lunes, 28 de enero de 2013

RUSIA, ÚLTIMO PAÍS SANO EN EUROPA, CONTRA LA LOBBY HOMOSEXUAL






Habitualmente los medios en nuestro país y en Europa se indignan con Rusia por varios motivos, entre otras cosas por la -mal llamada- homofobia que muestran las instituciones, la sociedad y las leyes en Rusia.

En efecto en ese gran país no se permite la carnavalada repugnante del orgullo gay y la homosexualidad está mal vista por la mayor parte de la población, como corresponde a un pueblo sano, con un criterio sano de lo que es normal y lo que es anormal. Un país, además, donde las instituciones, siguiendo el sentir de su pueblo, se niegan a ceder ante las lobbies de desviados sexuales apoyadas y financiadas por los poderes ocultos en Europa y Occidente.

Las mismas lobbies que han lavado el cerebro al gran público con la palabra homofobia, tachando de homófobo a cualquiera que considere la homosexualidad como una desviación, a quien considere que no se debe confundir a ésta como la normalidad. Esto es un principio y un criterio, sano y basado en la naturaleza humana, que no implica odiar a los homosexuales ni quererles dañar por ser tales. Sin embargo la propaganda que hay dentro de la misma palabra homofobia es exactamente esta mentira, la falsedad según la cual quien considera la homosexualidad una desviación y una anomalía piensa así por odio hacia el homosexual.

En Rusia los poderes públicos intentan proteger a los menores de quien intenta pervertirlos, en vez de adoctrinarlos con basura y apología de la homosexualidad como Educacion para la Ciudadanía y sus equivalentes en otros países. En Rusia a la propaganda pederasta dirigida a los niños y muchachos se la llama con su verdadero nombre, que es corrupción de menores. Así se la llamaba también entre nosotros antes de que las cloacas subieran de nivel hasta inundar toda la sociedad. En Rusia a los pervertidores de muchachos se les persigue y en este sentido es encomiable la ley que se acaba de aprobar en ese país y sanciona la propaganda homosexual dirigida a los menores; entendiendo con ello, entre otras cosas, las marchas del orgullo gay, los programas de televisión a los que puedan tener acceso los niños y las exhibiciones públicas de homosexualidad.

Es una ley justa y equilibrada que no persigue a los homosexuales en cuanto tales, pero marca un criterio de normalidad y anormalidad, permite que cada cual viva su desviación pero no que se imponga a la sociedad como la normalidad; en particular establece que los menores deben ser protegidos de los desviados sexuales y que la infancia debe ser tutelada.


Es un verdadero placer observar cómo se indignan y ponen el grito en el cielo los periodistas y medios vendidos a los defensores de la degradación, las instituciones de la corrupta y degenerada Unión Europea, las lobbies homosexuales, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En pocas palabras, toda la gentuza que trabaja para la disolución, la decadencia y la ruina, que espumajea de rabia ante un país y una sociedad sana, que resiste a la degradación que viene de Occidente, financiada por los amos del mundo y su casta de camareros en la política, los medios, las universidades.

Por cierto que, sin haberlo hecho a propósito, me viene como anillo al dedo citar el artículo del Vikingo Macabro apenas publicado Fijación nazisociata por el sexo infantil que subraya la obsesion enfermiza de la progresía por sexualizar a los niños a edades cada vez más tempranas, fomentar la homosexualidad entre menores y en definitiva pervertir a la infancia y la adolescencia, pasando por encima de la voluntad y las ideas morales y eticas de los padres.

A toda esta gentuza en Rusia sabrían cómo tratarla, con unas merecidas vacaciones en sus prisiones, notoriamente duras y no hoteles como aquí, donde la población residente sabría aún mejor impartir un tratamiento de ciudadanía práctica a esta pandilla de corruptores y pervertidores de menores.

En esto y en muchos otros campos Rusia, último gran país sano que queda en en Europa, resiste al Nuevo Orden Mundial.

Viva Rusia.

domingo, 27 de enero de 2013

EL PRINCIPITO, LA PLAYSTATION Y LOS TALIBANES



Los miembros de las familias reales no han brillado nunca por su inteligencia, salvo algunas excepciones, por lo cual normalmente tienen a alguien que les aconseje sobre lo que tienen que decir y sobre todo cuándo quedarse callados.

El príncipe Harry, de la casa real británica, no parece una de esas excepciones y tampoco debe escuchar mucho a sus asesores, si es que los tiene. Regresando a su país desde Afganistán tras unos meses de campaña, en los cuales combatía –es un decir- a bordo de un helicóptero de ataque Apache, ha declarado que era bastante bueno en matar talibanes porque tenía los pulgares entrenados a fuerza de jugar a la Playstation y la Xbox.

Ante esta exhibición tan edificante de virtudes marciales y cualidades guerreras, un portavoz de los talibanes ha dicho algo así como que el príncipe tiene “un problema mental”…


No sé si es un problema mental o no, pero si lo es, se trata del problema mental de todo el Occidente actual, decadente, de hombrecillos que se esconden detrás de sus máquinas.  El príncipe, aun sin quererlo ha dicho una verdad como un puño: que la campaña que Occidente combate contra los afganos es una guerra cobarde y sin honor, una guerra de máquinas contra hombres en la cual de una parte se combate con el cuerpo y con la sangre, se lucha arriesgando la propia vida y perdiéndola, mientras que en el otro lado se aprietan botones, se juega a la Playstation, se lanzan misiles, se ataca con aviones ni siquiera tripulados sino robóticos, teleguiados por un capullo a cientos o miles de kilómetros de distancia.

El año pasado dediqué la entrada Las máquinas contra los hombres a esta cuestión y no me repetiré. Como entonces escribí, no es que considere deseable o positiva la manera de vivir de los talibanes. Pero si el Islam es un peligro para Europa, no lo son los afganos a quienes les importa un comino el resto del mundo. Los enemigos verdaderos están mucho más cerca.

Naturalmente algunos soldados occidentales están en el campo y corren un peligro real. Como el militar español que hace no mucho saltó por los aires intentando desactivar una bomba. Por mucho que estén allí como mercenarios al servicio de EEUU y no por los intereses de su país, cualquiera que arriesgue su vida en la batalla merece consideración, independientemente del resto. Un respeto que no merece la gentuza que se limita a apretar botones.

Porque, seamos honestos y hablemos claro, los que se limitan a apretar botones y a jugar con el joystick, de frente a un talibán en carne y hueso se ensuciarían en los pantalones.

Claro que no hemos sido siempre así. El Imperio Británico, sin ir más lejos, ciertamente se construyó con hombres hechos de una pasta muy diferente. Hace no tanto tiempo, también en Europa, cuando un hombre volvía de la guerra, podía hablar con orgullo de sus virtudes guerreras, su valentía y su coraje ante el peligro.

Hoy lo único que tiene que decir, con su sonrisa idiota de niño mimado en la sociedad del bienestar, es que ha matado a muchos de los malos porque sabe jugar a la Playstation.

viernes, 25 de enero de 2013

LA POLICÍA DEL PENSAMIENTO, EL TWITTER Y EL ALBANÉS EN EL BAR



Hace bastantes años, cuando vivía en Roma, tenía un amigo albanés que a veces me contaba historias y anécdotas que había vivido en la Albania comunista. Una de ellas se refería a un conocido suyo que un cierto día estaba tomando algo en un bar y conversando con sus amigos. A un cierto punto, bromeando, hizo un chiste acerca de la escasez de comida en el país. Para desgracia suya había allí dos miembros de la policía secreta que estaban escuchando la conversación. Le cayeron dos años.

Ignoro si los cumplió íntegros, ignoro también si esa severidad era lo habitual, quizá necesitaban en ese momento mano de obra forzada y le mandasen a un campo de trabajo por algún tiempo. Pero sobre la veracidad de la anécdota tengo pocas dudas y por lo que mi amigo me contaba ese era efectivamente el ambiente que se vivía. Un ambiente de control y de sospecha, donde la ironía estaba prohibida y uno tenía que tener mucho cuidado con lo que decía, porque siempre podía ser escuchado y se le podían exigir responsabilidades por lo que dijera en una simple conversación privada.

Esta era la Albania de los años ochenta, pero en la Europa de nuestro tiempo la historia amenaza con repetirse. Naturalmente con las etiquetas cambiadas para que una población aborregada no lo reconozca como tal. Hoy en día la tiranía se llama corrección política, a los enemigos de la ideología oficial se les llama racistas, homófobos, antisemitas, la gentuza que pretende perseguir a las personas por lo que dicen en una conversacion privada se llama a sí misma antirracista y tolerante, a la persecución política e ideológica por los tribunales se la llama defensa de las libertades y la dignidad.



Consideremos que el Twitter es al fin y al cabo una forma de comunicación particular entre un grupo de personas. Puede ser el equivalente de un grupo de amigos que charla, y también puede ser usado para organizar una protesta o una movilización porque se puede comunicar rápidamente y con un gran número de personas. Pero en cualquier caso es una situación análoga a una conversacion privada o una reunión de grupo.

Ya es infame la dictadura de la corrección política y el poder de las lobbies sobre los medios de comunicación, que hablando de verdad sistemáticamente falsean la realidad, hablando de libertad suprimen las opiniones y los puntos de vista no alineados con el sistema. Esto ya lo sabemos. Pero se ha superado el límite de lo odioso queriéndose meter en las conversaciones privadas de las personas para perseguirlas penalmente.

Para esto dejamos nuestros datos en las redes sociales e Internet, para esto el Estado considera tan importante que estemos todos identificados, cuando utilizamos un móvil o nos conectamos a la red o nos comunicamos con medios electrónicos. Para meternos en la cárcel o multarnos, si a un capullo cualquiera perteneciente a una lobby poderosa y políticamente correcta no le gusta lo que comentamos, privadamente, con nuestros amigos. Esto se llama tiranía y se está construyendo ahora mismo ante nuestros ojos.

viernes, 18 de enero de 2013

AZOTES DE NUESTRO TIEMPO: ESNOBISMO

Esta entrada del blog fue la primera versión para el capítulo correspondiente del libro "Azotes de Nuestro Tiempo" publicado en 2017. Se dejan algunos párrafos como muestra. 

Eva es una mujer cosmopolita y moderna, es española pero viaja mucho y acaba de volver de Nueva York. Allí ha admirado el nuevo y lujoso hotel para perros y gatos que acaban de inaugurar y desearía que en España hubiese algo así. Pero lo que más le incomoda es que no haya psicoanalistas para perros en Madrid como los hay en América. Piensa que aún estamos muy atrasados.

[...]

Tras vestirse con sus vaqueros de marca, que tienen un par de tijeretazos de autor en cada pierna y le han costado algunos cientos de euros, sale a la calle mientras acaricia su sortija. Es una pieza especial, comprada a caro precio en Estados Unidos. Una auténtica joya de autor fabricada a partir de las cenizas de una de sus mascotas preferidas, un conejito que le había hecho compañía durante años. Tiene también un par de colgantes que contienen las cenizas de dos gatos, pero hoy tras examinar su estado anímico interior se siente con humor de llevar el conejo.

[...]

Finalmente Eva se sienta en la cafetería de lujo donde sirven toda clase de primicias. Un grupo de amigos esta allí, esperándola. Piden lo último, lo más in del momento: el café de caca de elefante. Se trata de un café que ha sido elaborado dando de comer los granos a un elefante y recogiéndolos de...] sus excrementos. El paso por el tubo digestivo del paquidermo le da al café su especial carácter. Un auténtico lujo: 850 euros al kilo. Comentan los matices de su sabor y el retrogusto, mientras sienten un turbio placer imaginando a jornaleros indios hurgando en las monumentales plastas de un elefante en busca de esas auténticas pepitas de oro oscuro.

Eva le comenta a sus amigos que ha dejado de beber leche de vaca -la tomaba desnatada por supuesto- porque le sabe a vaca, y ha pasado a la leche de soja. Otro añade entusiasta que él toma leche de avena porque efectivamente no sabe a vaca. No se ponen de acuerdo sobre cuál de ellas es mejor y tampoco en la cuestión de si esas porquerías saben a algo o no, pero desde luego no saben a vaca, ni a cualquier otra cosa que les recuerde que la comida viene de la tierra y no del supermercado.

viernes, 11 de enero de 2013

NIÑATOS CRIMINALES (III): Los depredadores y Don Quijote



Esta tercera parte es un apéndice a las dos anteriores, en las cuales se trataba de un cierto tipo de criminalidad juvenil. Allí se hablaba de los desastrosos efectos de la pedagogía moderna y su fracaso neto, debido esencialmente a que intenta imponer la ideología del buenismo igualitario sobre la realidad. Per naturalmente existe también la criminalidad de lo que clásicamente se llamaba gentuza, de los barrios marginales, la procedente de una inmigración incontrolada y la que está directamente relacionada con la mayor propensión criminal de ciertos grupos o razas.

Que también existe ésta, mal que les pese a los fanáticos igualitarios y por muchas leyes que se promulguen para convencernos de que 2+2=5; o si ello no es posible al menos para meternos en la cárcel si decimos que 2+2=4.

En este apéndice sin embargo voy a dejar fuera este aspecto, para centrarme en cambio en el significado de un cierto tipo de delitos que también suceden con bastante frecuencia, quizás mayor de la que se piensa, donde cada vez más jovencísimos o adolescentes son protagonistas.



También podemos recordar sucesos como la violación y el asesinato de Sandra Palo, muchacha que también tenía una deficiencia mental. Y otros parecidos que se verifican con una cierta regularidad; imagino que en ciertos ambientes son cosas bastante frecuentes pero no salen a la luz.

Análogo es en general el tema de las violaciones en grupo cometidas en toda Europa por bandas de jóvenes o adolescentes. Con un carácter racial claro puesto que los responsables de la mayoría de estas agresiones son inmigrantes extraeuropeos o sus descendientes, y a menudo escogen a sus víctimas –blancas- con criterios raciales.

Pero no es el tema de esta entrada la inmigración ni la colonizacion de Europa. Es el significado de este tipo de delitos, atroces por la indefensión de las víctimas, que en realidad no son difíciles de entender. El mecanismo y el instinto de base que opera aquí es claro. Es un instinto de depredación en el que para satisfacer un deseo o una necesidad se busca a la víctima más débil, la que menos se puede defender, para obtener lo que se quiere con la menor fatiga posible.

Es algo que pertenece al reino animal y a la lógica de la lucha por la vida en la naturaleza, a la relación entre el depredador y su presa. La manada de lobos va primero a por las presas fáciles, las que tienen alguna debilidad, las que están aisladas, las enfermas.

Es así de simple. Se trata del instinto depredador que escoge la víctima más débil y más fácil. Así de sencillo es este instinto animal y la lectura de estos delitos que, de esta manera, son perfectamente interpretables. Ciertamente en nosotros hay una parte animal y conviven muchos instintos, pero en algunos está más a flor de piel que en otros, y los delitos arriba citados revelan a quien está más cerca del animal que del hombre.

En la naturaleza la agresividad del lobo y del depredador, la nobleza de un ave rapaz, son admirables, pero sólo en la naturaleza. En el hombre es todo lo contrario precisamente porque no estamos dentro de la naturaleza y somos algo muy diferente.

De esto deberían tomar nota los animalistas, cuya idea edulcorada de la naturaleza se deshace en un sentimentalismo barato. Deberían enterarse de una vez que la naturaleza no son las películas de Walt Disney, que la vida según las reglas de la lucha por la vida, aplicada a la especie humana, no es la historia del cervatillo Bambi sino, muy al contrario, la violación en grupo de una víctima indefensa, el asesinato, el robo y la depredación. La ley de la jungla pero hecha más áspera por la inteligencia y la capacidad de proyectar del ser humano. Si hemos de elevarnos por encima de ese nivel y repudiar esas acciones es precisamente porque no pertenecemos al reino animal.

Al extremo opuesto tenemos el ideal, si queremos caballeresco, que desprecia medirse con los adversarios débiles y acepta sólo luchar contra los fuertes, único combate digno de un caballero y que responde a un ideal de nobleza.

Ciertamente en la vida real es poco recomendable seguir tales ideales hasta el fondo y al pie de la letra, pues puede tener consecuencias desastrosas; en la misma lucha política y en la historia, tiene éxito solamente quien sabe adaptarse a la realidad y valorar correctamente las fuerzas en juego.

Pero no es menos verdadero que reconocemos instintivamente como algo rastrero, vulgar y poco digno, ensañarse contra el caído y contra el débil, mientras que sentimos como noble enfrentarse a fuerzas superiores y medirse contra el fuerte, mejor aún contra lo desconocido. Sólo esto es auténticamente y específicamente  humano, sólo esto tiene honor y grandeza. Tenemos este sentimiento en cuanto una parte de nosotros aspira a elevarse y reconoce estos valores como la brújula que nos indica el camino.

Como animales buscamos el máximo resultado con el mínimo esfuerzo. Como hombres buscamos la medida de nosotros mismos y ponernos a prueba en una partida contra el destino. Estos son los dos extremos, los dos polos, y la existencia humana está en permanente tensión entre ellos, en permanente oscilación, es la búsqueda eterna de un equilibrio que nunca puede ser definitivo ni estable del todo.

La caída en el primer polo lleva a la animalidad, el excesivo predominio del segundo lleva a desperdiciar la vida persiguiendo sueños, fantasmas y quimeras en una lucha abocada al fracaso. Que sin embargo tiene una luz y una grandeza, si queremos patética, de la que carece el otro extremo, la caída en la animalidad.

Es la actitud que podemos llamar quijotesca o trágica que desprecia los adversarios débiles y acepta sólo un combate desigual aunque lleve a la autodestrucción. Actitud que en el plano de los intereses prácticos puede ser perjudicial, incluso catastrófica, pero que nos eleva sobre el animal, nos aleja en la mayor medida posible del cálculo utilitarista de la supervivencia y las leyes de la especie.

Aun en su locura, Don Quijote que arremete contra los molinos de viento es un hombre, demente y trágico si queremos, o también ridículo, pero que se realiza en lo específico humano a su manera, y está muchos peldaños por encima de la pandilla de delincuentes que violan a una deficiente mental porque es una presa fácil, los cuales son simplemente animales vestidos. Probablemente con ropa de marca.

Por otra parte, y aquí concluyo, la diferencia entre el loco soñador y el héroe o el pionero a menudo está solamente en el éxito o menos de su empresa. Empresa que no fue nunca del todo el producto de un cálculo racional, que si es realmente grande tiene siempre un elemento que escapa a la razón, una chispa de algo que desde fuera aparece como locura.

Si la empresa fracasa, los mediocres que eternamente permanecen a mirar desde la barrera están siempre dispuestos a burlarse de quien se atrevió y fracasó, a llamarle iluso y loco. Pero si triunfa les falta tiempo para arrimarse al calor del fuego que aquél encendió. El que se atrevió, tanto si sucumbe como si triunfa, estará siempre por encima de los que no se atrevieron.

NIÑATOS CRIMINALES (II): EL muro de goma



En la primera parte se comentaban los perversos efectos de una cierta pedagogía hoy dominante. Pedagogía nefasta que está perfectamente retratada en una cierta corriente de ideas, que podemos llamar extremismo permisivista y está más difundida de lo que parece. La doctrina es que hay que dejar a los niños hacer lo que les dé la real gana, no ponerles ningún límite y mucho menos castigarles, porque ellos al final se autoregulan y llegan a comprender lo que es mejor para ellos de manera autónoma. Ideas resumidas a la perfección en este artículo


Ciertamente esta doctrina es muy cómoda para un cierto tipo de padres negligentes, que juegan tiernamente con los niños cuando son pequeños, bonitos y parecen mascotas humanas, pero cuando crecen y la cosa se vuelve complicada prefieren pasar de ellos abandonándolos a sí mismos.

Seguro que había aprendido a autorregularse perfectamente, por ejemplo, el angelito del que se habló en la primera parte, que en un acceso de rabia atacó con un hacha a su madre cuando le apagó el wifi. Cabe por lo menos la sospecha de que los padres partidarios de la autorregulación en realidad están tan acojonados por los monstruitos que han criado que ya no se atreven a decirles nada.

Imagino que también habrá que dejar que se inicien a la droga porque se autorregulan solos; que vayan con pandilleros, que las niñas de doce años vayan vestidas como putas y se comporten realmente como tales. Que estén todo el día enganchados a los juegos o a internet o a cualquier cosa. Al final, esta gente piensa, ellos solos serán capaces de autorregularse.

Como si las drogas, la comida basura, la publicidad (especialmente la dirigida a la infancia) no estuvieran diseñadas científicamente por siniestros expertos, bien pagados para encontrar maneras de anular la voluntad y dominarla, para impedir precisamente que las personas se autorregulen. Lo consiguen ciertamente con los adultos –de otra manera no se gastarían sumas enormes en publicidad- así que podemos imaginar lo que hacen con los niños.

Es cierto que hay casos excepcionales de personas que de manera natural tienen suficiente voluntad y criterio, ya desde la infancia, pero la mayoría no y necesitan ser protegidos de toda esta mierda, de los peligros y las trampas, de la gentuza, necesitan ser guiados y adquirir gradualmente la libertad.

Libertad que, contrariamente a una mentalidad superficial y facilona, no es jamás un derecho sino una conquista, algo que se paga con la moneda de la responsabilidad, con el crecimiento del carácter y la personalidad, con el superamiento de la infancia y después de la adolescencia. Todo esto es difícil, pero como todo se paga de una u otra manera, si no se paga ese precio por la libertad, en nombre de una doctrina perversa que quiere evitar las dificultades y las asperezas, se paga en cambio el precio de no tener jamás libertad real y ser siempre manipulado por alguien.

Abandonar a los niños y los adolescentes a sí mismos es traicionarles y fallarles en el momento más crítico en que nos necesitan.

Pero no es sólo que muchos padres no quieran educar a los hijos, es que la justicia a menudo se opone a ellos y no les permite educar. Leyes demenciales escritas por iluminados, aplicadas por jueces igualmente iluminados, gente que no ha salido del prohibido prohibir y de la rebelión adolescente, llegados al Parlamento y a la Justicia hacen lo que pueden para impedir a los padres educar y quitarles su autoridad.




Pero es importante comprender que no es sólo desidia y negligencia, ni simple estupidez por parte de legisladores y jueces. Que también es esto, pero en el fondo se trata de la ideología que respiramos por todas partes y que rechaza fanáticamente toda forma de autoridad. En particular la de los padres sobre los hijos, y como consecuencia inevitable autoridad y autocontrol de las personas sobre sí mismas, porque una cosa va con  la otra.

Una ideología de la putrefacción que se inspira a un ideal decadente propio de una pedagogía decadente, que odia la fortaleza del carácter y todo lo que tenga una forma definida, y en cambio ama una figura humana deshecha y amorfa. Una doctrina que representa una exaltación del individualismo y del capricho en una edad en la cual esto puede llevar sólo al caos interior, a una personalidad informe e incapaz de controlar los propios impulsos.

Las ideas buenistas y progresistas están fallando clamorosamente. No sólo en el sentido de que existen naturalezas violentas y hay que asumir que ciertas personas no pueden estar en la sociedad. También en el sentido de que la pedagogía moderna fracasa en la eliminación de una violencia que no se puede eliminar y que en cambio hay que aprender a gestionar, no negándola sino dominándola.

La cosa no termina aquí, sin embargo, y las perversas consecuencias de esta manera de ver las cosas se ramifican. Puesto que los chavales nunca aprenden a controlarse y a dominar su vitalidad, y de todos modos tienen que vivir en sociedad, hay que reducir esta vitalidad al mínimo. Es necesario lobotomizarles para que no haya nada que controlar, convertirlos en pequeños zombies a base de aturdirlos con palabras, con indigestiones de buenismo y de sermones, de consumismo y de entretenimiento. Y si no basta están siempre las drogas psicotrópicas cuando se vuelven de verdad incontrolables, con buen negocio de quien les vende los fármacos y les trata.

Pero los impulsos vitales no se dejan domesticar así como así, no entran en los raíles de un moralismo y racionalismo mediocres y castrantes. Tenemos dentro, muy especialmente en ciertas edades, un deseo irreprimible de crecer y de ponernos a prueba a nosotros mismos, de encontrar nuestros límites, dentro y fuera de nosotros. Un impulso vital y diría instintivo que tiene la misión de formarnos a traves de esos límites y precisamente en la lucha contra éstos. Sólo así podremos saber quiénes somos realmente, crecer de manera que vayamos forjando un carácter y una forma precisa.

Necesitamos en definitiva medir nuestras fuerzas, y para esto es indispensable que algo sólido se nos oponga, algo contra lo que empujar. En resumen necesitamos los límites y la autoridad, aunque sea para entrar en conflicto con ellos, porque exactamente esto es lo que nos permite crecer.

Jamás esto será posible con el muro de goma buenista y mediocre de la pedagogía moderna, enemiga de límites, traumas y autoridad pero que al mismo tiempo nos quiere sin vitalidad, para que seamos un rebaño obediente y que no nos salgamos del cercado que, de todas maneras, nos construye alrededor.

Cuando no encontramos los límites y la autoridad que necesitamos para satisfacer esta necesidad vital básica, si nos los niegan y en su lugar encontramos sólo el muro de goma, los buscamos transgrediendo.

Si papá no nos da un bofetón cuando le hablamos mal, entonces le damos una patada en las espinillas o le mordemos para que nos lo dé. Permitirles todo a los niños o a los chavales no les hace crecer mejor y más felices; muy al contrario les hace buscar eso mismo que les estamos negando y lo piden, a su manera, buscando esos límites en la transgresión. Quieren llegar al punto en que finalmente encuentren resistencia y alguien les diga “hasta aquí hemos llegado”. Aunque sea para rebelarse y protestar.

Pero nunca lo encuentran. Algunos, finalmente, llegan a ese punto cometiendo un crimen; entonces el bofetón que tenían que haberles dado en su momento los padres se lo da la sociedad y la justicia. Pero entonces ya se ha llegado demasiado lejos y ya es demasiado tarde.

No es por tanto –o no solamente- un problema de educar en valores, expresión por lo demás bastante siniestra si tenemos en cuenta el contenido miserable de los “valores” dominantes hoy en día. Pero aunque fueran otros más sanos, el núcleo de la cuestión no es tanto el contenido de los valores como el problema de la formación interior. Sólo una personalidad bien formada puede albergar valores fuertes y válidos. De otra manera cualesquiera valores, por positivos que sean, se derramarán a las primeras de cambio fuera de una personalidad porosa y sin forma que es incapaz de contenerlos.

Los niños y chavales víctimas de la pedagogía que hoy domina están condenados a no saber nunca quiénes son, porque no han podido nunca medirse consigo mismos; les han puesto delante un muro de goma que ha cedido a sus caprichos, y están condenados a vagar melancólicamente, tristemente, en la búsqueda de una transgresión que jamás podrá satisfacerles.

Hay quien de frente a esta frustración hace uso de una u otra de las drogas que ofrece nuestra sociedad, químicas, electrónicas, consumistas, para hacer soportable la vida.

Y hay también quienes terminan por transgredir en la criminalidad esperando, finalmente, encontrar un límite preciso y no un muro de goma.

NIÑATOS CRIMINALES (I): El ideal amorfo

Esta es la primera entrada de la serie de tres "Niñatos Criminales" y voy a publicar las tres partes a la vez porque el contenido de las dos primeras forma el artículo Niñatos Criminales en el número 4 de la revista Verbo y Acción. La versión publicada aquí es casi idéntica, con sólo algún párrafo más y algunos enlaces, por lo que quien haya leído la revista puede pasar directamente a la tercera y última parte NIÑATOS CRIMINALES (III): Los depredadores y Don Quijote.

Con una cierta frecuencia nos encontramos con noticias de crímenes o comportamientos dañinos cometidos por jovencísimos o adolescentes, en ciertos casos muy jóvenes e incluso apenas salidos de la infancia. Un cierto numero de estos casos entra en el vasto ámbito de la delincuencia juvenil asociada a la pobreza, a grupos sociales marginales, a familias deshechas o con problemas serios, reales, como violencia, abusos, drogas, o a un entorno compuesto por gentuza que naturalmente tiende a transmitir a sus hijos su peculiar carácter.

El ambiente no determina todo, por supuesto, y hay personas que no siguen ese camino por donde su ambiente les lleva. El destino no está nunca escrito, por lo menos no con tinta indeleble. La posibilidad de elegir, la libertad y por tanto la responsabilidad existen siempre en mayor o menor medida, excepto quizá en casos límite.

Lo que interesa sin embargo en este artículo es la delincuencia de lo que podemos llamar niñatos criminales, que pertenecen a familias normales y que han tenido todo. O más bien han tenido demasiado lo cual es seguramente parte del problema. Para estos casos es más bien difícil encontrar una razón “social” que justifique su comportamiento.

Ni el más imaginativo buenista humanitario podría culpar a la explotacion capitalista o a la pobreza, o a un ambiente desestructurado por usar los eufemismos de su jerga, de que en la Comunidad Valenciana un chaval agrediera a su madre porque le apagó el wifi.


O de que en Holanda dos quinceañeras se pelearan por facebook y una de ellas organizara el asesinato de la otra manipulando a su novio y a otro chaval para ello.


Por cierto y entre paréntesis, sería interesante saber cuántos delitos violentos comentidos por varones tienen una mujer detrás. Estoy seguro de que el manipulado discurso sobre la violencia de género asumiría un aspecto muy distinto.

Volviendo a nuestro tema, tampoco parece que estuvieran oprimidos por la pobreza los miles de niñatos que, en una fiesta convocada por Facebook también en Holanda, arrasaron un pueblo y lo dejaron todo destrozado, ganándose el calificativo de chusma por parte del alcalde del malhadado pueblo.


Y en efecto chusma eran, pero no en el sentido antiguo de gente de mal vivir. Eran simplemente turbas de hijos de papá y del bienestar, que en cuanto beben un poco y son muchos desparraman la vulgaridad que llevan dentro y revelan estar sólo un poco por encima del nivel de los monos.

Son sólo ejemplos que apuntan a un fenómeno general. Es inútil multiplicar los ejemplos de sucesos que con una cierta frecuencia se verifican, casos límite de un imbarbarimento que se difunde. Como se difunden el consumo de drogas y las tendencias autodestructivas entre los jóvenes. Púdicamente se habla entonces, un poco para salir del paso, de pérdida de valores. No es que esto esté equivocado, es que hay que ir más en profundidad porque esta expresión significa bastante poco, como demuestra el hecho de que cualquiera pueda estar de acuerdo con ella.

No hay que escarbar mucho, en realidad, para encontrar en la disolución de la familia y la difusion de la pedagogía progresista la raíz de la degeneración y el primitivismo de las nuevas generaciones, víctimas de padres y educadores progres.

Un ejemplo de los ridículos problemas y soluciones de una concepción radicalmente equivocada, que se ahoga en un vaso de agua y por supuesto es incapaz de reparar los daños que ella misma ha generado, es este artículo:


Algo de toda la vida, que los niños digan cosas feas y se vuelvan impertinentes, se transforma en un drama existencial para madres –y padres- porque no son capaces de soltarles un bofetón a tiempo. Lo cual corrige su impertinencia y les enseña el respeto, pero sobre todo permite que los niños a través del castigo encuentren los límites que necesitan.

Pero además de un general atontamiento social y disolución de la familia, muy especialmente tenemos como factor decisivo la pérdida del padre y de su autoridad dentro de la familia. Es bien sabido, por quien ha estudiado el tema sin prejuicios progresistas, que la ausencia del padre conlleva un riesgo mucho mayor para los hijos de caer en la delincuencia o en las drogas, e incluso de sufrir abusos sexuales. Bien sabido sí, pero cuidadosamente silenciado por la secta de la corrección política.

Un número creciente de jóvenes crecen sin un padre, o con un padre políticamente correcto que es lo mismo que no tener un padre digno de este nombre. Dejados a sí mismos y carentes de una educación verdadera, que es ante todo formación del carácter, terminan manipulados por otros y por los propios demonios que llevan dentro, que nadie  les ha enseñado a controlar y tener a raya.

¿Y la madre? ¿No es importante? Por supuesto que lo es y nada de lo que escribo puede ser interpretado como un menosprecio de su papel. Pero el padre representa ante todo la autoridad y los límites, esto es así y constituye lo esencial de la misión del padre como figura en la familia. Una hipotética sociedad donde la madre fuera anulada (nunca las ha habido)  tendría otras patologías y otras deformidades, pero aquí y ahora nos interesan las aberraciones y deformidades generadas por la sociedad sin padre.

La campaña contra el padre es paralela a la campaña continua y capilar por parte de manipuladores que sacan partido de fomentar las peores tendencias, y para ello desacreditan cualquier idea de límite y de forma interior. El resultado es que las malas inclinaciones que todos llevamos dentro no encuentran un dique de contención, desbordan y terminan por dominar a las personas.

Porque lo mejor, lo selecto, lo excelente que hay en nosotros, hay que cultivarlo. Se llama autosuperamiento, algo que hoy no está de moda pero que está a la raíz de cualquier realización que tenga un valor. Lo malo, lo zafio, lo vulgar, no necesita de cultivo, es suficiente abandonarse a ello. 

Todo esto lo niega un dogmatismo y una mentalidad, dura a morir, según la cual el ser humano es bueno por naturaleza y sólo la sociedad tiene la culpa de la violencia; una ideología nefasta que insiste en sus recetas equivocadas de aplicar dosis crecientes de bienestar, sermones que pomposamente llaman educación en valores y pedagogía progresista.

Con todo esto ya empezamos a entender el problema de los niñatos criminales y el embrutecimiento general resultado del dominio del ideal amorfo que comienza a ser inculcado desde la más tierna edad.

martes, 1 de enero de 2013

AZOTES DE NUESTRO TIEMPO: COCINA DE AUTOR

Esta entrada del blog fue la primera versión para el capítulo correspondiente del libro "Azotes de Nuestro Tiempo" publicado en 2017. Se dejan algunos párrafos como muestra. 


Comienza un año nuevo y voy a dedicar esta primera entrada del 2013 a la cocina de autor o de diseño, para empezar con un poco de humor. El artículo tiene una cantidad inusual del imágenes pues, como el lector verá, es una entrada que se come con los ojos.




Creo que el lector ya habrá comprendido por dónde van los tiros con la cocina de autor. Se trata de que a uno le claven comiendo platos diminutos con nombres complicados y altisonantes.




Eso sí, uno se queda con la sensación y el convencimiento profundo de que lleva una vida muy refinada y que pertenece a la élite.

La cocina de diseño por tanto es, con pleno derecho, uno de los Azotes de nuestro tiempo, un capítulo más de la invasión de majadería que como un río desbordado inunda la sociedad moderna y un aspecto del esnobismo que es uno de sus rasgos distintivos.




Desde este punto de vista tiene mucho en común con otro de los Azotes, el arte contemporáneo, en su mayoría una gran estafa. De hecho se utiliza la expresión arte conceptual para las peores tomaduras de pelo en el arte contemporáneo, como se utiliza la expresión cocina conceptual. Esta expresión sirve de tapadera a cualquier bodrio vendido como obra maestra. Pues en efecto, si lo que vale es el concepto y no la técnica, la maestría, el contenido de la obra, yo puedo justificar cualquier basura poniéndole la etiqueta de un concepto.

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Este fenómeno se verifica en varios campos y es uno de los rasgos de la sociedad moderna, vacía y nihilista, sin valores y que gira cansadamente en la nada, intentando convencerse a sí misma de que es la culminación de la evolución humana. Una cultura, un arte y un pensamiento yermos y desolantes, una nada organizada,  presentada en un envoltorio de lujo en el caso de la cultura elitaria y en colores chillones para la cultura de masas, pero en el fondo la misma nada, el abismo del vacío y la falta de sentido.

Volviendo a la cocina de diseño, el aspecto de tomadura de pelo resulta especialmente evidente en algunos platos. Imaginemos por ejemplo que en un restaurante pedimos una inocente sopa y nos traen esto.




O un helado de hongos a la parrilla, cuyo nombre ya debería ponernos sobre aviso, todo hay que decirlo, pero ciertamente no nos hace sospechar el engendro que el camarero nos traerá, similar a un invasor alienígena en una película de serie B.




Muy atrás se quedó la famosa tortilla deconstruida que consiste en separar los ingredientes de la tortilla de patata y ponerlos uno encima de otro, con el huevo líquido y la patata en forma de espuma de patata. El creador de esto, según un artículo que leí una vez, sería un genio de la estatura de un Mozart. Me abstengo de comentar esto último.

La deconstrucción es uno de los procedimientos frecuentes en este tipo de cocina, y consiste en destrozar una receta clásica separando los ingredientes y mezclándolos de otra manera, pero no para hacer un nuevo plato donde se fundan de manera armoniosa, sino dejándolos ahí, uno junto a otro sin ton ni son. Se hace así, nos explican, porque luego se mezclan en el estómago y el sabor es el mismo, pero conceptualmente y visualmente se revela así la esencia del plato. Esta es la filosofía –con perdón por usar la palabra- que hay detrás de ello. Otro ejemplo de deconstrucción la Menestra de Verduras en Texturas que tiene los ingredientes y –se nos asegura- el sabor, por supuesto sólo conceptualmente, de una menestra de verduras.




No sorprende que eso de deconstruir esté muy de moda, en la línea de otras palabras símbolo como desacralizar, desmitificar y en definitiva todo lo que haga perder el sentido de las cosas y les quite su contenido. Es la caricatura del nihilismo que ha descendido de las alturas de la filosofía y se ha encarnado en gilipollez en estado puro. El lector no dejará de notar cómo se parecen entre sí las manifestaciones de la tontería que domina nuestra sociedad, desde el arte moderno a la cocina de autor, al esnobismo de cualquier tipo.

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No es una hazaña al alcance de cualquiera dar de comer a los clientes espuma, aire y burbujas, y conseguir además que lo paguen a peso de oro.

Se utilizan todo tipo de procesos tecnológicos y aparatos, se usa el nitrógeno líquido y también otros gases; la compañía Air Liquide, que yo conocía por las bombonas de oxígeno y nitrógeno líquido de las prácticas de laboratorio en la Universidad, ha sacado una inquietante línea de gases para uso alimentario.

Se aplica el proceso de la esferificación que consiste en crear pelotitas de gelatina rellenas de líquido, por ejemplo té verde japonés.




Se utiliza la cocción al vacío y se aprovechan fenómenos físicos como la ósmosis, se inventan aparatos como el Pacojet, se utilizan pipetas, cuentagotas; al parecer el lugar donde se elaboran estos manjares se parece más a un laboratorio que a una cocina, y el nombre de gastronomía molecular está por tanto más que justificado.






Se realizan “transgresiones texturales y estructurales del vino”, como las fracciones de destilaciones al vacío –como en las refinerías petrolíferas-, vino en bolitas de gelatina es decir esferificado, vino gelificado, cava sólido, aire de vino, vino solido en polvo…

Hay que decir que hay también otro término, más reciente, para designar este tipo de platos, o mas bien una variante de la escuela. Y como nuestro país está a la vanguardia de la tontería, no es extraño que un español –catalán por cierto- sea quien lo haya acuñado: se trata de la cocina tecnoemocional…veamos de qué se trata.

Unos snacks para abrir el apetito…




Y luego el plato fuerte…




Confieso que no me queda muy clara la distinción entre la gastronomía molecular y la tecnoemocional. Como regla aproximada si parece comida para astronautas en principio es molecular...


  
 
Mientras que si funde tecnología y emoción como en la siguiente imagen se trata sin duda de la escuela tecnoemocional...




Con todo hay casos en que no es fácil distinguir entre una y otra. Los siguientes platos ¿Son moleculares o tecnoemocionales?










Quizá esté naciendo tambien una nueva escuela de cocina intravenosa…¿debemos comernos la yema de este plato o inyectárnosla?...suponiendo que sea yema y no metáfora sanitaria de embrión de ave licuefacto, en su espejo de albúmina transparente y con decoración de envoltorio quebrado en material orgánico calcificado...




También en Sudamérica hace furor la cocina conceptual; por ejemplo veamos este plato molecular procedente de Argentina. Nótese el trocito de lo que aparentemente es carne. Es que los restaurantes argentinos ya no son lo que eran…




En fin, tras esta excursión por el mundo de los horrores culinarios de la cocina deconstruida, molecular, tecnoemocional, el lector puede ver cómo este fenómeno merece ser considerado uno de los Azotes de Nuestro Tiempo con pleno derecho, una viva imagen de nuestra sociedad occidental hoy en día. Esnobismo en estado puro para unas élites que necesitan agarrarse a algo para sentirse tales, triunfo y apoteosis de la tontería, todo imagen y apariencia y nada de sustancia.

Es la sociedad en que vivimos. La cocina de los tiempos que corren. Por cierto, si a alguien se le ha abierto el apetito con este artículo, sepa que puede comprarse por Internet un kit de gastronomía molecular y otro de mixología molecular para sorprender a sus invitados...








Que aproveche.