domingo, 12 de diciembre de 2010

INQUISICIONES

Todo el mundo ha oído hablar de la Santa Inquisición, los tribunales especiales con los cuales la Iglesia Católica perseguía, además de la brujería, los delitos de opinión de su época, es decir el no alineamiento con la doctrina oficial que el poder deseaba imponer, sin que fueran admitidas desviaciones. Naturalmente la persecución por motivos ideológicos no fue exclusiva de la Iglesia Católica ni del medioevo: el deseo humano de tapar la boca y perseguir a quien tiene ideas diferentes es universal y encontramos a los inquisidores por todas partes, ayer y hoy, fuera de nuestras fronteras y dentro de ellas.

Los motivos para ello son fundamentalmente de dos tipos: en primer lugar la miopía de quien desea imponer la uniformidad de ideas y visiones del mundo, y pretende homologar, alinear la sociedad y el mundo a una verdad universal que supuestamente vale para toda la humanidad. En este caso la disidencia equivale a herejía, crimen capital para el poder ideológico, cultural.

En segundo lugar tenemos inquisidores activos cuando la verdad oficial constituye la base del poder que controla la sociedad, cuando los que mueven los hilos necesitan de y se apoyan en ella, y como caso particular cuando importantes intereses económicos dependen de ella. En este caso la disidencia equivale a subversión, el crimen capital para el poder político, material.

Como he apuntado, en la actualidad no hemos dejado atrás las inquisiciones. Todo lo contrario. Empezaremos por el fanatismo religioso islámico, que es cada vez más fuerte en el mundo:


Como podemos leer en este artículo, una serie de países de mayoría musulmana pretende introducir a nivel internacional un reconocimiento del delito de blasfemia, que para ellos en la práctica es cualquier crítica al Islam o al profeta Mahoma. Este tipo de leyes existe en la mayor parte de los países musulmanes y son usadas no sólo para negar la libertad de pensamiento y de palabra, sino para realizar venganzas personales y en particular para perseguir a los cristianos: como todas las leyes dictadas por el fanatismo, tienen una intención  persecutoria y las garantías para el acusado son inexistentes. Bastan denuncias sin pruebas, sobre todo cuando la víctima pertenece a otra religión.

Desde luego estas leyes son impensables hoy en día en Europa, pero creo que está muy claro que cuando la inmigración musulmana comience a tener un peso político importante, los islamistas empezarán a presionar para introducirlas. La lectura del artículo mencionado nos dice qué es lo que debemos esperarnos cuando sean la mitad más uno entre nosotros.

Pero esta no es la única inquisición que acecha: mucho más cerca tenemos inquisiciones que se llaman a sí mismas libertad y tolerancia. Estoy hablando de esa forma de tapar la boca y encadenar la mente que se llama corrección política y que impone su ley en nuestras sociedades libres. Esta dictadura de terciopelo es una de la peores formas de negación de la libertad de pensamiento: para no repetirme haré referencia al artículo que escribí en este blog hace tiempo:

De hecho  una intolerancia característica es la de los tolerantes de profesión...cuando uno se llena la boca continuamente con una palabra debemos sentir una enorme mosca tras la oreja, más o menos como cuando un político dice que es honrado. En el mencionado artículo sobre las leyes contra la blasfemia, el periodista, como buen progre, se indigna contra la imposición de una censura religiosa, pero no sospecha que muchas de las consideraciones que hace encajan como un guante en nuestra sociedad, específicamente son aplicables a las formas de censura que el progresismo ha introducido y continúa a introducir contra los disidentes. Es más, supongo que nuestro periodista se irritaría profundamente si se le hiciera notar que las actitudes del fanatismo islámico son exactamente iguales a las de los progres. Hay que entenderlos: se ven fácilmente las vigas -porque en este caso no son pajas- en el ojo ajeno pero las que están en el propio no. Escojamos algunas expresiones con cuyo sentido no puedo estar más de acuerdo:

"...no es en el fondo más que el ejercicio de la libertad de opinión..."

"...confundir el papel de legisladores y jueces con el de teólogos e inquisidores..."

"...no deja de ser un criterio, no una verdad inamovible a la que deban plegarse todas las libertades, incluida la de abrazar una fe u otra, o ninguna..."

Pues bien, todo esto está pasando aquí y ahora, en el seno de las sociedades libres. Y no estoy sólo hablando de corrección política y dictadura de terciopelo, de que en los medios se permitan sólo ciertas opiniones, de que un personaje público pueda arruinar su carrera si tiene opiniones incorrectas, de que algo esté bien o mal visto socialmente. Estoy hablando de delitos de opinión, libros prohibidos y destruidos, gente condenada a prisión por lo que "en el fondo no es más que el ejercicio de la libertad de opinión". Los delitos de opinión son cada vez más y precisamente son introducidos en nombre de la tolerancia y la libertad.

En ciertos países afirmar que las razas humanas no sólo existen sino que presentan diferencias notables de carácter, inteligencia, habilidades, y en base a ello expresar un criterio cualitativo de preferencia, de adhesión o rechazo,  es no sólo mal visto sino penalmente perseguible. Y sin embargo estas diferencias son indudables, reales más allá de toda duda. Para quien desee referencias recomiendo este enlace y la lectura del artículo original en el "Mankind Quarterly":


El igualitarismo dogmático es en la actualidad "una verdad inamovible a la que deben plegarse todas las libertades, incluida la de abrazar una fe u otra, o ninguna". Quien dice razas dice hombres y mujeres, dice personas en general que son diferentes en todo, por fuera lo son y por dentro mucho más. No me sale de los cojones abrazar la fe igualitaria, no lo haré jamás, y el legislador o el juez que pretende cerrarme la boca por ello me parece muy claro que "confunde su papel con el de teólogo e inquisidor". El igualitarismo y la correción política, el feminismo, el antirracismo, constituyen la religión podrida y apestosa que pretenden imponernos los dueños del mundo.

Por los delitos de pensamiento arriba mencionados una persona puede sufrir castigos y molestias más o menos duros, se le puede hacer la vida imposible, pero no es fácil que termine en la cárcel por este motivo. Sin embargo existe un delito de opinión por el que en media Europa, en Canadá y en varios otros países libres se puede ir a la cárcel, y no sólo en teoría puesto que han sido encarceladas u obligadas a abjurar con esta amenaza un cierto número de personas. Existe una policía del pensamiento, que impide publicar libros y los destruye cuando son publicados. Esta es la Inquisición reina que he dejado para el final.

Estoy hablando de la criminalización del revisionismo histórico, corriente de estudios que pone en duda la versión comúnmente aceptada de la persecución sufrida por los judíos durante la segunda Guerra Mundial, sustancialmente reduciendo su entidad y negando que hubiese un plan deliberado de exterminio. No sólo se persigue penalmente la negación de la historia escrita por los vencedores, sino que también la simple expresión de dudas es delito en muchos países, y lleva directamente a la cárcel si no se abjura de la herejía.

Puesto que éste es un terreno minado será necesario aclarar que quien escribe no comparte la ideología nazi ni considera justificables bajo ningún punto de vista las persecuciones sufridas por los judíos en ese período histórico, que fueron efectivamente brutales. Al mismo tiempo considera pura propaganda gran parte de lo que nos han contado; no se trata más que de la historia de los vencedores y la demonización del vencido, a la vez que la ocultación de los crímenes cometidos por el régimen soviético de Stalin antes, durante y después de la guerra, así como los cometidos por los buenos angloamericanos.

Pero quien escribe es sólo apasionado de historia, no especialista en estos estudios por lo que su opinión vale lo que cualquier otra. Lo importante aquí no es si los revisionistas tienen o no razón y en qué medida, sino el principio básico según el cual en el estudio histórico, como en cualquier disciplina del saber, es inaceptable bajo cualquier punto de vista la imposición de una verdad oficial, la criminalización y la persecución penal de quien defiende una teoría contracorriente. Cualquier limitación a la libertad absoluta de pensamiento e investigación convierte la ciencia en propaganda y manipulación. Para mí enterarme de que los historiadores revisionistas eran procesados y encarcelados fue la prueba definitiva de que por lo menos en parte tenían razón, de que no se trataba de unos impostores que querían rehabilitar el nazismo.

No se hacen leyes y tribunales especiales para un grupúsculo de fanáticos antisemitas y de neonazis. Una democracia puede sobrevivir perfectamente a una minoría de exaltados. Se hacen leyes especiales y se mete a las personas en la cárcel cuando lo que dicen es una amenaza directa para el sistema, cuando el poder tiene miedo de la verdad, porque se basa sobre mentiras que hay que proteger a toda costa. 

Además de los intereses políticos en juego, hay que mencionar que también hay intereses económicos enormes ligados a la "Industria del Holocausto",  título de un excelente libro de Norman Filkenstein, autor judío -no revisionista- que tenido también sus problemas con la lobby sionista por su denuncia.

Se pretende que los revisionistas son nazis más o menos camuflados, que niegan el holocausto y la persecución de los judíos para rehabilitar la figura de Hitler y su régimen. Esto es totalmente falso. Ninguno de ellos -por lo menos los más serios y preparados- niega que hubiera persecuciones ni las justifica. Tampoco es cierto que la mayoría sean nazis o fascistas: el padre de esta corriente, Paul Rassinier, fue él mismo deportado en un campo de concentración; otro de los más importantes y perseguidos, Robert Faurisson, se puede definir un anarquista libertario. En general los revisionistas pertenecen a las más variadas tendencias.

Sin entrar en detalles sobre mis conclusiones personales -que repito son irrelevantes- acerca de los resultados de los estudios revisionistas, ni mucho menos hacer apología del nazismo respecto al cual mantengo las distancias, termino esta entrada haciendo notar algo evidente: cualquier persona libre debería por lo menos preguntarse por qué en una sociedad en la cual todos se llenan la boca con la libertad de expresión existen los delitos de opinión, por qué la gente va a la cárcel por vender libros prohibidos y por expresar opiniones que no son mínimamente incitaciones al delito o a la violencia, sino simplemente interpretaciones o teorías sobre la realidad y los eventos históricos.

Espero que este breve repaso sirva para mostrar que la policía del pensamiento y la persecución por motivos de opinión no es algo propio sólo del medioevo o de las dictaduras.

La peor y más venenosa inquisición es la que se disfraza de libertad.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

(…) cualquier persona libre debería por lo menos preguntarse por qué en una sociedad en la cual todos se llenan la boca con la libertad de expresión existen los delitos de opinión, por qué la gente va a la cárcel por vender libros prohibidos y por expresar opiniones que no son mínimamente incitaciones al delito o a la violencia, sino simplemente interpretaciones o teorías sobre la realidad y los eventos históricos.

Esta libertad que inunda todo y que sabes que denuncio desde mi blog, pues tanto ejercicio de la libertad se torna en totalitarismo, es parte de la decadencia ética y política que padecemos. La libertad de hoy es sinónimo de decadencia.

Tu parrafada de arriba, que he transcrito (copiar y pegar) dice “cualquier persona libre”. Hay de todo menos ese tipo de personas. La libertad, tanta libertad, nos ha incapacitado para la libertad y para el compromiso.

Mi máxima solidaridad para con P.V. Hoy más que nunca, DISIDENTE.

Hasta pronto, Oso.

Anónimo dijo...

(...) por qué la gente va a la cárcel por vender libros prohibidos.

Se me olvidaba decir algo respecto a esa frase: sin haber libros prohibidos en realidad, ya que vivimos en una sociedad de libre expresión, de libre imprenta, de libre opinión, etc.

La democracia se vive en el contexto de lo políticamente correcto, lo que se salga de eso no se considera parte del ejercicio democrático.

Cuidado con los que se llenan la boca con la palabra democracia.

1984... ¡presente!

Anónimo dijo...

"Democracia": tal vez el más falaz de los términos usados por el hombre en tiempos actuales. Ni siquiera en la antigua Atenas, donde se acuñó el nombre, fue verdad.

Su ambigua etimología ha permitido a todos los trapaceros de la historia construir un mito utilísimo, para sumergir a las masas en la nebulosa de un contínuo espejismo. El "tu eliges", del sufragio universal indiscriminado,se ha constituido en una gigantesca trampa ideológica. Piedra angular donde se apoya, "in sólidum", el nefasto binomio: "democracia-libertad"

"¡Sí, pero la auténtica democracia sería algo diferente...!"

No seamos cándidos y escarmentemos de una vez: esa, ni existe, ni creo que haya existido nunca.

Max Romano dijo...

En efecto la democracia es un engaño, especialmente lo que hoy en día se llama así. No sé si ha existido alguna vez. Para el actual tinglado de manipulación y mentiras la mejor descrición que conozco es la del escritor italiano Massimo Fini: "una manera para darle por culo a la gente con su consentimiento".

Como ha apuntado también Daorino, la "tolerancia" se acaba muy rápidamente cuando se sale de los límites admitidos del discurso "correcto". Es decir existe la libertad de expresar ideas que no molesten de verdad al poder. Pero esta libertad ha existido siempre, en dictadura y en "democracia".

Todo poder combate las ideas que le son enemigas, pero la "democracia" además censura en nombre de la libertad y pretende hipócritamente tener una gran superioridad moral.

Anónimo dijo...

La democracia, en definitva, es, finalmente, otro tinglado autoritario, sólo que en nombre de la libertad, como habéis señalado.

A.J dijo...

La libertad de unos es la ofensa para otros, y viceversa... Asi ha sido y asi sera siempre.
El hombre es el lobo del hombre.


Y al progresismo que le den por culo ...que diria Massimo Fini.
Por eso la democracia es una mentira, la democracia es la dictadura de las mayorias, el problema es que en España no hay democracia, ni en casi ningun pais, lo que hay es plutocracias con regimenes de libertades parciales.