sábado, 4 de marzo de 2017

ESPAÑA, LA INMUNDA SODOMA LIBERTICIDA DOMINADA POR LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO



POR MAX ROMANO

El autobús de la verdad, la dictadura de la anormalidad y la secta de los malditos

Crónica de estos días que todos conocen ya: un autobús con la simple frase de Perogrullo y verdad biológica elemental “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen” recorre las calles de Madrid. Los lectores quizá recuerden también otra campaña de hace poco, una iniciativa subvencionada por un banquero homosexual neoyorquino de origen español, dirigida a los niños vascos para envenenar su mente con el lema “Hay niñas con pene y hay niños con vulva”.

En una sociedad sana un autobús como el de la primera campaña, que llamaremos evidentemente El autobús de la verdad, no sería ni siquiera necesario fletarlo, porque para empezar no se habría permitido a las lobbies de la degeneración infectar el tejido social; pero si fuera necesario hacerlo, tendría el apoyo de los poderes públicos y permanecería en las calles todo el tiempo que hiciera falta. La repugnante campaña del banquero, en cambio, sería retirada inmediatamente.

Muy al contrario, en una sociedad como la nuestra, como todos saben ya si han seguido las noticias de estos días, la odiosa campaña de confusión sexual de hace unos meses gozó de todas las facilidades y la benevolencia de las autoridades; el autobús de la verdad, en cambio, fue bloqueado por la policía en Madrid después de apenas un día de circulación, se le ha llamado autobús tránsfobo y autobús del odio, se ha movilizado la nueva Inquisición de las Fiscalías del Odio contra la Verdad que amenazan con acciones legales, los políticos de todos los colores denuncian la iniciativa  y varias ciudades anuncian que no permitirán su entrada. Finalmente, un juez prohíbe que circule. En el momento en que escribo el autobús de la verdad está bloqueado y los promotores han sacado a la calle otro con un lema ligeramente distinto al que ha prohibido el juez.

Esta es la libertad que tenemos, la farsa patética que pretenden vendernos como sociedad libre y tolerante. Un engaño llamado democracia en el cual poderes ocultos van imponiendo su agenda poco a poco, mientras una población imbecilizada piensa que las cosas se deciden como resultado de lo que va a votar. Pero nadie ha puesto nunca en un programa electoral la introducción de la ideología de género, nadie ha dicho en una campaña electoral que va a enseñarles a los niños en la escuelas que no se nace niño o niña, que pueden elegir su género independientemente de lo que tengan entre las piernas. Sin embargo es lo que están haciendo, es lo que están imponiendo poco a poco y de manera solapada sin que importe, mínimamente, a cuáles mamarrachos del sistema votamos en el cansino rito electoral.

No tiene importancia el presunto proceso democrático de decisión, porque los envenenadores de las mentes han ido carcomiendo los cerebros con su propaganda, han ido introduciendo gradualmente en las escuelas y el entretenimiento su doctrina sin que casi nadie se percate. Hasta que un buen día nos damos cuenta de que ya nos han impuesto como pensamiento único esta odiosa ideología y que la van a enseñar a nuestros hijos, queramos o no. Un buen día nos damos cuenta de que la lobby de la degeneración tiene ya tal poder, en la política, en la (in)justicia y en los medios, que ya no nos está permitido criticarla, ni hablar contra ella, ni denunciarla, porque hacerlo es un delito de odio.

Pues bien, frente a esta cloaca a cielo abierto, frente a esta represión y esta degeneración promovida por clases dirigentes perversas y malditas, hemos de repetir tantas veces como sea necesario la verdad.

Los niños tienen pene y las niñas tienen vulva. Se pongan como se pongan. Llevo años denunciando en este blog y en mis escritos la odiosa ideología de género y su implantación: la destrucción de las identidades sexuales, el combate subterráneo de las sectas de gusanos en la sombra y apólogos de la anormalidad contra la polaridad sexual (que es fuente de vida y de salud), el aparato represivo para silenciar a quienes no aceptan esta inmunda doctrina y se niegan a que sus hijos sean adoctrinados en ella.

Pero aun siendo consciente de todo ello, ha sido como un choque constatar el nivel de tiranía al que hemos llegado ya, el triunfo del totalitarismo de la ideología de género, que no puede tolerar ninguna voz que hable en su contra. Con este episodio se nos está revelando, abiertamente, el enorme poder que ha alcanzado en la justicia, en la política, en los medios. Hemos podido ver cómo todo el espectro de los basurpartidos políticos apoya esta ideología, que quiere confundir la humanidad en una melaza repugnante, indiferenciada, sin identidades sexuales definidas. Estamos viendo ante nuestros mismos ojos cómo todas las fuerzas políticas, todos los basurmedios de comunicación declaran ilegítimo el rechazo a esta doctrina, aplauden que se cierre la boca y se impida hablar a quienes se niegan a aceptarla, a quienes afirman una simple verdad biológica y antropológica: que los niños tienen pene y las niñas tienen vagina.

Alguien podría sorprenderse por la resonancia que está teniendo el caso. En efecto cabe preguntarse ¿Por qué tanto ruido por un simple autobús? ¿Es tan intolerable una frase en un vehículo, entre los millones que circulan? ¿Es realmente tan grave el mensaje del autobús y era tan necesario, para alguien, retirarlo de las calles?

En efecto, ha hecho tanto ruido un simple autobús porque cuando a la verdad se le impide hablar, una sola voz que la diga hace un ruido atronador. En efecto, es intolerable una frase en un solo vehículo entre millones, porque quien construye su poder sobre mentiras que ponen el  mundo al revés no puede tolerar que nadie diga la verdad. En efecto, es realmente grave el mensaje del autobús y era necesario retirarlo de las calles, porque cuando se nos impone la aritmética del 2 + 2 = 5 no se puede permitir que nadie diga abiertamente que 2 + 2 =4. Una sola persona que lo afirme es ya demasiado.

El que esta simple frase sea considerada adoctrinamiento nos indica el nivel de basura mental que han vertido en las mentes de la población. Ver cómo tanta gente no sólo acepta sino apoya lo que es una censura evidentísima y una medida liberticida por parte de las autoridades es realmente repugnante. Una medida de censura contra la expresión de una opinión que no incita mínimamente a la violencia sino que afirma la realidad biológica y la polaridad sexual, defiende los derechos de la normalidad frente a la prevaricación ideológica de quienes afirman los trastornos y los casos patológicos como equivalentes a la normalidad. Esta actitud de una parte tan grande de la población nos hace comprender el bajísimo nivel de la tantos de nuestros conciudadanos, hasta qué puno la degeneración y la melaza mental han avanzado, cómo nos han reducido a una masa imbécil capaz de tragar con cualquier cosa.

La asociación Hazte Oír, promotora de esta y otras iniciativas, merece todo nuestro apoyo porque ahora hay que combatir la batalla, ahora hay que luchar, sin importar las probabilidades de éxito a corto plazo ni la entidad de las fuerzas de la podredumbre que tenemos enfrente, sin importar que los envenenadores de la sociedad parezcan omnipotentes, aplastantes en su control de los aparatos del poder. Siempre se puede dar batalla y hay que hacerlo ahora, apoyando este tipo de iniciativas, manifestándose, afiliándose a partidos y asociaciones que defiendan la salud y la vida contra la enfermedad y la degradación. La lucha siempre vale la pena. Porque el mayor poder de las sabandijas que operan en la oscuridad, de los enemigos de la salud y los apólogos de la enfermedad, consiste en que logran amedrentar a los sanos y a los justos, ocupar todo el discurso y el espacio público para convencerles de que están aislados y sumirles en el desánimo, empujarles a la retirada en la vida privada, renunciando a defender sus ideas, para que dejen el campo libre a la nefasta acción corruptora de los envenenadores.

Hemos de notar, como última consideración, que existe un problema de lectura con la ideología de género, una especie de zona de sombra. En efecto, consideremos las tres corrientes de la decadencia generadas por el marxismo cultural que tienen relación de alguna manera con en el campo de la sexualidad: Feminismo, Homosexualismo e Ideología de Género. Constatamos que las dos primeras están relacionadas con grupos humanos, lobbies e intereses bien identificables, son fenómenos socialmente legibles, mientras que en la Ideología de Género hay algo extraño, algo que escapa a la percepción inmediata, que necesita ser mejor indagado y enfocado.

El Feminismo tiene detrás a la mafia del maltrato y la destrucción de las familias, a las mujeres fracasadas, a esa parte de las mujeres en general que aspiran al poder sobre el varón. El Homosexualismo tiene detrás a los homosexuales organizados en grupos de presión, muchos de los cuales ocupan posiciones influyentes. ¿Pero quién o qué hay detrás de la ideología de Género? Al fin y al cabo el feminismo, como supremacismo vaginal o como movimiento de mujeres fracasadas, se encuadra siempre en la polaridad sexual, en la diferencia/oposición entre identidad masculina y femenina. Los homosexuales, también, operan básicamente al interno de esta polaridad sexual, esta última se presupone aun tratándose de invertidos en su inclinación, donde la atracción erótica se invierte y se dirige hacia el mismo sexo.

En cambio, la ideología de género ¿Qué grupo tiene detrás? Cierto es que podemos hablar de una tendencia a la destrucción de las diferencias y los límites; esto es lo que hay sin duda como telón de fondo, a nivel espiritual y profundo. Pero no basta, y como en el caso del feminismo y el homosexualismo, debe haber también detrás un grupo de presión, que no identificaremos con los raros casos de hermafroditismo y ni siquiera con los casos de sexualidad incierta, pues es muy dudoso que tengan tanto poder.

Aquí hay algo más. La ideología de género es un proyecto específico de deconstrucción, confusión y destrucción de las identidades sexuales, y aunque no sea visible ningún grupo de presión característico (como las mujeres fracasadas, las mujeres prepotentes o los homosexuales) tal grupo existe y tiene una doctrina interna, tiene necesariamente que existir, pues lo podemos inferir por la fuerza que demuestra y la acción que es capaz de ejercer en la sociedad, con la misma certeza con que se infiere la existencia de un agujero negro por la atracción gravitatoria que ejerce sobre los cuerpos celestes vecinos, observando el movimiento de estos. No se trata de un grupo genérico que busque el poder, no de una especie de conspiración para dominar el mundo o para favorecerse mutuamente, sino de un grupo que es depositario de una corriente de ideas muy concreta, cuya agenda consiste en este específico programa que hemos mencionado.

A este grupo, oculto pero cuya existencia es evidente por el poder y la influencia que ha alcanzado, así como por el carácter extraordinario de esta aberración que se llama ideología de género, lo llamaremos la secta maldita, una secta que probablemente existe desde hace mucho tiempo. Su programa específico y su ideario, como he apuntado, es la destrucción de la polaridad sexual, de las mismas identidades, consiste en el proyecto criminal de subvertir completamente la construcción de la dualidad sexual que es parte de nuestra biología, nuestra psique, nuestra identidad humana.

No soy capaz de caracterizarla y pido al lector que no sea demasiado apresurado en identificarla como este o aquel grupo humano: la secta se esconde demasiado bien para que sea posible identificarla de manera simplista. Pero la secta, lo repetiré una y mil veces, existe y su enorme poder es visible por todas partes. En la imposición sin discusión política de la ideología de género, que no aparece jamás en ningún programa electoral pero todos los partidos apoyan e implantan; en la represión de la disidencia y en la imposición del silencio a quienes dicen algo tan básico como que los niños tienen pene y las niñas tienen vulva; en la rabia con que lanzan a sus perros de presa periodísticos contra el autobús de la verdad, en la rapidez con que lo han quitado de la circulación.

Quienes realizan en la práctica la represión, quienes dan las órdenes a la policía y a los periodistas, quienes ejercen de policía del pensamiento desde los poderes públicos, quienes vemos en los medios, con toda probabilidad no son ellos mismos los miembros de la secta maldita. Son solamente sus útiles idiotas, o como mucho sus acólitos de bajo nivel, que operan como correas de transmisión y como actuadores de su programa.

En nombre de la libertad la salud, la vida y el futuro de nuestros hijos, no tenemos derecho a retirarnos en nuestro ámbito privado, a cerrarnos en ninguna torre de marfil, a desertar el campo de batalla. Nuestra obligación ética, intelectual, humana, es combatir contra toda esta degeneración que se nos quiere imponer desde arriba, contra la basura que quieren verter en las mentes de nuestros hijos, contra quienes quieren negarles su derecho a una identidad sexual en nombre de la anormalidad prevaricadora.

QUE NO TE ENGAÑEN