viernes, 27 de noviembre de 2020

LAS TRES CABEZAS DEL GÉNERO ESTROPEADO. IGUALDAD DE GÉNERO, FEMINISMO, IDEOLOGÍA DE GÉNERO

 


En el anterior artículo sobre el Engendro Celaá había centrado la atención en la manipulación sexual de los niños. Es oportuno para completar el cuadro decir algo más sobre las ideas que hay detrás, sobre la morralla de género que es la gran obsesión ideológica de hoy y principal germen culpable de la descomposición de cerebros. Repasaremos brevemente entonces las tres cabezas del género estropeado que son: igualdad de género, feminismo, ideología de género.

En mi libro Azotes de nuestro tiempo he dedicado un pequeño capítulo (Azote) a cada uno de ellos. Son tratados en profundidad en el excelente libro de Alicia Rubio Cuando nos prohibieron ser mujeres… y os persiguieron por ser hombres, muy recomendable porque es el libro sobre este tema que mejor conjuga rigor, amenidad y amplitud de tratamiento.

Aunque a veces se incluyen todas estas cuestiones bajo el término “ideología de género”, en realidad se trata de temas distintos; si bien suelen ir juntos en política e ideología, y ciertamente forman parte del mismo complejo de podredumbre y descomposición, no son la misma cosa. Por ello es oportuno distinguirlos.

Igualdad de género es la pretensión de que hombres y mujeres seamos iguales en todo, que las diferencias observadas actualmente y realizadas a lo largo de toda la historia no dependen de diferencias naturales entre los sexos, sino de roles sociales, educación, etcétera.

Como tal se trata de una derivación de la impostura igualitaria en general, que se ha extendido extendida a la diferenciación sexual, negando datos básicos de la biología, la psicología y la antropología. Esta nefasta idea igualitaria termina fatalmente buscando la nivelación forzada de los sexos anulando lo específico de cada uno; es decir feminizar a los varones y masculinizar a las mujeres, degradando por tanto a ambos.

Feminismo es la búsqueda de privilegios y ventajas para la mujer, acompañadas por la persecución del varón. Se ha quedado en las intenciones, o en las fantasías, la construcción de una identidad nueva y positiva de la mujer. Algo que vaya más allá de atacar y odiar la masculinidad, imponer por ley las ventajas que necesitan para competir con el varón, realizar procesiones del santo chumino y talleres de coñocimiento, hacer las necesidades en la calle y pintar cuadros con sangre menstrual. Eso sí, debo reconocer que el feminismo español ha dado a las niñas de este país un ejemplo extraordinario de autosuperación, empoderamiento y ruptura de techo de cristal, demostrando que cualquier chica (verdaderamente cualquiera) puede pasar de un empleo humilde a ministra. Querer es poder: el nuestro es el país de las oportunidades.

Se trata por tanto de un supremacismo hembrista, que ha dejado atrás a esa llamada “segunda ola” que buscaba equiparar derechos y libertades; aunque también allí desde el principio estuvo presente un fondo de lucha y hostilidad contra el varón. En la “tercera ola” aparecen ya en primer plano, quitándose la careta, tanto la guerra de sexos contra el varón como odio contra la feminidad y la masculinidad. Ello tiene mucho que ver con el creciente liderazgo de lesbianas y fracasadas de la feminidad que naturalmente, viéndose atrapadas en un limbo, odian a dos bandas: tanto a la mujer femenina que no son aun teniendo cuerpo de mujer, como al hombre que no pueden ser y representa una masculinidad fatalmente fuera de su alcance.

Ideología de género propiamente dicha es la doctrina según la cual la polaridad entre hombre y mujer, masculino y femenino, no es dictada por la naturaleza sino una construcción social, y cada uno puede ser lo que quiere. Podemos considerar este delirio como una exasperación de la doctrina de la “tabula rasa” es decir la pretensión frívola de que el ser humano nace como una página en blanco y se puede escribir en ella todo lo que se quiera. Esta idea que, en general, es totalmente nefasta y falsa, se lleva aquí a un plano en el que también el sexo y la identidad sexual se consideran una página en blanco. Se trata de un puro delirio de omnipotencia sobre la realidad que bordea ya la alienación mental.

Para entender de manera simplificada lo que pretende esta aberración, consideremos tres niveles a los que se expresa la sexualidad. El primero es El sexo biológico, determinado genéticamente, que determina el aparato sexual masculino o femenino. El segundo la atracción sexual, hacia sujetos de sexo masculino o femenino, que se conforma durante el desarrollo de la persona. El tercero es el percibirse a sí mismo hombre o mujer. Ahora el criterio de normalidad está bien claro para quien quiera verlo: la concordancia de estos tres niveles. En cambio, la ideología de género mezcla todo; afirma que cualquier combinación es tan válida como la otra, que uno puede tener un cuerpo de sexo masculino y sentir atracción por unos u otros o ambos, y además sentirse hombre o mujer como mejor le plazca. Sólo con esto tenemos ocho combinaciones, limitándonos a lo básico. De aquí es donde salen las infinitas letras y las tropecientas “identidades sexuales” considerando estos tres niveles y aún otros, así como estados intermedios, fluctuantes, etcétera.

Esto es la ideología de género. Esta alienación mental, auténtico delirio de un tiempo maldito, se nos está imponiendo solapadamente y sus grupos de presión han escalado ya el poder; como vimos en otro artículo, se va a imponer también en las escuelas a través del condicionamiento mental a los niños, sin que los padres se enteren hasta que sea demasiado tarde. Si es que les importa, porque muchos de ellos tienen ya el cerebro reblandecido por la propaganda, que han absorbido sin ni siquiera enterarse.

Como las tres cabezas de la hidra están relacionadas, existe también una cierta tensión entre ellas. El tema de la igualdad de género lo utiliza el supremacismo hembrista para exigir cuotas y otros privilegios para las mujeres, cuando les interesa. En cambio, no piden (por ejemplo) igualdad de muertes por accidentes de trabajo. Por otra parte, la variante de feminismo relacionada con las fracasadas de la feminidad se salda con la ideología de género, colaborando ambas aberraciones en un ataque a la polaridad sexual y las figuras diferenciadas de varón y mujer.

Empezamos a ver, también, que el feminismo supremacista no termina de encajar con la ideología de género; las viejas feministas odiadoras de hombres tenían claro lo que es varón y lo que es mujer (para pisotear al primero, pero lo tenían claro) pero las nuevas, con la mente ya más descompuesta, consideran el sexo algo fluido y que se elige libremente. Que un sujeto con barba y atributos diga que se siente mujer y pretenda ser tratado como tal, es algo que le chirría mucho al supremacismo vaginal. Además, lo del sexo libremente elegido es una amenaza directa a las mujeres deportistas. En efecto, asistimos a la proliferación en el deporte femenino de seres cargados de testosterona y músculos, que “se sienten mujeres” y teniendo mayor capacidad pulmonar, masa muscular y testosterona, amenazan con expulsar a las mujeres genuinas de su propio deporte, al menos en los máximos niveles.

Estas últimas consideraciones y cómo se compongan al final estas diferencias, es algo que nos interesa relativamente porque pertenece a la dialéctica interna de la degeneración y la podredumbre. Son como peleas de familia entre hermanas que no se llevan muy bien. Las tres cabezas del género estropeado son tres cabezas de la misma hidra, pertenecientes a la gran unidad familiar monstruosa que se llama a sí misma ideología progresista.

MAX ROMANO

miércoles, 25 de noviembre de 2020

EL MONSTRUO CELAÁ, LAS SERPIENTES EN LA SOMBRA Y LA INGENIERÍA SEXUAL DE LOS NIÑOS

 


Que nadie piense mal. Puesto que puede haber malentendidos, me refiero con lo de “monstruo” a la llamada ley Celaá y no a su autora. Enésima ley en la degradación democrática de la educación, enésimo parto monstruoso de una clase política degenerada y despreciable. Los unos por su voluntad de alcantarilla y sectarismo liberticida, los otros por su cobardía irredimible y su servilismo a los poderes internacionales que dictan la agenda a ambos.

Repasando las críticas que se hacen al engendro Celaá vemos que se centran básicamente: en sus concesiones a los separatismos con el arrinconamiento creciente de la lengua española; en la asignatura de religión reducida o eliminada; en el ataque a la escuela concertada, limitando o anulando las opciones de las familias de elegir centros para sus hijos.

El que los medios y la política se centren en estos puntos, sin embargo, ya nos indica que no es aquí donde está la verdadera cuestión. Se lleva muchos años arrinconando a la lengua española, hasta el punto de que en las infelices regiones aquejadas por hechos diferenciales ya hay cada vez más personas que no hablan correctamente español. Lo de la “lengua vehicular” es un pequeño paso más y casi puramente formal, cuando el español está ya arrinconado en la educación. En cuanto a la religión, la verdadera enseñanza religiosa no se imparte en la escuela, sino a través de la práctica religiosa de los padres y con la formación específica en las parroquias: catequesis, primera comunión, etcétera. Sin duda en la ley está presente la bilis anticlerical de la izquierda española, pero nuevamente, no se trata de la cuestión clave.

Más importante es el tema del ataque contra las escuelas concertadas, la obsesión con la educación pública y con restringir la libertad de los padres para elegir el centro educativo para sus hijos. Sin duda hay aquí una voluntad liberticida y de control ideológico, pero lo que realmente importa es para qué van a utilizar este control sobre la educación. En efecto, la razón de esta insistencia es llevar adelante un preciso proyecto.

Para entender esto habrá que pasar en reseña algunos puntos salientes del Monstruo Celaá y las intenciones alevosas que lo inspiran.

Una de las líneas maestras es su fomento de la mediocridad, como corresponde a quien todo quiere nivelar en la igualdad hacia abajo, la única igualdad posible. Menos exigencia, aprobados y títulos para todos o poco menos, desincentivar al diligente, al trabajador y al mejor dotado. Es como si se les dijese a los mejores estudiantes: vosotros que os aplicáis y que tenéis interés por las cosas, sois unos imbéciles y unos pringados, porque los que no dan un palo al agua van a aprobar igual, van a pasar de curso igual y van a tener un título que vale igual que el vuestro.

¿Consecuencias de esta degradación del nivel educativo? Que solamente quien pueda permitirse pagar varios cientos de euros mensuales, lo que cuesta un buen colegio privado, podrá ofrecer a sus hijos una educación de calidad. Los que sean un poco menos ricos, pero puedan permitirse la concertada, lo tendrán cada vez más difícil ante la presión del poder público; en cuanto a los que sólo tengan la opción de la escuela pública, se encontrarán con un sistema educativo degradado en la calidad y el nivel, infectado y envenenado con sus estupideces igualitarias e inclusivas, con sus obsesiones ideológicas, con su odio visceral hacia todo lo que sea mérito, diferencia y excelencia.

Esto es lo que yo llamo la Segunda Paradoja del educador progresista: este educador defensor de las clases populares y contrario al elitismo, con su énfasis en la igualdad y la mediocridad consigue que (de nuevo) la mejor educación esté solamente al alcance de los ricos.

En cuanto a la Primera Paradoja es la siguiente: el educador progresista de la vieja escuela, amante de la cultura y el pensamiento, con una buena formación gracias a la escuela represiva y alienante que ha tenido la desgracia de frecuentar, comienza a aplicar sus ideas progresistas a la educación; pero no le sale una generación capaz de recibir y apreciar lo que él quería transmitir, sino de alérgicos a la cultura y a todo lo que él apreciaba, ávidos no de conocimiento y pensamiento sino de basura televisiva, ansiosos no de elevación sino de degradación, indiferentes al cultivo del espíritu porque prefieren el cultivo de la marihuana.

Volviendo a nuestro tema, además de la general rebaja del nivel educativo, aparecen en primer plano las típicas obsesiones de esta gente. Espeluznantes asignaturas de antivalores que prometen lo peor. Con su énfasis en la estúpida e inmoral igualdad de género; con su obsesión enfermiza de implantar esa perspectiva de género, que se puede resumir en una simple fórmula: enseñar a los varones a sentirse culpables por haber nacido con pito, enseñar a las féminas que tienen todos los derechos y ninguna responsabilidad por haber nacido con vagina.

Hay también aspectos francamente ridículos, de un humorismo naturalmente involuntario (esta gente no tiene sentido del humor) como “fortalecer las capacidades afectivas del alumno en sus relaciones con el planeta” (!!!). Esta frase totalmente alucinante refleja plenamente el resultado de la Primera paradoja y es un indicador de la notable degeneración de las facultades mentales que nos aflige hoy, en la época del pensamiento débil. Supongo que las “capacidades afectivas” se refieren a imitar a esos sujetos que abrazan árboles y simulan copular con la Madre Tierra, aderezando estas acciones con verborrea seudomística.

Que conste que soy un amante de la naturaleza y defensor de un ecologismo con criterio. Pero cuando veo a semejantes majaderos, mi deseo secreto es que les muerda una víbora en los genitales o que les caiga encima un árbol podrido. O si no queremos tales crueldades, por lo menos que les cague encima un pájaro.

Pasada revista a todo lo anterior, que ya es bastante nefasto, llegamos finalmente a lo peor. A lo que no se menciona de manera explícita, y precisamente porque es lo principal; lo que se quiere imponer a escondidas y a traición, lo que se disimula distrayendo a la gente con las cortinas de humo de la lengua y la asignatura de religión. La cabeza principal y más venenosa de la bicha va bajo el epígrafe educación afectivo-sexual desde Primaria y significa la manipulación sexual de la infancia.

 


Ya es muy opinable e innecesaria una educación sexual en edades más avanzadas, porque es algo que se debe dejar a las familias. Sólo se pueden considerar justificables unos contenidos limitados y básicos, impartidos justo antes de la pubertad; para los despistados que no conozcan las realidades biológicas o las conozcan mal, para paliar el nefasto efecto del porno que desgraciadamente está al alcance de todos, por motivos sanitarios, etcétera. Pero más allá de estos temas básicos cualquier educación sexual sobra y es una injerencia en el legítimo derecho de las familias a decidir cuándo, cuánto y de qué manera hablar de sexo con los hijos.

Dicho lo anterior sobre la etapa adolescente y preadolescente, lo que es criticable en la adolescencia se vuelve odioso cuando empiezan a ir a por los niños, porque maldita la falta que les hace una educación sexual a los niños de Primaria. Pero es que esta llamada “educación sexual” en realidad lo que busca es algo muy preciso: fomentar la homosexualidad, la transexualidad y la confusión de identidad sexual; denigrar y desacreditar las figuras, identidades y modos de ser diferenciados de hombre y mujer; borrar o difuminar la polaridad de masculino y femenino que representa la sexualidad normal, crear una humanidad de seres sexualmente fluidos, indiferenciados y confusos. En una palabra, imponer la demencial ideología de género.

Este objetivo abyecto es perseguido por grupos de poder con una influencia inmensa, un alcance internacional y financiación casi ilimitada; auténticos nidos de serpientes en la sombra que están muy por encima de los demopayasos de la clase política.

El objetivo verdadero de las reformas educativas y del control estatal cada vez más estrecho sobre educación es lo que nadie nos dice, el proyecto que están implantando a escondidas y a traición: la ingeniería sexual de los niños.

Que se trate de un proyecto cuya finalidad real sea la destrucción, inversión y confusión de las identidades sexuales, se ve muy claramente en la persecución de las terapias de reversión sexual. Aunque una persona considere sus tendencias homosexuales como un problema psicológico y un desequilibrio, no tiene derecho a tratarse y a restablecer ese equilibrio. Su opinión no cuenta. Muy al contrario, se favorece en todas las maneras el paso a la homosexualidad y la transexualidad; se hace lo posible para convencer a los niños que pueden ser niñas y a las niñas que pueden ser niños; se buscan pretextos para hormonar a la infancia y para castrar legalmente a niños que creen, o les han hecho creer, que en realidad son niñas.

Este es el verdadero montón de basura que hay detrás de esta vuelta de tuerca educativa, por eso hay este afán por controlar la educación pasando por encima de la voluntad de las familias. Durante los últimos años han preparado el terreno y lanzado globos sonda con leyes y proyectos piloto, a nivel local. Ahora lo van a hacer a nivel nacional.

De todo ello no nos hablarán los grandes medios, porque están cooptados por el mismo poder que ha proyectado la ingeniería sexual de los niños. Esta deriva no la revertirá la “derecha” ni el “centro” como no han derogado jamás ninguna de las basuras legislativas de la “izquierda”.

La importancia fundamental de este tema, su centralidad en los proyectos de las élites ocultas de serpientes en la sombra, se ve claramente en las reacciones furiosas contra cualquier intento de frenar la ingeniería sexual de los niños, como el PIN parental que intenta introducir Vox. Aquí tocamos con la mano el afán rabioso, casi histérico, por atar de pies y manos a los padres para que no puedan impedir la manipulación sexual de sus hijos.

En cuanto a las clases dirigentes que están llevando a cabo este proyecto criminal de ingeniería sexual de la infancia, el desprecio que merecen está más allá de lo que pueden expresar las palabras. Espero ver el día en que empiecen a pagar por lo que están haciendo.

MAX ROMANO

viernes, 13 de noviembre de 2020

CUANDO LA "CIENCIA" DICE QUE LO BLANCO ES NEGRO. EL SEGUNDO PRINCIPIO DEL PAPANATAS Y LAS MASCARILLAS

 



 

Artículo publicado en El Correo de España

Recordemos el primer Principio del Papanatas del que hablamos en otro artículo: Papanatas dice que no tiene nada que ocultar y por tanto no le importa perder su privacidad, que le espíen, controlen y monitoricen la vida.

Existe también un Segundo Principio: Papanatas ha leído en la prensa que según cierto estudio científico lo blanco es en realidad negro, y desde ese momento lo cree porque “lo dice la ciencia” …

Concretamente, desde la semana pasada Papanatas cree que llevar la mascarilla puesta no dificulta la respiración durante el ejercicio físico. La prensa nos informó de ello con el habitual e insufrible tono que suele usar, didáctico y vagamente reprensor como dirigiéndose a niños medio tontos: ya no tenéis excusa para no poneros el bozal. La justificación era un estudio de cierta universidad americana.

No dudo de que las mediciones obtenidas sean auténticas y las conclusiones estén arropadas con la correspondiente parafernalia, que se hayan usado sesudas fórmulas y conceptos. Pero a pesar de ello el resultado sigue siendo una gran mierda pinchada en un palo. Como cualquiera puede comprender simplemente subiendo un tramo de escaleras o caminando, con y sin mascarilla.

¿Vale la pena detenerse en mencionar esto, entre toda la bazofia que se publica diariamente? ¿Por qué perder el tiempo con ello? Porque ya la simple existencia de este estudio nos dice dos cosas.

En primer lugar, aquí se nos muestra de manera muy clara que un “estudio científico” puede perfectamente ser una majadería con disfraz académico, cuyo único fin es hacer propaganda ideológica o reforzar una consigna con la palabra “ciencia”. Esto es frecuentísimo a propósito de feminismo, temas “de género” y similares. Aquí está a la orden del día la majadería ideológica pseudocientífica, o el contenido científico legítimo, pero interpretado y vulgarizado en modo bazofia. Sin embargo, la impostura puede no ser inmediatamente evidente; además, para muchas personas, el que algo esté apoyado en un “estudio de una universidad” le da una fuerza de convicción que llega a anular la capacidad crítica.

Por ello es excelente que haya salido este estudio “científico” afirmando algo que es no ya demostrablemente falso, sino inmediatamente falso de acuerdo a la experiencia diaria de cada uno. Es un ejemplo concreto que enseña a cualquiera, sin importar su nivel cultural o formación científica, que lo que diga un estudio puede ser pura basura, que nunca debemos tomarlo como verdad revelada y tanto más debemos desconfiar de ello, cuantos más intereses haya en juego.

La segunda cosa que este estudio nos enseña es hasta qué punto nos tratan como niños y como estúpidos nuestras clases dirigentes. Pues evidentemente ha sido confeccionado bajo pedido, comisionado para convencernos a no quitarnos la mascarilla. Dejemos de lado si es útil la mascarilla y en qué circunstancias, porque aquí la cuestión es otra. No podían limitarse a decir algo así como “lo sabemos, la mascarilla es incómoda y se respira peor, pero hay que llevarla en nombre de la salud”. No. Nos tienen que tratar como a imbéciles, insultarnos en nuestra propia cara, intentando convencernos de que se respira igual de bien con mascarilla o sin ella.

Parece ser convicción de nuestras clases dirigentes, que se nos puede hacer tragar cualquier cosa; que si un estudio “científico” lo dice vamos a creer que lo blanco es negro. Este tipo de cosas nos da la verdadera medida del desprecio con que somos tratados por nuestras “élites” democráticas y lo que piensan realmente de nosotros.

MAX ROMANO