domingo, 4 de septiembre de 2011

UN CACHETE A TIEMPO


Hoy voy a ocuparme de castigos corporales. No como castigo de delitos sino como instrumento educativo. Aunque hoy en día es tendenciosamente negado por el sentimentalismo barato imperante, ha sido siempre de sobras conocido que el castigo corporal -moderado- sirve para educar y corregir. Naturalmente no estoy hablando de padres violentos, alcoholizados o criminales que descargan su frustración sobre los hijos, de palizas o lesiones, sino de un bofetón o un cachete en el momento oportuno, que muy a menudo es exactamente lo que el niño necesita para entender que está haciendo algo mal y corregir su conducta.

Hay o debería haber una distinción clara entre el maltrato y el castigo educativo. Que esta distinción no sea siempre neta es otra cuestión, pero el negarla y considerar cualquier castigo físico como maltrato es caer en el más completo fanatismo.

No se trata de una cuestión teórica sino muy actual: este fanatismo ya se ha hecho ley en nuestro país y en muchos otros, siguiendo las imposiciones de los organismos internacionales. Ya el mero hecho de que existan estas leyes represivas y absurdas es un mal en sí, pero es que, además, siempre hay algún mentecato que se las toma al pie de la letra, y es muy real la posibilidad que sean aplicadas realmente y con rigor. Recuerdo que hace no mucho, cuando una ley de este tipo que ilegalizaba totalmente cualquier tipo de castigo corporal se aprobó en España, las lenguas de serpiente decían que después de todo nadie iría a la cárcel por dar un simple cachete a su hijo. Pero, muy al contrario, lo que estos defensores de la ineducación quieren es realmente esto, imponer su buenismo y su anorfa mentalidad. Y no se trata de temores infundados sino de algo que ya está pasando: recientemente un italiano que estaba de vacaciones en Suecia ha sido encarcelado por dar un bofetón a su hijo que tenía una rabieta. Ahora está en espera de juicio:


Esto es el triunfo de la estupidez y la locura. De acuerdo, puede ser un caso muy especial, Suecia es un país que los progres suelen poner como modelo de sociedad civil, lo que naturalmente quiere decir que es uno de los más fanáticos y socialmente degenerados, políticamente correctos y tierra prometida de todas las aberraciones sociales actuales. Además de ser probablemente la peor tiranía feminista de Europa. Pero no se trata de un episodio aislado ni de la sola Suecia sino de la dirección que está tomando la sociedad occidental. La basura que comienza en otros lugares llega aquí después de unos pocos años. Este padre, detenido como si fuera un delincuente, es el símbolo de la tendencia hacia una tiranía sofocante, opresiva, feroz, en la cual pueden detenerte por algo insignificante si no se siguen las reglas rígidas, inflexibles de la corrección política y de la mentalidad dominante. Es importante notar que este hombre no dio una paliza a su hijo ni le rompió un hueso ni nada por el estilo. Un simple bofetón para atajar una rabieta como muchos de nosotros hemos recibido o propinado.

Es típico, no ya de dictaduras o gobiernos autoritarios, sino de las peores tiranías ser apresado por acciones insignificantes. Y también es típico entrometerse de esta manera en los asuntos de la familia, pretender dictar hasta el último detalle cómo los padres deben educar a sus hijos. En los regímenes autoritarios clásicos "de derechas" esto no existía: el Estado ciertamente imponía su visión y sus valores en el sistema educativo, como es natural y se ha hecho siempre en cualquier régimen, pero esencialmente mantenía un cierto respeto por el ámbito familiar, reconocía en la sacralidad o en la institución de la familia un límite, no pretendía entrometerse en todo como una repugnante institutriz-inquisidora, una señorita Rottenmeier estalinista. Porque efectivamente tenemos que ir hasta la época de Stalin para encontrar un Estado que desprecia hasta ese punto la familia y se entromete de manera tan capilar, sofocante, en cada aspecto de la vida, hasta el punto que transformó a los niños en delatores que llegaban a denunciar a sus proprios padres.
 
Esta consideración nos muestra claramente la matriz de esta profunda intolerancia y este afán inquisitorio. La matriz del marxismo cultural y el profundo ramalazo de intolerancia de quien desea normalizar la sociedad y las personas a un pretendido modelo universal y válido para todos. Si a mí no me gusta cómo otro educa a su hijo podré decírselo o no, podré tomar medidas y evitar el contacto con mis hijos, podré intentar que mi punto de vista se adopte en el sistema educativo, podré hacer muchas cosas, pero seguramente no voy a intentar meterle en la cárcel porque no educa a sus hijos como yo quiero.

Quien defiende este tipo de leyes en cambio no se limita a maleducar a sus hijos, lo cual en definitiva me puede dar igual y en cualquier caso acepto porque reconozco y respeto ciertos límites. Es que pretende meterme a mí en la cárcel por no educar a los míos como él quiere. De esta pasta están hechos.

¿Será este el próximo paso de esta gentuza transformar a nuestros hijos en delatores animándolos a denunciar a sus padres para que éstos sean reeducados? Es el paso lógico sucesivo, después de haber transformado a los niños en pequeños tiranos con sus ideas educativas. Excepto, naturalmente, los que han tenido la fortuna de poder recibir un cachete a tiempo.

Esta injerencia obsesiva, agobiante, en el ámbito familiar, este deseo enfermizo de regular y legislar todo, dirigir hasta el último detalle llenándose por otra parte la boca con la palabra libertad, es uno de los aspectos del sistema profundamente opresivo que se está construyendo. En el ámbito educativo es la tiranía del sentimentalismo barato de las maestrinas y madres progresistas, que en vez de dar a los niños lo que necesitan,  que es autoridad y límites claros, sostenidos por castigos y correcciones cuando es necesario, pretenden educar con la manipulación y con su absurda verborrea que no sirve más que para confundirlos.

Pero en definitiva ¿Qué tiene tan malo el castigo físico? Repito que no estoy hablando de maltrato o de un adulto que descarga su agresividad o sus frustraciones, lo cual es siempre condenable y cobarde, sino de una herramienta que debe usarse de manera razonable y con criterio. En mi práctica como padre raramente uso castigos corporales pero alguna vez he soltado bofetones, cachetes y azotes y estoy totalmente convencido de su bondad.

Estos castigos son buenos y efectivos no tanto porque se produzca dolor –necesariamente limitado y temporal, porque si no sería efectivamente maltrato- sino porque es un poner orden y un ejercer autoridad de manera clara, limpia y comprensible de manera inmediata. Naturalmente para cumplir su objetivo y ser eficaz para corregir, es necesario que el castigo no sea arbitrario sino justificado por un motivo bien preciso. Y además quien lo imparte debe tener autoridad y prestigio a los ojos del niño.

Ser castigado arbitrariamente, por una autoridad que se desprecia y se siente como ilegítima es humillante y produce sólo odio y rebelión. Ser castigado por un motivo claro, por alguien a quien se reconoce como autoridad justa y legítima es educativo.

No se trata de negar el valor del diálogo en la educación, sólo de notar que es absurdo pretender educar manipulando la mente de los niños con palabras desde la más tierna edad. Así salen luego, por supuesto, como toda la realidad nos dice, sin que los educadores progresistas sean mínimamente capaces de reconocer sus errores y rectificar.

Naturalmente existen otros castigos no corporales, e imagino que quien a toda costa no quiere dar bofetones o azotes podrá encontrar otras formas. Pero es que quien se horroriza ante cualquier castigo físico y tiene esta fijación mental, que raya en lo patológico, hasta el punto de querer imponerla a los demás, normalmente es contrario de manera visceral a cualquier principio de autoridad y a los castigos en general. Pertenece a la nefasta categoría de los que pretenden educar con el blablabla…y por desgracia esta gente es la que escribe las leyes y domina el sistema educativo.

Los castigos corporales son si se quiere una forma de violencia, aunque muy limitada. El negarse a reconocer que puedan tener valor viene de un afán por eliminar totalmente cualquier forma de violencia física en la sociedad, aun la más leve. Esta necia obsesión no ya por controlar o canalizar la violencia –que es una necesidad en cualquier sociedad- sino por eliminarla totalmente, es uno de los más claros signos de la falta de sensatez de nuestra sociedad y de sus pretendidos expertos…

Expertos que son responsables y cómplices de formas muchísimo más graves de violencia hacia la infancia que no son educativas sino todo lo contrario, destructivas y dañinas para su personalidad y su crecimiento.

Todos las expertas y los expertos que se horrorizan por un simple bofetón no parecen tener nada que decir sobre muchas otras cosas. Al contrario, las suelen aprobar.

¿No es violencia someter los niños a la publicidad infantil, creada y difundida por canallas cuyo objetivo es manipular sus mentes para propósitos comerciales? ¿No es violencia dejarlos delante de la televisión mientras absorben el chorro continuo de basura que entra en su cerebro?

¿No es violencia expulsar al padre de sus vidas porque leyes y sentencias judiciales escritas con la vagina consideran que el padre no es necesario en la vida de los hijos y su única función es ser un cajero automático? 

Lo mismo podríamos decir de negarles su derecho a una identidad sexual con la educación neutra, o hacerles crecer con dos mariconas, dos marimachos o madres solteras y egocéntricas que los han encargado en el laboratorio, en vez de con un padre y una madre. Y podríamos continuar un buen rato.

Todo esto les parece muy bien, pero eso del padre que da un cachete al niño...

¡Qué horror! ¡A la cárcel con él!

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo en mi vida he recibido alguna que otra bofetada y no me ha pasado nada malo.
No sé si conocereis la serie de "Modern Family", pero encaja perfectamente con lo que se habla aquí. En dicha serie, pretenden mostrarnos lo "beneficiosa" que resulta la educación impartida por unos padres "progres y modernos".

Fdelga dijo...

El hecho de dar un bofetón o un cachete en el trasero es algo que obedece a una reacción natural del ser humano ante un momento de nerviosismo, esto lo hemos vivido todos en uno y en otro sentido,aunque te cueste hacerlo no tienes más remedio, esto no es violento, es una forma de corrección sobre un comportamiento determinado. El artículo en el último párrafo lo dice claramente, se tolera la auténtica violencia de las formas más diversas, mediante la manipulación de la mente para adoctrinar seres que obedezcan a las prebendas del sistema. Este tipo de leyes tan irracionales que condenan a un padre por dar un bofetón a su hijo es un paso más hacia la descomposición de la familia y de esta forma tener dividida y confundida a la sociedad con el objetivo de dominar mejor "al rebaño"

Max Romano dijo...

Efectivamente las series de televisión, bajo la apariencia neutra e inocente del entretenimiento, no son neutras para nada sino propaganda encubierta.

El sentido último de todo esto como bien comentáis es la disolución de la familia y de la personalidad para podernos dominar mejor.

Anónimo dijo...

Me he reido mucho con tu publicación.... Soy "de esas mamás" que publican mucho sobre los efectos del castigo físico y psicológico en los niños...
Opino que esas leyes se hacen para proteger a quienes hoy no tienen voz... Porque la definición de moderación puede es subjetiva... Porque también hay efectos y todo creemos que "no me ha pasado nada"... Simplemente tenemos el mundo que tenemos.... Jejeje...
Sobre que te encarcelen por un "simple cachete" a tu hijo no estoy de acuerdo tampoco... Creo que al niño hace más mal que bien.... Y enseña al padre lo mismo que al niño cacheteado: "lo importante en la vida es que sepas quien tiene el poder y te sometas a sus muchs veces arbitrarias desiciones"... O "reprime tus necesidades para complacerme"... O "tienes que hacer las cosas sin que se enteren quienes ostentan el poder"...
Yo quiero hijos autónomos, creativos y felices... Otros quieren hijos obedientes y bien portados....

Los niños aprenden más del ejemplo que de los sermones y castigos.... Y no, mis hijos no hacen lo que les da la gana.... Porque saben respetar a lo demás.... Lo aprendieron con el ejemplo que reciben... ¿cual es el ejemplo que se les da a los niños cuando se les pega? Creo yo que aprenden a "darle duro al que no está de acuerdo contigo, especialmente si es más débil".... ¿ves algún parecido con el mundo de hoy?

Max Romano dijo...

Estas leyes se hacen para imponer a todos el punto de vista ideológico de las madres como tú, por principio hostiles a cualquier tipo de castigo y autoridad, que pretenden educar sólo con palabras y basándose en la manipulación mental en vez de corregir conductas y fortalecer el carácter de sus hijos.

Creo que he explicado suficientemente mi posición en el artículo y el sentido del castigo. Tu tendenciosidad resulta patente en el hecho de que para tí todo castigo es maltrato, y tu arrogancia en que estás a favor de estas leyes, por lo cual no te limitas a maleducar a tus hijos sino que pretendes imponerme a mí cçomo tengo que educar a los míos.

Anónimo dijo...

Jajaja.... "corregir conductas".... Los niños más respetuosos y mejor portados que conozco no han sido golpeados jamás..... Jajaja.... "formar carácter"..... Yo prefiero la autenticidad....


No hay duda, vivimos en mundos diferentes....

No se como una anárquica como yo llegó acá....

Anónimo dijo...

Pegar no es educar porque no enseña nada,al menos nada bueno, para empezar pegar a un niño no es ejercer la autoridad es un abuso de poder, no enseña a respetar la autoridad ni a colaborar con ella ; enseña a someterse a ella, no enseña a entender que esta bien y que esta mal ; sólo enseña lo que no debe hacer para que no le peguen, no enseña respeto, enseña a fingirlo por miedo a recibir un golpe, pero eso no es respeto, el respeto no se puede imponer y menos por la fuerza bruta, a mi eso de imponer respeto pegando me suena a kinkis barriobajeros y a matones baratos y no puedo entender que haya padres que actúen como matones con sus hijos y encima se crean que eso es un derecho legítimo, eso lo único que les enseña a los niños es la ley del más fuerte. Y la gente que piensa que el respeto se puede obtener pegando no tiene ni idea lo que es respetar, para empezar es que al pegarle al niño no le estas respetando porque es imposible pegar con respeto ya que el hecho en sí de pegar conlleva una falta de respeto hacia la persona a la que se golpea y es incoherente intentar enseñar respeto faltando el respeto, como lo seria decirle a gritos que gritar esta mal, o enseñarle que esta mal pegar si luego tu le pegas, y no se que clase de valores morales se intentan inculcar por medio de los golpes.
El castigo físico a los niños es una crueldad y una cobardía, es inmoral, y por supuesto que tiene que ser ilegal porque nadie tenemos el derecho de pegar a nadie,ni a tu hijo ni a nadie, lo que si tenemos todos incluidos los niños es el derecho a que no nos peguen y los gobiernos tienen la obligación de hacer leyes que nos protejan de la violencia venga de quien venga de tu padre, tu madre, tu tio, o el vecino.
Además de las muchas consecuencias negativas que tiene para el niño, que es una experiencia humillante y dolorosa no solo a nivel fisico y se de lo que hablo que a mi me educaron con azotes, guantazos y demás y aún recuerdo el miedo, la impotencia, la rabia, la humillación, la tristeza, la confusión, y como yo mucha gente hemos quedado afectados por esa "educación" que tu defiendes, en realidad creo que todos quedamos afectados en mayor o menor medida, sólo que algunos tenéis más capacidad para el autoengaño, pero te digo que el simple hecho de que una persona justifique la violencia y la emplee contra sus propios hijos demuestra que muy bien no esta, igual que una persona que crea que es justo merecido y necesario que le peguen (sean sus padres o quien sea) tampoco es precisamente un indicador de buena salud mental. Y es que mucha gente se ríe de los traumas y no se dan cuenta que ellos mismo estan traumatizados, pero en fin, no hay más ciego que el que no quiere ver