miércoles, 26 de junio de 2019

EL PRINCIPIO DEL PAPANATAS Y EL OJO DE MORDOR





Artículo publicado en La Tribuna de España

Quienes hayan visto la trilogía de El Señor de los Anillos o (mejor) leído el libro, recordarán el Ojo de Mordor; sin párpado, eternamente vigilante y símbolo del control total que un poder oscuro pretende imponer al mundo. El instrumento para realizar este proyecto es el Anillo del Poder, maligno artefacto que permitirá al Ojo dominar todas las voluntades, sin dejar un resquicio donde ocultarse y escapar a su mirada.

Muchos han leído la historia de Tolkien, pero no tantos son conscientes de que el Anillo del Poder existe realmente, que se está forjando aquí y ahora ante nuestras mismas narices.

Para comprenderlo recordaremos otra novela, el 1984 de George Orwell. En esta distopía se imaginaba una vigilancia continua sobre los ciudadanos, que llegaba hasta sus mismas casas con la telepantalla, una televisión que, además de emitir programas, podía espiar en las casas transmitiendo imágenes y conversaciones a la policía; sin que fuera posible apagarla, de manera que todos estaban sometidos a una observación permanente que no podían eludir.

En la época de Orwell no existían tales televisiones, pero hoy ya empiezan a aparecer; no sólo televisiones sino multitud de otros aparatos: móviles, altavoces, juguetes para niños, increíblemente incluso robots de cocina; cada vez más aparatos electrónicos son capaces de espiarnos, fuera y dentro de nuestra casa, pudiendo además ser operados a distancia y sin nuestro conocimiento.

Por tanto, la visión de Orwell se ha quedado corta y ha sido ya superada. No sólo porque hay más aparatos y más sofisticados, sino también por otro motivo: cuando se escribió el libro no había ordenadores ni sistemas expertos (conocidos con el pomposo nombre de “inteligencia artificial”) y por tanto, detrás de las telepantallas y los micrófonos tenían que estar seres humanos para controlar. Esto era una limitación, porque así no se puede vigilar a todos durante todo el tiempo.

Pero hoy en día sí se puede. No sólo es posible desplegar espías electrónicos cada vez más sofisticados y espiarnos a través de los aparatos que atestan nuestra vida, sino además se puede ya poner detrás de cada uno de nosotros un vigilante permanente; no una persona sino una “inteligencia artificial” que inteligencia no será, pero desde luego es capaz de analizar conversaciones, tonos de voz, expresiones faciales, reconocernos por el modo de caminar, buscar signos de desafección al sistema y registrarlo todo para usarlo contra nosotros. Además, en un mundo globalizado y conectado, no se dejará ningún resquicio, ningún rincón sin cubrir donde poder escapar o desaparecer.

El contubernio monstruoso entre tecnología de espionaje, conectividad e inteligencia artificial es el Anillo de Mordor del siglo XXI, auténtico engendro que parece pensado a propósito para esclavizar al ser humano.

Esta es la trampa en la cual nos estamos metiendo, sin saber ya valorar cosas como la privacidad o la intimidad, ni siquiera en nuestra propia casa. Nos hemos convertido en un rebaño dócil que se deja alegremente embridar, tranquilizado por el Principio del Papanatas: “no me importa ser controlado porque yo no tengo nada que ocultar”.

Papanatas piensa quizá que el voto que deposita en una urna garantiza su libertad y la legitimidad del control. Pero no entiende que las libertades dependen de dos y sólo dos cosas: de la voluntad de defenderlas y de la incapacidad del Poder de llegar a todas partes. Papanatas no comprende que, en un sistema que no deja ángulos muertos y vigila a todos durante todo el tiempo, sin que a nadie le importe, lo único que hace el Poder con su voto es limpiarse el culo.

Las palabras de Tolkien escribió a propósito del Anillo parecen proféticas, en su descripción del sistema tecnológico de espionaje y control total que se está construyendo: 

Un anillo para gobernarlos a todos, un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas.

MAX ROMANO


1 comentario:

Vicentaalcantaramaestre@hotmail.com dijo...

Es la pura realidad desgraciadamente nos controlan hasta lo más mínimo.