WE CAN DO IT!
¡PODEMOS HACERLO!
(Incumplir la ley)
El indecente indulto a la mujer María Salmerón, condenada a una ligera pena de prisión (que ya
no cumplirá) por haber impedido sistemática e ilegalmente a lo largo de varios
años las visitas de su hija a su ex marido, deja claro una vez más que en España
los varones somos ciudadanos de segunda clase. Por cierto es el segundo indulto por este motivo.
Este vergonzoso episodio sirve
para restregarnos en la cara a los varones, por enésima vez, que la mujer puede pasarse la ley y
las sentencias judiciales por los ovarios. Aunque el hombre consiga algo (en raros casos) tras una batalla desigual contra una
ley y una (in)justicia infectadas hasta la médula de odio contra el varón y totalmente
parciales, ella puede ignorar la ley y las sentencias; si es que no hay más remedio que
condenarla siempre puede llegar el indulto, y llega puntualmente tras la habitual, miserable campaña de manipulación y propaganda.
El mensaje está muy claro: quítate
de en medio varón (pero sigue pagando la extorsión legalizada) porque no hay ni
habrá justicia para ti.
Como en ocasiones anteriores y como es habitual en estos temas, abundan los artículos periodísticos
totalmente parciales y repugnantes, obras maestras de descaro y deshonestidad cuyo único objeto es darle la razón a ella a toda costa; como siempre nos hablan del padre maltratador, el nuevo paria de nuestra sociedad, sin que jamás se precise en
qué consistía el maltrato.
Usando la palabra maltratador las víboras y sus despreciables juntaletras en los basurmedios de comunicación quieren que
entendamos: violento, asesino en potencia,
golpeador de mujeres; cuando en realidad puede ser simplemente (las leyes basura
condenan por esto) quien ha dado un empujón a su esposa (aunque ella puede
darle más y mejores bofetadas o golpes y no es maltratadora) o quien le ha levantado la voz (naturalmente
ella puede hacerlo sin que haya maltrato).
O simplemente ella puede denunciar en falso y, debidamente asesorada por las despreciables abogaduchas de la mafia feminista, fácilmente conseguirá que el varón sea condenado; o como mínimo trastornar gravemente su vida y, si así su capricho lo desea, apartarlo de sus hijos.
En resumen, desde que existen las leyes basura del feminismo, decir maltratador no significa absolutamente nada; no significa una mierda, salvo que ha sido denunciado, o condenado por leyes que han escrito las feministas y tribunales de genero instituidos para perseguir al varón.
En este caso no sólo el nombre del padre no se dice, pues es una no-persona (es un "maltratador" y eso basta) y sus razones cuentan como un cero a la izquierda, sino que además se calla cuidadosamente
el tipo de maltrato: esto significa con una probabilidad cercana al 100% que se
trata de la patraña feminista del “maltrato psicológico”. Es decir el puro arbitrio de la mujer que llama
maltrato a cualquier cosa, porque sabe que una sociedad de castrados mentales con
el cerebro podrido por el feminismo le dará la razón.
Pues si efectivamente hay
situaciones humillantes, si hay hombres que le hacen la vida imposible a la
mujer, muchísimo más frecuente es el caso opuesto. Pero una mujer que humilla a
su marido y le hace la vida imposible jamás será condenada por maltrato psicológico porque este tipo de “maltrato”
no es más que un delito cortado a medida para la justicia bolchevique feminista.
Sí he encontrado un artículo
sobre una aparición de la mujer en televisión donde decía: “No me olvidaré cómo me llamaba inútil y me decía que nunca conseguiría
llegar a ascender en el trabajo”. Si lo más violento que puede echarle en
cara es que la llamaba inútil… además no se sabe lo que ella le decía a él. Ni
podemos saberlo, ni en realidad la justicia debería entrar en tales cosas; pero durante un tiempo el hombre tuvo la custodia de la niña y luego se la dieron a la
madre, de modo que seguramente un monstruo violento no era, o no había dado ningún motivo para pensarlo.
No faltan tampoco artículos de los juntaletras que nos
hablan de acoso por parte del marido
de esta mujer: el acoso consistía en que el hombre la denunciaba (como era su derecho)
cuando ella incumplía el régimen de visitas establecido por el juez.
¿Es acoso recurrir
a la ley para obtener justicia? Por lo visto sí, cuando lo hace un varón.
Apenas
podemos contener la náusea cuando leemos cosas así.
Los episodios como éste
confirman que vivimos en un ambiente envenenado donde la mujer tiene siempre razón
por defecto, donde la política y la justicia de doblegan ante la presión de la opinión
pública y de los medios.
Una situación por desgracia lógica y comprensible, pues decenios de
profundo condicionamiento mental han creado, como nos dicen los juntaletras, un cierto clima social ... el clima social consiste, hablando claro, en haber convertido a la mayor parte de la población
y a muchos, muchísimos entre las élites
(dicho con sarcasmo, se entiende) en borregos mentalmente secuestrados, con los cerebros llenos hasta rebosar de la inmundicia que las feministas les han vertido dentro.
MAX ROMANO