domingo, 28 de marzo de 2021

EL DESINFORMADO, LA EMPODERADA Y LA IGNORANTE

 


 

 La miseria de la clase política en pequeños gestos

Esta semana hemos tenido algunos pequeños episodios, casi insignificantes, minúsculos e inocentes si queremos en el gran estercolero de la sociedad y la política española. Pero a su manera, estas pinceladas de realidad nos revelan tanto o más que las grandes cosas. Porque a través de ellas, esa parte de la clase política que ocupa actualmente el poder actual se muestra a sí misma de la forma más sincera; nos restriega en la cara su mediocridad y nos insulta abiertamente, aunque una parte creciente de la población está ya tan degenerada que ni siquiera entiende cuando la insultan.

El alcalde de Palma que cambia el nombre de varias calles en aplicación de la repugnante y sectaria “memoria histórica” que, en este caso, castiga como “fascistas” a los marinos Churruca y Gravina (guerras napoleónicas) y Cervera (fines del siglo XIX). Las justificaciones de bajísimo nivel son casi más penosas que el error en sí: primero que si había barcos franquistas con ese nombre, como si las calles tomaran el nombre de los barcos, y no las calles y los barcos de las personas; luego que si uno no tiene por qué saber de todo. Desde luego. Pero es que ni siquiera hace falta tener una gran cultura histórica, sino haberse interesado mínimamente de la historia patria. Y si no tienes ni eso, dedícate a otra cosa pero no seas alcalde; porque un alcalde por definición se ocupa de la cosa pública y se le debe exigir no sólo una cultura media sino superior, en particular una cultura histórica.

Aparte de ello, naturalmente, le habrían bastado cinco minutos con el buscador para enterarse de quiénes eran esos señores, a quién le estaba quitando una calle y lo que estaba firmando. Pero es que no llega ni a eso.

La mediocrísima choni madrileña empoderada, ministra del privilegio femenino y de los chiringuitos feministas, que interviene en uno de esos programas de telebasura, donde todo es falso y fabricado, para decir que a la mujer que denuncia “maltrato” hay que creerla sí o sí. Y eso aunque la justicia española hubiera ya absuelto al sujeto en cuestión; recordemos que la justicia ya de por sí es, hoy en día, una alcantarilla feminista que aplica leyes injustas feministas, por lo que debía de estar clarísimo que las acusaciones eran infundadas.

Pero lo que vale es la justicia paralela del programa de telebasura. ¿Las pruebas? una entrevista lacrimosa, cuando todos sabemos que sólo un gilipollas profundísimo puede creer una sola palabra de lo que diga una mujer llorando en la televisión. ¿Las garantías de que se hace justicia? el apoyo institucional de la choni empoderada con todo el peso del Estado.

Aparte de todo lo anterior, naturalmente, el sólo hecho de que esta tipeja arrastre por el fango el cargo de ministra interviniendo en un programa de telebasura lo dice todo.

La ministra de educación, que brilla tanto por su falta de educación como de conocimiento, riéndose tontamente mientras un diputado le recrimina algunos de los daños que su nefasta reforma producirá, concretamente la eliminación de la educación especial. Además de reírse dice no saber de qué está hablando el otro. Como decir que no tiene ni puta idea de lo que está haciendo. La verdad es que la única relación de esta mujer con el mundo de la educación debería ser asistir a clases para adultos.

¿Cuál es el cuadro que se nos muestra a través de estas tres pinceladas, a las cuales podríamos añadir muchísimas más? ¿De dónde han salido estos personajes, tan arrogantes, tan carentes del mínimo pudor? Personajes que reivindican casi con orgullo su enorme frivolidad, su irresponsabilidad, la ignorancia de lo que están haciendo.

Se trata de algo que no es nuevo: la arrogancia y la falta de pudor de los peores venidos a más. Su mayor gusto es restregarnos en las narices su mediocridad y su ínfimo nivel mientras imponen su ley, disfrutan de sus privilegios y se nos ríen en la cara.

Ni siquiera podemos decir que esta gentuza se represente sólo a sí misma. Ojalá fuera así, pero es que representan a muchos, a millones. ¿De dónde han salido, pues? Han salido de la degeneración empoderada de la sociedad española, de lo que en una sociedad sana y fuerte debería ser un cubo de la basura bien cerrado con su tapa. Este es el verdadero problema.

MAX ROMANO 



domingo, 14 de marzo de 2021

CONTRA LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES, EMBRIÓN DE GOBIERNO MUNDIAL E INCUBADORAS DE LOBBIES EN LA SOMBRA

 



Como todos sabemos, existe un grupo de fuerzas, lobbies, secta, como queramos llamarlo, que habitualmente recibe el nombre de mundialismo. Su objetivo no es puramente crear un foro o una estructura para abordar los problemas globales, lo cual es necesario y no habría nada que objetar. Lo que pretenden va mucho más allá: crear un gobierno mundial que despoje a las naciones de lo esencial de su soberanía. No siguiendo un principio de subsidiariedad que conserve el máximo de autonomía y autodecisión, respetando las diferentes identidades y culturas; muy al contrario, se aspira a pasar por encima de ellas y homologar a toda la humanidad, llevar a cabo políticas mundiales de ingeniería social y cultural.

Pero esto último encuentra un obstáculo formidable en las diferencias culturales, raciales, históricas. Entonces deben deconstruirlas, privarlas de lo que es suyo propio e irreductible a un mínimo denominador global; deben también debilitar a las sociedades, corromper su fibra moral y minar su salud, para que no puedan resistir esta agresión.

Ahora mismo está muy lejano este gobierno mundial en sentido propio, es decir un gobierno que pueda imponerse manu militari a unas naciones reducidas a provincias. Esto no llegará mientras existan grandes potencias nucleares autónomas, con un espacio geopolítico continental y regidas por clases dirigentes diferentes. Ningún organismo internacional le va a imponer nada a Estados Unidos, Rusia o China, incluso a la India. Pero podría llegar el día en que la misma secta o grupo, necesariamente oculto, controle estas potencias e impongan este gobierno mundial. Una tiranía sofocante muy difícil de resistir, porque si un territorio se rebela se pueden enviar tropas de otra raza o nación, desde miles de kilómetros de distancia; lo hacía la Unión Soviética y lo ha hecho China.

Por tanto, el mundo multipolar es una condición imprescindible para no caer en esta tiranía. Pero el peligro principal del mundialismo, hoy, no es éste, sino la burocracia de los organismos internacionales y su capacidad de influencia. Hace mucho que se ha sobrepasado ese carácter de simpe foro de discusión internacional. La burocracia global ha empezado a tener personalidad propia; se permite dar directivas y recomendaciones a los gobiernos, perseguir políticas propias y una agenda de ingeniería social, derivada de los grupos de poder y las tendencias ideológicas que se han hecho fuertes en estos organismos, básicamente la ONU y sus agencias.

Incapaz de imponer un poder real sobre las naciones, este entramado de organismos ha crecido de manera desmesurada y tiene un presupuesto a muchos ceros. Ni siquiera es ya, solamente, la expresión directa de la voluntad de las naciones soberanas que participan. Se ha convertido en un auténtico criadero de lobbies, una especie de ambiente oscuro, húmedo y opaco donde los grupos de presión, de alcance mundial y financiados por las manos ocultas que aspiran a ser los auténticos amos del mundo, ejercitan su acción y persiguen sus proyectos de ingeniería social.

Sólo así tiene explicación el carácter fuertemente ideológico de los organismos internacionales y el sesgo de sus políticas. La ONU en primer lugar, pero también nuestra poco entrañable y muy detestable burocracia europea. Su fomento de la inmigración y de la apertura de fronteras; su agenda feminista que, con el pretexto de mejorar la condición de la mujer, efectivamente dura en ciertas partes del mundo, lo que hacen es impulsar su agenda abortista, la destrucción de las familias y el enfrentamiento entre los sexos; impulso de la agenda LGTB con la normalización de lo anormal, imposición de la aberrante ideología de género, inculcada a los niños en edades muy tempranas y que está empezando a hacer un daño enorme.

Esto es lo que hacen los organismos internacionales y contra esto tenemos que luchar desde el nivel del estado-nación, que es el ámbito natural para defender la libertad contra las imposiciones de los lobbies que actúan a nivel internacional. Una nación no puede impedir la financiación de los lobbies globalistas, pero les puede impedir la acción en su territorio. Lo han demostrado por ejemplo Rusia, Polonia y Hungría; impidiendo la acción de los lobbies de la degeneración y parándoles los pies a toda la gentuza de sus ONG y sus varios caballos de Troya, oponiéndose a las imposiciones de la UE y la ONU y bloqueando, por el momento, la acción de esas fuerzas que no salen a la luz del sol, porque no quieren ser vistas como lo que son.

Esta lucha la puede hacer cada país. Idealmente cada vez más países, y a medida que gane posiciones y gobiernos las fuerzas de la salud, patriotas, identitarias y contrarias al globalismo, se puede y se debe reducir drásticamente la financiación de las burocracias internacionales. Porque es imperativo que dejen de ser un criadero de lobbies y vuelvan a ser organismos de discusión y solución de problemas, lo que nunca debieron dejar de ser.

La libertad de las patrias es un tesoro precioso y de ello depende no caer en la peor tiranía que la humanidad haya conocido. Se debe quitarles la tierra bajo los pies a los lobbies del mundialismo, la degeneración y la ingeniería social, en particular se les debe privar de la cobertura que encuentran en los organismos internacionales.

Hay que erradicar y desinfectar, como si fueran antros infestados de ratas y sabandijas, todos los espacios de actuación y proliferación de esas fuerzas ocultas que aspiran al control del mundo y a reducirnos a una masa de esclavos sin identidad, que viven en un eterno presente gris sin pasado ni futuro.

MAX ROMANO

domingo, 7 de marzo de 2021

LOS TRES GRANDES MONTONES DE BASURA. FEMINISMO, INMIGRACIÓN MASIVA, GÉNERO ESTROPEADO

 


 

 

Aunque suelo incluir la lacra feminista en el gran vertedero del género estropeado, para los fines de esta reflexión me conviene separarla del resto de las fuerzas y tendencias en este campo, básicamente LGTB e ideología de género.

Estos tres frentes de batalla son muy diferentes; como veremos, no hay ningún motivo válido para que sean defendidos siempre en bloque, por las mismas fuerzas. Sin embargo, nos encontramos con que así ocurre. Las “izquierdas” son las que enarbolan estas banderas mientras que las “derechas” van a remolque; estas últimas fingen estar en contra para engañar a su electorado, pero esencialmente lo que hacen es seguir a las primeras a corta distancia.

Con lo cual todas las fuerzas políticas, excepto las que nos presentan como impresentables, en la práctica promueven este conjunto de tendencias. A las fuerzas impresentables se les hace un cordón sanitario, y si gobiernan una nación se le intenta hacer a toda la nación. Como decir que la enfermedad le hace un cordón sanitario a la salud.

No hay fuerzas políticas que defiendan uno de estos postulados, pero rechacen los otros. No hay una diversidad política real que sin embargo podría haber; es más que debería haber en buena lógica, si estas corrientes fuesen genuinas y no tuvieran nada más detrás de ellas.

Por ejemplo, podría haber una importante corriente de opinión, con la correspondiente expresión política o asociativa, feminista pero opuesta a la inmigración masiva. Sería lo lógico en realidad, visto el poco respeto por la mujer que tiene la generalidad de esa gran masa de invasores ilegales. Pero no solamente no lo hay, este feminismo anti inmigración, sino que las mismas feministas pasan de puntillas sobre la violencia contra mujeres cometida por inmigrantes. Ni manifestaciones, ni campañas, ni una palabra más alta que otra; todo ello frente a abusos frecuentes e incluso violaciones, que son silenciadas por parte de las siempre dispuestas a indignarse por un piropo o un comentario, cuando lo hace un español o un varón de raza blanca.

Nula atención mediática y política, exquisita delicadeza para las violaciones reales por inmigrantes. Nada de rebaños por las calles de esos indignados furibundos, que se indignan solamente cuando los medios se lo ordenan. En cambio, para la manada de españoles que no cometió violación histeria colectiva y hordas rabiosas en la calle, que tuvieron éxito en torcer el veredicto de unos jueces acojonados y sin principios, o con los principios aún más diminutos que sus pelotas, reducidas al tamaño de guisantes por la presión política y mediática.

Hay otras posibilidades inexplicablemente no utilizadas en el “espacio ideológico” por así decir, como un feminismo que se opusiera a la ideología de género. Pues esta última emborrona la lucha de clases de la mujer contra el varón, no sólo confundiendo las identidades sexuales sino perjudicando muchas veces a las mujeres genuinas. El caso del deporte es sangrante, donde cada vez hay más seres genéticamente y fisiológicamente varones, pero que se declaran mujeres y amenazan con copar el deporte femenino expulsando a las mujeres. En los deportes de contacto, naturalmente, los hombres que se declaran mujeres les parten literalmente la cara a ellas. No es que me importe gran cosa, a mí, del deporte de contacto femenino; pero unas defensoras de la mujer dispuestas a llamar maltrato a un empujón cuando un hombre dice que es un hombre, deberían decir algo cuando un hombre que dice que es mujer le parte la cara a una mujer.

Tampoco es obligatorio, para el feminismo, aceptar que niños y adolescentes sean sexualmente pervertidos en la escuela, que se fomente su homosexualidad, transexualidad y confusión sexual.

En este sentido algo de polémica hay, todo hay que decirlo; entre las viejas víboras del feminismo cuya misión en la vida es perseguir al varón, y las nuevas tontísimas, tontísimos o indefinidos de la confusión mental y del género estropeado. Pero no son más que riñas en familia y nunca llegarán al enfrentamiento de verdad, por el motivo que el lector seguramente ha intuido ya: la mano que da el dinero es la misma y tiene a todos ellos atados con la cadena bien corta.

Lo mismo pasa con el lobby inmigracionista. Favorecer la invasión demográfica no es lo mismo que fomentar feminismo, homosexualidad e ideología de género. Muy al contrario, las dos cosas se llevan a puñetazos entre ellas; si alguna vez se forma un partido que realmente refleje la opinión de las masas de alógenos en Europa, no podría menos de ser rabiosamente antifeminista y anti género estropeado. Quizá lleguemos a ello un día. Sin embargo, por el momento la base popular de las fuerzas pro inmigración no está formada por inmigrantes, sino por blancos acomplejados y en estado de confusión mental. Pero lo más importante y lo que de verdad cuenta es, nuevamente, que el dinero detrás de las fuerzas pro inmigración no va a ir contra el feminismo y contra la ideología de género.

Asimismo, el dinero detrás del lobby LGTB y de género no irá contra la inmigración masiva e ilegal, por mucho que una gran parte, si no la mayoría de los invasores, de buen grado les cortarían el cuello o colgarían de las farolas a los homosexuales declarados (si se hace a escondidas no pasa nada) y demás sujetos del género estropeado.

Recapitulemos. Lo que debemos preguntarnos es el porqué de estas grandes lagunas en el espacio político-ideológico, el motivo verdadero que hay detrás de la no-existencia de fuerzas: feministas pero opuestas a la inmigración y/o al género estropeado; inmigracionistas pero opuestas al feminismo, a la ideología de género y LGTB; defensores furibundos del género estropeado opuestos a la inmigración y/o al feminismo.

Obviando todas las combinaciones posibles, con las que no quiero aburrir a los lectores.

El motivo en realidad ya lo hemos dejado claro: debajo de esos tres montones de basura está el mismo dinero y la misma voluntad. Los defensores de uno u otro de los tres montones tienen cada uno sus motivos; pero a cada uno de ellos se le financia para que realicen un trabajo bien preciso. Usando una metáfora militar: por muy mal que se lleven los capitanes que mandan las compañías no se harán la guerra entre ellos, porque el comandante de batallón les impone la disciplina militar y cada uno tiene su trabajo que hacer.

Así, el feminismo lleva la bandera del supremacismo vaginal y a la guerra contra el varón. Su trabajo es: fomentar el enfrentamiento entre hombres y mujeres, destruir familias, convencer a las mujeres para que no tengan hijos y aumentar todo lo posible las cifras de abortos.

Los malditos del género estropeado llevan la bandera del ataque a la normalidad sexual, normalidad que se articula alrededor de la polaridad entre masculino y femenino. Destruyen la masculinidad en los hombres, la feminidad en las mujeres, fomentan la proliferación de seres indiferenciados sin un verdadero rostro. Quieren acabar con los hombres y con las mujeres. ¿Por qué? Pues porque hombres y mujeres bien definidos, diferenciados, fuertes cada uno en lo suyo, son el material básico con el que está construye una sociedad fuerte, capaz de resistencia y de salud. Y son también quienes forman las familias y transmiten la herencia, genética y cultural. El trabajo encomendado al lobby del género estropeado es, por tanto: aumentar todo lo posible la cantidad de seres amorfos que jamás formarán una familia, debilitar la sociedad eliminando los puntos de referencia y la articulación sexual binaria que es la base del carácter y de la familia, para convertir a los pueblos en arcilla maleable.

Finalmente, los apólogos de la inmigración masiva llevan la bandera del mundo sin fronteras y la destrucción de las patrias. Su trabajo: imponer la colonización étnica de España y Europa, contra la voluntad de los españoles y los europeos si es necesario. Traer el mayor número posible de colonizadores que, bien lo saben, tendrán más descendientes que los blancos, porque están mucho menos atacados por la degeneración social promovida por las otras dos patas.

No son tendencias surgidas de una dinámica histórica, espontáneas y mucho menos inevitables y necesarias. Son una política deliberada detrás de la cual, permítaseme repetirlo otra vez, está el mismo dinero, mucho dinero, y las mismas manos ocultas en la sombra. Que esto es así queda probado suficientemente, creo, por todo lo dicho antes. Por la falta de conflicto entre las tres “patas” de esta agenda oculta, por la inexistencia de corrientes de opinión no sólo posibles, sino que deberían existir, pero no existen porque el grifo está cerrado para ellas.

Se quiere que los europeos no formen familias, que las mujeres europeas no tengan hijos y aborten todos los que puedan, que los pueblos europeos estén debilitados, que lleguen inmigrantes extraeuropeos en el mayor número posible. Por tanto, el objetivo final está más claro que el agua: la destrucción de los pueblos de Europa, la sustitución étnica de los europeos por pueblos de otras razas.

Me he dejado en el tintero otros frentes que van en la misma dirección. La destrucción del sistema educativo en su tarea de educar el carácter y transmitir la tradición. El creciente control del Estado sobre los ciudadanos y el espionaje masivo para que no puedan organizarse fuera de la farsa consentida. Y varios otros. Pero los tres que directamente y de forma masiva impactan la sustitución étnica son los que he mencionado.

Los que llegan de fuera y no se van, los que tienen hijos y los que no los tienen. Estas son las variables que cuentan. Feminismo, género estropeado e inmigración masiva. Los tres grandes montones de basura que impactan decisivamente en estas variables.

La generaciones amorfas y débiles que no han querido tener hijos ni defender su cultura irán al estercolero de la historia, una vez hayan cumplido la tarea para la que fueron creadas. No quedará nada de ellos. Ni sus genes, ni esa basura a la que llaman cultura, ni las estupideces que les metieron en la cabeza. Como las células de un cáncer, morirán después de haber matado al organismo.

Sobrevivirán como tales, solamente, aquellas naciones y aquellas comunidades de europeos que sepan, desde ahora, plantarles cara a estas fuerzas canallas en la sombra, a estos auténticos criminales globales, que persiguen nuestra destrucción.

MAX ROMANO

viernes, 5 de marzo de 2021

EL NUEVO HOMBRE. LLORICAS POR LA IGUALDAD [Reposición]

 


 


Desde hace tiempo se nos machaca la mente con el mantra de "los hombres también lloran" cuya intención es desacreditar la tradicional educación masculina que hacía hincapié en lo contrario.
 
Obviamente cualquier reivindicación de aquella educación, que enseñaba a los hombres a ser tales y no unos mierdas, provoca reacciones de horror y los conocidos reflejos condicionados mentales:

¡Machista! ¡Retrógrado! ¡Reaccionario! ¡Antiguo! ... con la misma expresión de escándalo que podría tener una maruja de la era victoriana ante una mujer que descubriese unos centímetros de pantorrilla de más. No son más que palabras arrojadizas, palabras policía que se utilizan para criminalizar, intentar cerrar la boca, a quienes defiendan ideales mínimamente viriles de vida y carácter. Unos ideales que no tienen nada que ver con la obsesión por el sexo, la promiscuidad y el correr detrás de la mujer continuamente. Muy al contrario, el hombre que hace del sexo el centro de su vida representa una masculinidad de nivel bastante bajo y está destinado a ser un juguete en manos de la mujer, a sintonizar fatalmente su vida e intereses en una longitud de onda femenina.
 
Lo cual naturalmente corresponde al hombre políticamente correcto y aceptable en la sociedad matriarcal en que vivimos.

¿Pero por qué los hombres no deben  llorar, como nos han enseñado hasta ayer mismo, antes de que la decadencia y la degeneración del carácter se convirtiesen en ideología dominante?

Es mejor darle la vuelta a pregunta como si fuera una tortilla ¿Por qué quieren que los hombres sean lloricas? Es un procedimiento que a menudo arroja luz, cuando se trata de la propaganda feminista específicamente dirigida a los varones: la lucha contra los valores masculinos se refleja exactamente en el ideal penoso y amorfo de hombre moderno que intentan crear.
 
Para comprender cómo es este hombre del siglo XXI nada mejor que picotear un poco en los abundantes artículos de adoctrinamiento que aparecen con regularidad en la prensa, en macabros "estudios de género" y en enfermizos talleres donde se les enseña a los adolescentes, precisamente, a ser lloricas.
 
Si esta es la porquería de educación que reciben nuestros hijos no debemos sorprendernos que salgan atontados, amorfos, incapaces del mínimo autocontrol. Porque precisamente éste es el punto clave, el motivo detrás de la exaltación del hombre llorica. No se trata tanto que un hombre pueda soltar una lágrima alguna vez, cosa que hemos hecho casi todos, en situaciones de intensa emoción. Se trata de que lo que condena la educación tradicional y correcta en un hombre, no es que tenga emociones, sino la falta de control y de compostura en su expresión.

Naturalmente las siniestras expertas y expertuzos, con mala fe y evidente voluntad de falsificación, hablan de que los hombres tenemos miedo a sentir, que las emociones no nos debilitan sino que nos fortalecen, que hay que liberarse de los referentes tradicionales, y demás bla bla blá. Ahora bien, la correcta formación viril jamás a enseñado a los hombres a máquinas y no tener emociones, sino el ideal del autocontrol y del dominio de sí mismos, la estabilidad interior y la fortaleza de ánimo. De eso se trata, y en la antieducación que se quiere impartir a los chavales se les pretende inculcar el exacto contrario de todo ello; con la precisa voluntad de destruir en ellos el germen de cualquier firmeza de carácter, de inocular la ponzoña de la disolución interior.

No se trata de reprimir las emociones sino de no estar a merced de ellas, de saber mantener una compostura dentro y fuera de sí mismos, una forma interior, contra el ideal del desparrame y del hombre amorfo como una babosa. Es más, cabe ir más allá y sostener que la dignidad, el decoro en la expresión de los propios sentimientos, indican una mayor profundidad y sinceridad.
 
Se trata de una cuestión de pudor: si un sentimiento es realmente profundo e importante, pertenece exclusivamente a mí y a las personas con las cuales lo comparto, no al primero que pase por la calle. En cambio el continuo marujeo de "sentimiento" y "emoción" exhibido a los cuatro vientos (e impuesto a los demás) tiene un tufillo de superficialidad e inautenticidad: uno nunca sabe hasta qué punto es real y en qué medida es para la galería. El límite extremo de este sendero de falsedad lo constituyen los llantos y emociones exhibidas en televisión.

En general siempre se ha sabido que propia del hombre es la estabilidad, propia de la mujer el cambio y la volubilidad, especialmente en el campo de los humores y los sentimientos. Esto forma parte de los invariantes de la naturaleza humana y no es ninguna construcción cultural, por muchos rebuznos que suelten las hordas de la igualdad de género. La educación y la cultura pueden explicitar y reforzar estas diferentes vocaciones, exaltando sanamente las diferencias; o viceversa desviar a hombres y mujeres de ellas, confundiendo y degenerando a unos y a otras. Es por ello que el control de la propias emociones, que podemos considerar un ideal positivo para ambos sexos, es esencial en la formación de un carácter viril.
 
Y es por este motivo que la sociedad matriarcal debe destruirlo. Con la importante colaboración de hombres enemigos de la masculinidad; porque sean incapaces de asumirla, porque estén acomplejados o vaya uno a saber por qué otras oscuras razones.

Una palabra más. El llanto del hombre no es el equivalente igualitario del llanto femenino, como tendenciosamente se nos presenta. El lloriqueo masculino y el femenino no son lo mismo, son algo radicalmente diferente, especialmente en las relaciones con el  sexo opuesto. El llanto de la mujer en sus relaciones con el hombre es, prácticamente siempre, una herramienta de manipulación para pilotar las emociones y el comportamiento del varón. El llanto masculino sin embargo es sólo expresión de falta de hombría y de babosa flojedad, cuando no es puntual y esporádico sino habitual, elevado a principio. Desde  luego un hombre que llora no va a manipular a nadie: evidentemente cualquier mujer se reirá en la cara del llorica si intenta algo parecido y éste atraerá sobre sí únicamente un soberano desprecio.

La falta de carácter del hombre llorica lo vuelve débil, amorfo y manipulable, falto de carácter y vulnerable; esto es lo que persiguen los apólogos del hombre llorica, con la colaboración de los pobres domesticados cuya aspiración, secreta o explícita, es renunciar a su papel como hombres y vivir bajo el dominio de la mujer.
 
MAX ROMANO