Aunque suelo incluir la lacra feminista en el gran vertedero del género estropeado,
para los fines de esta reflexión me conviene separarla del resto de las
fuerzas y tendencias en este campo, básicamente LGTB e ideología de
género.
Estos tres frentes de batalla son muy
diferentes; como veremos, no hay ningún motivo válido para que sean
defendidos siempre en bloque, por las mismas fuerzas. Sin embargo, nos
encontramos con que así ocurre. Las “izquierdas” son las que enarbolan
estas banderas mientras que las “derechas” van a remolque; estas últimas
fingen estar en contra para engañar a su electorado, pero esencialmente
lo que hacen es seguir a las primeras a corta distancia.
Con lo cual todas las fuerzas políticas, excepto las que nos presentan como impresentables, en la práctica promueven este conjunto de tendencias. A las fuerzas impresentables se
les hace un cordón sanitario, y si gobiernan una nación se le intenta
hacer a toda la nación. Como decir que la enfermedad le hace un cordón
sanitario a la salud.
No hay fuerzas políticas que defiendan uno de estos postulados, pero rechacen los otros. No hay una diversidad política real que sin embargo podría haber; es más que debería haber en buena lógica, si estas corrientes fuesen genuinas y no tuvieran nada más detrás de ellas.
Por ejemplo, podría haber una importante
corriente de opinión, con la correspondiente expresión política o
asociativa, feminista pero opuesta a la inmigración masiva. Sería lo
lógico en realidad, visto el poco respeto por la mujer que tiene la
generalidad de esa gran masa de invasores ilegales. Pero no solamente no
lo hay, este feminismo anti inmigración, sino que las mismas feministas
pasan de puntillas sobre la violencia contra mujeres cometida por
inmigrantes. Ni manifestaciones, ni campañas, ni una palabra más alta
que otra; todo ello frente a abusos frecuentes e incluso violaciones,
que son silenciadas por parte de las siempre dispuestas a indignarse por
un piropo o un comentario, cuando lo hace un español o un varón de raza
blanca.
Nula atención mediática y política, exquisita delicadeza para las violaciones reales
por inmigrantes. Nada de rebaños por las calles de esos indignados
furibundos, que se indignan solamente cuando los medios se lo ordenan.
En cambio, para la manada de españoles que no cometió violación
histeria colectiva y hordas rabiosas en la calle, que tuvieron éxito en
torcer el veredicto de unos jueces acojonados y sin principios, o con
los principios aún más diminutos que sus pelotas, reducidas al tamaño de
guisantes por la presión política y mediática.
Hay otras posibilidades
inexplicablemente no utilizadas en el “espacio ideológico” por así
decir, como un feminismo que se opusiera a la ideología de género. Pues
esta última emborrona la lucha de clases de la mujer contra el varón, no
sólo confundiendo las identidades sexuales sino perjudicando muchas
veces a las mujeres genuinas. El caso del deporte es sangrante, donde
cada vez hay más seres genéticamente y fisiológicamente varones, pero
que se declaran mujeres y amenazan con copar el deporte femenino
expulsando a las mujeres. En los deportes de contacto, naturalmente, los
hombres que se declaran mujeres les parten literalmente la cara a
ellas. No es que me importe gran cosa, a mí, del deporte de contacto
femenino; pero unas defensoras de la mujer dispuestas a llamar maltrato a
un empujón cuando un hombre dice que es un hombre, deberían decir algo
cuando un hombre que dice que es mujer le parte la cara a una mujer.
Tampoco es obligatorio, para el
feminismo, aceptar que niños y adolescentes sean sexualmente pervertidos
en la escuela, que se fomente su homosexualidad, transexualidad y
confusión sexual.
En este sentido algo de polémica hay,
todo hay que decirlo; entre las viejas víboras del feminismo cuya misión
en la vida es perseguir al varón, y las nuevas tontísimas, tontísimos o
indefinidos de la confusión mental y del género estropeado. Pero no son
más que riñas en familia y nunca llegarán al enfrentamiento de verdad,
por el motivo que el lector seguramente ha intuido ya: la mano que da el
dinero es la misma y tiene a todos ellos atados con la cadena bien
corta.
Lo mismo pasa con el lobby
inmigracionista. Favorecer la invasión demográfica no es lo mismo que
fomentar feminismo, homosexualidad e ideología de género. Muy al
contrario, las dos cosas se llevan a puñetazos entre ellas; si alguna
vez se forma un partido que realmente refleje la opinión de las
masas de alógenos en Europa, no podría menos de ser rabiosamente
antifeminista y anti género estropeado. Quizá lleguemos a ello un día.
Sin embargo, por el momento la base popular de las fuerzas pro
inmigración no está formada por inmigrantes, sino por blancos
acomplejados y en estado de confusión mental. Pero lo más importante y
lo que de verdad cuenta es, nuevamente, que el dinero detrás de las
fuerzas pro inmigración no va a ir contra el feminismo y contra la
ideología de género.
Asimismo, el dinero detrás del lobby
LGTB y de género no irá contra la inmigración masiva e ilegal, por mucho
que una gran parte, si no la mayoría de los invasores, de buen grado les
cortarían el cuello o colgarían de las farolas a los homosexuales
declarados (si se hace a escondidas no pasa nada) y demás sujetos del
género estropeado.
Recapitulemos. Lo que debemos
preguntarnos es el porqué de estas grandes lagunas en el espacio
político-ideológico, el motivo verdadero que hay detrás de la
no-existencia de fuerzas: feministas pero opuestas a la inmigración
y/o al género estropeado; inmigracionistas pero opuestas al feminismo, a
la ideología de género y LGTB; defensores furibundos del género
estropeado opuestos a la inmigración y/o al feminismo.
Obviando todas las combinaciones posibles, con las que no quiero aburrir a los lectores.
El motivo en realidad ya lo hemos dejado
claro: debajo de esos tres montones de basura está el mismo dinero y la
misma voluntad. Los defensores de uno u otro de los tres montones
tienen cada uno sus motivos; pero a cada uno de ellos se le financia
para que realicen un trabajo bien preciso. Usando una metáfora militar:
por muy mal que se lleven los capitanes que mandan las compañías no se
harán la guerra entre ellos, porque el comandante de batallón les impone
la disciplina militar y cada uno tiene su trabajo que hacer.
Así, el feminismo lleva la bandera del
supremacismo vaginal y a la guerra contra el varón. Su trabajo es:
fomentar el enfrentamiento entre hombres y mujeres, destruir familias,
convencer a las mujeres para que no tengan hijos y aumentar todo lo
posible las cifras de abortos.
Los malditos del género estropeado
llevan la bandera del ataque a la normalidad sexual, normalidad que se
articula alrededor de la polaridad entre masculino y femenino. Destruyen
la masculinidad en los hombres, la feminidad en las mujeres, fomentan
la proliferación de seres indiferenciados sin un verdadero rostro.
Quieren acabar con los hombres y con las mujeres. ¿Por qué? Pues porque
hombres y mujeres bien definidos, diferenciados, fuertes cada uno en lo
suyo, son el material básico con el que está construye una sociedad
fuerte, capaz de resistencia y de salud. Y son también quienes forman
las familias y transmiten la herencia, genética y cultural. El trabajo
encomendado al lobby del género estropeado es, por tanto:
aumentar todo lo posible la cantidad de seres amorfos que jamás formarán
una familia, debilitar la sociedad eliminando los puntos de referencia y
la articulación sexual binaria que es la base del carácter y de la
familia, para convertir a los pueblos en arcilla maleable.
Finalmente, los apólogos de la
inmigración masiva llevan la bandera del mundo sin fronteras y la
destrucción de las patrias. Su trabajo: imponer la colonización étnica
de España y Europa, contra la voluntad de los españoles y los europeos
si es necesario. Traer el mayor número posible de colonizadores que,
bien lo saben, tendrán más descendientes que los blancos, porque están
mucho menos atacados por la degeneración social promovida por las otras
dos patas.
No son tendencias surgidas de una dinámica histórica, espontáneas y mucho menos inevitables y necesarias. Son una política deliberada detrás
de la cual, permítaseme repetirlo otra vez, está el mismo dinero, mucho
dinero, y las mismas manos ocultas en la sombra. Que esto es así queda
probado suficientemente, creo, por todo lo dicho antes. Por la falta de
conflicto entre las tres “patas” de esta agenda oculta, por la
inexistencia de corrientes de opinión no sólo posibles, sino que
deberían existir, pero no existen porque el grifo está cerrado para
ellas.
Se quiere que los europeos no formen
familias, que las mujeres europeas no tengan hijos y aborten todos los
que puedan, que los pueblos europeos estén debilitados, que lleguen
inmigrantes extraeuropeos en el mayor número posible. Por tanto, el
objetivo final está más claro que el agua: la destrucción de los pueblos de Europa, la sustitución étnica de los europeos por pueblos de otras razas.
Me he dejado en el tintero otros frentes
que van en la misma dirección. La destrucción del sistema educativo en
su tarea de educar el carácter y transmitir la tradición. El creciente
control del Estado sobre los ciudadanos y el espionaje masivo para que
no puedan organizarse fuera de la farsa consentida. Y varios otros. Pero
los tres que directamente y de forma masiva impactan la sustitución
étnica son los que he mencionado.
Los que llegan de fuera y no se van, los
que tienen hijos y los que no los tienen. Estas son las variables que
cuentan. Feminismo, género estropeado e inmigración masiva. Los tres
grandes montones de basura que impactan decisivamente en estas
variables.
La generaciones amorfas y débiles que no
han querido tener hijos ni defender su cultura irán al estercolero de
la historia, una vez hayan cumplido la tarea para la que fueron creadas.
No quedará nada de ellos. Ni sus genes, ni esa basura a la que llaman
cultura, ni las estupideces que les metieron en la cabeza. Como las
células de un cáncer, morirán después de haber matado al organismo.
Sobrevivirán como tales, solamente,
aquellas naciones y aquellas comunidades de europeos que sepan, desde
ahora, plantarles cara a estas fuerzas canallas en la sombra, a estos
auténticos criminales globales, que persiguen nuestra destrucción.
MAX ROMANO