La reciente amenaza
de la vice-empoderada de reformar el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, en el sentido de criminalizar y hacer punible (exclusivamente contra
el varón, como es evidente) toda relación donde no haya habido un “sí”
explícito, es la nueva barbaridad de la secta feminista; de esta manera, establece
el plan de operaciones para el próximo paso en su delirio punitivo contra el
varón, ya reducido a un ciudadano de segunda por la odiosa legislación
persecutoria en vigor y sus tribunales bolcheviques de género.
El que sea una
barbaridad no significa que no vaya a hacerse realidad; si bien las reacciones
adversas han aconsejado momentáneamente a la vice-empoderada mayor discreción,
podemos estar seguros de que volverán a la carga y seguramente estén ya de
todos modos trabajando en la sombra, para imponer por medio de este gobierno
contrahecho un nuevo atropello legislativo contra los ciudadanos varones.
Barbaridad es la
infame e injusta Ley de Violencia de Género, legislada contra el hombre y
fomentadora de denuncias falsas; barbaridad son los tribunales especiales que
llamo bolcheviques porque cumplen la
misma función de aquellos otros de infausta memoria; hace cien años perseguían
al enemigo de clase, el burgués y el aristócrata; hoy persiguen al enemigo de
género masculino. Sin embargo, que lo anterior sea una barbaridad no obsta para que se haya hecho realidad y vaya cada vez
a peor. No por casualidad la vice-empoderada dice que toma ejemplo de la
legislación sueca, que es por cierto la peor dictadura feminista de Europa.
Esto último no impide
desde luego que Suecia sea víctima de una epidemia de violaciones, donde las
mujeres en muchos lugares no pueden ir seguras por las calles. Y ello por dos
órdenes de motivos. El primero es que han castrado mentalmente a sus hombres
con su rabiosa dictadura feminista; y los pocos que a pesar de todo se salven
del ideal emasculado de la nueva masculinidad, difícilmente caerán en el
estereotipo machista y heteropatriarcal de defender a sus
mujeres, tan mal visto socialmente. El segundo orden de motivos es que, con su
política suicida de inmigración masiva a incontrolada, han dejado entrar a
hordas de salvajes que ahora son incapaces de controlar; los cuales gozan además,
por motivos antirracistas, de una
mayor indulgencia o benevolencia cuando agreden a las mujeres. Indulgencia
seguramente política y mediática, quién sabe si también judicial.
Y esto vale también,
en un previsible futuro, para nosotros y para todos los países donde las
empoderadas imponen su ley.
¿O es que
pensaban que las iban a proteger de los verdaderos violentos la criminalización
del piropo, la perspectiva de género por todas partes, las leyes y las abogadas
y los tribunales feministas, las tarjetas rojas al maltratador, las penosas y
ridículas campañas de lavado de cerebro, la palabrería mendaz y etérea sobre el
maltrato psicológico? ¿Por un momento
alguien ha podido pensar que todo lo anterior va a servir de algo contra los
salvajes de verdad? Pues va a ser que no porque el realmente violento se las pasa,
las leyes y la perspectiva de género, por donde todos sabemos. Las leyes
feministas no sirven para proteger a la mujer; sirven para castigar al hombre, principalmente
al hombre civilizado y decente y especialmente al hombre blanco; sirven para
ejercer la extorsión judicial, afectiva y financiera sobre éste, para mantener un
repugnante entramado para-mafioso que vive de todo ello.
Y es que el
objetivo final, cerrando este paréntesis y volviendo a nuestro tema, es
quitarles todos los derechos a los hombres y someterlos a una inseguridad
jurídica total. Personalmente llevo muchos años denunciando la mafia feminista
que vive de la destrucción de las familias, de la persecución contra el varón,
de la industria del maltrato y la emergencia inventada de la violencia de
género (cuando la verdadera violencia de género es la ejercida por la
legislación y la justicia hembrista contra el varón) en este blog y en mis libros publicados.
Quienes hemos abierto los ojos hace tiempo sabemos que no hay que esperar más
que injusticia, aberraciones jurídicas y persecuciones de género cada vez más
feroces, por parte de esta piovra feminista
de infinitos tentáculos que goza de enorme poder, con sus centros de poder y
propaganda, con sus nidos de víboras odiadoras del varón abundantemente
financiadas y subvencionadas, por cierto también con impuestos extorsionados en
su mayor parte a los varones.
Podríamos hacer
consideraciones a propósito del “sí explícito” y del no implícito, de lo
enfermizo y miserable de querer regular con este nivel de detalle las
relaciones humanas, convirtiéndolas casi en actos formalizados ante notario; observar
que en ausencia de registros todo es indemostrable y se resolverá en la palabra
de uno contra la otra, lo que en el régimen feminista actual significa que la
mujer siempre tendrá razón; notar que incluso en el caso de que haya constancia
de un “sí” explícito registrado por medios físicos o electrónicos el varón no
tendrá garantías: en efecto y como bien sabemos, incluso si existe un vídeo con
la mujer solicitando como una perra en celo que la penetren, con la justicia
occidental el hombre puede ser condenado si en un momento posterior Su Majestad
decide que la han violado.
Todas estas son
observaciones válidas que ya han sido hechas por muchos, pero en realidad
extenderse sobre ello es marear la perdiz porque no son los detalles lo importante
ni está ahí el quid de la cuestión. Es
un poco como en la fábula del lobo y el cordero: que el cordero ensucie el agua
del lobo (a pesar de estar aguas abajo) es solamente el pretexto, cuya
veracidad es totalmente irrelevante. Lo importante es que el lobo se quiere
comer al cordero. En el tema que nos ocupa lo esencial no son los detalles ni
las objeciones racionales, sino la intención que hay detrás, la verdadera
lógica subyacente: y ésta es simplemente que se trata de buscar cada vez más
motivos, agarres legales, justificaciones para condenar a un varón si una mujer
lo denuncia. Lo de menos y lo accesorio es el detalle, lo decisivo y principal
es que ella ha denunciado y por tanto el hombre debe ser condenado.
MAX ROMANO
MAX ROMANO
1 comentario:
Tal cual. Le pones palabras a las ideas que me rondan y yo no soy capaz de expresar.
Gracias.
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