Como cada año por estas fechas estamos en la Semana del Orgullo, ese carnaval chabacano
y ramplón que cada verano castiga las ciudades de medio mundo y especialmente
de Occidente. El homosexualismo ha logrado apropiarse del arco iris, hermoso símbolo
hasta que los sodomitas lo erigieron en su bandera, de la palabra “Orgullo” y
hasta de la alegría, pues no es otro
el sentido original de “Gay” en inglés. Alegría que, por cierto, vemos bien
poco en los nauseabundos aquelarres LGTB, vemos únicamente exhibicionismo impúdico
compulsivo, la anormalidad que rompe todas las barreras y una voluntad de
provocar verdaderamente arrogante, bien cubiertos como se saben por nuestras
basurclases dirigentes.
Ya comenté el tema en mi entrada Repugnante semana de propaganda sodomita escribiendo la cual me
quedé, lo admito, muy a gusto. No voy a repetirme, pero sí a comentar cómo la
situación sigue empeorando, cómo la propaganda de la lobby homosexual (que existe de manera evidentísima y tiene
una influencia enorme) ha lavado los cerebros y ha inundado el ambiente social,
hasta el punto de que quien se opone a la ideología homosexualista cada vez
está más aislado y se le empieza a perseguir con una repugnante nueva inquisición.
El ambiente homosexualista es ya un hecho, ya domina el
discurso y por mil signos se quiere imponer a todos como la nueva ortodoxia. Es
un cambio que ha tenido lugar muy rápidamente, en menos de una generación, que quien
tenga más de treinta años ha podido observar perfectamente. Tres episodios
bastarán para ilustrar este hundimiento.
El primero es la política de la Universidad Complutense que premiará
con créditos ser voluntario en el Orgullo Gay. Méritos académicos dignos de
nota, efectivamente, en el mundo semianalfabeto de la corrección política. Poco
importa que sean créditos para uno de los numerosos títulos basura, lo
importante es el aspecto simbólico. La Universidad se ha convertido en un estercolero,
además de un nido de sabandijas radicales y de fomento de la degeneración; seguramente
no un lugar donde se pueda pensar libremente, pues la mano de hierro de la
censura progresista vigila y castiga.
El segundo es el episodio de una madre que envió una queja a
la basurcadena televisiva que estaba viendo su hijo de nueve años, pues estaba
emitiendo (en horario infantil) un programa de promoción de la bisexualidad.
Inmediatamente los twitterborregos comenzaron a protestar en masa y agredir verbalmente a la señora por su contra la queja “homófoba”; hasta salió la noticia
en algunos medios, naturalmente con comentarios desfavorables a la madre. La mujer había escrito “sinvergüenzas, asquerosos, hijos de vuestra madre” que es lo mínimo
que se puede decir frente a un programa de promoción de bisexualidad en horario
infantil, cuando tu hijo lo está viendo. Este odioso ambiente de linchamiento contra quienes resisten a la
propaganda homosexualista se está convirtiendo en algo general, y va en
paralelo al uso impropio de la palabra homófobo,
que les han metido con calzador a los cerebros lavados, para que la escupan
contra todo aquel que se oponga a la degeneración sexual y a la corrupción de
sus hijos.
El tercer episodio son las palabras del Papa marxista y
políticamente correcto que se va ya quitando la careta para revelarse un
instrumento más de las fuerzas de la degeneración. Además de exhortar a los
líderes cristianos a moderar su discurso contra las uniones de invertidos,
también ha dicho que los cristianos deberían pedir perdón a los homosexuales. Tales
lamentables palabras muestran cuán bajo ha caído la iglesia. Es el Papa sin
duda quien debería pedir perdón a los católicos,
por colaborar con la descomposición social, traicionar su doctrina, su
patrimonio espiritual y a los creyentes que le siguen aún. La religión
cristiana fue baluarte durante siglos de valores válidos (quizá porque era un
catolicismo europeo en una Europa sana) y aún puede serlo, pero actualmente la Iglesia
está recorriendo una pendiente descendente, sacando a la luz lo peor que lleva
dentro y alineándose cada vez más con la corrección política.
Sin extenderme más, el cuadro que se nos presenta es de un
dominio aparentemente irremediable del homosexualismo y las lobbies de la
degeneración, pero no debemos olvidar jamás que las fuerzas cuyo triunfo es tan
completo son en realidad como las células cancerosas que triunfan en un cuerpo
moribundo y que todo este mundo lleva dentro un hedor a cadáver y descomposición.
Sólo los mentecatos con la mirada vacía perdida en la hipnosis progresista, sin
perspectiva ni memoria ni recto criterio, pueden pensar que es el necesario e
irreversible progreso de la especie humana.
Estamos en una época de decadencia y degeneración, permeada
del olor inconfundible de la muerte, como ha habido otras en la historia. Se
trata de mantener firmes las posiciones y poner los ojos en el futuro, sin
descender a compromisos ni aceptar el discurso de los mensajeros de la
podredumbre.
Max Romano
Max Romano
18 comentarios:
De aquí a unos pocos años veremos los efectos de esta basura de modo inequívoco. Me refiero a las pobres víctimas, los niños criados por dos bujarrones o su equivalente en bollera. Si ya se ven claramente las consecuencias de la desubicación y desarraigo de las familias rotas, con mayor claridad se mostrarán cuales son los productos de estas uniones contranatura.
Naturalmente, este no es el único mal que nos aqueja, aunque sea uno de los más llamativos y repugnantes, otros van haciendo su trabajo de forma más silenciosa y no por ello menos nociva. La degradación moral de nuestros días no solamente es un hecho, sino que además se jalea y se atiza con toda la munición de que disponen a través de la "enseñanza" (no merece tal nombre) y de los mass-mierda que todo lo abarca.
La Iglesia catolica hiede. Se ha convertido en la fiel aliada de los gobiernos mas corruptos, y en su propio seno la degradacion moral campea sin limites con la nutrida legion de pedetastas que la pueblan inmersos en el mundo de la docencia.
Patetica situacion para quienes buscan educar a sus hijos en centros religiosos.
La proporción de pederastas entre los curas es *bastante* menor que en la población seglar. O sea, que su alegato se cae por su propio peso. En cambio, la proporción de pederastas entre maricones y bolleras se dispara, como era de esperar.
Ya ve como a veces las afirmaciones gratuitas se vuelven contra uno mismo.
Bieber y otros psiquiatras, ya en los años sesenta, partiendo del análisis derivado de trabajar con un considerable número de pacientes homosexuales, afirmaron que la homosexualidad era un trastorno psicológico derivado de relaciones familiares patológicas durante el período edípico. Charles Socarides en esa misma década y en la siguiente —de hecho hasta el día de hoy— defendía, por el contrario, la tesis de que la homosexualidad se originaba en una época pre-edípica y que por lo tanto resultaba mucho más patológica de lo que se había pensado hasta entonces. Socarides es una especie de bestia negra del movimiento gay hasta el día de hoy pero resulta difícil pensar en alguien que en el campo de la psiquiatría haya estudiado más minuciosa y exhaustivamente la cuestión homosexual. Curiosamente, la relativización de esos juicios médicos procedió no del campo de la psiquiatría sino de personajes procedentes de ciencias como la zoología (Alfred C. Kinsey) cuyas tesis fueron frontalmente negadas por la ciencia psiquiátrica.
De manera comprensible y partiendo de estos antecedentes, el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) incluía la homosexualidad en el listado de desórdenes mentales. Sin embargo, en 1973 la homosexualidad fue extraída del DSM en medio de lo que el congresista norteamericano W. Dannemeyer denominaría “una de las narraciones más deprimentes en los anales de la medicina moderna”. El episodio ha sido relatado ampliamente por uno de sus protagonistas, Ronald Bayer, conocido simpatizante de la causa gay, y ciertamente constituye un ejemplo notable de cómo la militancia política puede interferir en el discurso científico modelándolo y alterándolo. Según el testimonio de Bayer, dado que la convención de la Asociación psiquiátrica americana (APA) de 1970 iba a celebrarse en San Francisco, distintos dirigentes homosexuales acordaron realizar un ataque concertado contra esta entidad. Se iba a llevar así a cabo “el primer esfuerzo sistemático para trastornar las reuniones anuales de la APA”. Cuando Irving Bieber, una famosa autoridad en transexualismo y homosexualidad, estaba realizando un seminario sobre el tema, un grupo de activistas gays irrumpió en el recinto para oponerse a su exposición. Mientras se reían de sus palabras y se burlaban de su exposición, uno de los militantes gays le gritó: “He leído tu libro, Dr. Bieber, y si ese libro hablara de los negros de la manera que habla de los homosexuales, te arrastrarían y te machacarían y te lo merecerías”. Igualar el racismo con el diagnóstico médico era pura demagogia y no resulta por ello extraño que los presentes manifestaran su desagrado ante aquella manifestación de fuerza.
Sin embargo, el obstruccionismo gay a las exposiciones de los psiquiatras tan sólo acababa de empezar. Cuando el psiquiatra australiano Nathaniel McConaghy se refería al uso de “técnicas condicionantes aversivas” para tratar la homosexualidad, los activistas gays comenzaron a lanzar gritos llamándole “sádico” y calificando semejante acción de “tortura”. Incluso uno se levantó y le dijo: “¿Dónde resides, en Auchswitz?”. A continuación los manifestantes indicaron su deseo de intervenir diciendo que habían esperado cinco mil años mientras uno de ellos comenzaba a leer una lista de “demandas gays”. Mientras los militantes acusaban a los psiquiatras de que su profesión era “un instrumento de opresión y tortura”, la mayoría de los médicos abandonaron indignados la sala. Sin embargo, no todos pensaban así. De hecho, algunos psiquiatras encontraron en las presiones gays alicientes inesperados. El Dr. Kent Robinson, por ejemplo, se entrevistó con Larry Littlejohn, uno de los dirigentes gays, y le confesó que creía que ese tipo de tácticas eran necesarias, ya que la APA se negaba sistemáticamente a dejar que los militantes gays aparecieran en el programa oficial. A continuación se dirigió a John Ewing, presidente del comité de programación, y le dijo que sería conveniente ceder a las pretensiones de los gays porque de lo contrario “no iban solamente a acabar con una parte” de la reunión anual de la APA. Según el testimonio de Bayer, “notando los términos coercitivos de la petición, Ewing aceptó rápidamente estipulando sólo que, de acuerdo con las reglas de la convención de la APA, un psiquiatra tenía que presidir la sesión propuesta”. Que la APA se sospechaba con quien se enfrentaba se desprende del hecho de que contratara a unos expertos en seguridad para que evitaran más manifestaciones de violencia gay. No sirvió de nada.
El 3 de mayo de 1971, un grupo de activistas gays irrumpió en la reunión de psiquiatras del año y su dirigente, tras apoderarse del micrófono, les espetó que no tenían ningún derecho a discutir el tema de la homosexualidad y añadió: “podéis tomar esto como una declaración de guerra contra vosotros”. Según refiere Bayer, los gays se sirvieron a continuación de credenciales falsas para anegar el recinto y amenazaron a los que estaban a cargo de la exposición sobre tratamientos de la homosexualidad con destruir todo el material si no procedían a retirarlo inmediatamente. A continuación se inició un panel desarrollado por cinco militantes gays en el que defendieron la homosexualidad como un estilo de vida y atacaron a la psiquiatría como “el enemigo más peligroso de los homosexuales en la sociedad contemporánea”. Dado que la inmensa mayoría de los psiquiatras podía ser más o menos competente, pero desde luego ni estaba acostumbrada a que sus pacientes les dijeran lo que debían hacer ni se caracterizaba por el dominio de las tácticas de presión violenta de grupos organizados, la victoria del lobby gay fue clamorosa. De hecho, para 1972, había logrado imponerse como una presencia obligada en la reunión anual de la APA. El año siguiente fue el de la gran ofensiva encaminada a que la APA borrara del DSM la mención de la homosexualidad. Las ponencias de psiquiatras especializados en el tema como Spitzer, Socarides, Bieber o McDevitt fueron ahogadas reduciendo su tiempo de exposición a un ridículo cuarto de hora mientras los dirigentes gays y algún psiquiatra políticamente correcto realizaban declaraciones ante la prensa en las que se anunciaba que “los médicos deciden que los homosexuales no son anormales”.
Finalmente, la alianza de Kent Robinson, el lobby gay y Judd Marmor, que ambicionaba ser elegido presidente de la APA, sometió a discusión un documento cuya finalidad era eliminar la mención de la homosexualidad del DSM. Su aprobación, a pesar de la propaganda y de las presiones, no obtuvo más que el 58 por ciento de los votos. Se trataba, sin duda, de una mayoría cualificada para una decisión política pero un tanto sobrecogedora para un análisis científico de un problema médico. No obstante, buena parte de los miembros de la APA no estaban dispuestos a rendirse ante lo que consideraban una intromisión intolerable y violenta de la militancia gay. En 1980, el DSM incluyó entre los trastornos mentales una nueva dolencia de carácter homosexual conocida como ego-distónico. Con el término se había referencia a aquella homosexualidad que, a la vez, causaba un pesar persistente al que la padecía. En realidad, se trataba de una solución de compromiso para apaciguar a los psiquiatras —en su mayoría psicoanalistas— que seguían considerando la homosexualidad una dolencia psíquica y que consideraban una obligación médica y moral ofrecer tratamiento adecuado a los que la padecían. Se trató de un triunfo meramente temporal frente a la influencia gay. En 1986, los activistas gays lograban expulsar aquella dolencia del nuevo DSM e incluso obtendrían un nuevo triunfo al lograr que también se excluyera la paidofilia de la lista de los trastornos psicológicos. En Estados Unidos, al menos estatutariamente, la homosexualidad —y la paidofilia— había dejado de ser una dolencia susceptible de tratamiento psiquiátrico.
Cuestión aparte es que millares de psiquiatras aceptaran aquel paso porque la realidad es que hasta la fecha han seguido insistiendo en que la ideología política —en este caso la del movimiento gay— no puede marcar sus decisiones a la ciencia y en que, al haber consentido en ello la APA, tal comportamiento sólo ha servido para privar a los enfermos del tratamiento que necesitaban. Se piense lo que se piense al respecto —y la falta de unanimidad médica debería ser una buena razón para optar por la prudencia en cuanto a las opiniones tajantes— la verdad era que la decisión final que afirmaba que la homosexualidad no era un trastorno psicológico había estado más basada en la acción política —y no de la mejor especie— que en una consideración científica de la evidencia. Por ello, ética y científicamente no se diferenciaba mucho, por lo tanto, de aberraciones históricas como el proceso de Galileo o las purgas realizadas por Lysenko.
http://www.libertaddigital.com/opinion/ideas/la-homosexualidad-no-es-lo-que-era-1275323365.html
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:2XkKKD94OvoJ:www.sontushijos.org/consultas/materiales/material53.pdf+&cd=5&hl=es&ct=clnk&gl=es
http://www.nucleosoa.org/LaCaverna/documentos/LobbyGay/LobbyGay.HTML
http://www.franciscooliveiraysilva.com/2014/06/muchos-por-ignorancia-creen-que-la.HTML
http://oracionesydevocionescatolicas.com/guias_para_padres.htm
César Vidal - La homosexualidad no es lo que era
En 1973, en contra de una extendida opinión psiquiátrica, la Asociación psiquiátrica americana (APA) excluyó la homosexualidad de los trastornos psicológicos contemplados en el DSM-III. La decisión fue calurosamente aplaudida por los grupos de presión gays como la liberación de un estigma e incluso…
libertaddigital.com
La Iglesia catolica no ha sido cuestionada en sus aspectos morales -al menos en España-,hasta hace muy pocos años. Es impensable que hace cuatro o cinco decadas se hablase de pederastia entre el clero. Afortunadamente las cosas han ido cambiando, y ese degradante asunto haya comenzado a salir a la luz, pero me temo que solo estemos ante la punta del iceberg. Por mas que resulte molesto para la beateria nacional.
La Iglesia Católica, vista como conjunto y más allá de los pecados -más o menos graves- de las personas constituyentes, ha sido depositaria, promotora y defensora, durante 2000 años de lo nuclear en lo que afecta a la moral y a la espiritualidad para gran parte del mundo. No creo que sea el único conocimiento espiritual y moral digno de tal nombre en este mundo, pero sin duda es uno de los más importantes. El racionalismo, aunque ha aportado un gran avance para la humanidad, en muchos aspectos, ha degenerado en el positivismo, cuando menos, pretendiendo que todo puede ser abarcado por la razón. Los graves actos del racionalismo se han manifestado y siguen aumentando en muchos aspectos. Uno de ellos es el igualitarismo y el materialismo, fundamentos compartidos por las democracias liberales y los comunismos. Lo mismo puede decirse del mortal relativismo. De aquí se sigue la perversión de querer negar el componente patológico de la homosexualidad. Y, por supuesto, como bien siempre ha dicho el catolicismo, hay que distinguir entre pecado y pecador. La dignidad personal proviene de su filiación divina. Las acciones pueden ser buenas o malas. Reconocer eso permite un avance espiritual y, por tanto, social. No creo que en la Iglesia católica se den actos de maldad con más frecuencia o intensidad que en el resto de la sociedad. Mas bien creo lo contrario. Sin embargo si creo que los mejores actos son más frecuentes bajo búsquedas espirituales cómo la católica.
No es la intencion del post hacer una valoracion de la aportaciones morales y materiales de la Iglesia catolica a traves de la historia -que de todo hubo-, sino señalar la degradacion moral -en este caso la pederadtia-, de cierto numero de componentes que la integran, y de la laxitud conque algunas de sus altas jerarquias lo contemplan.
Esta bien que se defiendan valores morales dentro de la tradicion natural, y se rechacen otros que traten de desplazalos o destruirlos. Pero quedarse en la ciberprotesta es un recurso comodo de escasa eficacia. Los pocos que comentamos en este blog estamos, en general, de acuerdo, pero este posicionamiento ideologico habria que manifestarlo publicamente, con conviccion y valor, en actos publicos, en la calle, tal como hacen infinidad de grupos y colectivos del mas variado sesgo.
Sin restar merito a la labor de Oso, la ciberprotesta tiene un impacto social limitado. Creo que son tiempos donde hay que jugar mas fuerte.
Un saludo.
Ante todo hay que mantenerse firmes frente a la decadencia impuesta por este nefasto sistema y sus lacayos, auténticos mercenarios de la degradación moral y como bien indica el último párrafo, hay que mantener firmes las posiciones pensando en el futuro, plantando cara a la adversidad, es la única forma de combatir a esta lacra social.
Un saludo.
NO entiendo porque aqui en america latina simepre tienen que copiar toda la basura que nace en sus tierras europeas y desprecian todo aquello bueno que dejaron desde la colonia.
El título de esta página se refiere al "Gran aquelarre homosexualista", por tanto no se refiere a ningún grupo, institución o continente concreto.
Insisto en las entradas que puse más arriba y que considero claves en este tema, el intento manipulador (en el sentido más peyorativo de este término) para que una enfermedad sea considerada como algo normal. Desde luego esto no se habría podido dar aisladamente si no hubiera esa misma ingeniería para pervertir muchos otros valores occidentales o, como alguien a nombrado, procedentes directamente de la filosofía natural (que desde luego, no es sinónimo de vida o comportamiento natural) Por supuesto que no se trata de denigrar o injuriar la condición homosexual sino de ofrecer posibilidades terapéuticas a aquellos que lo busquen. También es imprescindible que los recursos públicos no sean utilizados, en lo más mínimo, para promocionar o sostener ese aquelarre ni esa manipulación. Ambas cosas deben ser exigidas ya.
Me parece perfecto que se haga todo tipo de acciones para reflexionar y tratar de revertir esa manipulación. Seguramente estos contactos online sirven para estimular otras acciones.
Por supuesto que eñ tituloo del post no hace referencia a ningun grupo, instirucion o colectivo concreto, ni veo la necesidad de explicar el contenido del post -clarisimamente expuesto-. Yo solo he comentado la "insuficiencia" de los procedimientos basados en las ciberprotestas, que inundan internet en la acrualidad. Toda forma de protesta razonada es valida sea cualsea el medio que utilicemos.Pero, en la grsn mayoria de casos, no van mas alla de exposiciones online. Lejos esta de mi intencion minimizar la labor de este blog con su valiosa labor divulgadora, pero me agradaria ver un "nivel de compromiso" reflejado en una accion presencial mostrada al ciudadano de forma mas directa.Creo que esa es la asigmatura pendiente sobre la que habria que meditar en profundidad.
Estimado Oso;
¿Libertad? Pues yo me siento libre en decir que me cago en esa puta basura maricona y bollera sobreactuada. Me cago en las tías que tienen complejo de ser tías y se lamen los bajos para ver si les germina un falo...harto de los picha corta que tienen complejo de ser hombre...
Oso, me alegro de ver a alguien valiente en esta hedionda sociedad repulsiva que empiece a decir "BASTA JODER" "SI ME PISAN LOS COJONES ME REVELO"...me da asco como la sociedad embadurna la mierdavisión y los blogs de las putas femiguarras que le han comido el ojete a periodistas calzonazos... La sociedad PUAJ de ascazo, FALSISIMA libertad, la tiranía de la estatua de la libertad en forma de unos grilletes para todos los que no quisimos ser borregos.
Un abrazo;
EL PENSADOR
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