miércoles, 26 de agosto de 2020

La guerra contra la raza blanca (3). La tontalcaldesa de Olympia, la basura blanca y los blancos que se humillan ante los negros

 


Tercera entrega de la serie de artículos publicados en El Correo de España

Podría parecer ocioso dedicar tanta atención a lo que sucede en Estados Unidos, pero es que todo lo que allí sucede tiene repercusiones inmensas en el resto del mundo.

La expresión basura blanca denota en ese país a la clase social más baja de la raza blanca. En origen se trataba de estratos sociales que, prevalentemente, habitaban los ambientes rurales más empobrecidos y degradados en los estados sureños. Sobreviven o sobrevivían en los márgenes de la sociedad: trabajos de ínfimo nivel, criminalidad, alcoholismo, prostitución, taras genéticas favorecidas por las uniones consanguíneas y la práctica del incesto. Una joyita de gente si es verdad sólo la mitad de esta imagen un poco tópica.

Hoy en día supongo que ya no son lo que eran, pero la expresión se ha conservado, con un sentido menos específico, más amplio; se usa a menudo para denotar el estereotipo de blanco inculto, palurdo, un poco gañán, violento y borracho. Etcétera. A nadie le sorprenderá, entonces, que White Trash sea el único término descalificativo con connotaciones raciales que se considera admisible en el discurso público y privado. Naturalmente y con perdón por escribir obviedades, porque va contra los blancos.

A mí no me hace mucha gracia la expresión; me produce repelús aunque sólo sea por el desagradable saborcillo calvinista que destila: se da a entender que son basura porque se trata de los absolutos fracasados de la competición económica. Ya se sabe que para el calvinismo la riqueza es el signo de la elección divina; la pobreza abyecta equivale a estar abandonados, no sólo por la sociedad sino también por Dios.

Veremos sin embargo que el término basura blanca se puede utilizar de manera pertinente, para otro tipo de gente.

Pero antes hablaremos de la alcaldesa de Olympia, capital del estado de Washington. La alcaldesa, a pesar de haber realizado el consabido y patético numerito de arrodillarse en una manifestación racista anti blanca y declarar las habituales vulgaridades “antirracistas”, tuvo luego una sorpresa desagradable. Para su consternación una de las manifestaciones degeneró en vandalismo, llegó a su barrio y un energúmeno entró en su casa, pintarrajeando el Black Lives Matter por las paredes y causando algunos desperfectos.

Los daños fueron bastante limitados, todo hay que decirlo. Tuvo más suerte que muchos otros, víctimas de un vandalismo de verdad que han visto sus casas y negocios quemados o arrasados; en buena parte a causa de los políticos como ella, que fraternizan con las indecentes algaradas y se niegan a imponer la ley y el orden, por cobardía y pusilanimidad o por simple cálculo político.

Volviendo a la alcaldesa, después de ver cómo el vandalismo le había entrado en casa, cayó de las nubes y de la inopia, pronunciando palabras para la posteridad: “estoy intentando procesar esto… es como terrorismo interno… no es justo”

Si todavía no ha conseguido “procesar” lo que le ha pasado es que su cerebro está ya totalmente devastado por la corrección política, por los complejos de culpa y vergüenza racial que le han metido en la cabeza. Debe de ser el auténtico estereotipo de rubia tonta, pues no es sólo blanca sino también rubia y de ojos claros; lo peor de lo peor. Podemos adivinar lo mal que lo pasa y sus sentimientos de culpa, cuando se mira en el espejo y piensa en el racismo sistémico.

Lo mismo debe de sucederles a los muchos blancos que, por todas partes, realizan abyectos gestos de sumisión y humillación racial ante los negros, prácticamente pidiendo perdón por ser blancos. El nivel de estupidez, destrucción mental y lavado de cerebro queda muy patente en ciertos casos extremos, inmortalizados en vomitivos vídeos donde pobres desgraciados de piel blanca se arrodillan como “expiación” besando botas y pies de negros.

Por cierto, en unos de los vídeos la expiación adquiere tintes bíblicos, pues los morenos pertenecen a una secta supremacista negra cuyos miembros dicen ser los descendientes de una de las tribus perdidas de Israel. Como vemos, el esperpento no es sólo español.

Para profundizar en este ambiente mental, tan insalubre y envenenado, en el que viven muchos blancos americanos, nos ayudará comentar brevemente lo que allí se conoce como Whiteness Studies o “Estudios Blancos”.

¿De qué se trata? existen los Black Studies, Chicano Studies, Hispanic Studies etcétera, respectivamente reivindicando la cultura y la visión del mundo negra, de los chicanos, los “hispanos” … y obviamente, fomentando el orgullo de pertenecer a tales grupos.

Entonces los Whiteness Studies ¿reivindicarán la cultura blanca?

Nooooo. Los Whiteness Studies enseñan a los blancos a odiarse a sí mismos, a sentirse culpables por ser blancos, a avergonzarse por ello y cargar con ello, exactamente como si fuera un pecado original que debe ser expiado continuamente.

Una de las alcantarillas de este lobby cultural es el Center for the Study of White American Culture (CSWAC) y su principal gurú un tal Noel Ignatiev que abiertamente invoca la “abolición de la raza blanca” para resolver los problemas de nuestra era. Cierto, el mismo Ignatiev precisa que sus palabras no tienen nada que ver con la eliminación física de ninguna persona. Pero todos sabemos que nadie se iría de rositas (y no digamos enseñar en el Massachusetts College of Arts como nuestro amigo) si por ejemplo defendiera la “abolición de la raza judía” aunque tuviera buen cuidado en aclarar que no invoca la eliminación física de nadie. Al mismo Ignatiev difícilmente le haría gracia siendo él mismo hijo de judíos rusos emigrados.

He aquí la verdadera basura blanca, que no son esos desafortunados estratos sociales, apartados en los márgenes de la sociedad y degenerados por varias razones a lo largo del tiempo. La verdadera escoria es muy otra: son los que piden perdón por ser blancos, los que se complacen en gestos de humillación racial, los que se dejan comer el cerebro por los manipuladores que gobiernan a través de complejos de culpabilidad. Los que tiran al retrete una cultura, una tradición y la historia de la que no son dignos, de la que sólo son los subproductos degenerados. Ellos son la verdadera basura blanca.

Los blancos americanos de origen europeo fueron quienes crearon el país y lo hicieron grande, pese a quien pese. Pero si siguen por ese camino están acabados, perecerán aniquilados por su propia estupidez. Y poco después también morirá el sueño americano. Morirá en la forma de una nación tercermundista con armas nucleares, un paraíso multicultural donde no habrá cultura ni inteligencia, habitado por bárbaros con juguetes electrónicos y salvajes hiperconectados, lleno de universidades basura donde no se podrá pensar libremente y enseñarán a hacer la O con un canuto.

Este será también el futuro de Europa si no nos rebelamos. Ahora y antes de que sea demasiado tarde.

MAX ROMANO

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los blancos americanos han perdido su espíritu pionero, ese que les llevó a hacer de su país el más rico, avanzado y fuerte del mundo. Durante décadas ha sido envidiado y odiado por casi todos los demås países,ahora se acentúa cada vez más su decadencia. La debilidad moral de los blancos que allį habitan es un hecho visible que se manifiesta de contįnuo. Varias son las causas, pero yo me atrevo a lanzar una: su cobardía, su incapacidad para demostrar al mundo sus valores, morales e intelectuales mantenidos a lo largo de más de doscientos años. Esas cualidades hicieron grandioso a los Estados Unidos. Ellos fueron pioneros en el progreso, en la ciencia (para la paz y la guerra), y nos ofrecieron a los europeos (por algo descienden de nosotros en su gran mayoria) como hay que gestionar una nación aún en los periodos de mayor crisis (crack del 29). Da vergüenza ver ahora a esos White Trash humillarse como esclavos anta la manada infame de los Black Lives Matter. La América otro tiempo gloriosa se hunde en la ciénaga. Y, me temo, que los europeos les seguimos los pasos muy de cerca.