sábado, 16 de julio de 2011

ALIENACIÓN PARENTAL

Esta semana dedico una segunda entrada al tema de los padres separados de sus hijos, que completa la anterior sobre custodia compartida  desde otro punto de vista.

Con el nombre de Síndrome de Alienación Parental (SAP) se conoce un desorden afectivo y de personalidad del niño, que llega a rechazar y odiar a uno de sus progenitores porque el otro lo ha manipulado para ponerlo en su contra. Se suele verificar en situaciones de separación y en un contexto en el cual el progenitor que tiene la custodia impide u obstaculiza las visitas a las que el otro tiene derecho, con la intención de expulsarlo de la vida del niño. El artículo de Wikipedia es bastante adecuado para saber de qué va el tema:


La existencia de este síndrome y su relevancia jurídica son motivo de controversia por motivos que el lector ya habrá intuido. Personalmente soy muy escéptico y crítico con la tendencia de la medicina moderna a sacar del sombrero síndromes, trastornos y patologías varias, tendencia que considero más que sospechosa. Pero lo cierto en el caso del SAP es que se trata de un fenómeno que existe y de una dinámica que aparece con muchísima frecuencia. Que lo llamemos o no trastorno, o cómo se lo quiera clasificar, es en buena medida irrelevante. Lo relevante es la existencia y gran difusión de este tipo de comportamientos. Es por todos conocido que en muchísimas ocasiones, cuando una familia se separa, uno de los progenitores hace lo que puede para manipular al niño y ponerlo en contra del otro, considerando al hijo una exclusiva propiedad suya. Innumerables personas y sobre todo los niños sufren por esto.

Hemos dicho que hay muchas personas y sobre todo organizaciones y grupos de poder que niegan la relevancia del SAP y su misma existencia. Naturalmente para comprender mejor de qué estamos hablando,  es importante y aclara muchas cosas saber exactamente quiénes rechazan por principio que exista este fenómeno:


La repugnante posición del gobierno ZP y su jauría feminista es que no existe el SAP. Que ni siquiera es relevante el fenómeno de la manipulación de los hijos por parte de un progenitor para ponerlos en contra del otro y cortar cualquier relación del niño con la odiada (ex)media naranja. En el mismo artículo de Wikipedia, al final, tenemos enlaces a páginas como 'Tertulia sobre el neomachismo y el SAP', 'Asociación de Mujeres para la Salud. El falso SAP'.

Hasta ahora no hemos hablado de si es el padre o la madre que manipulan la mente de los niños para hacerles odiar al otro, pero llegados a este punto y considerando que es el feminismo que niega la existencia de estos comportamientos generalizados, no hay que ser un genio para entender que es la madre la que en la inmensa mayoría de los casos pone a los hijos contra el padre. Esto corresponde, creo, a la experiencia y las observaciones personales de muchos de nosotros y es desde luego el motivo por el que la existencia del SAP es negada tan visceralmente por las feministas y sus oscuros siervos de espaldas agachadas. Hasta el punto de que llegan al rastrero y despreciable extremo de sugerir que el síndrome ha sido inventado para ocultar los abusos sexuales de padres pederastas.

La triste realidad es bien distinta. Las madres tienen demasiado a menudo la tendencia a considerar los hijos de su propiedad, o incluso como parte de sí mismas, lo que ya por sí solo puede provocar cierta tensión con el padre, aun en el caso de familias bien avenidas. Todos conocemos la figura de la madre castrante y posesiva, que si un tiempo era frenada por la figura paterna, en la sociedad actual que –simbólicamente- ha matado al padre no encuentra ningún límite a sus tendencias.

Tendencias y actitudes que, en caso de conflicto familiar o separación, fácilmente degeneran en lo que podemos llamar un delirio de posesividad uterina y en una furiosa, visceral reacción para expulsar al padre de la vida de sus hijos. Ciertas -muchas- mujeres, llegadas a este punto, no se detendrán ante nada con tal de conseguir su objetivo, ni siquiera ante el daño que va a provocar a sus hijos privándoles de un padre. Naturalmente no porque deseen dañarles sino porque son incapaces de comprender el daño que les hacen; se lo impiden su pulsión uterina y su odio arcaico hacia el padre, que las dominan completamente. Y la legislación feminista, la justicia de parte, siempre a favor de la mujer, las apoyan en esta actitud.

Aunque quizás algo esté comenzando a cambiar, gracias a la actividad de las organizaciones masculinas y de algunos jueces honestos. De aquí las reacciones rabiosas cuando se habla de estos temas y cuando la Justicia empieza a mostrar una mínima comprensión hacia los derechos de los padres. No es que la Justicia haya dejado de ser tendenciosamente feminista –lo es porque lo son las leyes y toda la sociedad occidental- sino porque los abusos y atropellos del feminismo, la impunidad de la mujer han alcanzado ya cotas intolerables y no es posible seguir ignorándolas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre, las víctimas de los divorcios o separaciones son los hijos. Y pienso yo: ¿Esto no podría solucionarse pensándose la gente mejor si debe casarse, tener hijos o no?.

A.J dijo...

La mayoria de la gente no es reflexiva, se mueven por impulsos, contagio, egoismo y borreguismo.
Logicamente el modelo social actual, la educación y la subcultura imperante, potencian mucho estas cualidades(al poder le conviene)

Max Romano dijo...

Cuando se tiene la edad en que uno decide (o no) casarse y tener hijos, normalmente nadie sabe bien donde se mete y tampoco conoce bien a la otra persona. Si uno esperase a tener toda la información y la experiencia para tomar estas decisiones de forma meditada, nadie lo haría porque se le habría pasado el tiempo.

El problema en mi opinión es que a medida que pasa el tiempo aparecen motivos de conflicto, roces, se conoce mejor al otro, el sentimiento inicial va desapareciendo...cuando por formación moral, ética o simple rectitud la nueva unidad de la familia es más importante que sus egos y su bienestar personal, se superan estas dificultades.

Es decir cuando el matrimonio es un valor fuerte que va más allá de un acuerdo mutuamente ventajoso. Pero exactamente en este último sentido degenerado es como se entiende hoy en día: hedonismo y egoísmo es lo que vemos por todas partes.

A esto añadiremos un conflicto latente entre las maneras de ser del hombre y la mujer que siempre existe. Es necesaria una institución matrimonial fuerte que se imponga al interés puramente individual, que obligue a las partes a encontrar una solución. Los casos de conflictos realmente graves e irresolubles son rrealmente pocos.

Si además consideramos el derecho de familia totalmente feminista que da todas las ventajas a la mujer, no me sorprende que tantos matrimonios se rompan.

Lamento el "ladrillo" pero es que el tema tiene bastante miga.