Cada vez más ciudadanos de España y Europa entera tienen un
tipo muy particular de experiencia multicultural en sus barrios: conatos de
revuelta étnica y a veces disturbios a veces a gran escala, a menudo con graves
violencias como hemos visto en varias ciudades europeas y veremos cada vez más.
En efecto es sólo cuestión de tiempo y de números que la situación se agrave,
porque la invasión migratoria de Europa y España sigue su curso.
Una invasión contra la que nuestras clases dirigentes no nos
defienden; al contrario, nos la están imponiendo sin habernos jamás consultado.
Por tanto más que de pusilanimidad cabe hablar de traición. Traición a su
patria, a su pueblo, a la civilización de la que todos somos herederos y que tenemos
el deber de continuar. Pero es que patria, civilización, identidad cultural no
significan nada para quienes nos gobiernan.
Desde luego no para la rama encorbatada del partido único
llamada centro-derecha, mientras que los otros, la rama descamisada llamada
centro-izquierda y aún más la rama desaseada directamente las odian, a nuestra
patria, nuestra historia y nuestra tradición.
Los amagos de revuelta que empezamos a ver en nuestro país
son las pruebas piloto de la sociedad multicultural. Algaradas que se
desencadenan sin un verdadero motivo, con cualquier pretexto, disturbios que no
tienen nada detrás sino el odio y la hostilidad de los salvajes por el país que
les acoge, donde viven de ayudas o de ilegalidad. Zonas de no-España dentro de
España, donde cada vez menos existe la ley y los políticos felones (que
naturalmente viven en muy diferentes lugares) no quieren o no se atreven a
imponerla.
Ahora bien, los salvajes que incendian las calles no son solamente
alógenos. Los hay de dos tipos: los de dentro y los de fuera. Por un lado están
los invasores inmigrantes ilegales, que vienen a traernos el tercer mundo a
nuestra casa; por otro nuestros hijos degenerados del bienestar, los falsos
antisistema de la izquierda radical que son, en realidad, los más devotos siervos
del sistema y la corrección política. Los primeros entienden sólo el lenguaje
de la fuerza, porque es lo que siempre han vivido; nuestro error es no
hablarles ese lenguaje, error grave porque para ellos cualquier tolerancia es
signo de debilidad. Los segundos son nuestra chusma parásita de bárbaros
internos, gamberros malcriados y revolucionarios de salón. El error de sus
padres fue no darles las bofetadas que se merecían en su momento, antes de que
fuese demasiado tarde.
Esta es la sociedad multicultural real, la de verdad y no el
cartel multicolor de la propaganda inmigracionista, donde se ven sólo personas
bien educadas, amables y respetuosas, que aportan su saber y su trabajo.
Seguramente será así en el barrio de las embajadas, donde
viven los funcionarios internacionales o los empleados de las grandes
multinacionales; no lo dudamos. Pero para la gran mayoría de la población la
sociedad multicultural significa barrios sin ley, inseguridad, ayudas sociales
copadas por los de fuera, que nos lo pagan quemando las calles, con el menosprecio
de nuestra identidad y nuestra historia.
Estamos en una palabra ante la invasión de los bárbaros externos,
ayudada por la chusma de bárbaros internos y sus indecentes padrinos en la
política que trabajan para extinguir nuestra identidad y nuestra civilización.
Max Romano
Max Romano
1 comentario:
Acabas de describir perfectamente la triste realidad del, enorme problema, que supone la invasión de inmigrantes qué hemos sufrido en multitud de localidades y barrios de nuestro país. Doy fe, porque yo he sido uno de esos miles de afectados que viviendo en un barrio de Madrid, he presenciado la degradación a todos los niveles de nuestra calidad de vida; niveles de degradación que jamás crei posibles en nuestro país hasta que llegó esta masa ingente de...No se como calificarlos!...
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