lunes, 24 de noviembre de 2008

ADOCTRINAMIENTO FEMINISTA PARA LOS JUECES

Prácticamente cada día que pasa asistimos a una nueva maniobra de las feministas en su guerra implacable contra el hombre. La última es hacer obligatorio para los jueces que se ocupen de violencia de género un curso específico, que incluya visitas a centros de mujeres maltratadas. Es decir, si empezamos a llamar las cosas por su nombre, se pretende intensificar el adoctrinamiento de los jueces en sentido feminista, siendo evidente la grosera manipulación emotiva que se persigue con las visitas a los centros: si el juez es hombre, para que se sienta culpable por serlo, y si es mujer para que se empape todavía más en odio feminista. Éste es el verdadero objetivo de tales cursos, como es fácil comprender leyendo las repugnantes palabras de Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio de Violencia de género. He aquí el enlace al artículo original:

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/11/24/espana/1227526575.html

La señora parece escandalizarse de que en los juzgados penales sólo acabe en condena el 50% de las denuncias mientras que en los juzgados especializados -es decir los tribunales políticos de la tiranía feminista- la proporción sea del 80%. Los cursos de persiguen alcanzar una "mayor eficiencia", lo que evidentemente quiere decir más condenas.

¿Han entendido ustedes bien? La eficiencia no es disminuir el número de errores judiciales, averiguar si el acusado es culpable o inocente y emitir sentencias con un criterio de justicia. No. Eficiencia es condenar el mayor número posible de hombres, idealmente el 100% que debe ser el objetivo último de esta gente.

Porque para las feministas no existen las denuncias falsas. La señora con un eufemismo que revuelve el estómago dice que "la carga de la prueba es muy delicada y a veces se resuelve en un testimonio", para expresar la idea que muchas condenas se basan sólo en la palabra de la mujer, en ausencia de cualquier otro tipo de prueba. A esta señora le debe molestar infinitamente que en algunos juzgados exista todavía sentido de la justicia y se pidan pruebas para condenar. Esto tiene un nombre: odio contra los hombres. No es difícil reconocer aquí -y en general en todo el discurso feminista- el inconfundible hedor rencoroso del odio de clase. Ayer eran los capitalistas y los burgueses, hoy todo el género masculino.

Y además tiene la indecencia de decir que "no se puede hablar con rigor y seriedad de denuncias falsas hasta que no haya sentencias que condenen a mujeres por falso testimonio" y que "el sistema está preparado para actuar si se detecta una denuncia falsa"

Ante tanta hipocresía y mala fe cuesta encontrar calificativos adecuados. ¿Cómo cojones van a condenar por falsa denuncia a una mujer, si la injusta ley de violencia de género y los tribunales feministas consideran prueba suficiente la palabra de la mujer, si la palabra de un hombre no vale nada, si no hace falta para condenarle más que un testimonio? Por definición el acusado es culpable.

Es verdad que el sistema está preparado para actuar si se detecta una denuncia falsa: condenando al hombre, expulsándole de su casa, separándole de sus hijos y reduciéndole a la miseria. Y si protesta es peor. El sistema no puede aceptar que haya denuncias falsas porque se vendría abajo el castillo de mentiras sobre el que ha construido su poder; por ello prefiere condenar a un inocente.

Esta gente pisotea todos los principios de la justicia, sin descanso y con saña trabaja para ver al mayor número posible de hombres en la cárcel o reducidos a la miseria; evidentemente su sueño inconfesado debe ser un mundo donde los hombres sean los parias de la sociedad y vivan permanentemente humillados. Parafraseando Orwell, una imagen del futuro en la cual un zapato de tacón aplasta un rostro masculino. La referencia no es gratuita: hemos llegado ya a nuestro 1984.

El 1984 del feminismo en el cual las víboras escriben las leyes y envenenan la vida de todos.

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