El
lector quizá no vea inmediatamente la relación entre los elementos del título,
pero si tiene un poco de paciencia verá como sacamos a la luz el hilo delgado
que une a los tres y los funde en una unidad de significado. Eso sí, deberá
llegar al final del articulo que por su extension he dividido en dos partes.
Hace un par de semanas volvía a Madrid por la A-2 tras un día
de excursión con mi familia y paré en la pintoresca área de servicio “Área 103”
donde tras tomar unos refrescos compré una botellita de licor de la marca Hijoputa y una de vino de la marca Franco,
con la imagen del Caudillo, el Águila de San Juan y la bandera sin el águila por detrás. Dejé las latas de perdices Acojonantes y otras lindezas que había
allí para la próxima ocasión. Por cierto, que nadie haga asociaciones indebidas
con las dos botellas pues no es mi intención, es sólo que las compré a la vez.
Examinando la botella de vino observaba en ella impresa la
famosa frase “no se os puede dejar solos”
y tuve ocasión de reflexionar un poco, en la larga espera mientras mi mujer e
hijas volvían del baño, sobre la España actual. La conclusión que se me imponía
considerando fríamente las cosas es que es que quizá, después de todo, Franco tenía
su parte de razón con la frasecita de marras.
No es que el anterior régimen corresponda a mi ideal de
Estado ni que yo sea un incondicional del Caudillo, pero la simple honestidad
obliga a reconocer la realidad. No me considero franquista, simplemente no tengo una mala opinión de Franco. En
cualquier caso, es historia y como tal deberia ser considerada. Es decir no
para tomar partido en problemas del pasado y fosilizarse en ellos sino para, en
primer lugar, comprender correctamente, y en segundo lugar usar esta comprensión
como inspiracion, para dar una profundidad temporal y un sentido histórico a nuestra
toma de posición frente a las cuestiones actuales.
Por otra parte, tuviese Franco razón o no con la sentencia,
no es que él o nadie pudiese hacer mucho: cada generación nueva debe
resolver los problemas que históricamente se le presentan, ningún Caudillo o
sistema vive para siempre y nadie puede hipotecar a las generaciones futuras,
que necesariamente y siempre son dejadas
solas. Aunque precisamente esto, hipotecar el futuro y privar de libertad a
las generaciones futuras, congelar la historia y cristalizarla en un eterno
presente en el cual todo está resuelto y no se puede cambiar nada, es lo que
quiere en el fondo la ideología actual del final
de la historia, de la cual el mismo
sistema democrático, o más bien la farsa que actualmente tiene este nombre, es
un aspecto más.
Comparando el legado de los dos períodos podemos notar cómo
en cualquier caso las clases dirigentes no estuvieron ociosas ni antes ni
después. Durante el franquismo estuvieron ocupadas en desarrollar una base
industrial, construir pantanos, carreteras, mejorar el sistema educativo básico
y también la educación superior para crear una clase de técnicos que sostuviese
el crecimiento del país.
Sin duda educación ideológica también, pero a pesar de ella
el antifranquismo siguió bien vivo; lavado de cerebro o no, quien al final había
de ser antifranquista lo fue de todos modos y los padres, también los
contrarios al régimen, pudieron educar a sus hijos en sus ideas. Por cierto que
las familias tenían bastante más libertad para hacer esto que en la época
actual, en la que el Estado se mete por todas partes y dentro de nuestra casa, se busca ocupar
totalmente el tiempo de los niños para reducir la influencia de la familia y
proliferan los expertos educativos,
cuya misión real es imponer una normalizacion ideológica disfrazada de
objetividad y ciencia.
Notemos también, por cierto, que si los antifranquistas de
la transición sabían hilvanar dos conceptos, poner de acuerdo el sujeto con el
predicado y utlizar un vocabulario mínimamente decoroso y adecuado, ello era
debido al sistema educativo de la dictadura que tanto odiaban. Apenas los papás
progresistas empezaron a aplicar sus ideas a la educación la destrozaron y la hundieron
por completo, hasta el punto de que sus hijos hoy en día carecen ya de aquellas
habilidades, que sus padres antiautoritarios tenían gracias a la educación
autoritaria recibida, represiva pero que enseñaba.
Además de destrozar la educación la clase dirigente
democrática se dedicó a destrozar muchas otras cosas, como las Fuerzas Armadas,
a dejar que en España se fueran perdiendo industrias, que enteros sectores de
actividad decayeran. Naturalmente hubo desarrollo económico, pero gracias a la
iniciativa privada y a las bases que fueron puestas durante el período
anterior, no ciertamente a la labor de sus dirigentes.
Pero sería injusto decir que la clase política democrática
no tiene en su haber ninguna realización, pues no se ha limitado a la desidia y la ociosidad. Como los dirigentes anteriores trabajaron para
dotar a nuestro país de industrias, educación e infraestructuras, los que
vinieron después trabajaron con ahínco en su obra monumental: el sistema
clientelar de partidos, sindicatos, burocracias inútiles y dañinas, la
multiplicación de funcionarios, políticos y privilegios. En una palabra el
crecimiento y cuidado de una casta de vividores, chupópteros y sinvergüenzas de
dimensiones fenomenales, multiplicada al infinito con el sistema de las
autonomías.
Reconozcamos que no es fácil construir esto. No es tarea de
un día, requiere una inteligencia, un ingenio y un trabajo constante, una buena
capacidad dialéctica y habilidades de ilusionista para disimular y disfrazar la
realidad, de tener engañado al personal para que no perciba bien de qué va la
cosa. Un derroche de talento y de energía que si hubiera sido empleado de otra
manera podría haber hecho de España una potencia europea. Esta es la obra de la clase política democrática, su legado a las
futuras generaciones de españoles.
Ahora estamos empezando a darnos cuenta de que no tenemos
base industrial ni base educativa, de que ya no hacemos barcos, de que en
muchos campos tenemos bien poco que pueda sustentar una riqueza
nacional, aparte el turismo y la agricultura. En cambio nos sobran inútiles,
especialistas en gilipolleces, enjambres de figuras con nombres improbables que
nadie sabe para qué sirven en realidad, mientras que trabajando en el campo
quedan sólo ancianos e inmigrantes.
Una gran parte de la poblacion en nuestro país ha llegado a
ser como la antigua plebs frumentaria del
Imperio Romano en su decadencia, fauna que vegeta, arma bronca y tiene sólo
derechos sin deberes, mantenida con el grano del resto del imperio. Sólo que en
realidad nunca hubo mucho grano y ahora se acabó. España ni tiene imperio ni
rebosa de petróleo u otros recursos naturales; lentamente vamos a volver a ser
un país de pandereta y turismo, por la desidia de una clase política que no ha
defendido la patria ni ha trabajado para el futuro.
Uno podría pensar que es muy estúpido por parte de los políticos aserrar la rama del árbol sobre la que están sentados, sobre todo cuando los mismos políticos engordan como cochinos y gravan la rama con un peso cada vez mayor. Pero es que no se puede esperar otra cosa de quienes se ocupan exclusivamente de sí mismos y su particular interés, de quienes desprecian y se burlan de conceptos anticuados como sentido del honor y patriotismo, de quienes mendigan votos hablando sólo de derechos y nunca de deberes para después regularmente engañar a quienes les han votado
Uno podría pensar que es muy estúpido por parte de los políticos aserrar la rama del árbol sobre la que están sentados, sobre todo cuando los mismos políticos engordan como cochinos y gravan la rama con un peso cada vez mayor. Pero es que no se puede esperar otra cosa de quienes se ocupan exclusivamente de sí mismos y su particular interés, de quienes desprecian y se burlan de conceptos anticuados como sentido del honor y patriotismo, de quienes mendigan votos hablando sólo de derechos y nunca de deberes para después regularmente engañar a quienes les han votado
Y sin embargo para entender este engaño en particular habría bastado leer bien
la fábula de Pinocho. Sabemos o deberíamos saber que quien nos promete el País
de los Juguetes, en el que se juega siempre y no existen obligaciones, donde se
puede vivir del cuento eternamente, alberga en realidad la secreta intención de
transformar a los niños en burros y luego en esclavos. Que es una decripción
casi literal de la realidad. Ahora se acabó el juego, a los españoles les han
crecido ya unas monumentales orejas de burro y rápidamente nos están
convirtiendo en esclavos.
Esclavos a nivel personal, si pensamos en tantas familias
en las que están obligados a trabajar los dos y a menudo precariamente –el que
tiene un trabajo- pero no se consigue comprar una casa decente en un tiempo
decente, mientras que nuestros padres podían comprar casas más grandes, mejor
construidas, en menos tiempo y con el sueldo de uno solo. Muchos piensan, es cierto, que hoy en día somos más ricos porque cambiamos de móvil cada año,
tenemos juguetes electrónicos y ropa de marca y cocina de autor, pero aquí
naturalmente viene a cuento lo de las orejas de burro.
Esclavos a nivel nacional, de los mercados y de los
especuladores que dictan su ley a gobiernos que carecen de soberanía. Precisamente hoy he leído en el periódico que el pago de la deuda se come la cuarta parte de los presupuestos del Estado para el año que viene. Es una auténtica enormidad que hace totalmente evidente la esclavitud de la deuda, la trampa de la que no saldremos jamás, a menos de dar un portazo y romper radicalmente con el sistema actual.
Pero quizá esté sobrevalorando la inteligencia de la clase
política. La analogía que de verdad captura la situación es la del tejido
canceroso que piensa sólo en crecer sin importarle mímimanente que con su
crecimiento termine por matar al organismo del cual vive. El tejido canceroso
no tiene inteligencia ni comprensión ni capacidad de previsión o de proyectar
el futuro, es simplemente un aglomerado de células anormales, cada una de las
cuales se preocupa sólo de crecer y alimentarse a expensas de las demás, por
cualquier medio y pasando por encima de cualquier otra consideración.
Ya lo comentado hasta ahora sería suficiente para que a nuestra
casta se le cayera la cara de vergüenza pero es que aún nos queda lo
mejor, que es su responsabilidad en el auge del separatismo y el peligro de disgregación
de España en un futuro próximo. Este será el tema de la segunda parte.
4 comentarios:
Yo no soy franquista, pero cuando hablo de Franco y comparo muchas cosas con la casta política actual me vuelvo lo que yo llamo "Franquista por reflexión"
Al menos en esa época eramos un país y había un proyecto de hacía donde se iba, y lo que se consiguió a nivel económico y social en algunos aspectos realmente importantes (a pesar de los boicots mundialistas) fue mucho e importante , de ello ya no queda casi nada.
Que disfruten de SU "democracia", su paro y su corrupción democraticamente elegida, yo ni la pude votar ni elegir.
Ýo tampoco me considero franquista pero reconozco que en dicho régimen España tuvo un crecimiento económico muy importante y una serie de avances sociales también importantes cuyo resultado fue transformar un país pobre y hambriento en una nación con cierto futuro, donde la soberanía como nación era mucho mayor de lo que es hoy, que ya no queda prácticamente nada.
Todo eso hoy prácticamente ha desaparecido, actualmente tenemos una falsa democracia dictatorial,corrupta hasta la médula que ha arruinado este país por todas partes, sobre todo a los trabajadores.
Alguien sabe cuanto bale la botella de franco
Hola. No cuesta demasiado, creo recordar sobre los cinco euros, pero es que la compré hace mucho.
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