miércoles, 17 de octubre de 2018

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL MACHISTA DE AMAZON, O LA GUERRA DE LA IGUALDAD DE GÉNERO CONTRA EL MUNDO REAL





Estamos en esta ocasión ante una víctima en el mundo virtual de ese Azote llamado Igualdad de Género; probablemente el primer programa de ordenador despedido de una empresa por no respetar las imposiciones de esa particular obsesión que ve sexismo por todas partes y se niega a reconocer que existen diferencias naturales entre hombres y mujeres.


El programa en cuestión estaba siendo utilizado por la empresa Amazon para seleccionar el personal y había sido entrenado con los datos de archivos de la compañía de los últimos años. Esta herramienta permitía mecanizar (al menos en parte) la búsqueda de los mejores talentos; bien podemos imaginarnos el entusiasmo que despertaba, en esta mediocre y deshumanizada atmósfera mental que se respira hoy, cuando la aspiración de tantos es ser nada más que robotitos hechos en serie, homologados al ideal de la máquina y poseídos por un afán malsano de negar o minimizar el factor humano.


En efecto esta tendencia absolutamente siniestra de querer automatizarlo todo, en este caso particular la selección del personal, de confiar las decisiones y los criterios a máquinas y algoritmos, significa una sola cosa: que del ser humano, lo que se espera es que se confirme a la lógica de la máquina, y su desempeño será valorado en la medida en la que consigue comportarse como una máquina.


Pero dejemos esta digresión, pues no es ése el tema sino las incorregibles actitudes machistas de la inteligencia artificial de Amazon; en efecto ésta, en total desprecio de la igualdad de género y probablemente haciendo ostentación de heteropatriarcado cibernético, tendía a discriminar negativamente a las mujeres y mostraba una preferencia por los varones. Los censores de la igualdad no tardaron en advertirlo y el programa fue condenado a la pena de reeducación informática (es decir ser reprogramado para comportarse de manera más politically correct) pero por lo visto aun así no era muy de fiar ni ofrecía garantías suficientes; es lo que tiene el mundo real, que se lleva a matar con la corrección política. Por tanto el inocente programa, culpable sólo de hacer honestamente su trabajo, sin entender de hipocresías ni verdades oficiales, fue retirado del servicio.

La fatwa de los ayatolás de la Igualdad fue severa y despiadada; aquí también, como en todo proceso por motivos políticos o ideológicos, tener razón no es un atenuante sino un agravante.


La idea de usar la inteligencia artificial en este caso es, o era, reducir el papel de los criterios o prejuicios del ser humano individual, haciendo analizar al ordenador grandes cantidades de datos. Concretamente, poniendo en relación muchos miles de currículums con el efectivo desempeño laboral de los empleados; pues si queremos eliminar el factor humano y sus criterios de valoración a priori, la única manera es comparar CV y rendimientos profesionales reales (cómo se midan es otra cuestión). Y lo que salía era una preferencia hacia los varones para empleos como programadores y otros puestos técnicos. Lo cual es totalmente lógico, y será oportuno precisar que nadie está diciendo no haya mujeres competentes en esos trabajos, porque las hay ciertamente; pero es un absurdo total pretender que haya algo parecido a la “paridad” cuando la mayoría de los estudiantes de ciertas carreras técnicas, por no hablar de los frikis de ordenador, son hombres.


En referencia a esta noticia, las reacciones, las recomendaciones y las justificaciones de los varios apólogos de la corrección política y la mentira igualitaria van desde lo ridículo a lo patético.


Hay quien dice que las mujeres se expresan de manera diferente en un CV y tienden a sufrir el síndrome del impostor (atribuir los propios logros a agentes externos y ano a ellas mismas), excusa penosa que no merece mayor comentario, y que si fuese usada por un hombre le valdría la inmediata calificación de fracasado.


Otros se debaten en su particular camisa de fuerza mental afirmando que cuando el sistema clasifica a hombres como mejores hay que preguntarse el porqué y no pensar que lo está haciendo bien, lo cual es un excelente ejemplo de condicionamiento psicológico. En el libro 1984 de Orwell esto tenía un nombre: crimestop, ser capaz de bloquear un pensamiento prohibido incluso antes de que aparezca).


Otros personajes siniestros aconsejan ante esta noticia formación en diversidad, suponemos que a los programas de ordenador, a la lógica matemática, a la estadística y a las redes neurales; todos ellos deben de ser incorregiblemente machistas. O bien proponen como remedio inclusión de mujeres en lo equipos que diseñan los sistemas, para de esta manera, presumiblemente, introducir entre las líneas de código discriminación a favor de la mujer y anidar sibilinas subrutinas feministas en los programas.


Todo este cúmulo de majaderías e indecencias, este impresentable fanatismo de la igualdad, esta incapacidad de reconocer las verdades más sencillas, este afán por reeducar no sólo las cabezas humanas sino incluso los programas de ordenador, son múltiples aspectos de una sola cosa: la guerra desesperada y feroz del igualitarismo contra la realidad.

Artículo publicado en El correo de Madrid

MAX ROMANO

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