Estamos en esta ocasión ante una víctima en el mundo virtual
de ese Azote llamado Igualdad de Género; probablemente el primer programa de
ordenador despedido de una empresa por no respetar las imposiciones de esa particular obsesión que
ve sexismo por todas partes y se
niega a reconocer que existen diferencias naturales entre hombres y mujeres.
El programa en cuestión estaba siendo utilizado por la
empresa Amazon para seleccionar el personal y había sido entrenado con los
datos de archivos de la compañía de los últimos años. Esta herramienta permitía
mecanizar (al menos en parte) la búsqueda de los mejores talentos; bien podemos
imaginarnos el entusiasmo que despertaba, en esta mediocre y deshumanizada
atmósfera mental que se respira hoy, cuando la aspiración de tantos es ser nada
más que robotitos hechos en serie, homologados al ideal de la máquina y
poseídos por un afán malsano de negar o minimizar el factor humano.
En efecto esta tendencia absolutamente siniestra de querer automatizarlo
todo, en este caso particular la selección del personal, de confiar las
decisiones y los criterios a máquinas y algoritmos, significa una sola cosa: que
del ser humano, lo que se espera es que se confirme a la lógica de la máquina, y
su desempeño será valorado en la medida en la que consigue comportarse como una
máquina.
Pero dejemos esta digresión, pues no es ése el tema sino las
incorregibles actitudes machistas de la inteligencia artificial de Amazon; en
efecto ésta, en total desprecio de la igualdad de género y probablemente haciendo
ostentación de heteropatriarcado cibernético, tendía a discriminar
negativamente a las mujeres y mostraba una preferencia por los varones. Los
censores de la igualdad no tardaron en advertirlo y el programa fue condenado a
la pena de reeducación informática (es decir ser reprogramado para comportarse
de manera más politically correct) pero
por lo visto aun así no era muy de fiar ni ofrecía garantías suficientes; es lo
que tiene el mundo real, que se lleva a matar con la corrección política. Por
tanto el inocente programa, culpable sólo de hacer honestamente su trabajo, sin
entender de hipocresías ni verdades oficiales, fue retirado del servicio.
La fatwa de los
ayatolás de la Igualdad fue severa y despiadada; aquí también, como en todo
proceso por motivos políticos o ideológicos, tener razón no es un atenuante
sino un agravante.
La idea de usar la inteligencia artificial en este caso es, o
era, reducir el papel de los criterios o prejuicios del ser humano individual,
haciendo analizar al ordenador grandes cantidades de datos. Concretamente, poniendo
en relación muchos miles de currículums con el efectivo desempeño laboral de
los empleados; pues si queremos eliminar el factor humano y sus criterios de
valoración a priori, la única manera
es comparar CV y rendimientos profesionales reales (cómo se midan es otra
cuestión). Y lo que salía era una preferencia hacia los varones para empleos
como programadores y otros puestos técnicos. Lo cual es totalmente lógico, y
será oportuno precisar que nadie está diciendo no haya mujeres competentes en
esos trabajos, porque las hay ciertamente; pero es un absurdo total pretender
que haya algo parecido a la “paridad” cuando la mayoría de los estudiantes de
ciertas carreras técnicas, por no hablar de los frikis de ordenador, son hombres.
En referencia a esta noticia, las reacciones, las recomendaciones
y las justificaciones de los varios apólogos de la corrección política y la
mentira igualitaria van desde lo ridículo a lo patético.
Hay quien dice que las
mujeres se expresan de manera diferente en un CV y tienden a sufrir el síndrome
del impostor (atribuir los propios logros a agentes externos y ano a ellas
mismas), excusa penosa que no merece mayor comentario, y que si fuese usada
por un hombre le valdría la inmediata calificación de fracasado.
Otros se debaten en su particular camisa de fuerza mental afirmando
que cuando el sistema clasifica a hombres como mejores hay que preguntarse el porqué y no pensar que lo está haciendo bien,
lo cual es un excelente ejemplo de condicionamiento psicológico. En el libro 1984 de Orwell esto tenía un nombre: crimestop, ser capaz de bloquear un
pensamiento prohibido incluso antes de que aparezca).
Otros personajes siniestros aconsejan ante esta noticia formación en diversidad, suponemos que a
los programas de ordenador, a la lógica matemática, a la estadística y a las
redes neurales; todos ellos deben de ser incorregiblemente machistas. O bien
proponen como remedio inclusión de
mujeres en lo equipos que diseñan los sistemas, para de esta manera,
presumiblemente, introducir entre las líneas de código discriminación a favor
de la mujer y anidar sibilinas subrutinas feministas en los programas.
Todo este cúmulo de majaderías e indecencias, este impresentable
fanatismo de la igualdad, esta incapacidad de reconocer las verdades más
sencillas, este afán por reeducar no sólo las cabezas humanas sino incluso los
programas de ordenador, son múltiples aspectos de una sola cosa: la guerra
desesperada y feroz del igualitarismo contra la realidad.
Artículo publicado en El correo de Madrid
MAX ROMANO
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