domingo, 17 de abril de 2011

LA EDUCACIÓN DEVASTADA (I): La degradación de la enseñanza



Más o menos todos conocemos la fábula de Pinocho. Entre las aventuras del muñeco de madera convertido en niño está la visita al “País de los Juguetes”, un lugar en el cual la vida es fácil y está todo resuelto, no hay que esforzarse ni estudiar y se juega siempre. Sin embargo después de un cierto tiempo, a los niños les empiezan a crecer orejas de burro, se convierten en asnos y durante el resto de su vida son esclavos.

Al margen de la intención pedagógica a veces algo cargante y moralista en el libro de Pinocho, este episodio admite una lectura bastante más interesante, pertinente en multitud de situaciones y a muchos niveles: si algo o alguien nos promete una vida fácil y regalada, cómoda y sin sacrificios, de eterno bienestar y totalmente resuelta, sin lucha ni esfuerzo, ese algo o alguien nos va a convertir en burros y luego en esclavos.

Podemos ver a Pinocho convertido en burro en el drogadicto, al cual la droga le proporciona un paraíso de felicidad química. Paraíso ciertamente agradable que no tarda en mostrar su verdadero rostro de esclavitud y degradación. Podemos verlo también en el ideal de felicidad del consumismo desenfrenado: compra compulsiva y posesión de objetos, nivel de vida y símbolos de status como valor supremo. El embrutecimiento y la esclavitud son aquí más sutiles e impalpables pero no por ello menos reales.

Y podemos verlo también en nuestros niños, adolescentes y jóvenes víctimas de la pedagogía moderna. El episodio citado de la fábula de Pinocho, si reflexionamos un poco, es una descripción que encaja como un guante en el campo de la educación tal como hoy se entiende, en el colegio y en familia.

Para aquellos a quienes la edad proporcione algo de perspectiva, es clara una degradación del sistema educativo, una constante caída de nivel acelerada en los últimos años. No es necesario en realidad tener mucha edad para constatar esto, e incluso es posible para un chaval con una cierta calidad interior percibir este estado de cosas.

Estos procesos de degeneración se corresponden exactamente con la difusión de una mentalidad muy concreta y una serie de nefastas ideas: principalmente una enfermiza obsesión con la igualdad, en vez de selección y reconocimiento del mérito, y una babosa insistencia en la autoestima en vez de formación del carácter y resultados.

Naturalmente el payaso de turno (Zapatero) hablará de la generación más preparada de la historia, estará orgulloso de la destrucción del sistema educativo a la que él y los suyos han contribuido tanto y la considerará un gran progreso de la civilización. Una tal opinión revela únicamente el ínfimo nivel e insuficiencia de quien la expresa y de la sociedad en la cual tales ideas son dominantes.

Educar a los propios hijos hoy es una tarea heroica e ingrata, porque las garantías de obtener resultados son escasas y uno debe oponerse a un tapiz impenetrable tejido con necedades y estupidez militante, incomprensión, pegajosos consejos de psicólogos y pedagogos y la oposición activa de las instituciones.

Sería injusto decir que la culpa es en exclusiva de la escuela o de los profesores. Sobre todo los padres contribuyen y de qué manera a que sus hijos sean desde pequeños malcriados y arrogantes. Por ejemplo poniéndose en contra del profesor que se atreva a regañarle y exigirle un esfuerzo, animando al pequeño dictador a chulearle.


No todo el mundo es así, por supuesto. Hay quien se opone a la escuela pública porque quiere exigir más a sus hijos y evitar lo que se percibe como indoctrinamiento. Por ejemplo con el Home Schooling, sistema con una cierta difusión en Estados Unidos con el cual más de 600.000 familias educan directamente a sus hijos, solas o más frecuentemente al interno de una comunidad. Esto de ninguna manera implica necesariamente un menor nivel; sobre todo en un contexto como el actual puede ser verdad lo contrario. En nuestro país y en la mayor parte de Europa esta elección de libertad no se permite:



En el caso concreto de esta noticia el nivel educativo que los padres han conseguido dar a sus hijos está a años luz de lo que ofrece nuestro sistema. La imposición del TC es por tanto un daño para estos niños, pero a las instituciones eso les importa un comino, lo que realmente les importa es que nadie pueda sustraerse al mecanismo. Ciertamente el Home Schooling no es una panacea y es practicable sólo por una minoría de familias, pero la hostilidad a este tipo de soluciones refleja una voluntad  totalitaria de que nadie escape a la pedagogía moderna.

Igualdad y Autoestima. Las dos palabras clave.

Igualdad en la mediocridad: es la única posible. La mentalidad igualitaria tiene auténtico horror a las desigualdades, que son la necesaria y justa consecuencia de las diferencias humanas y se manifiestan en cuanto las personas tienen la oportunidad de expresarse y desarrollarse libremente. Por eso la imposición de la igualdad es siempre tiranía.

Para que parezca que todos somos iguales la solución es rebajar el nivel, hacerlo todo más fácil de manera que las diferencias no se manifiesten. Evitar la exigencia, la selección y las pruebas duras en la escuela porque así serán todos iguales en la mediocridad y la ignorancia.

Es significativa la reacción histérica y horrorizada que se produce ante cualquier propuesta encaminada a seleccionar a los mejores y aplicar mínimos principios de meritocracia y excelencia:



Las palabras del ministro de educación nos explican perfectamente -quizás de manera involuntaria- el punto de vista de esta gente y su nefasta labor: "Las aulas son para convivir". No para aprender, le ha faltado decir para completar el mensaje que por otra parte es muy claro. Manda huevos que esto sea ministro de educación...

Naturalmente conocemos las soluciones de los progres para mejorar la calidad de la enseñanza: más LOEs y LOGSEs, más demagogia y más blablabla progresista, más expertos que proponen una ideología buenista y mediocre que ha fracasado miserablemente una y otra vez…en resumen, más de la misma medicina que ha destrozado el sistema educativo y ha convertido la escuela en una fábrica de burros.

Exigencia, selección, pruebas duras, rigor y disciplina…con una mueca de horror el progre nos dirá que estas cosas dañan la autoestima…

No hay que decirle a un chaval que lo está haciendo mal y que debe exigirse más a sí mismo. No hay que suspenderle o echarle broncas cuando se lo merece porque al pobrecito le sienta mal y le jode encontrarse de frente con la realidad. A todos por supuesto nos molesta que nos digan la verdad, pero es así y de ninguna otra manera que se crece, se madura y se aprende. Pero por lo visto lo importante no es que uno aprenda y se forme un carácter, sino que se sienta bien consigo mismo y que realice su personalidad…

Los defensores esta pedagogía blanda no parecen considerar que si hay algo que hunde definitivamente la autoestima de cualquiera es llegar a adultos y ser incapaz de realizar las propias aspiraciones porque estamos impreparados para ello.

Quizás porque hemos desperdiciado años jugando y perdiendo el tiempo pero nadie nos lo ha dicho para no dañar nuestra autoestima. O porque tenemos un carácter tan débil que nos ahogamos en un vaso de agua, porque cuando estábamos creciendo nadie dañó la autoestima obligándonos a afrontar las dificultades. O porque desde pequeños nos han acostumbrado a pensar que tenemos derecho a todo en cambio de nada, y para no dañar nuestra autoestima nadie nos han enseñado que tenemos también obligaciones y que el mundo no está ahí para satisfacer nuestros caprichos.

Hay demasiadas cosas equivocadas de raíz en esta manera de concebir la educación, tantas que se podrían escribir libros enteros. Igualdad y Autoestima, palabras que un día serán consideradas como símbolos de una época de decadencia.

La caída del sistema educativo se puede observar en multitud de fenómenos actuales.

Por ejemplo en la tendencia a vaciar de contenidos reales los programas  y sustituirlos con insignificancias y estupideces. Se diluyen y aligeran los temarios además de exigir poco, se dedica menos tiempo a materias superadas e inútiles como historia y en general humanidades. La expresión escrita y oral degenera hasta quedar apenas un peldaño por encima del lenguaje de los monos. De la desaparecida enseñanza de lenguas clásicas ni hablo.

En vez de tales materias, que la inmensa mayoría de los alumnos sólo van a conocer a través de la escuela, se pierde el tiempo enseñando aspectos de la realidad cotidiana y de cultura general que se pueden aprender perfectamente en la vida de todos los días.

No necesito la escuela para que les enseñe a mis hijas el significado de las señales de tráfico, que en las ciudades hay un centro y una periferia, o que existen el metro y los autobuses. Estas son gilipolleces. Todo ello lo aprenden solas o yo se lo cuento en cualquier momento, mientras cruzamos la calle o paseamos o salimos de excursión.

Yo quiero que se les enseñen lenguas clásicas, historia, ciencias a un nivel decente, a expresarse correctamente en español, porque ahí es donde no puedo dedicar personamente el tiempo suficiente, o no llego con mis posibilidades o un profesional va a hacerlo mejor que yo.

Esta degradación educativa naturalmente tiene una repercusión a nivel de estudios superiores. A la decadencia de la escuela sigue unos años después la universitaria. Índices claros de esto son la creciente simplificación de los programas y la proliferación de títulos basura.

Cada vez más diplomas y licenciaturas que no valen para nada más que para tener un título. Se puede elegir entre una gran cantidad de nombres altisonantes que esconden una abismal insignificancia y pobreza de contenidos.

Algo así como lo que sucede con la tomadura de pelo de la cocina de diseño: platos con nombres rebuscados que esconden una pobre realidad cuando uno les hinca el diente. Y además tan escasos que uno tarda más en leer en nombre del plato que en comérselo; mariconadas del calibre de ‘Gelatina de chipirón con cóctel de algas de mar’…

Hasta aquí un breve repaso de este fenómeno. Hablaremos en la segunda parte de las consecuencias para nuestro futuro, de madres tigre asiáticas y de informáticos indios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Los mejor preparados de la Historia?.
A la mayoría de mis profesores universitarios les he escuchado decir que el plan Bolonia va a perjudicar nuestra formación.
Y como ahora es más fácil que nunca el estudiar una carrera, los universitarios vamos a tener que estar cada dos por tres haciendo cursos o lo que sea para diferenciarnos de los demás a la hora de optar a un trabajo.

A.J dijo...

Para optar a un trabajo, primero tendra que existir dicho trabajo, porque al paso que vamos, ni de reponedor.

La educación en España gira en el mismo sentido y sobre la misma dinámica que la politica, los medios de masas y la contracultura existente, MARXISMO CULTURAL.
Todo está inundado de ese perfido olor.

Max Romano dijo...

El plan Bolonia es una reforma análoga a las que pude observar en Italia mientras estudiaba y que llegó aquí con algunos años de retraso.

Para los que sois estudiantes efectivamente debéis diferenciaros de algún modo porque el nivel medio no os ofrece más que mediocridad.

La situación del trabajo como comenta A.J. es lamentable. La impresión que tengo es que no va a mejorar en un futuro previsible y que los que terminen ahora de estudiar deberán considerar buscar trabajo en otros países. Pero ahí sí que uno debe tener una excelente formación y competir con gente muy preparada como comentaré en la segunda parte del artículo.

Ciertamente el marxismo cultural está a la raíz de la degradación en España y occidente. Es como una enfermedad que debilita el organismo que es la cultura y la sociedad, le quita las ganas y la fuerza de vivir.