Como
el título de la entrada puede inducir a error, aclararé enseguida que esta entrada no
tiene nada que ver con Dominique Strauss Kahn y la señora de la limpieza del famoso hotel de Nueva
York. Muy al contrario, trata de arte, tomando como punto de partida una de esas noticias que de
vez en cuando nos alegran el día. Ha sido en Alemania.
El
montón de tablas de la foto de abajo está –o estaba- en el museo Ostwald de
Dortmund. Resulta que había unas manchitas blancas de cal en el suelo y la
señora de la limpieza, cumpliendo con su cometido, las limpió, pensando que el
armatoste estaba allí porque estaban “pintando o arreglando una gotera”…
No
sospechaba la señora que las manchitas de cal en el suelo eran una parte
esencial de esta “obra de arte” prestada por un
colecionista y valorada en 800.000 (!) euros:
Es
bastante entretenido leer el artículo porque tiene mucho humor, no sé si involuntario: se habla de “estudiados
restos de yeso” cuya destrucción ha hecho que la obra sea “irrecuperable”…el portavoz del museo
que dice no conocer “qué tipo de
capacitación tiene el personal de la limpieza”…cómo se pueden decir estas
cosas y mantener la seriedad es para mí un misterio, aunque bien pensado
debemos considerar la horrible posibilidad de que lo diga en serio, que de
verdad crea en lo que dice sin la menor sombra de ironía.
Que
alguien sea capaz de pagar una fortuna por esto o valorarlo en 800.000 euros
confirma esta inquietante hipótesis.
No
sé si la señora de la limpieza sufrirá alguna consecuencia por esto, espero que
no porque no se merece una bronca y ni siquiera una reprimenda. Muy al
contrario habría que darle una medalla, y además pedirle que le diera una
pasada a muchos museos de arte contemporáneo, para que hiciera una buena limpia
y tirara a la basura unos cuantos cientos de bodrios. Bazofias que se
consideran valiosas sólo por el el esnobismo de unas élites –por llamarlas de
algún modo- decadentes y porque la auténtica cultura está prácticamente muerta.
El bodrio de las tablas es el ejemplo perfecto de la estafa indecorosa que
constituye una parte tan grande del arte contemporáneo.
No
estoy capacitado para una discusión sobre lo que es arte y lo que no, pero no
hay que ser una lumbrera para ver que hay algo muy podrido en todo esto, en
este “arte” que merece plenamente ser considerado un fraude. No rechazo por
principio el arte moderno ni creo que todo el arte deba ser figurativo, pero no
voy a dejar que me tomen el pelo una pandilla de snobs y sinvergüenzas. Puede ser difícil decir dónde termina el
arte y dónde empieza la estafa, puede que la frontera no está clara y sea
difícil definirla, pero existe y debe existir. Como por ejemplo la diferencia
entre la juventud y la madurez. ¿Quién sabría indicar una edad, un criterio
preciso? Y sin embargo la diferencia existe, existen la juventud y la madurez
como períodos en la vida y son netamente distintos. De la misma manera existen
el arte verdadero y las payasadas indecorosas como ésta.
No será
mi terreno pero unos pocos puntos los tengo claros. Por ejemplo que cuatro
garabatos que podría hacer un niño de seis años –o de tres o de uno- sin tener
la menor técnica no son arte, como no lo son cuatro tablas que pueden ser un andamio
mal hecho, no lo es un amasijo de chatarra indistinguible de cualquier otro amasijo en
un desguace, al cual le llama arte porque está en un museo o algún
gilipollas ha pagado un dineral por tenerlo. No lo son tampoco cuatro cortes de
cuchillo en un lienzo ni un puntito en una esquina de un lienzo gigantesco.
Incluso
existe una obra que consiste en un zurullo auténtico dentro de una lata -cerrada- con el
título “Mierda de Artista”. No se
puede decir que el título engañe a la gente: totalmente autoexplicativo, califica
perfectamente al “artista” y su obra. El dicho según el cual cada uno expresa
lo que lleva dentro jamás fue más verdadero…
Uno
puede decir que este tipo de cosas son arte y considerar ignorante al que
piense de otra manera; pero en este caso evidentemente cualquier cosa es arte,
también los garabatos de mi hija o los escupitajos por la calle. Es decir esta
posición equivale a la muerte del arte, o mejor dicho al suicidio. Si todo es
arte, nada lo es. Y desde luego ponerlo en un museo o darle un valor es,
llegados a este punto, algo arbitrario y en definitiva una vulgar estafa. En
efecto no se comprende porqué los escupitajos no son todos iguales, porqué hay
escupitajos más iguales que otros que valen miles de euros y están en los
museos.
Para
quien se interese acerca de este tema aconsejo dos obras clásicas, del crítico vienés Hans Sedlmayr: “El Arte
descentrado” (imposible de encontrar) y “La Revolución del Arte
Moderno” (recientemente reeeditado en nuestro país) que son muy
interesantes para quien vea las cosas de esta manera.
La
historia de la señora de la limpieza, si lo pensamos bien, es el famoso
cuento El Rey Desnudo de Andersen
hecho realidad. Un cuento que no es sólo para niños porque es una historia que
se repite en todos los tiempos y lugares.
Recordémoslo
brevemente: el rey, engañado por dos vividores, piensa que tiene un hermoso
vestido cuando en realidad está desnudo, y todas las personas alrededor del rey
confirman que éste tiene un hermosísimo traje aun cuando lo ven en pelotas.
¿Por qué? Porque los dos estafadores han convencido al monarca, a sus ministros
y consejeros, a todos, de que el vestido es invisible para las personas que no
merecen ocupar su cargo, para los incompetentes y los necios. De manera que nadie
quiere revelar a los demás que es un incompetente y todos dicen ver el vestido
sin verlo, hacen comentarios sobre él y lo ensalzan.
Para
revelar el fraude y que los demás vean la realidad es necesaria la presencia de
una niña, inocente, que no se preocupa de pamplinas ni del qué dirán, la única
que se atreve a gritar en voz alta que el rey está desnudo.
Críticos
de arte, directores de museo, periodistas, expertos, las élites de una cultura
degenerada y decadente, sin ya creatividad ni vigor, nadie quiere decir que el
arte moderno es una porquería, nadie quiere ser tachado de ignorante e inculto…sólo
la señora de la limpieza ha sido capaz de decir que el rey está desnudo.