Como todos sabemos una gran parte de
las compras y las transacciones económicas tienen lugar sin utilizar dinero en
efectivo. Con transferencias bancarias, tarjetas de crédito y medios
electrónicos en general, es como tiene lugar la práctica totalidad de los
intercambios entre empresas. En las transacciones personales, sin embargo, seguimos utilizando el efectivo aunque cada
vez menos.
Esto no es sólo resultado de los
avances tecnológicos y de la mayor conveniencia de las transacciones
electrónicas, pues los gobiernos y los bancos fomentan activamente esta
tendencia e introducen limitaciones cada vez más severas a las transacciones en
efectivo, usualmente con el pretexto de combatir la eocnomía sumergida y luchar
contra el fraude fiscal. En Italia actualmente el límite a las transacciones en
efectivo es de 1.000 euros, en varios otros países de 2.500 y se habla
constantemente de reducirlos.
Límites destinados a endurecerse
progresivamente, pues el objeto de esta campaña es abolir el dinero en efectivo
y para que la gente no proteste mucho lo hacen poco a poco. Para preparar el
terreno acompaña a estas medidas una abundante propaganda en los medios por
parte del ejército de los habituales expertos, movilizados para implantar en la
opinión pública las directivas decididas mucho más arriba. Estas
campañas-vaselina tienen, en un sentido prácticamente literal, la función del
conocido lubricante.
El objetivo final de la abolición
total del dinero en efectivo –por tanto de toda la economía informal y de todo
lo que no pase por el sistena bancario- ya se ve venir. En Suecia, país piloto
y laboratorio de la dictadura mundialista que está llegando, como se comentará más
adelante, parece que se han decidido a dar el paso final:
El dinero ya es por sí mismo una
ficción, algo cuyo valor es solamente abstracto y condicionado, que tiene una
cualidad inmaterial, como magistralmente analiza Massino Fini en su obra “Il denaro, sterco del demonio” de la
cual traduje amplios fragmentos en EL velo rasgado: economía El paso al dinero virtual es
por tanto la última fase de un proceso de desmaterialización que está en la
naturaleza misma del dinero; realizado este paso ya ni siquiera tenemos algo en
la mano, monedas o billetes, tenemos sólo memorias de ordenador. Es por tanto
un sistema frágil en grado extremo, existente únicamente en un mundo virtual y
vulnerable a todo tipo de accidente, sabotaje, fallo. Un sistema que no tiene
más consistencia y solidez que las nubes, un mundo artificial en el cual
ciertamente habrá quien se sepa mover bien, pero un mundo fuera del humano e
irreal, y que de una manera u otra probablemente acabará mal, como el mismo
Fini advierte. Pensemos en qué sucedería si por hipótesis hubiera un apagón total del
sistema.
Sin embargo este aspecto, aunque es
importante y por sí solo desaconseja eliminar totalmente el efectivo, no es el
más importante. El problema no es el posible mal funcionamiento del sistema o
su peligrosidad; el problema son los mismos guardianes del sistema.
En efecto, se puede observar cómo las
campañas contra el dinero en efectivo y las restricciones a las transacciones
reciben un impulso particular en ciertas situaciones. Por ejemplo cuando en el poder está un banquero
que gobierna directamente –como cuando en Italia estaba Monti- en vez de
hacerlo por medio de los políticos como es habitual; o cuando el país está en
una crisis de deuda y por tanto en un estado de particular debilidad frente a
los usureros internacionales. En tales coyunturas se observa una curiosa
urgencia y un empeño notable en aprobar este tipo de medidas. Esto nos indica
claramente cuál es la naturaleza de estas políticas y su verdadero objeto, que
es servir a los intereses corporativos de la casta bancaria.
Los bancos cobran comisiones y gastos
por cualquier transacción realizada a través de ellos, mientras no sacan tajada
cuanto nosotros usamos monedas o billetes. El beneficio asociado es inmenso y
una parte importante de los balances de la banca. Es claro que cuando más
dependamos de ellos para todo más van a ganar; no sólo, sino que podrán imponernos
condiciones y comisiones abusivas en total impunidad, aprovechando que no
podremos prescindir de ellos, de que no quedará ni siquiera un resquicio de
economía informal donde ellos no lleguen.
Pero como el lector seguramente ha
intuido, tampoco este aspecto es el fundamental. La verdadera cuestión de fondo
aquí es otra, no es ni la fragilidad de un sistema puramente virtual, ni que
nos obliguen a pagar más comisiones a los bancos. La cuestión es el poder. La
existencia de un poder que va revelando cada vez más su verdadero rostro y que,
como un gigantesco pulpo, va extendiendo sus tentáculos sobre el planeta. Un
poder cuyo objetivo final es la instauración de una dictadura mundial, que
aspira a alcanzar un dominio total, capilar, por medio de la tecnología y que
no está dispuesto a tolerar nada que escape a su control.
Los motivos normalmente declarados para que aceptemos este sistema – la vaselina de que hablaba antes - como el control de la evasión fiscal, la lucha contra la economía sumergida, el dinero negro de las mafias, la corrupción no son más que pretextos.
Si el problema es saciar el hambre
insaciable de dinero del Estado, endeudado hasta las cejas con los usureros y
arrasreando una carga impresionante de sanguijuelas, los recursos que se pueden
extraer eliminando del fraude y la economía sumergida serán bastante limitados
y sobre todo jamás resolverán las causas de fondo. Que son
en primer lugar la estafa y el escándalo de la moneda gestionada por bancos
privados, por cuyo uso debemos pagar todos un interés, y en segundo lugar las gigantescas
burocracias y castas parasitarias, inútiles. Esta es la receta para generar la
deuda irredimible, estructural, eterna, que es el instrumento para dominar
sobre las naciones. No será desde luego eliminando el efectivo y toda la
economía sumergida como se resolverán estos problemas. Al contrario, muy bien
pudiera ser el golpe de gracia para muchas actividades económicas o pequeñas
empresas que en la penosa situación actual consiguen malvivir de alguna manera haciendo
también alguna trampa. En este caso el remedio sería peor que la enfermedad y
contribuiría a hundirnos aún más. Porque es evidente que los recursos obtenidos
de la economía sumergida no serían utilizados en beneficio de la economía y de
la nacion, sino sólo para dar unas gotas más de sangre a la casta chupóptera y para
pagar a los usureros, como ha sucedido hasta ahora y seguirá sucediendo con
semejante clase política.
Si el problema es luchar contra los malos, contra las mafias, la evasión, el
dinero negro y las actividades ilegales, abolir el efectivo le va a quitar el
aire para respirar sólo a los peces pequeños y al grueso de la población que no
tiene los recursos suficientes para aprovechar las oportunidades que el sistema
ofrece. Porque la tecnología vale para todos, no sólo para el Estado sino para
los malos, y quien de verdad tiene
dinero, las grandes fortunas, los delincunentes a gran escala, encontrarán
siempre la manera de moverse. Naturalmente siendo un sistema hipertecnológico,
totalmente virtual y opaco, sólo se lo podrán permitir quienes tengan la
capacidad técnica y monetaria suficiente, pero sobre todo sólo quienes estén dentro del sistema y gocen de la
protección y la copertura adecuada.
Mafias y corrupción por
tanto no desaparecerán, el dinero negro y las operaciones poco limpias seguirán
existiendo, pero sólo con la aprobación de quienes controlan el sistema
bancario internacional, sistema que es de propiedad
privada, incluyendo los Bancos Centrales que emiten el dinero, y sobre el
cual los gobiernos elegidos no tienen ningun poder. En breve, sólo serán permitidas las mafias
que estén bajo este paraguas. A quien está dentro del juego se le permite todo,
quien está fuera no puede salirse del camino ni un milímetro.
Esto naturalmente ya es
así en gran medida, pero sin dinero en efectivo el control será total y
capilar. Cualquier intento de supervisión por los poderes “democráticos” está
destinado a ser una farsa risible y un paripé, porque todo el sistema estará en
manos de la casta invisible, ya de por sí una asociación de bandidos que ha
conseguido redefinir como legales sus trapicheos y está llegando a lo que,
evidentemente, es el resultado final de sus esfuerzos. La vigilancia total,
sofocante y capilar. La construcción de un sistema en el que todos estamos en
una situación de dependencia, de un poder que no representa más que a sí mismo,
que no responde a nadie más que a sí mismo.
Un poder bancario internacional
que aspira a dominar completamente la economía y los intercambios, que no
permite la existencia de otros poderes ni que haya algo que se le escape, en un
delirio paranoico de control total que deja en una vulnerabilidad e indefension
absoluta a quien se ponga fuera del sistema.
Se podrá combatir inmediatamente
cualquier intento de soberanía por parte de un país con el chantaje, cualquier
fuerza política que sea juzgada contraria al sistema e incluso contra cualquier
individuo aislado. Si ya esto es así en buena medida, las posibilidades de
control y represión en un sistema totalmente virtual, en el cual lo único que
tenemos son impulsos electrónicos en memorias de ordenador, son vertiginosas.
Se nos podrá privar de
nuestros ahorros en cualquier momento y sin posibilidades de defensa, seremos completamente
vulnerables sin que tengamos la posibilidad de defendernos, frente a atracos
legales, a “fallos” del sistema o a simple represión administrativa. Con un click del ratón se nos podrá expulsar
efectivamente de la sociedad. Fuera del sistema virtual, no podremos ni siquiera
comprar una barra de pan o tomar un autobús, quedando obligados a vivir de expedientes
o a agachar la cabeza y aceptar una humillante sumisión al Gran Hermano
todopoderoso que, ahora sí, es una posibilidad muy real y a la vuelta de la
esquina.
No es difícil imaginar
cómo un elemento antisocial, subversivo o politicamente incorrecto puede ser
expulsado de la sociedad incluso sin haber cometido delitos –aunque los delitos
de opinión por otra parte son cada vez más- por vía simplemente administrativa.
Se trata de la tiranía definitiva. Tiranía que debemos combatir por todos los medios.
9 comentarios:
Si, es muy cierto el panorama que describes. Un futuro donde el ciudadano cada vez es menos dueño de su dinero, convertido en un esclavo de los intereses de la gran banca. Tu análisis es bueno, pero, ¿como se puede luchar eficazmente contra ese proceso, y donde está la alternativa que nos saque de esa ciénaga?
Y es ahí, donde no veo alternativas claras en los blogs identitarios que consulto.
Lucman
La alternativa yo estoy convencido de que se puede construir, otra cosa es la dificultad política, enorme pues estamos prácticamente en régimen de ocupación.
Construirla y no buscarla en el pasado ni en la nostalgia, que es el problema y el límite de muchos identitarios. Evidentemente al centro está la soberanía monetaria y la supremacía de la política como principios, pero se deben resolver problemas nuevos para aplicarlos en el mundo actual.
En las sucesivas entregas de esta serie intentaré hacer alguna reflexión sobre esto, aunque desde luego no tengo "la solución". Sin embargo comprender la naturaleza del sistema en que se vive es un primer paso, necesario, para poder pensar en cambiarlo.
Por lo pronto, cualquier propuesta de soberanía monetaria, aunque se a nivel de moneda local - quizá haya que empezar por ahí - como ocasionalmente se ha intentado es un ataque directo al sistema cuyo corazón está el control total de la economía y la moneda. por eso los experimentos de moneda local, propiedad de la comunidad y por tanto libre de interés y de las garras de los usureros, han sido siempre combatidos aunque fuera en una aldea.
Se puede y debe recuperar la soberania jurídica y militar, negándose a utilizar las tropas como mercenarios de los banqueros internacionales, rechazando que las leyes internacionales tengan prioridad sobre las nacionales.
Estas son las cuestiones clave y el criterio para identificar si una fuerza política lucha contra este sistema o, en cambio, es sólo una válvula de escape para engañar a la gente.
Fiesta de la diversidad en Husby, Estocolmo: http://avpixlat.info/2013/05/20/just-nu-kravaller-och-bilbrander-i-husby/#more-58504
Husby en el extrarradio de Estocolmo con un 85% de población ha celebrado la multiculturalidad con fuegos artificiales y montones de coches. Según la prensa generalista del país, el vivaz comportamiento, conciliante y tolerante como siempre, de los inmigrantes estalló en una alegre y simpática fiesta multicolor en respuesta al trato brutal de un policía racista que habría tildado de "negro" o "moreno" a un supuesto delincuente.
Los altercados de Husby en un idioma inteligible, parece ser que los jóvenes se revoltaron por la muerte de un loco con un machete que amenazaba a la policía y se confirma que la policía ha dicho "negro" varias veces según ellos: http://rt.com/news/stockholm-riots-police-shooting-537/
Ya, Suecia. No me extraña. Precisamente en la tercera parte de esta serie me ocuparé de Suecia, desgraciado país "laboratorio"
Saludos. Sigo su blog desde hace meses. Me gustaría que dedicase una entrada al tema del geNOcidio blanco.
Creo que es una causa que merece que se difunda porque nuestras ciudades empiezan a correr la misma suerte que Londres, donde los blancos ya son minoría.Estamos asistiendo a la destrucción del hombre blanco y a los pocos nacionalistas europeos que seguimos expresando nuestras ideas nos están oprimiendo y forzándonos al suicidio, como estos días atrás ha ocurrido con Dominique Venner. Se esta llevando a cabo una persecución contra militantes de partidos nacionalistas, o simplemente personas que defiendan nuestra identidad. Enhorabuena por su blog. "Antirracista" es una palabra en clave para antiblanco.
Bienvenido "seguidor del conejo blanco"
Publiqué una entrada hace tiempo sobre el racismo antiblanco (si vas a Abril del 2012 la encuentras) y probablemente aborde de nuevo el tema. Te recomiendo sobre estos temas los artículos de Lucio Peñacoba en Verbo y Acción (seguramente conoces la revista, está enlazada en el blog) sobre "La huida blanca" y "El voto racial".
Dominique Venner merece ser recordado, para que su gesto sirva de algo y no sea olvidado.
No. No existen medios de combate contra algo que es "el combate" en sí mismo.
Existen medios de salida del sistema.
"De Salida", no "de combate", porqué este sistema cobrará, también, por combatir a quienes lo combatan, con cargo a quienes no lo hagan. Y en una circunstancia cómo esa, no es posible victoria ninguna, ni total ni parcial, a no ser que el 51% lo hiciera. Pero es imposible llegar a esa cantidad cuando por cada pelea, el sistema se cobra un impuesto que le abastece de fondos ¡para el combate! sin límite.
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No hay otra forma de victoria que no sea salir del sistema, hacia la creación y autogestión de todo: la comida, la medicina, la comunicación y La Cultura.
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