martes, 8 de diciembre de 2015

CULTURA Y RAZA, FUENTES DE LA RESISTENCIA



En el anterior artículo trazaba un cuadro de la situación actual de los pueblos de Europa bastante descorazonador, creo sin embargo que ajustado a la realidad. La eventual salvación por el último núcleo de europeos dignos era apuntada como una posibilidad.

El control de Europa por sus enemigos es férreo y no se aflojará fácilmente. Precisamente este control, a nivel político, económico, financiero, militar y cultural, es lo que impide a Europa levantarse y defenderse contra la amenaza mortal a su porvenir. Liberarse se ello será muy difícil, y el sistema actual no será derribado sin una fractura gravísima y una violenta crisis. Demasiados mecanismos de protección tiene, demasiado control sobre las mentes, demasiadas maquinarias de la mentira funcionando a pleno ritmo. Una sacudida drástica y una situación de ruptura es la condición necesaria si debemos renacer, si la imagen sugestiva del último pelotón debe encarnarse en la realidad.

Pero suponiendo que exista la élite ¿dónde está el pueblo? ¿existe, antes que nada?

De acuerdo, estamos degenerados, reducidos a un estado lamentable. Pero existen recursos subterráneos, manantiales de libertad escondidos que es imprescindible hallar, desbrozar y utilizar.

Las ideas que el europeo medio tiene metidas en su cabeza, los sentimientos que le han enseñado a cultivar, todo lo que forma la conciencia del europeo actual, ha sido diseñado y moldeado por los enemigos, los apologetas de la degeneración y los envenenadores. Lo que los europeos tienen en su conciencia no vale nada, pero existe algo más profundo que esta conciencia, existe un anima europea que es la que se expresa en nuestra cultura, en nuestras tradiciones, en nuestra historia. Esta es la clave para recuperar lo que somos, y por eso la corrección política quiere acabar con ello.

Por tanto, aprendamos a vivir y a sentir rechazando lo que el sistema ha preparado para nosotros. Fuera de nuestra mente su televisión, los modelos de vida que propone, sus repugnantes productos y sus formas de entretenimiento, siempre con un veneno oculto. Aprendamos a encontrar nuestra verdad en nuestra cultura: en nuestra música popular y música clásica, en nuestra literatura, en nuestras tradiciones populares, en nuestros cuentos tradicionales, en nuestro arte figurativo. Existen múltiples puertas que nos abren la verdad de lo que fuimos y que están ahí, una posibilidad justo bajo la superficie de la conciencia envenenada por el sistema. Entreabrir una de esas puertas, que pase un rayo de luz, puede ser suficiente para mostrar en toda su miseria los “valores” que nos quieren proponer.

Como substrato de todo eso, como base biológica, tenemos naturalmente el núcleo racial europeo, el patrimonio genético. Los indomables celtíberos, romanos y griegos, los normandos y los guerreros germánicos invasores siguen viviendo entre nosotros. Algo parecido vale para Europa en general.

Nuestra cultura y nuestra tradición están ahí, a pesar de las majaderías que el europeo medio tiene dentro de su cabeza; al alcance de la mano para quien sepa y quiera hacerlas germinar dentro de sí. A menos que sean barridas por la corrección política, la cultura de masas y la educación progresista.

Nuestros genes siguen ahí, a pesar de las estupideces que los cerebros puedan contener, como permanente amenaza para los enemigos de Europa. A menos que los europeos sean sustituidos por otros pueblos y se haga realidad el proyecto criminal de sustitución étnica que ya ni siquiera se esfuerzan en esconder.

¿Hace falta decir algo más, para comprender por qué se ataca a nuestra cultura y se intenta erradicarla, por qué se fomenta la inmigración masiva y se apoya la la difusión de ideologías basura (feminismo, homosexualismo, confusión de género) que hunden la natalidad de los europeos? 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Despierten Europeos vuelvan a sus raices a su cristianismo catolico a sus valores y a su espiritu de guerra, no el pespiritu de guerra judiomasonico sino el espiritu de guerra europeo que lucho por causas justas, (cruzadas), una europa digna de ser para nosotros los latinos nuestra madre.