domingo, 20 de diciembre de 2020

LA GRAN MENTIRA DE LOS INMIGRANTES QUE NOS VAN A PAGAR LAS PENSIONES

 



Comencemos a llamar a las cosas por su nombre. Quien entra en un país, legalmente o no, no es un migrante. Porque ni se trata de un ave migratoria que sigue el ritmo de las estaciones, ni migra continuamente de un lugar a otro. Las personas que cruzan las fronteras son emigrantes desde su país de origen y son inmigrantes en el país adonde van. Si además entran ilegalmente, es decir sin respetar las reglas establecidas para la entrada o el afincamiento de extranjeros, no son solamente (por definición) inmigrantes ilegales sino, además y sobre todo, invasores e intrusos como es un intruso cualquiera que entre en casa mía sin ser invitado.

¿Qué extraña epidemia de estupidez nos aflige para que tanta gente sea incapaz de ver estas simples realidades? ¿Por qué gente que no dejaría entrar en su casa un intruso se ha dejado lavar el cerebro de esta manera?

Demasiadas preguntas para responderlas de golpe. Pero una parte de estas respuestas se sintetiza en el uso generalizado de la palabra migrante que es un auténtico símbolo de colonización de la mente.

La palabra migrante contiene en sólo tres sílabas una constelación de significados, un condensado de ideología: implica que estas personas no vienen de un cierto lugar al que ellos pertenecen (emigrantes) y que no van a otro lugar al cual otros pertenecen (inmigrantes); implica que no existen o no deberían existir lugares a los cuales pertenecer, como no existen para las aves migratorias que se mueven libremente, para las que no hay fronteras ni patrias. Esta palabra tan de moda, tan metida con calzador por todas partes, concentra la esencia de la repugnante ideología inmigracionista, apátrida, que las fuerzas del globalismo y sus tontos útiles nos quieren imponer: que todo el mundo es de todos, que todos tienen derecho a ir a cualquier parte.

Una ideología que, naturalmente, se resuelve en la invasión demográfica de las naciones prósperas, pero en la práctica solamente las de cultura europea y blanca. El virus del buenismo y las majaderías del mundo sin fronteras, de los seres humanos libres como aves en el viento, sólo han cuajado en nuestra área cultural. O lo que es lo mismo, en el ambiente de debilidad mental, estupidez generalizada y complejos de culpabilidad que predomina en las poblaciones de las naciones occidentales, cuyos cerebros llevan decenios siendo machacados por la propaganda globalista.

Un ejemplo de esta degradación de las facultades mentales en las naciones europeas es la campaña de marketing demográfico, verdaderamente infame, que nos quiere vender la entrada de millones de inmigrantes porque van a pagar nuestras pensiones.

Y en efecto existe un problema en la continuidad y sostenibilidad del sistema de pensiones. Pero pretender que se va a resolver con la entrada de millones de inmigrantes es un burdo, ridículo embuste, con el que el lobby globalista quiere disfrazar su verdadero objetivo, ideológico y político: la colonización étnica de Europa por masas africanas.

Que esta impostura sea posible revela el inmenso poder que tiene la alianza impía de tontos útiles, majaderos buenistas y profesionales del engaño que controla el discurso público, la mayor parte de los medios y los partidos políticos.

No sólo se trata de los inmigrantes, sino también de su descendencia, porque ellos sí tienen hijos y muchos. Esos hijos que nuestras necias y cerebrolavadas mujeres europeas ya no quieren tener. Porque según la basura que les han metido en sus empoderadas y heterodirigidas cabezas, la maternidad no es una tarea digna de ellas sino un estorbo, un impedimento en su proyecto vital de convertirse en un estupidísimo engranaje proactivo, resiliente y que trabaja por objetivos.

El resultado, como podemos ver en varios países europeos que llevan más años que nosotros sufriendo esta locura impuesta por sus clases dirigentes traidoras, es se han creado dentro de ellos comunidades enteras, territorios social y culturalmente hostiles. Lejos de aportar riqueza o contribuir al resto de la sociedad, estas comunidades viven de asistencia o de delincuencia, exigen cada vez más recursos que se les deben dedicar, no sólo por motivos electorales sino simplemente para mantener una mínima paz social.

A los europeos, cada vez más, nos van a freír a impuestos para que no estallen las comunidades de no-Europa que han crecido en Europa como un cáncer. Los que dicen que necesitamos cientos de miles de inmigrantes al año para pagar nuestras pensiones, o son tontos del culo o mienten como bellacos desde sus urbanizaciones de lujo. Pues lo que va a pasar es casi exactamente lo contrario: que los españoles y los europeos se van a quedar sin las pensiones que han pagado con años de trabajo; porque el dinero se necesitará para comprar la paz social, para que la horda de no-Europa que ha crecido y seguirá creciendo dentro de Europa no salga de noche a quemar demasiados coches.

Este es el resultado de votar cada cuatro años a los tontos útiles de los lobbies globalistas. Éste es el verdadero rostro de la farsa democrática, auténtica conjura de los miserables manejada por élites en la sombra y clases dirigentes traidoras.

MAX ROMANO

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Max, como siempre y acertadísimo y estupendo articulo.
Soy una seguidora tuya desde hace 2 años y he leído todos tus artículos, simplemente añadir a este magnifico análisis que haces de esta sociedad putrefacta, es que a la mujer española, empoderada y feminista, cuando esta con un africano o magrebí, le cambia el chip mental totalmente, eso lo he visto en muchas ocasiones, no solo le permite actitudes reprobables y machistas a su pareja de esta etnia, cosa que si lo hiciera un español ya estaría con una denuncia por violencia seguro, si no que pasa de ser antinatalista y abortista a ser una madre de 5, 6 y 7 hijos, y lo digo por que youtube esta plagado de canales familiares donde una española a encontrado al macho que en el fondo siempre buscaba pero que odiaba si era español, pero si era de otra etnia esta totalmente justificado, total que encima son nuestras propias mujeres las que dan a luz a futuros niños que por supuesto imporndran el islam.

Max Romano dijo...

Anónimo (poned un nombre por favor, aunque sea un nick...)

Gracias por tu comentario, creo que es muy esclarecedor. En estos casos que mencionas la naturaleza al final hace valer sus derechos, pero es una lástima que sea de este modo, con una versión multiétnica de la clásica película de la chica que va con el "malote".
El problema es que también los hombres se han dejado lavar el cerebro, se han dejado desvirilizar hasta tal punto que para encontrar al hombe masculino estas chicas tienen que buscar el "malote inmigrante"... también esto es la enfermedad de nuestra sociedad.
Y por supuesto, que las chicas cambien el chip de esa manera no sirve para nada, desde el punto de vista de la supervivencia de nuestra civilización.