viernes, 20 de diciembre de 2013

LAS FEMEN Y OTRAS DEGENERADAS



Nos acercamos al final del año y en esta probablemente última entrada del 2013 nos ocuparemos otra vez de mujeres degeneradas, tomando como punto de partida las Femen y sus “hazañas”. Este artículo, algo abreviado, apareció en la revista disidente Verbo y Acción, que invito siempre a leer y cuyo próximo número saldrá a finales de mes.

LAS FEMEN

Es que me parto de risa.

Después de décadas de monserga con la liberación femenina las heroínas de nuestro tiempo son las niñatas malcriadas enseñatetas conocidas como Femen. En vez de ponerlas en su lugar y cubrirlas de ridículo se les da coba, se las considera como algo más que payasas y se las toma en serio. Más falsas que Judas como todos los fenómenos mediáticos, se añaden a la larga lista de inútiles subvencionadas a las cuales se les ríen las gracias y se les permite todo, simplemente porque son mujeres y nadie se atreve a criticarlas como merecen.

Es una señal del nivel de los tiempos en que vivimos y del estercolero en que se ha hundido nuestra sociedad, que cuatro gritos histéricos con las tetas al aire sean considerados como un mensaje. Seguro que dentro de unos años las estudian en la Universidad, a las Femen, como modelo de comunicación posmoderno o alguna gilipollez por el estilo.

La mayor parte de las feministas y muchas mujeres las miran con simpatía o condescendencia, pero he encontrado también algún artículo feminista en que se critica la imagen que dan y el nivel al que según ellas rebajan la causa de las mujeres. Y en efecto es así. Pero es inútil que traten de distanciarse: además de que – subrayémoslo - son críticas minoritarias, es penoso y risible que ahora vengan con eso, porque los berridos de las Femen representan perfectamente la voz y el mensaje de muchas, demasiadas mujeres de nuestro tiempo. Es precisamente este tipo degenerado y abyecto de mujer que el feminismo ha fomentado.

Campeona de vulgaridad, liberada de las cargas de la buena educación, del estilo, de la feminidad, el gusto y la finura, su ideal de mujer va desde las heroínas abrecabezas de esas películas americanas para retrasados mentales a las zorras cuarentonas de Sexo en Nueva York. Sin gracia, chabacana, convencida de que tener estilo significa vestirse y comportarse como las féminas insoportables, neuróticas y abyectas de la telecaca que toma como modelo,  está totalmente convencida de ser el no va más, cuando cualquier mujer de la época de nuestras madres o abuelas les daba cien vueltas en todo.

¿Y dónde está la mujer realmente válida, la que tiene talento, capacidad y carácter, o simplemente la que quiere ser mujer y no quiere la guerra contra el varón? En algún lugar, sofocada por el feminismo, esta mujer boquea intentando respirar. Su valor está permanentemente puesto en tela de juicio por las cuotas y los privilegios que se otorgan a las inútiles sólo por ser mujeres; su perfil y sus capacidades son difíciles de distinguir, rodeada como está por la muchedumbre de semianalfabetas que suben como la espuma; su educación, inteligencia y cultura están envilecidas por el ideal barriobajero, zafio, chabacano y sin estilo de mujer moderna; su feminidad se encuentra denigrada por la propaganda constante contra la maternidad, por el continuo lavado de cerebro a favor de la guerra contra el hombre y a favor de un ideal agresivo, desquiciado y fracasado de mujer, que representa perfectamente el callejón sin salida al que el feminismo ha conducido a la fémina moderna.

Basta escucharlas durante unos minutos de conversación, no a las Femen sino a mujeres de clase media, como por ejemplo la típica fauna de oficina y especialmente el repelente tipo de ejecutiva agresiva…”estoy hasta los huevos”…”la has cagao”…”me cagüenlaputa”. A menudo oírlas hablar recuerda a una de esas películas de marines en que de cada tres palabras una es fuck…

¿Esta es vuestra liberación y vuestra nueva identidad femenina, vuestro ideal de mujer emancipada, libre del yugo machista y patriarcal? En efecto os habéis bien liberado para mejor caer en el estercolero y el lodazal.

Es que me parto de risa.

viernes, 8 de noviembre de 2013

ZORRAS QUINCEAÑERAS, NIÑOS EMPRENDEDORES Y PUTILLAS ADOLESCENTES



De vez en cuando sale alguna noticia, en nuestro mundo opulento y desarrollado, sobre baby – prostitutas, esto es adolescentes o incluso apenas salidas de la infancia. A veces se trata de ambientes degradados, de las cloacas sórdidas de la sociedad, con situaciones reales de violencia y explotación; sobre esto no hay nada que decir. Está también la niña que se encapricha de un delincuente – que típicamente se dedica a este negocio – y termina en esa situación, de la cual puede salir o no. Pero son casos no muy frecuentes, y no es lo que interesa aquí.

El tema de hoy es otra tipología de baby – prostituta; las adolescentes que pertenecen a familias y ambientes normales, sin particulares estrecheces económicas ni ambientes degradados ni zarandajas, en resumen las niñas bien a las que no les falta nada. Que existen es evidente, aunque naturalmente se trata de un mundo sumergido del cual no es dado saber las reales dimensiones; seguramente las ocasionales noticias que afloran de vez en cuando representan sólo la punta de un iceberg.

También en estos casos se suele hablar en tono escandalizado, patéticamente y ridículamente, de menores obligadas a prostituirse, en un empeño por presentarlas como víctimas y no admitir la verdad. Nadie le pone una pistola en la cabeza a la quinceañera normal que se prostituye, simplemente lo hace por vocación y justamente porque es una quinceañera normal – horriblemente normal – de nuestro tiempo.

Es decir, es una chica receptiva que ha asimilado las ideas, los estímulos, los valores, los ideales y las enseñanzas de nuestra sociedad y nuestra época. Naturalmente no los discursos empalagosos, insípidos y vacíos de los educadores: eso, le entra por un oído y le sale por el otro. Lo que asimila, como adolescente media de hoy, son las enseñanzas verdaderas que nuestra sociedad transmite, los valores reales que hay detrás de la ideología dominante, los estímulos y los ideales auténticos que permean el ambiente.

Todo ello se puede resumir en tres palabras: consumo, sexo y dinero. Desde la infancia y a edades cada vez más tempranas éste es el mensaje verdadero que reciben, es el molde en que se vierte la materia aún blanda de la mente infantil en desarrollo.

La baby putilla de la que estamos hablando no se prostituye porque le falte dinero para comer y vestirse, o porque no tenga un techo donde dormir. Al contrario, tiene sus necesidades básicas bien cubiertas, no le falta nada. Lo que quiere es el último modelo de móvil, horribles y carísimos bolsos, vestidos de marca, joyas, ir al concierto de algún niñato imbécil. No necesita nada de ello en realidad, pero quiere consumir, porque desde niños se nos enseña a ser consumidores; en vez de ideales nos meten en la cabeza las vulgares, adocenadas imágenes del gran sueño consumista. Hay que consumir, comprar, tener muchas cosas, si no consumes no eres nadie, eres una mierda y estás out. Nuestra niña inocente y futura putilla, mucho antes de la pubertad, ha asimilado bien la lección.

Como también está impaciente por entrar en el mundo del sexo, pues recibe mensajes sexuales ya desde la infancia. En vez de respetar y dejar correr los tiempos naturales del despertar sexual, la obsesión con el sexo que es uno de los pilares de la sociedad – como un puritanismo al contrario e igualmente insano – crea una atmósfera sexualizada, que lo va ocupando todo y naturalmente también la infancia, cada vez más. No sé a quién puede sorprenderle que haya putillas de quince años cuando muchas niñas ya se visten auténticamente como furcias, animadas o toleradas por su familia, y cuando se ha destruido totalmente no sólo la moral sexual sino cualquier sentido de pudor y de autocontrol.

Este, por cierto, es el verdadero objeto de la educación sexual a edades tempranas: favorecer la precocidad sexual infantil, transmitir la moral de la promiscuidad universal, la destrucción de cualquier límite y del pudor. Además de neutralizar e impedir cualquier educación que la familia pretenda impartir en sentido contrario, y de paso fomentar la homosexualidad.

¿Qué mensajes y que estímulos recibe una niña que entra en al pubertad, acostumbrada a vestirse como una ramera y a una atmósfera sexual que permea toda la subcultura de masa, incluida la destinada a los niños? Una niña que observa atentamente los ídolos juveniles y los modelos que le propone el sistema, figuras de plástico fabricadas por la factoría de la cultura basura y frecuentemente guarrillas que, no sabiendo hacer nada, se dedican a restregarse contra todo y todos ante las cámaras como perras en celo.

Lo que al final se saca en claro de todo esto es evidente. Muchísimas adolescentes llegan a los trece, catorce o quince años, si no de vuelta de todo, por lo menos con un buen tramo de camino hecho. Han conocido cipotes de todos los tipos, tamaños y curvaturas – y colores por lo de la multiculturalidad -; no debe extrañar que muchas de ellas decidan sacar dinero de ello en vez de hacerlo siempre gratis.

Nadie se debería escandalizar. Al contrario, el liberal coherente debería felicitar a estas chicas por su espíritu emprendedor. Todo el mundo se llena la boca con el espíritu emprendedor, que como sabemos es una palabra clave y uno de los dioses o diosecillos de nuestro tiempo; el espíritu emprendedor indica la santidad en la religión del dinero. Vivimos en la era de los valores económicos; los modelos y los ideales propuestos se resumen en ganar dinero y todo lo demás se valora o menos según se pueda o no medir en dinero y pueda generar un business.

Se fomenta el espíritu emprendedor a edades cada vez más tempranas. Hasta el punto de que hay aberrantes talleres “educativos” para niños emprendedores, cuyo sentido profundo es formarles para que vean la vida y el mundo a través del prisma de la economía y adoren el dinero como valor supremo. Por si alguno pudiera tener otras ideas u otra sensibilidad en la cabeza, hay que cogerlos tiernos para que no se escape ninguno y asimilen bien la lección.

Considerando todo lo anterior, es perfectamente normal e inevitable el fenómeno de las putillas adolescentes. Ya desde la infancia la niña tiene claro que lo importante en la vida es ganar mucho dinero. Ha aprendido que es imprescindible tener status symbols, que vivir es consumir, que hay que tener ropa de marca, el último modelo de juguete electrónico, las infinitas estupideces superfluas que nos han enseñado a considerar indispensables. Ha vivido en un ambiente y una sociedad que se burla de cualquier concepto de pudor, que activamente fomenta promiscuidad y precocidad hasta el mismo umbral de la infancia, una infancia que satura con mensajes sexuales antes de tiempo. Podríamos escribir una simple ecuación:


Espíritu emprendedor + Consumismo + Sexualidad precoz
 =
PUTILLA ADOLESCENTE


Sin olvidar naturalmente – como condiciones al contorno - la disolucion de la familia y sobre todo de la autoridad paterna; la infame labor de legisladores y expertos canalla que sistemáticamente, ideológicamente, las han destruido.

Este es el mundo de hoy y sus valores. Podemos aceptarlo o rechazarlo, pensar que es el mejor de los mundos posibles o que al contrario es una basura; creer obtusamente con los borregos manipulados que estamos en la cima de la evolución humana, o darnos cuenta de que nos hallamos en un pantano de degeneración y una fase de decadencia profunda, de donde es posible y  necesario salir.

Pero quien acepte los valores y las ideas que dominan hoy la sociedad, y luego caiga de las nubes, se haga el indignado y se rasgue las vestiduras por las prostitutas quinceañeras, es sencillamente un gilipollas. Más le vale echar un vistazo a lo que tiene su hijita en el móvil, en  el whatsapp y en el facebook. Por si acaso.

lunes, 28 de octubre de 2013

EL AQUELARRE DE GOYA, LAS FEMINISTAS Y LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI



He tenido que descuidar un poco el blog por circunstancias varias pero aquí estamos de vuelta.

Un día, hace bastante tiempo, me encontré en la prensa con una fotografía de cierta reunión de feministas veteranas. No pude dejar de notar, melancólicamente, el asombroso parecido de esa imagen con el famoso Aquelarre de Goya. Con una diferencia importante, es verdad: en la fotografía no estaba el Gran Cabrón que aparece en la tela de Goya presidiendo la asamblea. Aunque también ha habido y hay aquelarres feministas con su cabrón - o cabroncete - como sabemos bien por la historia reciente de nuestro país.




No se trata sólo de apariencia física, exterior; también de la interior, de la fealdad moral. Es un lugar común – verdadero, como suelen serlo los lugares comunes – que muchas feministas carecen notablemente de atractivo femenino y feminidad. Pero sería ingenuo pensar que esto es todo. Ni el odio feminista por el varón y la feminidad es tan simple de explicar, ni todas las feministas son feas como las brujas de Goya.

Es decir, no lo son por fuera aunque sí por dentro. Esto es importante entenderlo, es el escollo mortal en el que tantos hombres naufragan y son arrastrados a la ruina. Al fin y al cabo, las brujas horripilantes por fuera son las menos peligrosas, y casi diría las más honestas porque no engañan. Las peores son las que parecen inofensivas desde el exterior, pero en su interior, si uno tuviese un scanner para revelarlo, aparecerían como son en realidad, esto es como en el Aquelarre de Goya.

Este es el feminismo, un moderno aquelarre de brujas odiadoras del varón que encarnan el peor aspecto de la feminidad, el aspecto destructivo, oscuro y nefasto. La bruja es – entre otras cosas – un símbolo de esta parte negativa y devastante del eterno femenino. Especialmente y precisamente la bruja de los cuentos para niños. Ciertamente el odio de las feministas por los cuentos tradicionales, su voluntad de destrozarlos, falsearlos y censurarlos se puede explicar en parte por una pulsión irracional e inconfesada: se ven retratadas demasiado bien en la figura de la bruja.

Bruja que, recordemos, no es el único aspecto de la mujer; al contrario, la bruja es la que persigue y mortifica tanto la masculinidad como los aspectos positivos y nobles de la fémina. Como en los cuentos infantiles, la primera víctima de la bruja es la mujer sana y que representa los valores superiores de su sexo.

Mensaje profundo por tanto el de estos inocentes cuentos, y totalmente relevante en la actualidad: las modernas brujas no sólo persiguen al varón sino también sofocan a la mujer y lo mejor de su feminidad.

Naturalmente la tiranía feminista imperante hoy en día no reconoce que pueda existir este aspecto negativo y destructivo en la mujer. Quiero decir que no lo reconoce abiertamente, en público, no porque lo ignore sino por simple mala fe: una parte esencial del lavado de cerebro es presentar a la mujer como un ser inocente incapaz de hacer daño, eterna víctima del varón malvado.

Sin esta falsificación y sistemática inundación de mentira les habría sido difícil convertir a los varones en un hatajo de gilipollas domesticados, que tragan con todos los atropellos y prevaricaciones; los cuales por otra parte van en aumento y sin que sea posible ver el final del túnel, el límite en el cual se pararán. Porque este límite simplemente no existe, cada vez irán a más y no se detendrán nunca si no se les obliga a hacerlo, hasta que destruyan nuestra sociedad como una enfermedad degenerativa destruye el cuerpo que utiliza.

No es una imagen gratuita, pues no otra cosa es el feminismo, así como otros fenómenos como el poder de las lobbies de desviados, la nivelación de los sexos, la igualdad en la mediocridad: enfermedades y síntomas de degeneración propios de una sociedad decadente y enferma, que proliferan como los gusanos sobre un cadáver en putrefacción.

En este ambiente de cerebros lavados, opinión pública y propaganda hembrista, de niñatas malcriadas a las que se permite todo y se les ríen las gracias – caso de las Femen -  y de glorificación acrítica de la mujer, es de agradecer que salga una película con mala leche y sanamente misógina como Las Brujas de Zugarramurdi.


 
Entendámonos, no es que sea una obra maestra y está tejida con hilo bastante grueso. Pero no deja de ser divertida, y sobre todo expresa en clave de humor grotesco un cabreo contra el feminismo y la mujer de hoy que es raro ver actualmente, en el actual pantano de conformismo que ha reducido los varones al encefalograma plano.

Estamos ante una película, más única que rara, sobre la tiranía feminista y el poder femenino como reino de las brujas.

Claro que cada uno ve en las películas cosas distintas, y posiblemente el director negaría enérgicamente los hechos que se le imputan aquí; pero a uno le queda la clara impresión de que se ha quitado las ganas de decir muchas cosas que no se atreve a declarar abiertamente, que se ha liberado de varias piedras de gran tamaño que tenía en el estómago, usando el registro grotesco y cómico.

Para quien esté harto del pueril y empalagoso moralismo de género que nos inunda, es reconfortante y agradable, una auténtica bocanada de aire fresco, ver una película sin un solo personaje femenino positivo. La única protagonista que no pertenece a la secta de brujas, empieza la película amenazando al ex marido con destruirle usando la ley – a buen entendedor pocas palabras – y al final encuentra su verdadera naturaleza uniéndose a las brujas.

En toda la película son frecuentes las pullas y las continuas referencias a la guerra de sexos; abundan mujeres agresivas y sus discursos contra los hombres. Inconfundible la sensación de dejà vu, de que todo esto esta visto, pero no en el cine sino en la realidad. También es interesante el estado lamentable al que han sido reducidos los varones dominados por las mujeres terribles de Zugarramurdi: el marido de la bruja mayor, semiretrasado y una especie de zombi sin personalidad, que con terror advierte a los incautos viajeros de que “no hay que llevarles la contraria” (a las brujas); el hermano de la bruja menor (la buenorra), prisionero y humillado en una celda debajo de los urinarios. Por no hablar del festín que las brujas organizan para devorar a sus prisioneros. Más claro agua: todo ello representa el futuro del varón en la sociedad dominada por el feminismo, con apenas alguna licencia – digamos - poética.

Si todas las mujeres son brujas, no es que los hombres salgan bien parados. No hay para nada una figura heroica masculina, un moderno Orestes que de a las brujas su merecido. Al contrario. Entre entre los protagonistas masculinos hay de todo, pero siempre están medio atontados, perdidos y zarandeados entre mujeres más fuertes que ellos; incluso cuando la buenorra se pone de su parte – por amor – no deja por ello de ser medio histérica y un peligro mortal.

Y finalmente el aquelarre final en la cueva, una reunión de mujeres modernas de todos los tipos y condiciones; la inolvidable e inconfundible imagen de una horda feroz de brujas desquiciadas y rabiosas que odian a los hombres.

No hilaremos demasiado fino sobre el final de la cinta, con el andrógino y la invocación a la Venus de Willendorf como divinidad feminista; no es el caso. Pero aun dentro de una película de este estilo, se le la ido la mano en el final al director, especialmente en los pésimos cinco minutos finales, totalmente absurdos y superfluos.

Como el lector habrá comprendido perfectamente, estamos ante una precisa y realista descripción de la sociedad moderna, de la mujer actual, la lamentable situación del varón y la inexistencia de figuras masculinas dignas.

Por tanto cabe decir que Las Brujas de Zugarramurdi, lejos de ser un horror grotesco es en realidad, con alguna licencia poética, una película costumbrista sobre la España y el Occidente actual.

Saludos del Oso

viernes, 4 de octubre de 2013

LA LENGUA Y LA IDENTIDAD



Después de un largo descanso el Oso vuelve.

Entre las noticias recientes lo mas destacado es lo que está sucediendo en Grecia con la guerra sucia de la partidocracia contra el partido patriótico Amanecer Dorado. Procesos políticos, purgas en las fuerzas del orden, alianza de los falsos adversarios políticos para intentar ilegalizar y destruir el único partido que es realmente antisistema. Valdrá la pena seguir atentamente esta cuestión.

Este verano lo más notable ha sido la escalada de amenazas contra Siria y la descarada intención por parte de Obama de atacar a ese país. El presidente americano, a quien, recordemos, le dieron el devaluado premio Nobel de la Paz por ser negro, estaba preocupado porque las tropas de Assad empezaban a ganar la partida contra los rebeldes, los terroristas y los mercenarios apoyados por Occidente. La intención era darle la vuelta al resultado de la guerra con una alfombra de bombas, como hicieron en Libia para derrocar a Gadafi y vendiendo también esta vez a la opinión pública la habitual basura sobre la intervención humanitaria.

Afortunadamente la agresión anglosionista – pues detrás están siempre ellos, aunque naturalmente jamás en primer plano - no se ha consumado por ahora. Evidentemente una fuerte oposición dentro y fuera de EEUU, y sobre todo los rusos le han parado los pies al moreno Nobel de la Guerra. Es una buena señal para el futuro que alguien le plante cara al Nuevo Orden Mundial, visto el absoluto servilismo de Europa y su estado de supeditación militar a los intereses americanos.

Por no hablar de la colonización cultural y espiritual, y sin olvidar el secuestro de la política por la partidocracia, al servicio no de sus ciudadanos sino de una serie de centrales de poder internacionales, militares, financieras y culturales cuyo centro de gravedad está en el mundo angloamericano.

Tema este que tiene por tanto muchos niveles y aspectos en este tema. Uno de estos, el que aquí nos interesa, es la colonización cultural. Que difunde sistemáticamente una visión totalmente materialista en todos los ámbitos, una concepción del mundo y del hombre como economía. Y una ideología precisa, la de la corrección política, apoyándose en un entramado de grupos del presión y organizaciones dedicadas a la ingeniería social, que en este blog a menudo he llamado las lobbies de la degradación, responsables del lavado de cerebro masivo y continuo de la población.

No siempre se reconoce la importancia que tiene la guerra cultural. A una primera mirada puede parecer que lo relevante, lo que cuenta en realidad, es sólo el poder y el dinero, los que mueven el mundo. Y esto es cierto al nivel de la política concreta y de la acción práctica. Sin embargo la visión del mundo de las personas, sus criterios, sus formas de valorar y de percibir la realidad, dependen de lo que tengan dentro de la cabeza. Y lo que las personas tienen en la cabeza depende del resultado de la guerra cultural.

Aquí está la importancia que tiene la cultura, porque se trata del caldo de cultivo de la mente y las ideas. La acción del poder cultural es más lenta, menos visible, se desarrolla a otra escala y a otro nivel respecto a la lucha política; que es ciertamente indispensable - iluso es quien piensa cambiar el mundo sólo con la cultura - pero el combate político actúa en un medio, sobre un material humano, al que la lucha cultural le ha dado forma.

Herramienta fundamental para esto es el idioma, la lengua propia, que lleva incorporada, en cierto sentido, una visión del mundo. Nunca una lengua es completamente traducible a otra, ni siquiera cuando son tan parecidas, por ejemplo, como el italiano y el español. Siempre hay algún matiz que no se puede transmitir completamente, alguna expresión cuya traducción es engorrosa, algo que se expresa mejor en un idioma que en el otro. Si se trata de lenguas más lejanas se nota cómo se piensa de manera algo distinta, y si ya vamos a lenguas no indoeuropeas como el japonés, entonces es como si hubiera que cambiar el chip cada vez que se pasa de un idioma al otro.

Comento todo esto es subrayar la importancia de la lengua nativa en la formación de la persona, y su papel en cualquier sentimiento de identidad. Se trata por tanto de una pieza clave en la partida de la hegemonía cultural.

Pasa por la defensa y conocimiento correcto del propio idioma cualquier resistencia contra el nefasto proyecto de destrucción de las identidades actualmente en vía de implantación. Proyecto que existe realmente, llevado a cabo por fuerzas que trabajan para llegar a la homologación universal y la reducción de los territorios a unidades administrativas, casillas en el juego de monopoly del mercado global.

Viceversa, los poderes que  persiguen estos objetivos desean que las lenguas nativas de los distintos pueblos se debiliten; a favor de una lengua universal, la lengua del sistema que es el inglés, preferiblemente el inglés cosmopolita práctico y comercial. La intención es implantarla en la mayor medida posible como como lengua materna, en perjuicio de las lenguas propias de cada pueblo. Esto, unido a la degradación de la enseñanza que descuida o directamente denigra de las tradiciones, la historia y la cultura propias, para enseñar una amorfa educación neutra, pretende crear ciudadanos del mundo que tengan todas las identidades, y por tanto, ninguna en realidad.

Generalmente los países y las clases sociales en que el inglés esta más difundido son los más receptivos a la penetración de la ideología que desde su centro de gravedad en el mundo angloamericano aspira a imponerse a nivel global. Tales naciones, y las clases superiores en general, a menudo son las más avanzadas en el camino de degradación social e individual que es parte inseparable del proyecto mundialista

Vemos entonces, y volviendo al tema del artículo, que existe una relación entre la difusión masiva del inglés, como idioma en pie de igualdad con la lengua propia, y el proyecto de diluir las identidades y erradicar el apego a la propia cultura.

En este proyecto se encuadra también la degradación de la misma lengua materna y su empobrecimiento, por ejemplo con el lenguaje para semideficientes de la corrección política, y también la degeneración de la enseñanza, que cada vez más apunta a formar ciudadanos sin raíces y a impedir que el ser humano crezca con peligrosas ideas de pertenencia, identificación con una tradición y una historia.

Este es el significado y la razón verdadera de la obsesión por introducir el inglés hasta en la sopa, a edades cada vez más tempranas y por todas partes. Algo que seguramente quienes tengan hijos en edad escolar habrán obervado, esta manía por aumentar cada vez más horas de clase de lengua inglesa, y tambien por impartir lecciones de varias otras materias en inglés. Todo en un contexto en que se aprende cada vez peor y se descuida el español.

No se trata de demonizar el inglés ni el mundo anglosajón en sí mismos. Es una lengua respetable como cualquier otra; pero es un hecho que es la lengua de la tiranía mundialista en construcción. Baste por ejemplo pensar en el sistema de espionaje Echelon, al cual participan los países angloparlantes, sistema que utilizan también para obtener ventajas comerciales y económicas, perjudicando a los que llaman países “aliados” que son en realidad países súbditos.

Tampoco es que americanos o ingleses sean los “malos” o especialmente negativos por sí mismos; es que la mentalidad mundialista y el poder mundialista, que no son estrictamente americanos ni ingleses, han crecido, se han afianzado y han dado sus frutos envenenados en esos países. Existe probablemente una América no mundialista, como una Inglaterra donde viven fuerzas sanas, pero ciertamente no es la basura que exportan al resto del mundo, que en realidad es la ideología promovida por los mercantes del dinero, el arma cultural para llegar al dominio del mundo; pues tal es su aspiración, cada vez menos velada.

No se trata de rechazar la lengua inglesa. Seguramente es un instrumento útil y necesario para comunicar, una lengua franca que en muchos ambientes de trabajo es necesaria, que es conveniente dominar al menos a un nivel medio, especialmente hoy, cuando el enemigo es global, una situación que exige por parte de quienes nos oponemos a él unidad de esfuerzo y colaboración, y por tanto poder comunicarse.

Pero el inglés debe ser eso, un instrumento y una herramienta. No una lengua nativa, y en particular no debemos permitir que se convierta en la lengua madre de nuestros hijos. Primero la lengua propia, la propia historia y cultura; las auténticas, nos la miserables caricaturas lisiadas que las reformas educativas, la corrección política y sus descerebrados nos quieren imponer. Después viene lo demás.

Es seguramente bueno hablar varios idiomas, y plantearse el aprender además del propio, alguna otra lengua europea, que también puede ser el inglés, porqué no. Como he apuntado hay que construir o recuperar una identidad europea, en una situación en que el mismo futuro de Europa está amenazado.

Terminando ya, para los padres que tengan hijos dotados para los idiomas o con el gusto por el estudio, no estaría de más al menos una formación básica en lenguas clásicas europeas, latín o griego. Algo que no puede ser más inútil desde el punto de vista de los actuales criterios. Pero ya hemos comentado la intención de fondo y los objetivos ocultos detrás de esos criterios.

No se va a utilizar una lengua clásica en la vida cotidiana ni por supuesto servirá para nada a la hora de buscar trabajo; pero sí nos ayudará a pensar, a construir una barrera mental de resistencia interior y a ser menos vulnerables a esa máquina estampadora que fabrica en serie los ciudadanos del mundo. Precisamente por eso las lenguas clásicas ya no existen en la escuela actual y por eso se ha insistido tanto en su eliminación de los programas escolásticos.

Saludos del Oso.

sábado, 20 de julio de 2013

SALUDOS DE VERANO

Ha llegado el verano y con él el momento de tomar un descanso, sedimentar ideas, meditar sobre la mejor manera de continuar el trabajo y la acción que me he propuesto con este blog. Por tanto suspenderé la publicación de entradas hasta Septiembre pero voy a publicar todos juntos, como "especial de verano" si se quiere, algunos artículos que tenía pendientes, escritos durante los últimos meses. 

Estaré fuera o descansando y ciertamente no enganchado a internet, pero intentaré responder a eventuales comentarios sobre las entradas.

Para el año que viene, además de continuar la actividad del Oso Solitario y El Velo Rasgado, mejorándolos y buscando mayor incisividad y difusión, seguiré publicando en la revista Verbo y Acción y quizá haya algún proyecto nuevo. Seguramente ha llegado el momento de reelaborar algunas de las reflexiones y escritos desarrollados en estos casi cinco años, y entrar en la aventura más ambiciosa de darles forma de libro.

Posiblemente más de uno porque la actualidad es inagotable y la decadencia actual profunda; las ganas de trabajar sobran y los temas son siempre abundantes, pero sobrepasan el tiempo disponible. Con todo, espero poder anunciar durante el año próximo el primer libro del Oso.

Deseo a todos los lectores un feliz verano.

NEOLENGUA

En la profética novela 1984 de George Orwell, el gobierno realizaba una constante manipulación del lenguaje con la “Neolengua” (Newspeak) con el objetivo de hacer imposible no sólo expresar ideas disidentes sino incluso poder formularlas y pensarlas.

Esto, naturalmente, es lo que estamos viendo en nuestros días con el lenguaje de la correccion política, una censura capilar que se impone por todas partes, mutila el lenguaje con el objeto de limitar el pensamiento, sustituye expresiones precisas con grotescos eufemismos para eliminar el pensamiento claro y articulado, sustituyéndolo con una especie de melaza mental, a uso y consumo de autómatas logorroicos, que rebosa de palabras para no decir nada.

Me ocupé en su día de la corrección política como uno de los Azotes: 

Azotes de nuestro tiempo: corrección política 

Pero a veces tenemos la ocasión de ver la implantación de la Neolengua en un caso concreto y en tiempo real, por así decir: 

Associated Press no usará más el término “inmigrante ilegal” 

La expresión precisa "inmigrante ilegal", que denota quien entra en un país sin permiso - por tanto ilegalmente pues está violando la ley - se sustituirá seguramente con grotescos y mendaces eufemismos. Una medida de falsificación del lenguaje ha sido recibida con entusiasmo por la despreciable burocracia de la Unión Europea; la cual sostiene con penoso sentimentalismo buenista que “ningún ser humano es ilegal” y propone llamar a la inmigración “mobilidad europea”, a los inmigrantes “clientes”. 

El sentido de todo ello es muy claro. No sólo se nos quiere impedir decir que hay inmigrantes ilegales sino incluso pensarlo, formular el concepto en nuestra mente.

Este es el mensaje: puesto que todo el mundo tiene derecho a entrar en Europa, independientemente de la voluntad de los europeos,  los inmigrantes ilegales no existen y ni siquiera debe existir una palabra que exprese esta noción.

Esta es nuestra clase dirigente, esta es la información libre e independiente, que se llena la boca hablando de libertad para mejor servir a una tiranía que nos está quitando hasta el lenguaje.

Estas son nuestras - nunca peor llamadas - élites. Traidores y gentuza.

PATERNIDAD CRIMINAL Y MENTIRAS FEMINISTAS



En esta entrada me ocuparé de la criminalización del varón en su aspecto de padre, llevado a cabo por la maquinaria de mentiras feminista aprovechando un triste fenómeno como el maltrato a la infancia. La utilización tendenciosa de estos crímenes, particularmente odiosos, para hacer campaña antimasculina lo dice todo sobre el ínfimo nivel ético de la secta feminista, su indignidad humana y la putrefacción que alberga en su interior, y lo mismo vale para el ejército de cobardes y pusilánimes en los medios y la política que va detrás de ellas y son su brazo ejecutor. 

I. Maltrato a la infancia

El maltrato a la infancia es una realidad lamentable y extendida, especialmente atroz en su carácter de agresión contra quien no pude defenderse. Abusos sexuales, torturas y vejaciones físicas, así como las formas más sutiles de ensañamiento y daño psicológico, difícilmente encuadrables pero que no por ello dejan de existir.   

Es una cuestión que se debería afrontar desde un punto de vista objetivo, teniendo presente el interés de la sociedad y la protección de los menores, no los odios o antipatías personales y menos aún la posición ideológica. Pero lamentablemente las feministas, totalmente en línea con su habitual vileza y maldad inextirpable, no son capaces de ello. Ellas culpan al varón sistemáticamente de la violencia contra la infancia, para presentar al hombre –a todos los hombres- como un criminal real o potencial, y de aquí pasar a sus ulteriores objetivos: expulsión del padre de la familia y la vida de sus hijos y paulatina reduccion de la población masculina a una clase de parias bajo sospecha y en permanente libertad vigilada.

Con lo cual además de perseguir al varón dejan totalmente desprotegida a la infancia contra el maltrato perpetrado por mujeres, que se vuelve invisible porque ellas por definición son siempre víctimas y nunca verdugos. Daños colaterales. El fin justifica los medios; si de esta manera se persigue mejor al varón, los niños maltratados por mujeres que se jodan, porque por definición las mujeres no maltratan.

En gran medida están consiguiendo hacer calar en la sociedad esta falsificación. Si por ejemplo se utilizan los motores de búsqueda en internet sobre la violencia contra la infancia, uno encuentra normamente el padre maltratador y es bastante más difícil encontrar informaciones sobre la violencia ejercida por mujeres. Aun eligiendo con cuidado las combinaciones de palabras no se avanza mucho; los programas informáticos insisten, con tenacidad casi humana, en interpretar la violencia cometida por mujeres como maltrato contra la mujer.

En los medios de comunicación los artículos sobre el tema son invariablemente propaganda feminista; automáticamente identifican el maltratador de la infancia con el varón. Como en artículos como el siguiente que es particularmente vomitivo:


Esta es la propaganda, el agitprop que tan bien han aprendido de sus maestros marxistas. Sin embargo la realidad es muy distinta; si bien la mayor parte de los abusos sexuales infantiles son cometidos por varones –aunque una cuarta parte lo son por mujeres-  la mayor parte de los malos tratos físicos a niños son infligidos por féminas. No sólo sino que muchas madres, cuando nadie las ve, se dedican a torturar a sus hijos e infligirles lesiones y sufrimiento de manera totalmente gratuita.


Sin embargo, informaciones equilibradas y libres de ideología, un tratamiento honesto de la cuestión, es seguramente lo último que va a encontrar el ciudadano medio que se interese por el tema. Encontrará invariablemente, machaconamente, basura infecta como el artículo enlazado en primer lugar, hallará propaganda sectaria y tendenciosa sobre los padres violentos y veneno contra los padres en general.

Encontrará feministas canallescas –valga la redundancia- que quieren separar al padre de sus hijos ante una simple denuncia de maltrato, falsa como Judas como la inmensa mayoría. Esto es precisamente lo que están proponiendo las feministas del actual gobierno, lo cual demuestra que el odio contra el varón y la infamia de la secta feminista son transversales.

Esto da una medida del poder y la capilaridad de la propaganda feminista, que ha logrado ocupar todos los espacios, del océano de mentira y falsificación en el que toma forma la opinión pública, siempre superficial, falta de crítica y de criterio propio. Dado este ambiente de manipulación e intoxicación, no sorprende la facilidad con que se aprueban leyes infames, la impunidad con que la canalla feminista comete sus atropellos.
Ahora nos ocuparemos del crimen capital contra la infancia, el infanticidio. Aquí también la propaganda feminista falsifica la realidad y alcanza cotas directamente nauseabundas.

II. Matar a los propios hijos

En esta segunda parte trataremos brevemente de infanticidios y en general de homicidios de menores. Es reciente el caso trágico de  José Bretón que mató a sus tres hijos y pasará un largo tiempo en la cárcel, que será siempre demasiado poco para lo que ha hecho. Sin embargo no es un caso único ni excepcional; con una cierta regularidad se cometen este tipo de crímenes.
En otra ocasión hablé del Síndrome de Münnchausen a propósito del maltrato infantil, que no tiene que ver solamente con torturas,  lesiones, conatos de ahogamiento y envenenamiento sino de infanticidios.


Problema totalmente silenciado y censurado por la tiranía feminista imperante para que no se sepa la verdad. Con el alto precio pagado por quien menos se puede defender, ante estas madres desquiciadas y desviadas, producto de una sociedad desquiciada y desviada como comenté en dos artículos de hace tiempo, dedicados a este tema y en los que intenté una interpretación del fenómeno, que sigo manteniendo y de cuya veracidad estoy más convencido cada día que pasa:

El Síndrome de Münnchausen es la enfermedad que se han inventado para exculpar a estas madres torturadoras y no raramente asesinas. La lógica es muy clara: cuando el hombre comete un delito es un criminal a secas, pero cuando lo hace la mujer o es porque sufre depresión, o porque ha sido maltratada, o por cualquier otro motivo; se encuentra siempre algo para justificarla o atenuar su responsabilidad. Y si no se inventa. Cuando un padre maltrata o asesina a un niño es un cerdo y un monstruo, cuando lo hace una madre es que tiene Síndrome de Münnchausen.

En esto ha terminado el ideal de objetividad de la ciencia médica y la psicología. Con dos cojones.

Pero aunque no se acepte, por mala fe ideológica, la realidad sumergida de los homicidios del Síndrome de Münnchausen, nadie negará los homicidios considerados oficialmente tales y cometidos por mujeres, ni siquiera los medios feministas de comunicación que a pesar suyo han tenido que dar noticia de ellos. Las asociaciones feministas nos informan de que en –creo- un espacio de diez años ha habido 59 niños asesinados por sus padres. Como por algún motivo se han “olvidado” de contar las madres filicidas, hemos de buscar en otra parte y así nos enteramos por lo menos de la verdad relativa al año 2010.


La proporción puede variar de un año a otro e imagino que no sería difícil rastrear los casos si se quieren datos precisos, pero si se presta un mínimo de atención a las noticias es evidente que la mayor parte de los progenitores infanticidas son las madres.

La manipulación y la desinformación sectaria en los medios la encontramos también aquí. En efecto la mayoría de los los artículos que encontremos nos dejarán, tras haberlos leído, la impresión o el convencimiemto de que quienes matan a sus propios hijos lo hacen impulsados por la violencia innata en el varón, por la mentalidad patriarcal que se resiste a morir, por la incorregible tendencia a la prevaricación y la maldad en el género masculino.

A esto ayuda naturalmente que cuando el padre mata a los hijos nos lo muestran cuarenta veces y cuando es la madre una sola, de prisa y casi pidiendo perdón por dar la noticia de una mujer asesina.

Ante este panorama y esta deliberada impresión creada por los medios, cuando nos enteramos de que la mayor parte de las infanticidas son madres y no padres, ¿Qué debemos pensar de los medios, de los periodistas, de los presuntos expertos que escriben esos artículos?

¿Qué debemos pensar por ejemplo de este vergonzoso alegato contra la custodia compartida que utiliza como pretexto a los padres infanticidas?



¿O de este otro, nauseabundo, que utiliza el caso del triple asesino José Bretón para criminalizar a la paternidad en conjunto, como explícitamente declara su título, cuidándose mucho de mencionar que hay más madres que padres infanticidas?


Ni una palabra sobre el hecho de que la mayoría de las infanticidas sean mujeres y madres. Esto por sí solo da la medida humana e intelectual de quienes escriben estos artículos de pura propaganda.

Exactamente el mismo tono de los artículos enlazados, sin embargo, se podría utilizar tratando los casos de madres asesinas. Considerando las muertes oficiales y las atribuibles al Síndrome de Münnchausen tenemos cifras de niños asesinados muy superiores a las de mujeres asesinadas por sus parejas en crímenes pasionales. Por lo tanto, de la misma manera en que llenan las ciudades de propaganda orwelliana con fotos de mujeres maltratadas y con el ojo morado, estaría más que justificado poner -al menos- un número igual de carteles con fotos de niños muertos, acompañadas de lindezas tales como ”Por favor, mamá, no me mates, no me tortures cuando no te ve nadie”…

Naturalmente esto es solamente una provocación; este tipo de ruin manipulación emotiva, de ínfima categoría, se lo dejamos de buena gana a la horda de odiadoras del varón. Ellas, no dando para más y evidentemente respondiendo a impulsos profundos, se mueven a ese nivel.

Pero lo propongo como simple ejercicio mental, especialmente a las mujeres; de esta manera quizás comprenderían el alcance de la infamia feminista en su propaganda y en sus leyes, que por los crímenes de unos pocos criminalizan a todo el género masculino y nos imponen a todos leyes draconianas, injustas y perversas.

UN MUNDO SIN ALEGRÍA



A menudo los niños, como se sabe, ven las cosas más claramente que los adultos y de manera inmediata. No por casualidad se dice que el filósofo ha de tener algo de niño dentro.

El otro día, en una salida a la montaña, mi hija observaba un grupo de chavales que iban delante de nosotros caminando; alegres y de buen humor, reían a menudo. Entonces con sus once años me hizo una de esas preguntas que sólo los niños saben hacer y le ponen a uno en graves dificultades. Preguntas que son como un estilete y van al fondo de la cuestión.

¿Por qué los niños y los chavales se están riendo siempre y los mayores ya no se ríen, como si hubieran perdido las ganas?

Naturalmente la observación es sumamente exacta y captura la realidad de una sociedad en la que, no solamente todo el mundo está genéricamente cabreado por defecto, dispuesto a saltar y a sentirse molesto por cualquier estupidez, sino que en un sentido profundo carece de alegría.

Desde luego no será porque no buscamos la felicidad. Leemos revistas de salud y libros de realización personal y autoayuda, tenemos entretenimiento para aburrirnos, nos podemos atiborrar de comida como cerdos y a menudo lo hacemos, con el único límite del terrorismo diagnóstico de los niveles de colesterol y triglicéridos; tomamos drogas y alcohol, se fornica con absoluta libertad casi a cualquier edad, tenemos parques temáticos, centros de ocio, felicidad electrónica para dar y tomar. Por no hablar de la legión de psicólogos, asistentes y expertos cuya misión es ayudarnos a encontrar la felicidad, y las investigaciones de sesudos estudiosos que intentan arrancar científicamente su secreto.

Sin embargo, como puede ver una niña de once años que ignora toda esta morralla, la sencillísima, pura verdad es que no tenemos ganas de reír. Por lo demás cualquiera puede ver, por ejemplo mirando caras por la calle y sobre todo las de los conductores, todo el mundo está amargado y desquiciado. A pesar de tener todos los goces del mundo.

Pero es que goce no es lo mismo que alegría. Es significativa a este propósito la observación de Konrad Lorenz, cuando comenta que la palabra y el concepto de “alegría” (Freude) están totalmente ausentes – curiosa ironía - en la obra de Freud, que en cambio habla siempre de “goce” (Genuss). Y es pertinente esta observacion porque, si bien la psicoanálisis freudiana está bastante desacreditada en el plano científico (“Declive y caída del imperio freudiano”, de Hans Jürgen Eysenck; psicólogo por cierto maldito por sus resultados sobre genética, educabilidad e inteligencia), el freudismo como ideología está bien vivo y es uno de los pilares de la infracultura decadente, crepuscular, que domina hoy en día. Nuestra sociedad actual es en gran medida freudista, en el sentido de un freudismo reelaborado, divulgado en forma asimilable a través de los epígonos de Freud; los más importantes entre ellos, Wilhelm Reich y Erich Fromm, que forman el brazo psicológico del marxismo cultural, defensores incansables del pansexualismo y la eliminación de tabúes y represiones.

Nuestra sociedad está basada como todos sabemos en el goce, en el consumo, en el sexo y en el dinero que nos puede procurar aún más goces, en la abolición – es una idea fija - de los dichosos tabúes y las represiones que impiden gozar. Sociedad, en definitiva, en la cual abundan todos los goces pero donde no hay alegría.

Y donde, dicho sea de paso, nos ahogamos en un vaso de agua y necesitamos asistencia psicológica en cuanto nos pasa algo, y cuando hay que volver al trabajo nos entra la depresión postvacacional, temas que tienen relación con lo tratado aquí y de los cuales me ocupé en su momento:



Es oportuno reproducir un pasaje del libro de Lorenz “Los ocho pecados capitales de la civilizacion occidental” que nos ayuda a enfocar la cuestión.

“La incapacidad de soportar cualquier dolor vuelve inalcanzable la alegría […] Quizá sea posible le goce sin tener que pagarlo a caro precio, pero desde luego así se nos escapa la divina chispa de la alegría. La intolerancia al dolor, fenómeno tan difundido en nuestros días, transforma los naturales altibajos de la vida humana en una llanura artificial, las olas grandiosas del mar tempestoso en vibraciones apenas perceptibles, las luces y las sombras en un gris apenas perceptible…”

Esta es precisamente la sociedad en que vivimos, una sociedad gobernada por el nivelamento igualitario y la mediocridad de sentimientos, valores, ideas. Donde se gastan grandes sumas y se realizan esfuerzos ímprobos para buscar frenéticamente la felicidad y el goce, se nos entretiene y se cuida de nuestro bienestar, gente titulada - e incluso con máster - nos ilumina sobre cómo vivir mejor, expertos cuidan de nuestro bienestar y hay una pastilla para cada molestia física o psíquica.

Todo esto, el lector lo habrá comprendido ya, es precisamente lo que nos roba la felicidad, es la capa de plomo que pesa sobre nosotros y nos ha robado la alegría y las ganas de reír. Aparentemente la felicidad se comporta como un pájaro que nos alegra - a veces - con  su canto, pero en cuanto oye todo este ruido y ve toda esta gente impertinente que viene a incordiar, a tomarle fotos, a medirle las plumas y a manosearlo, se va con la música a otra parte.

Claro que ante la pregunta de mi hija, en aquel momento intenté dar una repuesta lo más sencilla posible y comprensible para su edad. Si le hubiera soltado el ladrillo que acabo de escribir, incluso a ella se le habrían pasado las ganas de reír.

Saludos del Oso

ÓPERA PORNOGRÁFICA Y GUERRA CULTURAL



 


Los “artistas” subvencionados por el Estado que producen basura a repetición abundan en España como bien sabemos, pero no son exclusivos de nuestro país. Como tampoco es casual el tipo de inmundicia que sale de sus mentes; al contrario, sigue siempre líneas bien precisas. Hoy comentaremos un tema aparentemente lejano, pero menos de lo que podríamos pensar porque la Internacional de la Degeneración opera en toda Europa y el mismo tipo de cosas las tenemos aquí. En esta ocasión se trata de un montaje teatral en Berlín, adaptación de un documental con tema operístico:


El director de esto – que poco tiene que ver con la ópera – es el austríaco Johann Kresnik, que a la venerable edad de 73 años ha puesto en escena lindezas como una soprano crucificada con la vagina sangrante, otra que simula amputarse un pie y en su performance llena de salsa de tomate el escenario… parece que en sus montajes es habitual la carnaza; en otras ocasiones ha propinado a sus espectadores hallazgos “artísticos” como sexo – no simulado, nos dicen - sobre la capota de un coche o una hilera de gimnastas con las vaginas bien abiertas ante el público.

Podemos hablar ciertamente aquí de una voluntad de crear escándalo por parte de quien es incapaz hacer arte auténtico; hay que entender que es una búsqueda cada vez más desesperada, pues crear escándalo es algo casi imposible de lograr hoy en día. O se podría liquidar todo como la extravagancia de un viejo degenerado que ha llevado al escenario el estercolero que debe tener en la cabeza.

Todo esto es totalmente cierto y si fuera sólo esto no merecería mayor comentario, pero no explica porqué le financian precisamente a él y a otros como él, para permitirles llevar su espectáculo a prestigiosos teatros en vez de a los antros a los que en buena lógica pertenecen. Pues en efecto, por una parte no se trata de un caso aislado, por otra estas basuras no se sostienen cas i nunca por sí solas; el público en general las rechaza - a un auténtico aficionado a la música o a la ópera esto no le da más que asco – y sobreviven con dinero público.

Insuficiente por tanto, aunque verdadera, la explicación del vejete pervertido. Aquí tenemos sin duda, a nivel general, una degradación profunda de la cultura y del gusto, una subida de nivel de las cloacas que lo han inundado todo. En una sociedad sana, en Alemania o en España hasta ayer, esta porquería nunca habría aparecido en un teatro decente y mucho menos recibido ayuda pública; si por casualidad hubiera sucedido algo así el público se habría rebelado en masa y los responsables habrían sido cesados inmediatamente.

Pero es difícil enviar de vuelta a los habitantes de las cloacas por donde han venido, cuando las cloacas lo han anegado todo, han pervertido el gusto, la sensibilidad y el criterio de la sociedad. Cuando se ha condicionado al público, con una sibilina propaganda, para que considere antiguo, carca, facha – por usar algunas de las palabras favoritas de los babosos y los pervertidores de la sociedad – cualquier sano instinto y criterio.

Degeneración y decadencia como ambiente general, por tanto, en una sociedad ya acostumbrada a chapotear con una sonrisa idiota en las aguas fecales de la degradación, creyéndose por ello muy evolucionada y de vuelta de todo.

Pero hay algo más que una caída de nivel espontánea. Hay quien contribuye activamente al proceso con un objetivo preciso, demoliendo los diques que mantenían la basura en su lugar, bombeando el agua de las alcantarillas para que lleguen a todas partes.

Y la lógica que hay detrás de todo ello es cortar la transmisión de nuestras tradiciones culturales, falsificar las creaciones y el legado de los hombres de genio que nos precedieron, impedir que las nuevas generaciones los reciban y se formen en los valores y la sensibilidad que nos transmiten.

Este es el motivo por el que se subvencionan las basuras del viejo degenerado y, por todas partes, otros cientos o miles de producciones y “operaciones culturales” que sin llegar a tales extremos tienen el mismo significado de guerra contra la tradición europea. Guerra a todos los niveles, en una campaña de ocultamiento y tergiversación que se extiende no sólo a autores más o menos recientes, sino también a los clásicos de la literatura e incluso hasta los cuentos infantiles.

Es importante comprender que todo ello no es casual, sino parte de una grandiosa campaña, cuyo objeto es destruir nuestra identidad y nuestra herencia cultural. Cuando es posible censurándola directamente, cuando no dejándola secar y morir, tergiversándola para que no se pueda comprender su mensaje, lobotomizando a las nuevas generaciones desde la escuela para anular su capacidad de asimilarla y transmitirla.

En breve, se quiere asesinar nuestra cultura y nuestra tradición para sustituirla con una miserable cultura de masas hecha de plástico, vacía, políticamente correcta, instrumento de control y manipulación sobre una humanidad consumista, masificada y sin raíces, donde todos son iguales, políticamente correctos y con la cabeza hueca.

Esta es la verdadera razón del porqué a los contribuyentes alemanes, pueblo con una grande y gloriosa tradición, se les obliga a subvencionar los espectáculos del vejestorio degenerado y su soprano crucificada con la vagina sangrante.