Porque tampoco es tan difícil hacer las cosas deshonestamente
bien, quiero decir hacer trampas pero con más estilo, de una manera menos burda. Pero debe existir cierta
clase de español que, cuanto más alto sube, más imbécil se vuelve: valga de
ejemplo el señor Undangarín el cual tenía, debido a su posición, todas las
puertas abiertas para hacer sus negocios y enriquecerse, de manera correcta y respetando las
reglas; pero fue lo suficientemente estúpido como para estropearlo.
Volviendo a la increíble y fenomenal cantera de incapaces,
mediocres e ineptos producida por cuarenta años de democracia, parece que no
saben ni siquiera copiar tesis decentemente, lo cual es sólo un poco más
difícil que hacer la O con un canuto. Pero hay especialidades que sí dominan
con virtuosismo acrobático, en realidad lo único que realmente saben hacer: cum laude en chanchullo y picaresca
barata, senior executive excellence en
miserable cabotaje político de pequeños intereses y pequeñas ideas, esta es la verdadera titulación de
estos hombres y mujeres de modestísima estatura y nulo sentido del Estado.
Miserable es en verdad el panorama político y el nivel
alcanzado cuando la información política se centra en quién ha hecho más
trampas para engordar su curriculum
vitae, o para más evadir impuestos. No en las cuestiones realmente políticas, no en los problemas de la
nación, siquiera en los problemas de administración que es a lo que se ha
rebajado la “política” cada vez más. Por no hablar de la Historia que está
pasando sobre nuestras cabezas y va a condicionar nuestro futuro.
No podemos tener una clase política de nivel más bajo, que ha
inventado esta nueva manera de insultar a los españoles. En efecto no era
suficiente insulto decirle al español que ha estudiado y trabaja, o al que no
ha estudiado y trabaja: eres un pringado porque me estás manteniendo aunque no
sé hacer nada.
Ahora no se conforman con esto y con reírse en nuestra cara.
Han doblado la dosis y ahora le están diciendo directamente, al español que se
ha trabajado sus estudios: eres
gilipollas, porque no sólo trabajas para mantenerme sino que yo también
tengo un título y vale como el tuyo.
Este es en realidad el verdadero mensaje, dirigido a toda la
ciudadanía, que contienen los discursos de los políticos y sus interminables
ríos de palabras. Su contenido semántico real es: sois gilipollas.
¿Y por qué el país funciona? Quiero decir con semejante
caterva de ineptos e indocumentados ¿Por qué no se va todo al carajo? Pues para
empezar no está nada claro eso de que el país funcione y es muy posible que se
vaya, efectivamente, al carajo. Pero la respuesta pertinente a las anteriores
preguntas es que no gobiernan sino que administran y ejecutan las directivas de
quienes de verdad mandan; por debajo
se apoyan en otros que algo saben, para mantener en marcha un mecanismo que, si
fuera por ellos, caería en la ruina y en el caos en cuestión de días. Y por
arriba reciben sus instrucciones. No gobiernan en efecto ni la moneda ni la
economía ni, cada vez más, la política internacional o la legislación, sino que
son una de las correas de transmisión de las lobbies y grupos de poder que de
verdad lo ejercen en todos los ámbitos mencionados. Aunque el nivel tan ínfimo
que hemos alcanzado hace dudar de que valgan ni siquiera como correa de
transmisión.
De hecho, ya casi ni valen como compañía de teatro para la
representación democrática: recitan demasiado mal y además insultando a su
público de manera cada vez más descarada.
Artículo publicado en El Correo de Madrid
MAX ROMANO
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