viernes, 23 de noviembre de 2012

LAS LEYES Y EL DIKTAT DE LAS LOBBIES


Como quizá el lector sepa, hace unas semanas ha sido presentado el proyecto de ley para la reforma del código penal. Aunque la reforma toca muchos temas, los medios de comunicación centran los titulares en el aspecto de la “protección de la mujer” contra el “acoso”, en línea con la obsesión actual yla campaña de lavado de cerebro acerca d ela por la “violencia contra la mujer”.

Las comillas son obligadas, no porque piense que esté bien la violencia contra la mujer, sino porque, traduciendo estas expresiones de la Neolengua del sistema al español, lo que tenemos es -una vez más- la introducción de nuevos delitos y el endurecimiento de las leyes existentes con el único objeto de perseguir al varón. En resumen una nueva etapa en la interminable persecución judicial contra el hombre.

Si quisieran de verdad proteger a la mujer empezarían -por ejemplo- por estudiar el perfil racial y los orígenes de quienes cometen en Europa la mayor parte de las agresiones sexuales reales y especialmente las violaciones en grupo, para después divulgar los resultados y adoptar medidas en consecuencia. Pero esto es algo que no harán jamás porque son antirracistas. No sé si me explico con suficiente claridad.


Ya el titular es deshonesto y en sí mismo propaganda, porque mezcla y pone en el mismo plano abusos reales –los matrimonios forzados- que efectivamente no se deben tolerar en nuestro país, con delitos nuevos nebulosos y fantasmales inventados por la lobby feminista..

Ley basura en línea con otras similares, introducidas en los útimos años en Europa contra el acoso o stalking, que en la práctica significa cualquier cosa que la mujer y el juez consideren como tal. Un paso más en la degradación de la justicia, inevitable cuando cae en manos de mujeres como la actual ministra de Sanidad, Politicas sociales y Persecución contra el Varón. Una feminista no mejor que las que infestaban el gobierno durante el Septenio Negro de Zapatero.

Ya dediqué una entrada al tema del acoso sexual hace unos meses con ocasión de la introducción en Francia de la legislación basura en ese país y no me repetiré aquí:


Pero naturalmente el contenido de la reforma va más allá de esto y tiene otros puntos que merecen ser comentados.

El primero es el endurecimiento de la represión contra la disidencia ideológica y la imposición por ley de la corrección política, con la habitual matraca que se utiliza para justificar la persecución de las ideas: delitos de odio, xenofobia, discriminación y demás.

Pero muy especialmente, dentro de este apartado, se castiga penalmente el delito de negacionismo del holocausto, en línea con toda una serie de leyes infames y liberticidas que se van aprobando en Europa, bajo la presión de la lobby judía que quiere cerrar la boca a quienes dicen algo que no les gusta.

Que el ministro de Justicia sea muy amigo de la lobby judía queda confirmado cuando nos enteramos de que va a conceder la nacionalidad española a los sefarditas, esto es a los descendientes de los judíos expulsados por los Reyes Católicos en 1492. Esto sí que es memoria histórica y no las gilipolleces de Zapatero que simplemente quería reescribir los últimos ochenta años. Kippah Gallardón –me parece que se ha ganado a pulso el apelativo- quiere reescribir los últimos quinientos años.

La documentación requerida será simplemente un certificado de la Federación de Comunidades Judías, vivan donde vivan. Esto evidentemente significa que a cualquier judío, sólo por serlo, se le regalará la nacionalidad española si así lo desea. Ni siquiera Zapatero hizo algo así, pero cuando vuelvan los socialistas puede que copien la idea y hagan  lo mismo con los descendientes de los moriscos, expulsados también en 1492 por los Reyes Católicos, y hagan otra ley regalando la nacionalidad a cualquier moro por la cara.

Si a esto unimos el repugnante proyecto de vender a precio de saldo la nacionalidad a quien compre casas -esto es a un montón de desharrapados con sus mafias detrás- podemos valorar en su justa medida el desprecio que nuestra despreciable clase política siente por España, su tradición y su historia. Que es el desprecio de todas las clases dirigentes europeas actuales, compuestas por traidores, contra Europa. No es de extrañar porque sirven a los mismos amos, tienen el mismo proyecto antiespañol y antieuropeo. Ya se han quitado casi completamente la careta.

Volviendo a la ley mordaza contra el revisionismo histórico, esta ley faltaba en España o por lo menos no era lo bastante explícita, pero finalmente parece que ahora se han salido con la suya, maniobrando -como siempre- en la sombra hasta conseguir lo que quieren. Ya me ocupé de este tema dentro de las entradas sobre las modernas inquisiciones y las leyes liberticidas en Europa.


Es evidente que detrás de esta ley está la mano de la lobby que maniobra los payasos de la política. Más arriba me he referido a ella como lobby judía. ¿Debería haber escrito lobby sionista? Siento ya el aliento apestoso del manipulador o del idiota manipulado que berrea y grita al antisemitismo.

Bueno, ellos mismos han hecho todo lo que han podido para que sea imposible esta distinción. No hablo aquí de las personas individuales contra las cuales nada tengo. En cambio los grupos judíos, sean o no oficialmente sionistas, las asociaciones que dicen representar a los hebreos, todos ellos, regularmente, siempre, en todas partes y de manera compacta, han apoyado esta legislación miserable y liberticida que castiga la libertad de opinión y de investigación. Han apoyado sin fracturas esta policía del pensamiento, que pretende decirnos qué libros podemos leer, imponernos como un dogma que no se puede discutir la versión de la historia escrita por los vencedores, que en gran medida es propaganda de guerra.

Las mismas asociaciones y grupos, ampliando el discurso, han apoyado siempre de idéntica manera las infames agresiones de la OTAN y por supuesto las políticas del estado de Israel.

Cierto es que antes se solía decir, cuando había menos hipocresía, “My country, Right or Wrong” (los ingleses con sus frasecitas famosas) y este punto de vista tiene también sus razones. Pero en cualquier caso es su country y no el mío. Es el de los judíos y con su pan se lo coman, pero no tenemos porqué aceptar que la política de nuestro país y de Europa sea condicionada por intereses extranjeros que son además antiespañoles y antieuropeos. No tenemos porqué soportar ministros con la kippah que trabajen para Israel y las lobbies judías, y sobre todo contra España y Europa.

En efecto el tema no se acaba aquí porque los mismos de la kippah, sistemáticamente, fomentan también la inmigración indiscriminada en Europa, trabajan activamente para culpabilizar y desacreditar cualquier conato de nacionalismo y defensa de la identidad europea. Cosas que en cambio apoyan con entusiasmo cuando lo hace Israel.

Precisamente Israel es un estado construido con el uso de la fuerza –como todos pero éste mucho más que cualquier otro- comenzando con la imposición colonialista sobre Palestina y pasando por varias guerras victoriosas contra los árabes. Una nación mantenida por un potente aparato militar y por cientos de cabezas nucleares, un estado basado totalmente, desde su origen y en su misma raíz, en un criterio identitario judío.

Sin embargo, este tipo de cosas es denunciado como monstruoso y criminal cuando son los europeos quienes quieren defender su identidad, aunque sea de forma infinitamente más blanda.

Todo esto lo he podido observar durante unos cuantos años, como cualquier otra persona que tenga los ojos abiertos; como he visto también judíos –conocidos o no- que a título personal estaban en desacuerdo con las leyes liberticidas, las agresiones de la OTAN, el comportamiento de Israel y mucho de lo que sus lobbies apoyaban. Baste como ejemplo el escritor y articulista Israel Shamir, y también muchos que no son famosos ni escriben nada. He conocido en mi vida judíos que eran personas decentes y no estaban de acuerdo con todo esto. Respeto ciertamente a estas personas que -como cualquier otra- mientras no demuestren lo contrario han de ser respetadas.

Infames y miserables son en cambio todas las asociaciones que dicen representar a los judíos, o los representan efectivamente, y apoyan políticas criminales, nos imponen en nuestra propia casa leyes criminales para impedirnos pensar libremente.

Una censura y una policía del pensamiento inédita en una sociedad que se llena la boca diciendo que es liberal, que proclama entre sus valores la libertad de pensamiento e investigación.

Lo que quieren hacer con estas leyes es destruir la historia como ciencia y convertirla en una especie de religión contrahecha, impuesta por la nueva inquisición de los tribunales con la kippah. No se busca con todo ello controlar a una minoría de exaltados: una minoría de fanáticos que dicen chorradas no es una amenaza y nunca lo ha sido. Lo que realmente se quiere con la represión es evitar que la verdad salga a la luz, que las falsedades y la propaganda sean expuestas. Esto sí que es una amenaza, una minoría de hombres libres que dicen la verdad, éste es el terror y la obsesión de quienes viven de mentiras.

Seguramente es bien difícil saber donde está exactamente la verdad, dónde termina la realidad y dónde comienza la propaganda de guerra y la falsificación.

Pero sé ciertamente que si la ley y los tribunales imponen creer en algo, el deber de un hombre libre es no creer en ello. Por principio.

Ignoro si las parrafadas anteriores serán delito o no con la nueva legislación. Pero si el librero Pedro Varela ha pasado dos años en la cárcel por vender libros y sin incitar mínimamente a la violencia contra nadie, si le han confiscado o destruido una buena cantidad de libros, con la reforma legal que será aprobada podemos esperarnos sólo algo peor.

Cuando la sociedad se basa sobre la mentira, la falsedad se convierte en ley y la verdad se convierte en delito.

Para concluir, el último aspecto que quería comentar tiene que ver con el endurecimiento de los castigos y la represión contra las protestas ciudadanas, las manifestaciones y los disturbios varios. No es que hasta ahora hayamos visto gran cosa, ni que merezca mucha consideración la fauna perrofláutica y guarreras que hasta ahora ha montado sus protestas de pastel, ridículas y teledirigidas. Pero es evidente que la clase política se está preparando para hacer frente a movilizaciones masivas, para castigar y reprimir las protestas y la rabia que no puede menos que llegar porque desde luego todo va a ir a peor.

Con este tipo de medidas la casta nos muestra claramente que su enemigo somos todos nosotros, que están poniendo a punto los instrumentos necesarios para meter en la cárcel y freír a multas a quien haga una protesta organizada, incisiva, que les pueda preocupar realmente. Están preparando en definitiva más armas para su guerra contra el pueblo español. Sin embargo mucha gente empieza a estar harta de ellos, y si despierta de verdad no les van a bastar ni las cárceles ni los policías.

Otras novedades van en la misma dirección, como el aumento impresionante de las tasas judiciales. Si por una parte ello puede evitar que se recurra a la Justicia por estupideces como tanto nos gusta, el verdadero sentido no es éste. No es ni siquiera recaudar como se podría pensar. Lo que se persigue es dejar un poco más indefensos a los ciudadanos de a pie ante los abusos y dificultar que recurran a la Justicia. En cambio para las asociaciones bien apoyadas financieramente, para las lobbies, en definitiva para quien tiene el dinero detrás, esto es cojonudo porque el ciudadano normal que se oponga a ellos o quiera defenderse de su  matonismo, aunque tenga toda la razón del mundo se lo pensará dos veces por simples motivos económicos.

En resumen, la reforma del código penal traza un cuadro muy significativo de la clase política que nos aflige. Carente de estatura intelectual y ética, legisla como una veleta según las noticias del día, aprueba leyes aberrantes siguiendo el diktat de las lobbies, se prepara para librar una batalla contra su propio pueblo del cual son enemigos y traidores, busca impedir a los ciudadanos normales el acceso a la justicia.

En definitiva todo va encajando en su lugar y múltiples frentes de acción convergen para trazar un cuadro único, coherente. Cuadro que ha sido descrito por muchos, pero en particular, magistralmente, por el escritor italiano Massimo Fini a cuya crítica de la democracia he dedicado un ciclo de mi blog de textos, el primero de los cuales es Massimo Fini: Democracia (1)

Concluyo esta entrada con una citación libre de las palabras de este autor, verdades como puños, lapidarias, sobre la democracia actual:

“Un sistema de oligarquías organizadas para pisotear al ciudadano...Una manera para darle por culo a la gente con su consentimiento”.

viernes, 9 de noviembre de 2012

VENTOSIDADES DE GÉNERO


Hace tiempo que no escribo sobre feminismo y no está bien que se pierdan las buenas costumbres así como el tono general del blog; por tanto no está de más dedicar esta entrada al tema y comentar una noticia de hace unos meses.

La Justicia nos tiene acostumbrados a sentencias demenciales y aberrantes, unas veces resultantes de la aplicación de injusticia codificada en leyes, otras fruto de la iniciativa personal de los magistrados. Pero hasta ahora nunca se había ocupado de ventosidades, a menos quizás que fueran emitidas ruidosamente en la sala del tribunal, caso en el que probablemente constituyan desacato.

Sin embargo la “justicia” antimasculina es incansable en su perversa creatividad y nos enteramos de que castiga al varón también por tirarse pedos mientras discute con su mujer:


Para ser correctos, en algún otro lugar he leído que no fue condenado sólo por esto sino que era simplemente un agravante, y el motivo principal de la condena era haberla agarrado por los brazos o un empujón. No cambia absolutamente nada. Ya es aberrante que algo tan leve como un empujón sin consecuencias o agarrar del brazo sea delito -sólo si lo hace el hombre por supuesto- pero es monstruoso que se condene también al varón por tirarse un pedo, aunque sea sólo un agravante.

La flatulencia según la sentencia constituía una “actitud de menosprecio que lesionó la dignidad de la denunciante, además de menoscabar su autoestima y honor”. Tiene su humor, o lo tendría si no hubiera un condenado por el pedo. Por desgracia no es una gracia en el espectáculo de un humorista, sino la lamentable realidad de una justicia que se ha convertido ella misma en una gigantesca flatulencia de una sociedad decadente y en descomposición.

Esta dictadura feminista ya no sabe qué hacer para acosar al varón. No se trata sólo de un episodio ni de un caso aberrante aislado, no es solamente un magistrado particular que emite sentencias discutibles o injustas. Esto último es algo que siempre puede pasar y que siempre sucederá.

Se trata, muy al contrario, de un indicador significativo del ambiente general que hoy en día se vive, en los tribunales y fuera de ellos. Una aplicación perfectamente consecuente de las reglas escritas y no escritas vigentes actualmente, según las cuales cualquier atropello contra el varón es lícito.

El problema no depende sólo de las leyes basura que las feministas han logrado hacer aprobar, apoyados por los gilipollas domesticados manejados como peleles y por una amplia mayoría de mujeres que jamás se han opuesto a ello. Se trata sobre todo de una cierta mentalidad, omnipresente, que ha calado hondo en la sociedad y en particular entre quienes están encargados de impartir justicia. Mentalidad que la propaganda feminista ha convertido en el aire que respiramos tras una larga campaña de envenenamiento de las conciencias.

Los niños y jóvenes víctimas de esta ponzoña feminista han crecido, se han convertido en hombres castrados mentales llenos de culpabilidad por ser tales, en mujeres fracasadas e infelices llenas de odio contra el varón. Ahora ellos son la nueva generación que escribe las leyes, imparte “justicia”, ocupa el Estado, los medios y el sistema educativo.

Las taradas que odian a los hombres pueden estar contentas. Ellas están trayendo poco a poco el mundo que querían. Les da un poco igual el futuro, de la sociedad y de los hijos. Hijos que en su mayoría no pueden o no quieren tener, o aunque los tengan son demasiado egoístas y emancipadas para criarlos bien. Todo esto les importa relativamente. Lo importante para ellas es joder a los hombres.

Algo más difícil es comprender  a las mujeres normales que han apoyado y apoyan esta tiranía feminista, sus leyes y su justicia, sus cuotas, su discriminación positiva y su destrucción de la figura del padre que han reducido a una sombra.

Sus hijos varones crecerán sin masculinidad, como castrados mentales sin personalidad y eternos peleles en manos de la mujer; sus hijas féminas encontrarán sólo tales compañeros, porque cada vez más hombres con un mínimo de cerebro o de carácter evitarán esa trampa mortal en la que han convertido el matrimonio.

Sus hijos varones, cuando crezcan, vivirán en una sociedad donde la justicia y las leyes los tratan como la mierda, donde en su carrera profesional cualquier inepta les pasará por delante por ser mujer, donde pagarán más impuestos por ser hombres y estarán obligados así indirectamente a mantener a las inútiles subvencionadas.

Enhorabuena por tanto a las madres presentes y futuras que apoyan la dictadura feminista y la sociedad que está construyendo, un futuro donde sus propios hijos van a tener menos derechos que los perros.

viernes, 2 de noviembre de 2012

EL REINO DEL DINERO (IV): El nuevo feudalismo



Durante este año me he ocupado algo de temas económicos, y específicamente de la cuestión de la soberanía monetaria y lo que ya es una evidente dictadura de la finanza internacional sobre los gobiernos. La serie El Reino del Dinero que –temo- es algo indigesta de leer, formada por tres partes: Húngaros, Mercaderes de humo, El opio del pueblo se ha ocupado de estos temas. Por otra parte en el blog El Velo Rasgado, que complementa el Oso, he publicado un cierto número de textos con la etiqueta Economía que completaré con un ciclo de Massimo Fini cuya primera entrada publico hoy. En conjunto explican lo esencial y son sugestivos para motivar al lector que quiera seguir profundizando en el tema.

El cuadro general que aparece es, en pocas palabras, una situación en la que un cierto grupo o casta se ha hecho o se está haciendo con el control de la sociedad y las palancas del poder, funcionando como una clase dominante mantenida por el resto de la población. La clase de quienes crean y manipulan el dinero en sus varias formas, que es el medio a través del cual ejercen el control.

El dinero es necesario pero no es un bien en sí mismo, sino un instrumento económico para facilitar el intercambio y medir el valor de las cosas. Por tanto debería ser propiedad de la comunidad. Quienes gestionan su circulación realizan un servicio como cualquier otro y tienen su lugar en la sociedad, que debería ser subordinado al poder soberano y nunca de hegemonía. La aberración se produce cuando el dinero es privatizado, cuando quienes lo gestionan lo prestan a la comunidad a cambio de intereses. Mientras dura este sistema la sociedad está siempre endeudada con ellos -por definición- cada vez más, y con el tiempo se van convirtiendo en los amos. Este es el núcleo de la cuestión, la palanca con la cual han escalado un poder que nunca deberían haber tenido.

Naturalmente que haya una clase o una casta dominante no es una situaciòn nueva, es la misma historia humana. En cada época de una nación o una civilización, un cierto grupo o una casta, expresión de una cierta funcion social, ha ejercido la hegemonía y ha impreso a la sociedad un cierto carácter, ha modelado un cierto tipo de cultura.

La hegemonía puede ser la de una aristocracia guerrera como en la Europa feudal y el Japón de los samurai, de una casta sacerdotal como en la India de los brahmanes y los antiguos imperios teocráticos, de una casta de funcionarios basada en la educacion como en la China imperial de los mandarines, de una oligarquia de mercaderes, etcétera. Las variantes son numerosas y la importancia relativa de las funciones sociales, cuál de ellas es el tema dominante en la sinfonía, imprime un sello a toda la cultura.

Pero no es lo mismo que manden los sacerdotes, los guerreros, de los filósofos o los banqueros. Y en efecto la degradación y la decadencia de la sociedad moderna tienen mucho que ver con el hecho de que la casta de los mercaderes de dinero sea la que domina. Pero ello será el tema de la siguiente entrada El estiércol del demonio.

Cada casta o grupo humano ha tenido sus medios para llegar al poder y al dominio de la sociedad. Podemos preguntarnos cómo, concretamente, los amos del dinero han llegado a obtener este poder. Sobre este punto hay una conocida historieta con cinco náufragos en una isla, cada uno de los cuales tiene una habilidad diferente. Forman una sociedad donde se intercambian su trabajo, pero este “comercio” es engorroso porque les falta una unidad común para medir y representar el valor, es decir les falta el dinero. A un cierto punto llega otro náufrago, un banquero, que les ofrece la solución del problema: el dinero, que él mismo imprimirá.

Pero en vez de hacerse pagar una cantidad establecida por este servicio y crear una cierta cantidad de dinero repartida entre todos y de propiedad de la comunidad, lo cual pondría al banquero en pie de igualdad con los otros aportando su particular habilidad, en el sistema que se inventa el dinero es de su propiedad y lo alquila a los demás a cambio de un interés.

Como hemos visto éste es el núcleo de la estafa monetaria. La diferencia es importante porque en el primer caso el banquero es un miembro más del grupo, el dinero pertenece a todos y es controlado por la comunidad, en el segundo el banquero no proporciona un servicio más porque es el propietario de la herramienta dinero y puede dictar sus condiciones. Al final todos acaban trabajando como esclavos para él, que poco a poco va comprando con el dinero que fabrica todos los bienes.

Hasta que a los otros se les inflan las narices y se preguntan por qué motivo el banquero tiene que ser el dueño de todo y dictar su ley. La historieta termina con el banquero puesto de patitas en el mar con su dinero.

Esta es una decripción bastante precisa aunque esquemática de lo que hoy es evidente pero comenzó hace bastante tiempo. En una isla con pocas personas naturalmente una operación como la descrita no sería posible y el final de la historieta es inevitable, pues en una sociedad tan reducida y elemental el juego sería claro para todos e inaceptable.

Todos se conocen personalmente, pueden abarcar la totalidad de la economía y de la vida en la isla directamente, por experiencia personal. Cada uno sabe lo que los demás hacen, los problemas son comprensibles a todos y les afectan directamente.

En una isla de miles o millones de personas las cosas cambian y la toma del poder por la finanza es posible. La economía es compleja, cada uno conoce personalmente sólo a un puñado de personas, las cuestiones son a mayor escala y la realidad se puede abarcar sólo mediante los medios de comunicación de la isla.

A este punto el banquero lo tiene bastante fácil para que el personal no termine arrojándolo al mar. Se garantiza una buena entrada de intereses con su invento, suficiente para pegarse la vida padre y tener en nómina –digamos- a cinco caraduras a los que paga más que bien. Dos de ellos –un poco ineptos y que no saben en realidad hacer gran cosa- fundan partidos políticos que bautizan como derecha e izquierda. Los otros tres vivales -tienen buena labia y saben por lo menos escribir- dirigen los tres periódicos de la isla, uno de derechas, uno de izquierdas y uno independiente. Los isleños votan, los políticos se pelean en los periódicos y se van alternando en los cargos.

Todos contentos. Si por casualidad un grupo de ciudadanos descontentos con el banquero se asocian e intentan utilizar el mecanismo democrático, fundar un partido para cambiar el sistema, curiosamente los tres periódicos parecen hablar con una única voz y lo cubren de fango, de manera que parece un partido criminal y la mismísima encarnación del mal. Si el banquero ha sido previsor, se habrá preocupado también largo tiempo atrás de subvencionar a uno o dos personajes sesudos e instruidos, para que sean los maestros intelectuales y la conciencia moral de la isla.

¿Cuál es el final de esta otra historieta? ¿Conseguirá el sistema ser estable y garantizar un bienestar a la población, suficiente para tenerla tranquila? ¿Fracasará el sistema y entrará en crisis? En este caso ¿Logrará el partido antisistema cambiar las cosas? ¿Pacíficamente? ¿Habrá una revolución?

Nadie tiene la bola de cristal. Lo que es cierto es que el final de la historia no está escrito en ninguna parte ni está determinado por una ley o ecuación matemática, conocida o por descubrir. Depende de la voluntad del hombre que es la que siempre da una forma a la historia, que es libre.

Habrá quien piense que la descripcion anterior es una caricatura. Efectivamente está supersimplificada y es muy esquemática, sin embargo corresponde en buena medida a la realidad. De acuerdo, quizás la democracia no esté aún tan vacía de contenido, puede que no sea así al cien por cien, pero por lo menos lo es –digamos- al setenta por ciento y va en aumento.

Ciertamente no seré yo quien resuelva en este blog el problema de la democracia y la representación, pero me parece claro que la forma de gobierno democrática y el sistema de partidos son el medio ideal para que el dinero y quienes lo controlan dominen la sociedad. Para que logren imponerse como la casta dominante en la sombra, más allá de la fachada de aparentes alternativas y el cacareo del gallinero de los partidos políticos.

Como mínimo el problema de una mejor forma de gobierno está abierto y si hay una verdadera cuestión política hoy, es de qué parte estar frente a la construcción de este nuevo feudalismo del dinero. Es la única significativa, porque es la cuestión de quién manda realmente. El resto es paja.
 
Pero al fin y al cabo alguien tiene que mandar en el mundo. ¿Es tan malo el feudalismo del dinero? ¿Es peor que el de los señores de la guerra feudales o que el de los sacerdotes o que la hipotética república de los filósofos? Las reflexiones que surgen de estas preguntas serán el tema de la siguiente y última entrada de esta serie.

Como último apunte sobre el sistema democrático, digamos que los fundadores de la democracia moderna tenían en mente una clase dirigente que representase a la sociedad y elegida por el pueblo, pero basada en el mérito, la educación y la excelencia personal, formada con criterios cívicos y de servicio a la comunidad.

Es evidente –o debería serlo- que estos criterios son totalmente incompatibles con la mentalidad igualitaria que hoy domina, y cabría discutir sobre su compatibilidad en la práctica con el sistema democrático. Pero más allá de esto y en cualquier caso, la élite destinada a dirigir la sociedad que tenían en mente aquellos pioneros era muy diferente de la casta política actual. Ciertamente lo último que querían aquellos padres de la democracia moderna era el feudalismo del dinero, que son embargo es el punto al que está llegando inevitablemente su sistema.