sábado, 9 de octubre de 2010

LA CUADRATURA DEL CÍRCULO

Con esta expresión se suele indicar un dilema o una situación que no tiene ninguna solución satisfactoria, porque es fruto de deseos, aspiraciones, pretensiones incompatibles, entre ellas y con la realidad. Como el cazador del proverbio oriental que quiere cazar a la vez una liebre y un ave, fracasando en ambas cosas.
Me estoy refiriendo en esta entrada a la pretensión de la mujer moderna, adoctrinada por el feminismo, de dedicarse a una carrera profesional, de la misma manera, con las mismas pautas y parámetros que el hombre, y por otro lado cumplir su misión de ser madre. Misión que está dictada por la biología de la especie humana, porque no somos amebas, ni vegetales, ni peces ni reptiles, aunque muchos parezcan haberse quedado en estas etapas o haberlas erigido a ideal de vida.

Como todo el mundo sabe, o sabía antes de que las imbecilidades igualitarias enturbiaran los juicios y reblandecieran los cerebros, existe una asimetría fundamental en el cuidado de la prole: el recién nacido exige una dedicación total por parte de la madre y no por parte del padre. El llevar un hijo en el vientre, alumbrar y dar el pecho necesariamente tiene implicaciones fundamentales en los roles del padre y de la madre: inicialmente una total prevalencia de la figura materna, que poco a poco va atenuándose mientras el padre entra en escena y se va reforzando como figura. Precisamente una de las más importantes funciones del "trabajo" de padre correctamente  realizado, es contarrestar la natural tendencia femenina a la hiperposesividad, a considerar los hijos como algo que le pertenece físicamente, como si siguiera existiendo un "cordón umbilical" psicológico. Sin extenderme en ello, es evidente que la diferencia de roles entre padre y madre es natural y necesaria para un correcto desarrollo humano, y su fundamento es la polaridad masculino-femenino.

Varias veces me he disculpado por escribir cosas evidentes pero, como he repetido también a menudo, cuando vivimos inundados por una avalancha de mentiras y propaganda, orquestada por degenerados cuyo objetivo es la degradación de la sociedad humana, uno está obligado a repetir continuamente que 2+2=4; que hombres y mujeres son radicalmente, profundamente distintos.

El que pueda hablarse de total simetría entre ambas figuras, que tal aberración se pretenda imponer por ley, lo puedo entender sólo como índice de la más profunda estupidez, de una total ceguera producida por la ideología o de mala fe.

El adoctrinamiento feminista en este punto además constituye un engaño y una traición hacia la mujer, porque la está llevando a un callejón sin salida. La ha llevado a odiar el papel de ama de casa y en muchos casos la misma maternidad, para lanzarla a una competición con el hombre en todos los terrenos, convenciéndola de que su liberación consiste en masculinizarse y competir con  el hombre.

No se trata naturalmente de proponer vueltas al pasado: ello es imposible y si no lo fuera, serviría sólo para reproducir las condiciones que han llevado al presente. Pero la mujer moderna en vez de buscar un camino original, basado en valorizar las diferencias, ha elegido la confrontación y competición con el hombre, pretendiendo neciamente una imposible igualdad en todos los terrenos.
Pretensiones e ideología que condenan doblemente al hombre y a la mujer cuando se convierte en la idea dominante de una sociedad. Tanto si es sostenida con buena fe por los mentecatos igualitarios, como si es sostenida con la mala fe de las víboras feministas, que la utilizan como arma en su guerra contra los hombres.
Leyendo el artículo siguiente del diario El País, redactado naturalmente según la habitual óptica del victimismo feminista, podemos aquilatar el fracaso y la crisis que esperan a la mujer moderna cuando se dé realmente cuenta de que ha abandonado familia e hijos por algo que de ningún modo la va a "realizar", por usar la jerga corriente:


Bueno, chica, tu "madre en los setenta" con casi total seguridad era bastante más feliz que tú, no se hacía las pajas mentales que te haces tú, no se quejaba continuamente porque la realidad no se adaptaba a sus deseos o caprichos...en resumen: en vez de pseudoproblemas tenía hijos y era respetada, como mujer y como madre. Evidentemente piensas que es una esclavitud ser un ama de casa en vez de embrutecerse en un trabajo de oficina ocho horas al día, pero esta opinión -que es la de millones de mujeres- sólo denota tu pobreza de horizontes y en definitiva lo limitado de tu concepto de "realización". Si piensas que vas a ser una maruja por cuidar de una familia, es que seguramente lo eres y lo serás siempre, aunque vayas con tailleur a la oficina y tengas un gran despacho...

De pasada, notemos en el artículo la demencial frase "la realidad es sexista". ¡Es sexista porque las mujeres tienen  hijos y los hombres no! Y se presenta esto como una injusticia. Manda cojones...

Es en detalles como éste donde se le ve el plumero a la locura igualitaria, donde su pulsión oculta sale a la luz: la negación, el odio hacia todas las diferencias. Y es aquí donde se revela como ideología de muerte, porque la vida está basada en las diferencias y la polaridad. Esta gente quiere que el mundo sea un lugar de completa igualdad, sin conflictos, sin diferencias.

Pero este lugar existe ya. Se llama  cementerio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los sistemas pluriparticipativos -entiendase la dictadura de las urnas- conllevan un principio disgragador de selectividad natural. No se valora la mejor opinión. el mejor criterio, el más acertado y lúcido. Lejos de esto se hace válida únicamente la cantidad, sin otro atributo que el cómputo más numeroso. Arma suprema de un sistema equivocado aunque hoy por hoy intocable, donde los designios de una comunidad, de una nación, se rigen por el veredicto de una masa aborregada habilmente manejada por una banda de politicastros corruptos e indecentes. ¡He ahí la victoria del "igualitarismo"!