miércoles, 26 de septiembre de 2018

LOS FANTASMAS DE LA PSIQUIATRÍA SOVIÉTICA REGRESAN. LA JUSTICIA ORDENA A MARINE LE PEN SOMETERSE A EXAMEN PSIQUIÁTRICO



Artículo publicado en El Correo de madrid



El sistema se empieza a volver histérico y resucita aquellos fantasmas que vuelven inevitablemente a la mente; aquellos siniestros doctores con la hoz y el martillo que inventaron la diagnosis de esquizofrenia lentamente progresiva; curiosa enfermedad mental que no podía ser diagnosticada de manera clínica y objetiva, solamente a través del comportamiento social, que en práctica se resolvía en la no conformidad de las ideas con la ortodoxia comunista.

Ahora estamos en el siglo XXI y han pasado casi cincuenta años desde entonces. Pero estos fantasmas existen también aquí y ahora; en nuestra sociedad del conformismo avanzado, no es la primera vez que asoma las orejas el lobo de esta nueva Naranja Mecánica. En efecto, siniestros expertuzos y profanadores de cerebros empiezan a amenazar con terapias y métodos para curar estereotipos sexistas, machistas, racistas… es decir, llamando a las cosas por su nombre, amenazan con la violación de las mentes para vaciarlas y llenarlas con la nada de la corrección política, para conseguir que todos tengan la cabeza tan vacía como ellos.

Volviendo a Marine Le Pen, creo que nadie en su sano juicio y en buena fe pueda dudar, por un solo momento, que esta orden del tribunal tenga el único objeto de perseguir a Marine Le Pen por su actividad política, destruyendo su carrera si es posible. De una forma particularmente repugnante y prevaricadora además; en el contexto del ridículo, patético pretexto utilizado para construir un proceso farsa: el haber difundido vídeos de las atrocidades del Estado Islámico.

Han hilado fino en verdad para perseguir sólo a lo que ha colgado la líder francesa, entre los millones de fotografías y vídeos atroces que circulan.

Pero no me extenderé sobre el mérito de la cuestión porque todos sabemos por qué se persigue a Marine Le Pen: lo sé yo, lo saben los lectores y lo saben los inquisidores. Es transparente por lo tanto el carácter injusto, prevaricador e inaceptable de esta orden judicial. Inaceptable en sentido literal: es algo que no se puede aceptar porque si se acepta, la próxima será un examen psiquiátrico para todo aquel que se oponga a la inmigración, por ejemplo, o para el que diga que existen diferencias naturales entre hombres y mujeres que hay que valorizar.

¿Qué debería hacer, qué hará, Marine Le Pen? ¿Someterse a la injusticia por respeto al Estado y a la Justicia con mayúsculas? ¿Confiar en los mecanismos de la Justicia con mayúsculas? Es una posibilidad, pero para ello tendría que haberla, una Justicia con mayúsculas; y cuya primera medida debiera ser investigar por prevaricadores a los jueces-guardianes de la salud mental. Pero esto muy difícilmente lo veremos.

Y entonces la única respuesta a la justicia con minúsculas, puesto que sólo esta última existe, es el rechazo a cumplir esta orden, recurriendo a todas las instancias posibles, y si es necesario a la insumisión y al abierto desacato contra lo que, repito, nadie en su sano juicio puede dudar que es prevaricación.

Negar cualquier legitimidad al sistema, a su justicia con minúsculas y a los maestros de marionetas que les dan las órdenes a sus esbirros. Posiblemente sacando a la calle a los millones de franceses que han votado Le Pen y que indirectamente han sido tildados de desequilibrados mentales; no para romper y quemar (eso lo dejamos a la racaille y a los guarros falsos antisistema y a los demás niños mimados de la corrección política) sino para que griten todo su rechazo y su asco y su desprecio.

Y también para hacer pagar a la tiranía del pensamiento único un precio político, el mayor posible, por esta jugada de querer resucitar la psiquiatría soviética. Una jugada que bien se podría revelar con el tiempo un craso error.

En efecto, cuando el poder considera que la defensa de la propia identidad y la propia patria es un signo de desequilibrio mental, quizá millones de personas empezarán a preguntarse, de una puñetera vez, si lo que pasa es, como en el cuento de Poe, que los locos han tomado el control del manicomio.

sábado, 22 de septiembre de 2018

EL MALTRATO A LOS NIÑOS, LA INMUNDA LEGISLACIÓN FEMINISTA Y EL ODIO CONTRA EL PADRE





Es de estos días la triste noticia del fallecimiento de un niño de dos años en Alicante, víctima del maltrato de la nueva pareja de la madre. O quizá de ambos, que no sería la primera vez. De cualquier manera, cualquiera que sea la mano que ha matado a ese niño y lo que decidirá la justicia, esa madre es moralmente asesina cuanto el bárbaro que había metido en su cama. En efecto, si la madre no ha protegido al niño como era su deber, máxime si el maltrato era habitual como parece, ella es también responsable y cómplice, aunque sea por inacción.

¿Y el padre? ¿Por qué no ha protegido él a su hijo?

Porque no podía. Separado de la mujer, desde hacía meses no podía ver a su hijo porque ella cambió de ciudad sin avisarle, llevándose al niño y poniéndole una denuncia por violencia de género. Con ello el contacto con el niño quedó interrumpido y el padre no pudo advertir que su hijo estaba siendo maltratado, hasta que fue demasiado tarde.

Una de esas denuncias que sabemos falsas en la gran mayoría de los casos, fomentadas por la repugnante e injusta Ley de Violencia de Género, la Gran Basura Legislativa española; una de esas denuncias que a menudo son utilizadas por madres-hiena y abogadas-culebra como armas para alejar al padre de sus hijos y dañarlo todo lo posible; una de esas denuncias de las que vive la mafia feminista del maltrato, ese odioso cáncer de la sociedad que ha convertido la ley y la justicia en un campo minado y un territorio hostil para el hombre.

Por lo tanto, además del asesino directo y la asesina por inacción, tenemos la responsabilidad de todo este sistema judicial, legislativo, mediático e ideológico que odia al varón y al padre, permeado en cada una de sus fibras por la lacra feminista que, más allá de este caso particular, ha convertido en in infierno judicial y psicológico la vida de los padres separados o divorciados. Feminismo asesino pues es responsable de esa persecución legislativa y judicial, causa directa de la extraordinaria incidencia de suicidios entre los hombres en esa situación.

No se pueden sacar conclusiones de un solo caso obviamente. Pero no es un solo caso el drama de los suicidios masculinos. No es un caso aislado el hecho de que la violencia contra los menores sea ejercida mayoritariamente por mujeres, ni que cuando falta la tutela del padre las probabilidades de que los hijos sean maltratados aumentan; a menudo por el nuevo compañero de la madre, pero también y no pocas veces por la misma madre.

Estas afirmaciones parecerán chocantes y contrarias a la percepción de la mayor parte de la gente, acostumbrada a recibir una imagen exactamente opuesta por parte de los grandes medios de comunicación. Pero es que tales medios son cómplices de la propaganda antipaterna, auténticos falsificadores de la realidad; en infinita mala fe utilizan los casos de padres asesinos como materia prima para cocinar su veneno de las mentes; aprovechando estos crímenes atroces, injustificables, de padres indignos o desequilibrados, producen esas basurpiezas periodísticas que todos hemos leído (aparecen con estudiada regularidad) cuya función es meternos en la cabeza la idea de que el padre es un peligro para sus hijos.

Cuando la madre es la asesina, en cambio, además de que el suceso recibe una atención muchísimo menor, se encuentra siempre una manera de justificarla o exculparla. Que si era maltratada, que si sufría depresión y blablablá. Y por supuesto nada de manifestaciones contra la “violencia materna” ni “tarjeta roja a la madre asesina” ni "cuando matas a un niño dejas de ser una mujer", ni lacitos de colores ni payasos de la política lamiendo los ovarios a las feministas, como sucede cuando el padre es el criminal.

Esta es la idea de justicia y de “igualdad” vigente en el matriarcado histérico de Occidente.

Artículo publicado en El Correo de Madrid
 
Max Romano

miércoles, 19 de septiembre de 2018

¡AL LOBO, AL LOBO! LOS EUROPEOS EMPIEZAN A HARTARSE DE SUS CLASES DIRIGENTES TRAIDORAS Y VENDEPATRIAS





La alarma cunde en la gran prensa, aquella que los anglosajones llaman mainstream: es decir  los medios del pensamiento único, los órganos de propaganda e instrumentos de control social en manos de esos estafadores que pretenden llamar opinión pública a su opinión publicada, que no son sino las consignas de quienes pagan el sueldo a los que escriben.


Toda esta gente ha lanzado la alarma: la “ultraderecha” y la “xenofobia” y el “populismo” avanzan en Europa. Artículos histéricos y titulares risibles a menudo llenos de humor involuntario; parece que les hayan dado cuerda a todos a la vez, a los opinadores oficiales cuya única obsesión es quitar legitimidad a esa voluntad de rebelión que empiezan a mostrar millones de europeos, a pesar de la vergonzosa manipulación de los medios y la campaña masiva de lavado de cerebro; una voluntad de rebeldía y resistencia contra el destino envenenado que les han preparado sus clases dirigentes traidoras.


Y es que en un sentido casi literal efectivamente les han dado cuerda a periodistas y políticos. Como se hace con esas tradicionales cajitas de música que tocan la melodía que llevan impresa dentro, siempre la misma. Luego el muelle se gasta y a veces incluso se rompe, pero siempre hay disponible otra cajita de música como reemplazo.


El problema es que la música de las cajitas es agradable y hermosa, pero el tema que tocan los políticos vendepatrias, en cambio, tiene el hálito de la muerte: es la marcha fúnebre compuesta con las notas del odio contra Europa y los pueblos europeos.


Ya lo dijo Mark Twain en el siglo XIX: “Si votar sirviera para algo, no nos dejarían hacerlo”. ¿Vale esta máxima también hoy en día? Queremos creer que no y todavía lo creemos, a pesar de todo. En Hungría un magnífico gobierno tradicionalista y patriota resiste a las imposiciones y lucha por el futuro de su país; en Suecia que por cierto es el país más lobotomizado de Europa, el partido Demócratas de Suecia ha obtenido un resultado impensable hace pocos años. En Alemania el partido Alternativa por Alemania avanza. En Italia también han empezado a reaccionar.


En toda Europa empiezan a surgir brotes de rebelión.


Es hora de que vayan tomando nota los señores juntaletras de la prensa vendida a la corrección política, que también podemos llamar las señoras prostitutas del sistema, pagadas para satisfacer a quienes tienen costumbre de leer y no sólo de fornicar. Para millones de europeos ya no cuelan las mentiras que sus proxenetas con corbata y forrados de millones les ordenan escribir. Las palabras-policía ya empiezan a perder su fuerza: cada vez más se dan cuenta o empiezan a sospechar que las expresiones “extrema derecha”, “populismo”, “xenofobia” no significan nada; que son simplemente una manera de criminalizar y deslegitimar la más que legítima, incondicional, innegociable e irrenunciable voluntad de los europeos de seguir siendo europeos, de no perder su identidad, de no convertirse una minoría en su propia tierra.


Quizá me equivoque pero soy pesimista. Pienso que Mark Twain sigue teniendo razón hoy en día y que votar sirve, quizás, pero sólo hasta cierto punto.


Lo que quiero decir que, si las cosas han de cambiar, probablemente no sea de manera pacífica y ordenada. Pero no porque los partidos identitarios sean “extremistas” o violentos. En absoluto. Será porque, cuando de verdad se conviertan en una amenaza capaz de cambiar realmente las cosas, las propias oligarquías que nos gobiernan recurrirán a formas de represión y control cada vez más tiránicas; incluido también si es necesario el asesinato político y la ruptura de las mismas reglas democráticas. Ahora bien, si llega ese momento evidentemente todos los medios de lucha y resistencia serán legítimos, porque nadie está obligado a respetar las reglas si el otro no lo hace.

Max Romano