Mañana colgaré una nueva entrada en el blog de textos como espero hacer cada fin de semana. Hoy comentaré aquí un aspecto de la propaganda feminista que hasta ahora había tocado poco o nada.
Hace
unos días los rebeldes de Libia entraron en Trípoli, con lo cual prácticamente
se resuelve la pequeña guerra civil provocada por la OTAN para derrocar a Gadafi. En
medio de los artículos que en los medios se ocupaban de estos sucesos, sin venir a
cuento encontrábamos alguno resaltando la presencia de periodistas mujeres
entre los corresponsales de guerra. Se trataba de sólo tres mujeres al frente
de sus respectivos equipos, pero la cosa se presentaba como si la cobertura de
la guerra en Libia fuera mérito de ellas. El “notición” ha seguido circulando
unos días y apareciendo ocasionalmente.
Ignoro
cuántos periodistas hombres habrá por esos lugares, pero sospecho que bastantes
más que tres. Muchos de ellos o la mayoría asumiendo bastante más riesgo que
sus hiperprotegidas colegas féminas, como es evidente considerando que en el mundo la mayor parte de los periodistas caídos
mientras hacían su trabajo son hombres. Pero la noticia por lo visto es que tres
mujeres que querían jugar a estar en medio de una batalla –una de ellas madre
de dos hijos según nos iluminan y adoctrinan- habían entrado en Trípoli con el
ejército de desharrapados.
Como
hace unos meses fue noticia de primera página, si el lector lo recuerda, que
durante las protestas en Egipto una periodista americana se había metido en
medio de una multitud de egipcios cabreados y sufrió una agresión, de la que
fue rescatada casi enseguida, y por suerte para ella no tuvo más consecuencias
que ser manoseada por los egipcios cabreados y el susto. Es digno de nota que
en una revuelta con cientos de muertos y un país en el caos total, durante un
par de días esta chorrada fuera noticia de primera página. Pero es que se
trataba de una mujer, esto es perteneciente a la clase de ciudadanos
privilegiados y centro de la sociedad occidental.
Otro
ejemplo es la alpinista que ha sido hace poco la primera mujer en coronar todas
las cimas de más de ocho mil metros. Ello se considera noticia porque existen
muchos más alpinistas hombres que mujeres. Esta diferencia es totalmente normal, aunque
por otra parte hayan existido mujeres alpinistas casi desde que nació esta
disciplina. Un cierto aspecto propio del alpinismo, como reto y voluntad de
desafiar el peligro, como medida de sí mismo, es marcadamente masculino. En
este terreno como en otros muchos, el interés de la mujer no parece surgir de
un impulso genuino y profundo, sino simplemente del deseo de entrar en terreno
masculino y hacer lo mismo que los hombres.
Todos
estos casos, a los cuales el lector sabrá añadir una infinidad de otros similares, no
son episodios aislados: donde haya una mujer que hace algo, para los medios la
noticia es ella, el que esté allí. Hay una auténtica obsesión, una fijación en
resaltar el papel de las mujeres y presentar las cosas más insignificantes como
grandes logros. Con la intención evidente de demostrar que las mujeres son tan
buenas o mejores como los hombres en cualquier cosa que se propongan, y sobre
todo –esta es la enfermiza obsesión de la propaganda- que no existen cosas de
hombres y cosas de mujeres, que somos iguales y que pensar de otra manera
significa caer en estereotipos sexistas.
Como por ejemplo pensar que una madre de dos hijos no pinta nada en un campo de
batalla.
Que una
tal mujer piense que está liberada y realizada porque en vez de cuidar a sus
hijos está en medio de una guerra, da una medida de la degradación en que ha
caído la mujer moderna y de su profunda, insondable estulticia. Lo mismo cabe comentar
por ejemplo de aquella eurodiputada, que pocos días después de dar a luz a su
hijo acudía a las sesiones del parlamento europeo y amamantaba allí a la
criatura para demostrar que se podía ser madre y trabajr al mismo tiempo. Vaya
una liberación…estará seguramente orgullosa de ser un ejemplo para la mujer
contemporánea, y de hecho hoy en día millones de cretinas creen que
están liberadas porque se someten a
sí mismas y a sus hijos a este tipo de vida.
Los
dioses de la Grecia
clásica se retorcerían de risa en el Olimpo viendo esto. La risa cruel de quien
goza con la visión de los desgraciados que no sólo se revuelcan en la miseria
que ellos mismos han elegido, sino que aman su degradación y están orgullosos
de ello.
Volviendo
a la tontería solemne de que no existen cosas de hombres y cosas de mujeres, esta
distorsión de la realidad y este lavado de cerebro es posible sólo gracias a la
falsificación operada por los medios de comunicación, en su mundo virtual fabricado
y denso de mentiras. La realidad no es lo que las películas, Internet, los
noticiarios o los programas televisivos representan. Todo ello no es nada más
que una construcción que -hay que admitirlo- se puede desgraciadamente convertir
hasta cierto punto en realidad, si se logra deformar el cerebro de la gente
para que tome esta falsificación como modelo de vida.
Más
sobre este tema específico: estamos hartos de ver en cada película que sale mujeres
guerreras, que pelean en igualdad de condiciones con los hombres en cualquier
situación. Esto es evidentemente una representación falsa con un claro intento de
adoctrinamiento. Basta ver la uniformidad de esta representación y del mensaje,
que es siempre el mismo, para comprender que forma parte de una campaña
coordinada, que son instrucciones que vienen "de arriba". Habría que ver en el mundo real, en situaciones de combate cuerpo a
cuerpo, la cantidad de mujeres que en
realidad intervienen, a pesar de que estén en todos los ejércitos y en los
desfiles se las ponga siempre en lugar destacado, para que se vea que hay
mujeres.
En
varias situaciones históricas han combatido féminas, pero ciertamente no por
gusto como lo hacen los hombres, y el que algunas hayan destacado evidentemente
no quita que sea cosa de hombres. Por diferencias físicas y sobre todo psíquicas,
que sólo un necio o alguien totalmente manipulado puede negar. El interés de la
mujer por la guerra es simplemente una perversión de la naturaleza humana y un
deseo de niñata caprichosa por entrar a toda costa en un mundo masculino.
En
general, esta insistencia continua en inflar los logros de la mujer en cualquier
campo, este afán por restregarnos a todos en la cara a hembras que se ocupan de
actividades que según los llamados estereotipos
son propias de varones, forma parte de una campaña de lavado de cerebro a gran
escala que pretende reeducarnos a
todos, convencernos de que no existen cosas
de hombres y cosas de mujeres.
Pero en realidad si nos paramos a pensar un momento, lo que demuestran es exactamente
lo contrario.
La misma insistencia machacona y la publicidad obsesiva que se les
da a las mujeres en estos casos, pone en evidencia que son episodios aislados o
como mucho fenómenos minoritarios, que son noticia exclusivamente porque está
ahí en medio una mujer que ha entrado en un dominio masculino. El mismo hecho
de que merezca ser comentado indica que siguen siendo cosas de hombres, que la
mayor parte del trabajo y el mérito lo tienen los hombres que no salen en las
noticias por hacerlas.
La
situación es exactamente análoga a cuanto sucede con las cuotas y los
privilegios para la mujer. La existencia de estas políticas aberrantes y la
obsesión de las feministas en imponerlas son la mejor demostración de la
incapacidad femenina para competir con el hombre en cualquier campo donde se introduzcan
cuotas, planes de igualdad y discriminación positiva. Positiva para
ellas naturalmente, exactamente como una estafa
positiva lo es sin duda para el estafador...
Indica
también esta manía por invadir espacios masculinos la total falta de
personalidad de la mujer moderna. Incapaz de labrarse un camino propio,
patéticamente llama liberación a
remedar lo que hace el varón, naturalmente de forma contrahecha y lamentable, porque
no surge de un interés natural sino de la impostura según la cual está más realizada renunciando a sí misma para
ser una mala, ridícula copia de un hombre.
Mentira
que necesita repetirse incesantemente, porque si deja de hacerlo sólo por un
momento se le abre delante el abismo de nulidad y absurdo en el que se ha
metido ella misma.
9 comentarios:
Comparto el contenido del artículo, muy realista y natural, cualquier intento de igualatarismo entre el hombre y la mujer es absurdo, simplemente desde el punto de vista físico y psíquico se ve claramente que somos diferentes y como bien indica el artículo todo intento por parte de la mujer en introducirse e igualar(incluso superar) al hombre en campos donde el varón demuestra su supremacía son intentos de romper las normas de la naturaleza por parte del sistema. El hecho de introducir cuotas forzosas de mujeres(sin demostrar su valía) es un claro ejemplo de manipulación y ruptura con el orden natural.
En una sociedad auténticamente meritocrática las feministas no se iban a comer ni una mísera...
Lamento el retraso en responder a los comentarios.
Esta gente odia todo lo que huela a meritocracia porque el engaño que utilizan para lavar al cerebro a los hombres es la igualdad.
No revelan abiertamente su auténtico objetivo que es el del dominio femenino sobre el hombre y la sociedad matriarcal.
Ello representa una regresión en cuanto el patriarcado es el sistema que ha permitido construir todas las culturas y las sociedades humanas.
Por ello el feminismo criminaliza y quiere destruir todo lo que es creación, arte, ciencia y cultura humana para sustituirlo con la nada organizada de la corrección política.
Muy exacto tu análisis sobre el tema Oso,diría casi perfecto. La pena es que en esta sociedad que criminaliza y censura, esto no se pueda proclamar...
excelente exposición de lo que es una propaganda muy sutil y que se nos presenta con afanes de moralina justiciera, como diciendo, "ya era hora de ver una mujer ...torera... ó jueza... o presidenta... o boxuadora, etc".
Aprovecho este comentario para señalar un hecho muy lamentable y que responde a la misma pauta de imitar todo lo que aparecia como exclusivamente masculino, por ejemplo, el hábito pernicioso de fumar cigarrillos... Ya es constatable que se ven en la calle más mujeres jóvenes fumando...que hombres. Eso un síntoma de que el feminismo está estresando muy seriamente a las mujeres... A ellas se las vemás tensas y vapuleadas debido al hecho de trabajar fuera de casa y tener que competir por la subsistencia... sin tener, como antes, la ilusión o las vocación de realizarse realmente formando una familia.
SALUDOS
Otro ejemplo es el de Tawakel Karman, que es una de las tres mujeres a las que las han dado el desde hace tiempo completamente desprestigiado Premio Nobel de la Paz:
http://en.wikipedia.org/wiki/Tawakel_Karman
Y todo por ser una periodista de Yemen que participó en la "Primavera Árabe", y política de la oposición.
En efecto el Nobel está ya desprestigiado completamente porque los criterios son completamente ideológicos, excepto quizás en disciplinas técnicas.
Lo que comentas es un ejemplo más del fenómeno que he descrito en el artículo, y por lo poco que me he informado sobre las tres mujeres que lo han recibido, poco mérito tienen, aparte de ser mujeres.
La ONU tiene una ideología bien clara, el feminismo es parte de ella y cada vez más evidente es la campaña constante que están llevando a cabo para implantarlo en todo el mundo.
Prueba de la ineficacia de los ejércitos modernos compuestos por hombres y mujeres, es que pese a la aplastante superioridad numérica y tecnología que acompaña a los ejércitos occidentales, no han podido doblegar a un puñado de moros desarrapados en Irak y Afganistán.
Los ejércitos occidentales son políticamente correctos, mientras que los iraquíes y afganos son HOMBRES que luchan por su patria sin estar imbuídos por la doctrina oficial imperante del marxismo cultural. Por supuesto que en sus ejércitos no hay mujeres.
A fecha de hoy el paro ha crecido sobremanera, especialmente entre los hombres y a pesar de ello, sigue habiendo subvenciones e incentivos para la contratación de mujeres. Si la finalidad contranatura de subvencionar la contratación de mujeres para su introducción en el mercado laboral se ha cumplido ya, esas políticas a fecha de hoy sobran y sin embargo, siguen estando ahí. . .
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