domingo, 10 de enero de 2010

VICTIMISMO FEMINISTA

Hoy me voy a ocupar de uno de los aspectos del lavado de cerebro llevado a cabo por las feministas: el victimismo profesional que usan como arma para conseguir privilegios y culpabilizar al hombre. En concreto, la afirmación según la cual la mujer está discriminada en el trabajo y es pagada menos que el varón, sólo por ser mujer. En la propaganda feminista es éste un motivo recurrente y con cierta regularidad los profesionales del victimismo nos recuerdan esta presunta injusticia. Tomo como ejemplo y ocasión para hablar de ello el siguiente reportaje de El País:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Discriminada/mujer/madre/elpepusoc/20100105elpepisoc_1/Tes

El artículo no carece completamente de valor porque aborda un problema real de flexibilidad laboral, que para muchas mujeres que trabajan es importante; las medidas para conciliar empleo y familia, como el fomento del contrato a tiempo parcial, son en sí mismas positivas, aunque el problema de fondo es que en realidad no se pueden hacer bien dos cosas al mismo tiempo; atender debidamente a una familia, cuidar del crecimiento y la educación de los hijos, es una tarea que requiere una dedicación quizás no exclusiva, pero seguramente incompatible con una carrera profesional a tiempo completo. Esto no es ninguna "injusticia" sino la realidad misma del ser humano, según las cual son las mujeres las que tienen que parir y no los hombres. Por otra parte esta misma realidad es la que usan cuando les conviene, para pretender con posesividad uterina un derecho exclusivo sobre los hijos, en caso de conflicto con el padre.


Pido disculpas por estas puntualizaciones de hechos evidentes, pero es que en el mundo políticamente correcto en que vivimos, dominado por la estupidez insondable del igualitarismo, es necesario repetir hasta que dos y dos son cuatro. El gobierno de nuestro país en este momento, en general la categoría de los progres, encarnan la frontera extrema de la raza de fanáticos del igualitarismo, negadores y odiadores del mundo real, que pretenden sustituir al principio de realidad el sentimentalismo barato y las ilusiones buenistas.

Volviendo al tema, se habla de la disparidad salarial entre hombres y mujeres; sin precisar cifras porque he leído de todo y los números dependen de quién los haya dado, creo que podemos considerar verdadero que el salario medio de las mujeres en general es inferior al de los hombres. Aunque las cifras estén seguramente manipuladas como todo lo que viene de esta gente, la propaganda debe basarse sobre un núcleo de verdad.

Pero no es éste el quid de la cuestión. El punto crucial es que se pretende que esta situación es injusta pues indica que la mujer cobra menos que el hombre, por hacer el mismo trabajo. Y esto es mentira, son dos cosas distintas aunque las feministas no tienen naturalmente ningún interés en aclarar la diferencia; al contrario les interesa que se confundan porque todo el valor propagandístico de este dato para ellas, toda la potencialidad de lavado de cerebro, se basa sobre esta confusión. Si un hombre cobrase más que una mujer por realizar el mismo trabajo se podría efectivamente afirmar que esta última viene tratada de forma discriminatoria por ser mujer.

Pero un ejemplo basta para entender el truco de la propaganda. Imaginemos una empresa con -pongamos- un jefe y diez empleados, cinco hombres y cinco  mujeres. Supongamos que el sueldo de los empleados es el mismo para todos y el del jefe cuatro veces más. En este caso el sueldo medio de los hombres es un 50% mayor que el de las mujeres, pero es mentira que una mujer sea pagada menos por realizar el mismo trabajo que un hombre. Evidentemente el motivo para la disparidad es que el jefe es un hombre, no que a las mujeres se les pague menos por serlo.

Y esta es la confusión sobre la que juega la propaganda feminista, porque si bien puede ser cierto que en media las mujeres ganan menos que los hombres, esto puede obedecer a dos motivaciones completamente distintas: a que en media los hombres ocupen puestos más altos y de mayor responsabilidad, o bien a que por el mismo trabajo los hombres sean pagados más. Evidentemente hay una gran diferencia entre ambas situaciones. En el segundo caso las mujeres tendrían efectivamente un motivo válido para quejarse y pretender un trato paritario; en el primero sólo el fanatismo igualitario, que niega la existencia de diferencias naturales entre hombres y mujeres, puede pretender que en cada tipo de trabajo, en cada nivel de responsabilidad y en cada clase de actividad haya una representación paritaria de hombres y mujeres.

Distinguir en qué medida la diferencia de salarios se debe al primero o al segundo factor no es tarea fácil y no me consta que se haya hecho seriamente. Es más, considero muy difícil hacerlo de manera concluyente y para el conjunto de la sociedad, porque es problemático decidir cuándo dos personas hacen exactamente el mismo trabajo. Incluso si sobre el papel esto es así, ¿Tienen la misma experiencia? ¿La preparación y las capacidades son las mismas? ¿Han demostrado la misma profesionalidad y capacidad?

No estoy afirmando -que quede claro- diferencias a priori basadas en el sexo, sino simplemente lo siguiente: en la medida en que las diferencias individuales empiezan a pesar en la carrera profesional y  los niveles salariales no están totalmente codificados -por tanto dejan espacio para tales diferencias- no es posible con las herramientas de la estadística demostrar esta presunta "discriminación" a menos de postular a priori que hombres y mujeres sepan hacer igual de bien cualquier cosa. Que es uno de los dogmas que forman la empanada mental progre, y que además con total falta de vergüenza utilizan sólo cuando les conviene; porque como todos sabemos, si en algún  campo hay más mujeres que hombres o ellas tienen más éxito, se guardarán mucho de hablar de "discriminación contra los hombres", y justificarán la diferencia diciendo que "las mujeres son más capaces que los hombres".

Entonces, ¿Qué debemos pensar? ¿Debemos creer que la mujer está realmente discriminada en el sentido de ser pagada menos que un hombre por el mismo trabajo? Yo no me lo creo y considero esta afirmación una mentira más de la propaganda feminista, la enésima impostura y manipulación para lavarnos el cerebro, amedrentar a los hombres y conseguir aún más privilegios. Esta opinión mía no está basada en ningún estudio, pues como no se puede demostrar la presunta "discriminación", tampoco se puede demostrar que no exista. Simplemente se basa en consideraciones de sentido común.

En primer lugar, en el ámbito del empleo público es impensable que funcionarios del mismo nivel sean retribuidos de modo diferente en base al sexo, porque existe poco -o ningún- margen de variación a la hora de establecer salarios que son negociados colectivamente. Cualquier variación en base al sexo está prohibida por ley. Excepto naturalmente la infame discriminación positiva que lleva a contratar más mujeres se lo merezcan o no.

En el ámbito privado si por el mismo trabajo, realizado con la misma calidad, una mujer tuviese un salario inferior a un hombre, las empresas contratarían sólo mujeres por un elemental principio  de reducción de costes. Vamos, que no se comprende por qué todavía hay hombres trabajando en las empresas si las mujeres, además de trabajar mejor, cuestan menos. Y no se me diga que es por una política deliberada de exclusión de la mujer: en la empresa privada son las realidades económicas que mandan, los criterios objetivos de rendimiento, costes y rentabilidad. Una empresa se puede permitir sólo un número muy limitado de inútiles superpagados, una selección no basada en el mérito. A diferencia del Estado que puede permitirse una aberrante discriminación positiva, hordas de incompetentes y parásitos, de miembros y miembras pagados por todos.


De manera que de la diferencia que tanto es denunciada por el feminismo no es índice de ninguna injusticia, en todo caso es menor de la que debería haber si hubiera verdadera justicia, que no es la aberrante igualdad impuesta como un dogma sino la justicia distributiva: a cada uno lo suyo. Aunque por descontado las feministas seguirán eternamente berreando -y los hombres domesticados rebuznando- acerca de este tema porque es una de sus armas principales, sacan demasiado provecho de su victimismo, que les sirve para aumentar cada vez más los privilegios para la mujer y discriminando cada vez más al hombre.

Espero haber contribuido algo con este post al desenmascaramiento de las mentiras y la propaganda feministas. Sin más el Oso se despide hasta la próxima.