La ciencia se puede degradar muy
fácilmente en ciencia basura cuando se mezcla con la ideología, cuando se
insinúan el propósito sectario a favor de una tesis preconcebida, la intención
abyecta de señalar con el dedo a una categoría de personas que el poder de
turno marca como apestados. Entonces nace la basurciencia al servicio de los grupos de poder y de la mentira
militante.
Si a este punto de partida
defectuoso añadimos la superficialidad general de la prensa y la voluntad
tendenciosa del periodista, ya tenemos cocinado el engrudo venenoso que
“demuestra científicamente” ante los ojos del público la “verdad” sectaria que
se quería proclamar, ya tenemos el “resultado científico” que puede ser citado
por los mercenarios de la falsedad.
Proliferan en esta línea los basurestudios autodenominados “científicos”
al servicio de la propaganda feminista tan en boga hoy día, como es el caso de
un reciente estudio realizado en España, que analiza la activación del cerebro
de los “maltratadores”. La idea es coger a un grupo de “maltratadores” haciéndoles
visualizar escenas de violencia, tanto contra mujeres como de otros tipos, para
estudiar las áreas del cerebro que se activan.
Semejantes estudios se han
realizado en varios campos y para otros fines, no han llegado nunca a gran cosa,
y es bastante risible la pretensión de haber “fotografiado” de esta manera los
pensamientos, o haber profundizado con esto en la mente humana. Pero no es este el punto.
El punto es que para empezar no se nos dice qué debemos entender por
“maltratador”.
¿Es alguien que ha dado una
paliza a su pareja? ¿Que le ha pegado, que le ha dado un empujón? ¿Y en este último caso en qué
circunstancias, y qué le había hecho la mujer? Porque no es lo mismo una cosa u
otra ¿Quizá el “maltratador” la había sólo insultado? ¿Ella le había o no insultado
o humillado por su parte? ¡Ah, es que eso no es
maltrato!
¿Quizá el hombre se había tirado
un pedo delante de ella durante una discusión (caso real de justicia aberrante
española)? ¿O la había criticado y ella se sintió ofendida? ¿O quizá nada en absoluto y ella lo denunció por
sus santos ovarios sabiendo que para la legislación basura española la mujer
siempre tiene razón y el hombre no tiene presunción de inocencia?
Está clarísimo, si uno tiene
ojos para ver, que el término “maltratador” no significa nada en absoluto hoy en día, es sólo un estigma y una marca del
apestado. Y como no significa nada, ya desde el principio esta insignificante producción
seudocientífica no vale ni para papel higiénico. Semejantes producciones tienen
un único objetivo: tomar casos de hombres realmente violentos, responsables de
agresiones reales, y aplicarle la
misma medida, la marca del “maltratador”, a cualquier hombre que haya sido
condenado en base a las leyes basura feministas, o que haya sido sólo denunciado, sea por
faltas infinitamente menores, sea por algo que ni siquiera es falta si lo hace
la mujer, o incluso por nada en absoluto o una denuncia falsa.
Este es el objeto se esta clase
de basurciencia, contribuir a la creación de una casta de parias, señalar con
el dedo a quienes la tiranía ideológica feminista y sus tribunales estalinistas
de género declara “maltratadores” (“tienen el cerebro diferente” piensa el papanatas
que ha leído acerca del estudio). Que el paria sea re-educable o no es, en el
fondo, secundario: lo importante es que se le pueda marcar como apestado.
Por todo lo comentado, queda
claro el valor de esta mierda "científica" pinchada en un palo, así como su intención perversa. Lo que
no impedirá que sea citado como si fuera un gran logro y un descubrimiento.
No dudo que se hayan encontrado
diferencias en las zonas del cerebro que se activan en los sujetos estudiados.
Pero ¿Eran violentos de verdad o sólo condenados por violencia de género? Porque
en el caso de un hombre condenado por una insignificancia o por una denuncia
falsa, es normal de todos modos que tales temáticas sean importantes
emotivamente para él y se le activen zonas particulares del cerebro. ¿Se ha
tenido esto en cuenta? ¿Cómo se han seleccionado los sujetos?
Pero sobre todo se le ve el
plumero al estudio en la fijación con el tema de los crímenes pasionales (la
emergencia inventada de la “violencia de género”) como si existieran sólo dos
clases de criminales: los comunes y los de género. Naturalmente la intención
final es llegar a decir que todos los varones somos criminales de género en
potencia. Y como han “demostrado” que el cerebro es diferente, de ahí sólo hay
un paso a pedir que a los condenados por las leyes basura se les tenga bajo
control después de haber cumplido su condena, como a los delincuentes sexuales
que no se pueden curar, a los pedófilos y a los violadores.
A esto quiere llegar la infamia:
después de promulgar leyes injustas para las que el varón es culpable por
principio, se marca como un paria a quien es condenado por estas mismas leyes
basura. A esto sirve la “justicia” feminista y a esto sirve el empoderamiento de la mujer occidental en
la política y la justicia.
¿Por qué no han estudiado el
cerebro de las mujeres que denuncian en falso? ¿Qué sucede en el cerebro de una
abogada feminista que fomenta las denuncias falsas? ¿Qué manchitas salen en el
mapa de actividad mental de una mujer que humilla y veja a su marido? ¿Y por qué no estudian las “manchitas” que
muestra la resonancia magnética en el cerebro de las mujeres que matan a sus
hijos (las mujeres lo hacen en número mayor que los varones, aunque la prensa
basura oculte este hecho y quiera dar la impresión contraria)? ¿Por qué no
estudian también esto?
¿Qué áreas cerebrales se les activan a los papanatas que apoyan el feminismo? Probablemente ninguna en absoluto
porque la actividad mental está por debajo del umbral de medición, pero sería
deseable tener un respaldo científico. ¿Qué mostraría la resonancia magnética
del cerebro de una feminista militante? Si el equipo está correctamente
calibrado sapos y culebras como mínimo, y probablemente también una colección
de monstruosidades que sería la envidia de cualquier bestiario medieval.
El lector estará de acuerdo en
que es un campo de investigación fascinante y que promete resultados
reveladores, si el estudio se lleva a cabo con rigor científico.
Pero lo primero, como medida
profiláctica, sería hacer la resonancia magnética de la actividad cerebral de
quienes, incapaces de hacer verdadera ciencia, se ven abocados al triste papel
de fabricar seudociencia sectaria al servicio de la propaganda feminista.
Max Romano
Max Romano