Como cada año, en efecto, la carnavalada repugnante del Orgullo Gay llega a Madrid para llenar el centro de mamarrachos, culitos en pompa, cuerpos musculados y pérdidas de aceite masivas y continuas. Convirtiendo el centro de la ciudad en zona off-limits para quien tenga un mínimo sentido del decoro y de la decencia pública, o simplemente pretenda evitar a sus hijos un espectáculo nauseabundo.
Este año la indecencia se redobla, pues Madrid será la
capital del World Gay Pride, es decir
que llegarán muchos, muchos más que de costumbre: Madrid se convertirá en la
capital mundial de los invertidos e inundada por todo tipo de desviados
sexuales.
No voy a repetirme sobre lo que ya he escrito varias veces en
el pasado. Simplemente habré de reafirmar, una vez más y las que hagan falta, que no nos van a hacer comulgar con ruedas de molino. Que jamás van a hacernos aceptar como normalidad algo que no lo es en absoluto.
Y será también necesario
aclarar una vez más, ante la mala fe y los eructos mentales disfrazados de
razones con que la corrección política pretende hacernos callar, que nada
tenemos contra los homosexuales como personas y tampoco pensamos que se les
deba maltratar por su condición. Pero nunca podremos considerar normal un
comportamiento que, si fuese generalizado, llevaría a la extinción de la
especie. Un comportamiento y unas inclinaciones que van contra la conformación
del cuerpo humano y sus órganos sexuales. Un comportamiento que en la mayor
parte de casos es patológico y resultado de desequilibrios psicológicos, como
la medicina reconocía perfectamente, antes de que las lobbies de la degeneración lograran imponer
la doctrina del mundo al revés.
Pero es que, aunque tuviéramos una diferente opinión sobre el tema, pensaríamos exactamente lo mismo del Orgullo
Gay. Incluso aunque viéramos con simpatía la homosexualidad y a los
homosexuales, no podríamos sentir más que repugnancia hacia esa chusma impúdica y ordinaria, que vomita su vulgaridad y la impone a los demás en ese gran bacanal de
grosería y fealdad que es el Orgullo, que cualquiera con un mínimo sentido de la decencia y la estética, del buen gusto y
del decoro, no puede más que rechazar instintivamente. Independientemente de su opinión acerca de la homosexualidad.
Y es que el poder, lo que quiere, es no sólo que aceptemos la ideología
homosexualista, sino además que consideremos normal y más aún que veamos con simpatía (no se permiten los desafectos) este
espectáculo bochornoso y vomitivo en nuestras calles. El poder nos quiere prohibir el sentido estético y el
decoro, el gusto por la decencia y el pudor.
En efecto, ¿Alguien duda por un
solo momento que se si uno rechaza el Orgullo
Gay por este otro tipo de motivos, también será acusado de homofobia?
Odioso, en fin, es el apoyo sin reservas del Ayuntamiento y la
Comunidad de Madrid a este lamentable aquelarre, su propaganda activa para
fomentar la desviación y la confusión sexual, su programa de corrupción de
menores en el sistema educativo, su represión cada vez más sofocante contra
quienes se oponen a esta degeneración. Todo ello nos dice claramente por qué
clase de gente estamos gobernados.
Metro abierto las 24 horas, billetes gratis, lamentables
semáforos con parejas homosexuales, continua propaganda homosexualista en las
instituciones. Fomento de la desviación y confusión sexual en las escuelas, con represión inmediata contra quien se oponga a ello. Bujarropropaganda y bujarroprivilegios cada vez más escandalosos. No es que las cloacas hayan llegado a las instituciones, es que las instituciones se han puesto ellas mismas a bombear aguas de alcantarilla a toda potencia.
Comparemos esto con la abyecta y arbitraria represión contra el
autobús de Hazte Oír que simplemente
afirmaba una verdad biológica y antropológica elemental. Pero es que una sola verdad es demasiado cuando gobierna el imperio de la mentira y la aberración.
Max Romano
5 comentarios:
Urge emprender acciones publicas que den una replica a esta gigantesca invasión que se avecina un año mas. Lamentablemente, y por lo que veo en el día a día, hay cada vez mas padres y madres que ven en este "festival de la degradación"/un espectáculo pintoresco y divertido, y llevan a sus hijos, sin ningún pudor, a " disfrutar del espectáculo" como si de una verbena veraniega se tratase. Y eso es lo peor que nos podia suceder
Los poderes públicos y los medios de información adulterada han logrado crear una actitud general muy favorable a estas demostraciones degradantes entre gran parte de la opinión publica.
Urge, repito, tomar cartas en el asunto y manifestar de manera visible nuestra repulsa. Creo, que, no se si por mucho tiempo, aun podríamos hacerlo.
Un saludo. LG
Y obvio, los extremistas musulmanes no atacarían jamás un evento así... ¿Coincidencias? ¡No lo creo!
Quién paga esto?
Pues quien lo va a pagar, el contribuyente, así se despilfarra el dinero de nuestros impuestos, en actos tan repulsivos como este.
http://www.elmundo.es/madrid/2016/06/23/576c3ad922601d5f788b4647.html
DAIS TODO EL ASCO.
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