jueves, 9 de septiembre de 2010

GITANEO FRANCÉS

Después de un período de pausa demasiado largo, vuelve el Oso.

El título de la entrada no se refiere a los Gypsy Kings, sino a las expulsiones de gitanos que Francia está llevando a cabo, y que están creando mucha polémica, manifestaciones en este país y un enfrentamiento entre Francia y Europa. He aquí un par de enlaces para quien no haya seguido el tema:



¿Enfrentamiento entre Francia y Europa? Esta es en efecto la curiosa frase usada por el diario El País...uno ingenuamente pensaría que Francia es una parte fundamental de Europa. Pero lo que quiere realmente decir la frase es enfrentamiento entre las instituciones de la Comunidad Europea y Francia, y esto nos revela como tales instituciones son en realidad enemigas de Europa y de los pueblos europeos, simples expresiones de lobbies y grupos de poder que persiguen su agenda sin consideración alguna por lo que puedan pensar los europeos, y a menudo contra la opinión de los europeos, de la misma gente que dicen representar. Es la estafa habitual practicada en lo que hoy llamamos democracia, pero en el caso de la Comunidad Europea es especialmente evidente.

Con tenacidad, gran aparato de propaganda y muchos medios, una cierta ideología  intenta imponer la aberrante visión según la cual un país no puede decidir quién puede entrar y quién no, tiene que acoger a todo el mundo porque todos tienen derecho a establecerse donde quieran, incluso violando las leyes: a los inmigrantes ilegales no hay que expulsarlos sino darles papeles porque sí.  De lo contrario la horda de mentecatos empieza a vomitar su habitual retahíla: racismo, intolerancia, prejuicio, xenofobia, todas las palabras que los progres utilizan para criminalizar a quien no pasa por el aro. En realidad estas palabras, como mirando a través de un espejo, nos revelan lo que esta gente realmente es:
Racistas anti-blancos

Intolerantes, censores, inquisidores

Odiadores de la realidad porque son esclavos de sus prejuicios, por ejemplo igualitarios

Odiadores de su propia tradición

y un largo etcétera

Tornando a las intituciones ocupadas por los traidores antieuropeos, es como si el presidente de una comunidad negase a los vecinos el derecho de admitir o no en su propia casa a quien ellos quieran, pretendiese garantizar a cualquiera el derecho a ocupar la casa de otro, comportarse como un  parásito, comer, beber, saquear y dejarla hecha un asco, sin que el legítimo propietario pueda oponerse a ello.  Negándole incluso el derecho de hacer distinciones, objetivas y basadas en la realidad,  entre un tipo de huésped y otro porque entonces es un racista. Esta y no otra es la ideología inmigracionista.

En este caso uno de los vecinos ha levantado la voz y ha mandado al carajo al presidente de la comunidad. ¿Seguirá teniendo la firmeza suficiente?

Por lo menos constatamos que algo quizás empieza a moverse...ciertamente no soy un fan de Sarkozy y su gobierno, pero desde luego está a años luz de los mentecatos profundos que están al frente de nuestro país.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La decisión de Sarkozy me parece una medida inteligente, totalmente válida, aunque enormemente arriestgada tal como ahora lo estamos viendo. Muchas serán -ya lo son- las dificultades para lograr desembarazarse de -al menos una parte- de esa escoria endémica que es la gitaneria. Uno de los males del hombre europeo es su mala conciencia, siempre autoinculpádose de racista, xenófobo, etc.

Cofio que algún día sea capaz de recobrar la sensatez y defender sus "auténticos valores", cada vez más perdidos en la marea negra del progresismo, la democracia mal entendida y el liberalismo espúreo.

Sabias que en España, en tiempos de los Reyes Católicos se decreto una ley de expulsión de gitanos, la antigua ley de "los cien palos". Decía que: se propinarían cien palos a todo el gitano que expulsado de España regresara de nuevo.¡A veces, uno termina por sentir nostalgia!

Max Romano dijo...

En efecto como dices bien la mala conciencia es un gran mal del hombre europeo. Es la perversión de una sana capacidad de autocrítica, del mismo modo como la apertura mental hacia otras culturas y el deseo de comprender las razones del Otro puede degenerar, como vemos hoy, en etnomasoquismo y morboso complejo de culpabilidad hacia la propia historia y tradición.