De vez en cuando encontramos alguna noticia en nuestro país que por un momento nos levanta la moral. En medio del fanatismo feminista imperante y del lavado de cerebro continuo al que se nos somete, hay quien conserva algo de cordura y sentido de la justicia.
Estoy hablando de un fallo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, que ha paralizado el proceso de selección para entrar en la la academia de la policía vasca, porque en tal selección se reservan la mitad de las plazas a mujeres. He aquí la noticia:
Es una noticia que ha habido que buscar fuera de los principales diarios nacionales, en mi opinión deliberadamente ignorada porque a la horda feminista no interesa que se hable demasiado de las infames cuotas femeninas, con las cuales se discrimina a los hombres y se les penaliza dando preferencia a mujeres cuya única diferencia de mérito es ser mujeres. Este tipo de políticas se llama discriminación positiva; la denominación tiene cojones y es muy reveladora...evidentemente toda discriminación es positiva para quien se beneficia de ello: si yo cometo un robo, para mí es desde luego un delito positivo. Con darse cuenta de detalles como éste -y son legión- cualquiera que no sea un borrego que camina a dos patas comprende que en esta sociedad sólo el punto de vista de la mujer es importante y es defendido por la clase política. Análoga consideración se puede hacer para otras discriminaciones positivas, para maricones (Google) y por motivos raciales, que se resuelven en discriminación aplicada contra los blancos, por los mismos políticos traidores que dicen representarles. Pero no es el tema de esta entrada.
Notemos que la noticia habla de que se paraliza la promoción por reservar plazas a mujeres, sin mencionar que se trata de la mitad de las plazas. Esto para manipular algo más a los lectores que se limitan a leer los títulos...un ejemplo irrisorio de la distorsión feminista de la realidad, omnipresente e infiltrada como un veneno en las mentes de los hombres. Naturalmente el principio no cambia, que se trate del 10% o del 50%, pero a menudo las cuestiones de grado son importantes y hacen aparecer bajo otra luz las cosas.
No sé cómo terminará el asunto porque el fallo definitivo se emitirá después de que se hayan establecido las puntuaciones de los candidatos; entonces, o se asignarán plazas rigurosamente según la nota obtenida, o se aplicarán las cuotas.
¿Porqué estoy tan seguro de que sin las cuotas la mayor parte de candidatos admitidos van a ser hombres? desconozco el proceso de selección pero me parece evidente por dos motivos:
1. Las cualidades necesarias y la misma inclinación para este tipo de trabajo están más presentes en hombres que en mujeres. Esto es evidente y sólo la imbecilidad igualitaria, que limita las diferencias entre hombre y mujer al aparato reproductivo, puede negarlo.
2. Si el personal admitido sin recurrir a la discriminación fuese prevalentemente femenino, jamás se habría hablado de cuotas. Según las mentiras feministas que los gilipollas domesticados aceptan con su sonrisa cretina, cuando hay menos mujeres que hombres es que están discriminadas, cuando hay más es que ellas son mejores. Por ejemplo en varias carreras universitarias y en la enseñanza, donde hay mayoría abrumadora de mujeres.
En general las cuotas son una imposición del principio aberrante y políticamente correcto que, expresado en lenguaje deportivo, significa que en una carrera todos tenemos que llegar al mismo tiempo a la línea de meta, en vez de tener la misma posición en la línea de salida. Esto último naturalmente es utópico y jamás se conseguirá, pero es el único principio que merece ser llamado de justicia y defendible. La igualdad en la línea de llegada es injusticia radical, es darle un porrazo a los mejores corredores para que, medio cojos, no dejen atrás a los ineptos. En el caso de las cuotas de género, es la imposición del absurdo y demencial criterio que considera justicia la presencia paritaria de hombres y mujeres en cualquier actividad, que no existen diferencias naturales de temperamento, inclinación y capacidades.
Locura y fanatismo en estado puro. Locura y fanatismo de Estado en todo Occidente y especialmente en la España actual.
Naturalmente, como he mencionado, este principio se pasa por alto o se silencia cuando es la mujer la perjudicada. Que los hombres acepten esto y no protesten indica el ínfimo nivel al que ha caído el hombre occidental, indica la magnitud del triunfo que ha obtenido la canalla cuyo objetivo es destruir la masculinidad y reducir el hombre a un guiñapo.
Son muy contadas las ocasiones en las cuales una presencia no ya paritaria, sino simplemente equilibrada, con una representación adecuada de los dos sexos es necesaria hasta el extremo de necesitar que sea defendida con normas específicas si no se realiza espontáneamente. El caso más importante que se me ocurre es la escuela: los niños y adolescentes necesitan en su proceso de crecimiento y maduración figuras de referencia, maestros, de su mismo sexo. Para aprender a ser hombre es necesario fijarse en modelos masculinos con los cuales se debe tener un contacto personal, y lo mismo para aprender a ser mujeres. No estoy diciendo ni mucho menos que las niñas deban ser educadas exclusivamente por mujeres y los niños por hombres, sino simplemente que, por el motivo apuntado que me parece irrefutable, en la educación deben estar presentes maestros y maestras, si no a partes iguales por lo menos sin que haya preponderancia excesiva de unos u otras.
Huelga decir que las cuotas no existen en este campo y nadie ha puesto el problema a nivel político; la sumisión al dogma feminista arriba apuntado es total.
Naturalmente no espero que la gente que defiende las cuotas acepte argumentos como el arriba apuntado para la educación. Por una parte la carencia de figuras de referencia masculinas para los niños y los adolescentes es algo que el feminismo y el progresismo desean fuertemente: lo que quieren es fabricar hombres desvirilizados interiormente, desnatados y light como la mierda dietética que come la mujer moderna y como la misma mierda que tiene ella en la cabeza, chicos que crezcan entre féminas sin aprender jamás a ser hombres...
Por otra parte, ¿qué valor puede darle a las figuras de referencia sexuadas y con una identidad definida el adepto de una ideología aberrante que pretende difuminar y confundir las diferencias, que pone por principio la negación de la identidad sexual y del valor de la diferencia, cuyo ideal de humanidad es un pútrido fango de seres asexuados que no se sabe ya ni lo que son? Por no hablar de la repugnante fabricación de "familias" de homosexuales con niños adoptados o encargados en laboratorio. Todo ello produce un infinito asco, que va más allá de las palabras, en cualquier persona recta.
Volviendo al tema de la discriminación positiva, es hora de que los hombres empecemos a despertarnos y a luchar, porque esto es sólo la punta del iceberg. De innumerables maneras se está penalizando a los hombres y negándoles un espacio que les corresponde. Exactamente ello ocurre cada vez que una mujer viene favorecida solamente por serlo. Es hora que empecemos a pelear contra toda esta basura infame, como ha tenido la valentía de hacer el sindicato (SIPE) que se ha opuesto a estas prácticas. Y la lucha empieza por uno mismo, limpiando el estiércol que en nuestra mente ha dejado la propaganda feminista, liberándose de cadenas mentales que la canalla ha puesto dentro de nosotros, para después romper las que están fuera de nosotros.
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