Artículo publicado en El Correo de España
Como cada año llega la
semana del llamado “Orgullo” en la que celebra su propia decadencia buena
parte del mundo y especialmente Occidente, que parece regodearse de manera
particular con el olor de su podredumbre. Los poderes públicos jalean y apoyan
con entusiasmo: es el triunfo de los lobbies de la degeneración, que han
tomado el control de las instituciones y marcan el territorio con una serie de Mariconadas
de Estado que cada vez van a más.
Mariconadas de Estado son
los buzones de correos pintados y las banderas en los Ayuntamientos, como lo
son (metafóricamente hablando) el culo en pompa y las bajadas de pantalones de
los políticos frente a la secta LGTB, así como las mil otras maneras en que los
poderes públicos expresan su apoyo a la causa LGTB, poniendo el Estado al
servicio de los intereses de este grupo y su agenda.
Gran Mariconada de Estado
y
novedad del año es el emblema arcoíris que ha ondeado en durante unos días en el
perfil de twitter de la Guardia Civil; como una bandera izada en el
centro de la ciudadela, para dejar bien clara su ocupación del territorio. No
se podía esperar otra cosa de un país donde el ministro de interiores es abiertamente
homosexual y naturalmente barre para casa.
Todo esto nos dice una
cosa sola: que vivimos en un estado totalitario dominado por la ideología LGTB,
donde sus partidarios y practicantes ya han tomado el control del Estado y están
permeando todo con sus ideas, no sólo el aparato estatal cada ámbito de la vida
y la sociedad. No se admiten discrepancias, se purga a los disidentes y se
señala a los desafectos. Lo ha dejado bien claro la bandera arcoíris en el
emblema de la Guardia Civil, que no ha sido una “mariconada anecdótica” sino
una mariconada oficial. El Estado son ellos y oponerse a la ideología
oficial no está consentido.
¿Qué es oponerse a la
ideología oficial? No significa querer dañar o perjudicar a nadie por su
condición, como tendenciosamente se nos ha lavado el cerebro para que pensemos
con la mendaz y manipuladora palabra homofobia.
Significa negarse a
reconocer que una unión homosexual merezca el nombre, la consideración y el
tratamiento legal de matrimonio; defender el concepto de normalidad como
atracción y unión de hombre y mujer; no aceptar la aberración inmunda de
entregar niños en adopción a homosexuales; afirmar el valor normativo de las
figuras de padre y madre, la necesidad de la polaridad entre lo masculino y lo femenino
en todos los ámbitos de la vida; rechazar que toda una serie de trastornos
psicológicos de la sexualidad, casos de disarmonía o discrepancia, entre el
cuerpo y las inclinaciones sexuales o la percepción de sí mismo, tengan el
mismo valor que la normalidad; negarse a que los canallas practiquen la
ingeniería sexual sobre nuestros hijos, fomentando la confusión sexual y la
homosexualidad, en una etapa de su vida en que son especialmente vulnerables a
estas manipulaciones.
En una palabra, defender
la salud y la normalidad contra el avance de la podredumbre. No nos dicen todavía
que todo ello está fuera de la ley, pero se han quedado ya sólo a un paso de
ello.
Para los que nos negamos
a tragar con toda esta basura impuesta desde arriba, una verdad queda clara: el
Estado se ha convertido en enemigo. Sus fuerzas del orden no sólo persiguen
delitos comunes, sino que se les imparte también formación ideológica y probablemente
tienen ya una sección política especializada cuya misión es reprimir la
disidencia; cada día más, su justicia y su derecho son la voluntad de la secta
LGTB encarnada en leyes (como decía Marx del orden burgués) y por tanto son
parte del poder al que nos debemos oponer. Fuera del Estado en sentido
estricto, todo el Sistema en que vivimos forma parte de lo mismo. Sus medios de
comunicación, sus productos del entretenimiento, todo ello es parte del mensaje
oficial, todo ello es propaganda y basura.
Estamos en la disidencia
y nuestro deber es luchar, resistir, negarle cualquier legitimidad a esta inmensa
invasión de la alcantarilla desbordada.
El Poder quiere que cada
uno de nosotros piense que está solo, que nos sintamos aislados, oprimidos por
la fuerza del rebaño, nos quiere meter en la cabeza que nuestra posición no
tiene legitimidad ni cabida, que estamos fuera del “tiempo” y de la “historia”.
Pero la Historia no está
jamás escrita, el Tiempo no es ese triste desierto progresista donde ha muerto
la libertad humana, y de lo único que estamos fuera es de las alcantarillas
pestilentes.
MAX ROMANO
1 comentario:
Pero es que entorno a toda esa "bazofia" hay organizado un gigantesco negocio, con un baile de millones gigantesco que tenemos que sufragar los maltratados ciudadanos, y me temo que el negocio va a mås con las nuevos proyectos de ley que vuelan como buitres sobre el parlamento. O damos un giro de ciento ochenta grados a la situación actual, o acabaremos pagando impuestos por no pertenecer a esos grupos.
Publicar un comentario