Un episodio real en una oficina de Madrid: como muchos de los que trabajan con ordenador hacen o deberían hacer, cada hora y media o dos horas me levanto para estirar las piernas y descansar la vista durante unos pocos minutos.
De manera casual, comento con una de las secretarias que de vez en cuando conviene tomarse este tipo de descansos, y sin venir a cuento la señora empieza a hilvanar un rosario de comentarios, para decir más o menos que los hombres nos distraemos en el trabajo y perdemos tiempo, somos blandos y quejicas, y sin venir a cuento suelta también el conocido tópico de que las mujeres, a diferencia de los hombres, pueden hacer varias cosas al mismo tiempo. En resumen, toma como pretexto un comentario de lo más corriente para afirmar que las mujeres son mejores que los hombres.
Cada uno de mis lectores seguramente habrá sido testigo de situaciones análogas. No es que la señora tuviese un mal día ni que se hubiera peleado con su marido o con su jefe. Puede pasar en casos puntuales, pero quien observe la realidad se dará cuenta de que este tipo de episodio se repite por todas partes, constantemente y con infinitas variaciones. No se trata del normal tira y afloja de las relaciones humanas, ni de malhumores o comentarios sin mayor significado. Es algo demasiado sistemático y común para ser casual o normal. Se trata de la auténtica obsesión e idea fija que tienen muchas mujeres por entrar continuamente en competición y polémica con el hombre.
El adoctrinamiento feminista y su mensaje de guerra continua contra los hombres han calado hondo en la vida cotidiana. Sin venir a cuento y con cualquier pretexto todo tipo de mujeres repiten en cuanto ven una ocasión para ello el slogan feminista de que las mujeres son mejores que los hombres. Con una mezcla perversa de lugares comunes y mala fe, mentiras descaradas y falsificaciones, se pretende instilar en la mente del varón, gota a gota como un veneno, la idea de la superioridad femenina.
Y veneno es porque el mensaje lentamente ha llegado a permear la sociedad y paralizar la capacidad de respuesta de los hombres. La propaganda que utiliza el feminismo para lavar el cerebro de los hombres se ha convertido en parte del ambiente, del substrato mental de la población, hasta el punto de que se acepta pasivamente y sin discusión.
Es como si una banda de criminales hubiera pasado por un campo fértil y lo hubiera regado de venenos y sustancias tóxicas. Se trata por tanto de bonificar el terreno. Rechazar dentro de nuestra mente este lavado de cerebro.
Uno de los lugares comunes más difundidos es que las mujeres pueden hacer varias cosas al mismo tiempo y los hombres no. Esto es simplemente falso, una de las bobadas que a fuerza de una constante y machacona repetición pasan por verdad. De acuerdo a mi experiencia personal y creo a la de cualquiera, hay tareas complejas que requieren una concentración absoluta para ser realizadas correctamente, otras algo menos que si bien requieren atención nos permiten hacer otras cosas, y en fin las que son tan sencillas que podemos dedicarnos a muchas de ellas simultáneamente. Imagino que depende mucho de la persona. Por ejemplo los maestros de ajedrez (gran mayoría de hombres) son capaces de jugar partidas simultáneas (¡incluso simuiltáneas a ciegas!) dedicando sólo una parte de su atención a una actividad que para un común mortal requiere una concentración exclusiva.
Decir que las mujeres pueden hacer varias cosas al mismo tiempo y los hombres no, por tanto equivale a sostener que las actividades complejas y mentalmente exigentes son apropiadas exclusivamente para hombres, y que las mujeres tienen cerebro sólo para fregar, lavar la ropa, cocinar, hacer de secretarias y ver telenovelas, que son tareas simples y permiten realizar varias de ellas simultáneamente. Posiciones que nunca se han sostenido en este blog.
Otra estupidez soberana es que las mujeres son mejores en el trabajo, se aplican y se concentran más. Evidentemente quien suelta una parida de este calibre es que no ha trabajado en su puta vida o habla en mala fe. Como sabe cualquiera que haya puesto el pie en una oficina, la mayor parte de las mujeres dedican mucho más tiempo que los hombres a charlar, en un interminable parloteo que transforma cualquier lugar de trabajo en un gallinero como haya más de dos o tres juntas que sean amigas. Y como no lo sean es peor porque la mala sangre se palpa en el aire, y desde luego a ellas les importa un bledo poner sus rencillas personales por delante de la profesionalidad.
Que trabajen mejor es otra risible pretensión. Una falsedad total como demuestra ampliamente el que necesiten, para medio competir con los hombres, una infinidad de privilegios, cuotas de género y todo tipo de políticas de discriminación antimasculina, para intentar imponer a través de una aberrante e injusta legislación una igualdad que no existe ni existirá nunca por motivos objetivos.
Según la última superchería feminista de que voy a hablar y que todos hemos oído más de una vez, los varones somos más blandos y quejicas que las mujeres, delicados, carentes de aguante y de carácter. Muchas féminas parecen necesitar esta letanía como si fuera una medicina, o como si por mucho repetirla fuera a ser verdad. En efecto existe un tipo de mujer moderna emancipada, con la mente llena de complejos de inferioridad, que necesita degradar al varón y confundir sus fantasías con la realidad, para poder creerse ella misma el cuento de la superioridad femenina y sentirse alguien.
Sin embargo no negaré que la crítica tiene mucho de verdad. En general el tipo de sociedad en que vivimos, con sus valores seniles y mediocres, tiene un efecto degradante en el carácter y la personalidad humana. Siendo esto verdad para hombres y mujeres, especialmente devastante lo es para el varón. Es una triste realidad la difusión de un tipo masculino cada vez más común, el hombre del siglo XXI que el feminismo pretende imponer como criterio universal, un blandengue y un mierda como he abundantemente comentado en este blog. Pero existe una precisa razón para esta caída de nivel.
El hombre moderno se está volviendo un mierda porque le falta el padre. Denigrado por decenios de propaganda antipaterna y contra el patriarcado, convertido en símbolo del mal por víboras pseudointelectuales de cuatro perras y llenas de hiel, expulsado de la familia por leyes infames y abogadas hijas de puta, reducido en la figura del padre moderno, carente de autoridad, a una patética sombra de sí mismo con el cerebro lavado por siniestros y babosos pedagogos, psicólogos y expertos.
En resumen imposibilitado por toda esta gentuza para realizar su trabajo, que es el de ser padre. Es decir representar el orden y enseñar a sus hijos a ser hombres. Justamente a no ser un blandengue y un quejica, a tener aguante, fortaleza y firmeza. Por tanto no es ninguna sorpresa que tras decenios de criminal propaganda feminista y de destrucción de la figura del padre los hombres sean unos mierdas.
Como podemos ver estamos ante el colmo del cinismo y la mala fe: se le echa en cara al varón, y se utiliza como arma de propaganda, la debilidad de carácter que es la directa consecuencia de la campaña feminista de acoso y derribo al padre.
Es como si le diera un martillazo en el pie a otro y a continuación, además, me riese de él y le echase en cara que no puede ganarme en una carrera, demostrando así que y soy mejor que él. En esta imagen se resume toda la pretensión de superioridad femenina sobre el hombre, que millones de pobres diablos aceptan con la cabeza gacha.
Toda esta basura no merece más comentario y creo que la situación está clara. Lo que en cambio urge, es una adecuada actitud masculina de frente a la agresividad femenina, a la voluntad de ciertas mujeres de transformar la vida en una continua guerra de sexos.
Lo único que puede hacer un hombre con una mínima dignidad es rechazar a estas mujeres y considerarlas como apestadas. Porque efectivamente están infectadas. Que encuentren otro gilipollas a quien hacer la vida imposible.
Y si esto significa aceptar algún sacrificio, renunciar a alguna ocasión o tener que esperar más de lo razonable hasta encontrar una compañera digna, ello es el precio de tener algo de dignidad. Si para echar un polvo de más se acepta ser tratado como un mierda, es que efectivamente se es un mierda. Así de claro.
Todo hombre debería grabar en su mente con letras de fuego esta simple y eterna verdad: el hombre que piensa con el rabo está destinado a ser un juguete de la mujer. Por mucho que le parezca lo contrario.
9 comentarios:
Comparto la última frase...explica muchas cosas que vemos a diario.
¿Quién no conoce a un "calzonazos"?.
Si, es cierto. Las mujeres se han ido subiendo a la parra, y encima hay castrados mentales que las han ayudado a hacerlo.
Difícil papeleta, la los hombres que aún no se someten al vasallaje feminista, que aún no han perdido su dignidad, su sana masculinidad. Están condenados a vivir sin pareja, a no ser que excepcionalmente encuentren alguna "mujer auténtica", rara avis en una sociedad tan dagradada como la nuestra.
Otra cosa que señales con acierto es, el tópico del "tipo mujeriego". Como bien dices , esos imbéciles que solo piensan con la entrepierna, son el hazmerreir de cualquier mujer medianamente avispada, que sabrá manejar su enfermiza dependencia sexual en beneficio propio.
LEG
Actitud interna ante la sociedad moderna y sus mujeres: Ignorar, ignorar, ignorar. Al menos eso es lo que hará un hombre con dignidad. A las crias tontas no se les hace caso y punto.
LLevo un tiempo conectando varias ideas. El hombre moderno -el triunfador inclusive- se percibe a si mismo a traves de su relación con las mujeres. Pareciera que después de ser paridos aun conserváramos un cordón umbilical inmaterial en conexión con "la gran madre". Eso es un error, tal apéndice psicológico debe ser cortado idealmente en la pubertad.
Los hombres libres de verdad, los aventureros, los valientes, los autenticos triunfadores, no han matado a su padre como decía el bobo de Freud, han "matado" a su madre.
Por ello, creo que tiene que ser muy positivo vivir un periodo de "asexualismo curativo" que le aleje a uno completamente de las mujeres y de lo femenino, mientras uno se dedica a otros menesteres "mas guerreros" y se consolida en su interior.
A mi por ejemplo me gusta ir al gimnasio a hacer pesas por que es una actividad sana y virilizante, y no porque eso me haga mas atractivo frente a las chicas, esa no es una buena motivación para hacer nada con nuestra vida.
Saludos y buen humor.
En efecto el tipo mujeriego es el más dominado por la mujer. El valor de un hombre no se mide por su relación con la mujer. Eso viene después.
Menelao hace varias observaciones importantes. La rotura del cordón umbilical es efectivamente fundamental para un sano desarrollo viril y precisamente ahí es fundamental la presencia del padre.
El psicólogo italiano Claudio Risè, de la escuela junghiana, ha profundizado mucho en estos temas. No creo que esté editado en España pero voy a traducir fragmentos en otro blog que tengo en proyecto para dar a conocer éste y otros autores importantes, algunos desconocidos en España.
Una válida máxima general, en referencia al problema de la mujer y al "asexualismo curativo", que un hombre hoy puede seguir, es que podemos permitirnos cualquier cosa mientras no cree en nosotros una dependencia y nos convierta en esclavos. Libertad interior ante todo.
También yo soy defensor de una adecuada cultura física. Por razones en primer lugar interiores y con un aspecto sea físico que mental, de educación caracterial, como apunta Menelao.
Por eso hay que recomendar cierta contención sexual también para el hombre, como hacían los antiguos germanos, aquellos hombres nacidos para la guerra y el pillaje de los que escribió Julio César. Cierta contención sexual les era un complemento necesario para un constante entrenamiento físico y mental.
Y nosotros, aunque estemos en otro tiempo, o incluso con más razones por estar en este timpo, debemos hacer lo mismo. Si no, no es sólo que seamos marionetas en manos de ellas, es que además se nos va la energía creativa por ahí mismo.
Otra cosa: en cuanto una mujer comprueba que no te puede manipular mediante el instrumento del sexo, se viene abajo, pues le rompes todos los esquemas que ella conocía o creía conocer. Es una situación divertidísma además. Saludos.
Tiene razón León Riente. Una mujer cuando se da cuenta que no puede manipularte sexualmente a un hombre, se desmorona, pierde la baza más fuerte que posee para dominarle.
Solo las más inteligentes cambian el rol, y empiezan a jugar otras opciones enfocadas principalmente hacia el terreno intelectual, aunque sin renunciar (es la carta siempre escondida bajo la manga) a la captura sexual.
Por desgracia, hay pocos hombres capaces de superarlas en estrategia y habilidadades emocionales.
LEG
Es cierto , muchas mujeres creen que pueden enganchar a un hombre con la entrepierna, y eso solo les funciona con debiles y desesperados(que son mayoría, por eso ellas lo piensan), las que pierden son ellas, al final quedan como putas y frivolas.
Esta claro que la continencia sentimental y sexual voluntaria, centra mucho más al individuo en otras tareas y facultades.
Todos estos valores tan regresivos en materia de género ha conllevado por poner un ejemplo la situación de que muchas mujeres por el simple hecho de trabajar como un hombre o estudiar obteniendo una diplomatura o una licenciatura genere un sentimiento de superioridad sobre el hombre, situación claro está equívoca, discriminatoria y consecuentemente negativa para la propia naturaleza del ser humano.
Y el daño que está haciendo a la sociedad este totalitarismo feminista contranatura apoyado desde el poder, división y disolución de la sociedad es lo que están llevando a cabo. Muy de acuerdo con el redactado del artículo.
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