo yo poco más que un adolescente, le pregunté a un tío mío si a los niños hay que pegarles para educarlos. Su respuesta, escueta pero cargada de sentido común fue:
"Por supuesto que sí. Como a los perros pequeños" (pequeños de edad).
Esta respuesta no sólo es inadmisible para los empeñados en la destrucción de la familia que comentas. También lo es hasta para ciertos sectores animalistas de los que hablabas el otro día. Pero es que es la p. verdad: la única educación real viene acompañada del castigo físico si es necesario, y con la debida moderación y proporcionalidad.
Mi tío no es ningún sádico. Ni hacia los niños, ni hacia los animales. En él sólo habla el sentido común y una pedagogía no contaminada.
Comparto las opiniones aquí esgrimidas, el hecho de que se tolere esa violencia de los hijos sobre los padres obedece al mismo patrón de la violencia ejercida por las mujeres sobre los hombres, en los dos casos de lo que se trata es de eliminar especialmente la autoridad del padre, ir minando el concepto de "cabeza de familia", el hombre es siempre la víctima, no puede defenderse porque será condenado, aunque sea en legítima defensa. Estoy de acuerdo con que esta forma de actuar destruye más el concepto natural de familia y divide más a la sociedad, siempre con el objetivo de manejarla con más facilidad.
Un cachete a tiempo nunca viene mal, a todos nos lo han dado en su justo momento, es una reacción natural, pero por desgracia las teorías buenistas del sistema quieren identificar esta forma de actuar como un maltrato hacia los niños, cuando en realidad lo que se persigue es corregir un comportamiento equivocado del niño, o sea, algo muy diferente. El objetivo de estos conceptos tan tiránicos no es otro que destruir más la sociedad, la familia natural y criminalizar la figura del padre.
Muy bueno el redactado de la entrada.
¿Qué pasa cuando hay violencia de la madre hacia el padre y hacia los hijos?
Respondo al comentario de anónimo:
No era el tema de esta entrada, pero sobre la violencia femenina y su impunidad en la tiranía feminista hay multitud de entradas en este blog con la etiqueta "Justicia".
Sobre la violencia materna hacia los hijos están las dos entradas "Cuando el ogro es la madre". se pueden encontrar en el archivo del blog, en Enero de 2011.
Bastante de acuerdo. Solo apuntar que hay que tener cuidado de no caer en el otro extremo:
http://www.elpais.com/articulo/portada/Pegale/hijo/elpepusoceps/20111127elpepspor_39/Tes
Una cosa es un golpe con la mano, y otra muy distinta una paliza con una vara de plástico o algo similar: lo primero puede ser, en un determinado momento, didáctico, lo segundo es contraproducente y produce no pocas taras psicopáticas y/o sexuales (sadomasoquismo). Además de que a a los progres les encanta pasear estos espantajos igual que pasean a los rapados macarrosos para denostar al identitarismo, caricaturizándolo. Y desde mi punto de vista, pegar a un niño de menos de 3 años sí debería ser punible, puesto que antes de esa edad es un bebé, no tiene sentido de la razón ni consciencia, y sí puede ser extremadamente peligroso y traumático. Lo del tal Michael Pearl, de varear con sauce a bebés de 1 año, me parece ya no solo punible sino CRIMINAL y digno de una pena infamante (30 latigazos en la plaza pública). Mucho cuidado, porque hay ciertos tarados con tendencias sado-pedofílicas que tratan de colar sus perversiones como "disciplina" (yo mismo conozco a uno, aunque no voy a nombrarlo en público, pero gente como Sigfrido o Daorino saben a quién me refiero).
Saludos,
Aryan
Naturalmente no hay que caer en excesos y efectivamente hay tarados que buscan un pretexto para dar salida a sus perversiones y a su sadismo. Lo del tío que pega con una vara a bebés de un año cae en esta categoría.
Si hablamos de bebés estoy de acuerdo en que el castigo corporal es inútil y por tanto condenable, aunque no sabría indicar una edad. Lo importante y fundamental es que no se aplique cuando el adulto pierde la paciencia o como resultado de una irritación, porque en este caso será excesivo y dañino. la actitud debe ser más bien la de quien endereza la rama torcida de una planta que crece.
Como escribí en una entrada, las dos condiciones para que el castigo sea positivo y formativo son, en primer lugar que quien lo impone tenga prestigio y autoridad a los ojos del niño, y en segundo lugar que no sea arbitrario ni caprichoso, sino consecuencia de un comportamiento concreto e identificable, es decir que el niño entienda qué es lo que ha hecho mal y que quien le castiga por ello sea respetado como autoridad.
Totalmente de acuerdo con lo que apuntas. Como dice una antigüa máxima: "obedecer es admirar, aguantar es envilecerse". El que la figura que aplica el castigo goce de una posición de respeto, autoridad y hasta admiración a los ojos del niño es esencial. Por esto, los castigos de este tipo solo deberían ser aplicados por padres o abuelos, nunca por hermanos mayores (eso supondría una suplantación de la autoridad paterna, así como una humillación innecesaria), ni mucho menos por padrastros ni extraños de diverso pelaje (recordemos que la mayoría de casos de maltrato a niños no son por parte del padre sino del padrastro o maromo de turno con el que la madre divorciada se amanceba en estos tiempos de inmoralidad).
Se trata en efecto de corregir el mal corportamiento del niño, no de descargar la ira o algo similar.
Saludos,
Aryan
Disculpa, es la primera vez que leo el blog: ¿qué quiere decir "paternidad natural y a una edad biológicamente correcta"? ¿Hay una edad correcta para la paternidad, no depende eso de varios factores?.
Hola Anónimo
Gracias por tu comentario y tu pregunta porque me ayuda a aclarar lo que quería decir. En efecto, quizá a veces uso expresiones que para mí pueden ser claras pero para otras personas pueden ser algo oscuras.
Quiero decir con paternidad natural la situación en que el niño crece con sus padres biológicos, hombre y mujer, en vez de familias rotas y padrastros o madrastras, madres solas o ya aberraciones como parejas de homosexuales o indeterminados que encargan niños en laboratorio o los adoptan.
No es que exista una edad determinada para tener hijos pues el hombre es capaz de procrear y el cuerpo de la mujer es fértil durante un buen numero de años, pero si los progenitores son de edad excesivamente avanzada, aunque puedan tener aún hijos ya han pasado su mejor momento: el cuerpo de la mujer no tiene la juventud de antes, aumentan los riesgos para el feto o incluso puede ser necesario recurrir a técnicas artificiales. Además de que los padres se aproximan a la edad en que deberían ser abuelos.
Creo que estas cosas son importantes, que el cuerpo y la mente en la especie humana están preparados para tener descendencia y educarla cuando se es joven y esto es en principio lo mejor.
A muchos asistentes sociales les toman el pelo.
Conozco padres hartos del mal trato psicológico del que son objeto por parte de sus hijos, hasta a veces agresivos si intentan disciplinarlos, (como romper cosas en la casa), mobbing, interrunpirlos en sus iniciativas, pisoteando su dignidad, hasta llegar a apoderarse de ellos psicolócicamente, ect. etc., verse tan impotentes y con tanta verguenza al no atreverse a reconocerlo ante la sociedad, que esconden el sufrimiento del maltratador, llegando al total hastio y angustiados por ellos, que optan por obligarlos (a los hijos), a estos (getas NI/NIS, gamberros, vagos.....,) a representar buenas comedias de inutilidad, así, como que tienen una deficiencia mental, hiperactividad, deficit de atención, vaya, que al final se lo montan al geta de maravilla, almenos ya que no quieren hacer nada provechoso en la vida, les dan una paga en sus comunidades autónomas para toda la vida. Se quedan enganchados a los juegos de videoconsola y ordenador, convirtiéndose en ludópatas. Hasta consiguen maltratarnos a toda la ciudadania, robando lo que no les corresponde por derecho, y robandoselo a los que contribuyen a las arcas, y les corresponde por derecho por su desgaste físico y psiquico, por el trabajo de toda su vida.
Hola Aryan, he leido el artículo de Rosa Montero en el periódico El País, y desde luego es patético si se cae en una de cuales quiera comparaciones que allí se exponen.
Se que muchos padres debido a sus obligaciones laborales y demás, no les prestan la debida atención que los hijos necesitan, y estos se vuelven egoistas, soverbios y maltratadores, sobre todo si tienen padres que solo se han preocupado de darles todos los caprichos y poca disciplina, siendo demasiado tolerantes en cuanto llegan con problemas escolares, etc., y no reconocen los defectos de sus hijos, defendiéndoles a capa y espada, acaban convirtiendoles en maltratadores, violentos y caprichosos, y hasta a sus padres llegan a escaparseles de las manos, porque juegan con las mentiras para salirse siempre con la suya.
Es a eso a lo que me refiero que ocurre en bastantes casos de hijos rebeldes, no tienen ninguna enfermedad, no son ningunos inutiles, todo lo contrario, son muyyyy inteligentes, hasta el punto que engañan a psiquiatras, asistentes sociales, y a mucha gente que se compadecen de estos estrategas GETAS, holgazanes.
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