Esta entrada del blog fue la primera versión para el capítulo correspondiente del libro "Azotes de Nuestro Tiempo" publicado en 2017. Se dejan algunos párrafos como muestra.
Lugares por lo que parece bastante populares, deben
gustarle a mucha gente pues nacen como hongos un poco por todas partes; sitios
donde uno puede olvidarse durante un rato del mundo y entrar en una realidad
artificial, viajar cómodamente a épocas y ambientes lejanos, vivir aventuras a
buen mercado. Naturalmente hay que contentarse de un simulacro pero esto es
parte del juego y pedir que la autenticidad sea comercializada es demasiado.
[...]
Tendría
un sentido si por lo menos fueran aventuras de verdad, si existiera el morbo de
un riesgo auténtico y alguno de los aventureros de vez en cuando terminase
devorado o pisoteado por una bestia salvaje, ahogado, empalado en una estaca o
víctima de cualquier otra desgracia de película de aventuras.
Realmente
debe ser muy pobre e insípida nuestra realidad para que nos apetezca tanto este
tipo de cosas. O quizás es que no sepamos ya contentarnos con las cosas
sencillas y necesitemos impresiones y sensaciones cada vez más fuertes para
sentirnos con vida. Yo pienso que las dos cosas a la vez.
Es un
poco como compensar la degradación del sabor y la calidad de los alimentos con
aditivos y especias cada vez más fuertes. O también, en el campo del cine, efectos
especiales cada vez más espectaculares, dosis cada vez más amplias de
violencia, sangre y sexo para esconder la infinita pobreza, el vacío y la
nulidad de ideas que hay detrás.
[...]
El
parque temático y sus análogos es seguramente entretenido,
una manera de pasar el tiempo como cualquier otro juego. El juego es necesario
en la vida. Pero el que de verdad vale la pena, todos lo sabemos, es el juego
fuerte, en el que nos ponemos en juego
nosotros mismos y hay algo en juego. Valgan las redundancias y el
mal estilo deliberado de la frase precedente, que nos muestra con el mismo uso que
el lenguaje da a esta palabra, cómo el “juego” no fue, nunca, simplemente un
juego. El parque temático es simplemente un particular tipo de juego, metáfora de la sociedad moderna en la cual todo es prefabricado y de
plástico, nada es profundo y auténtico, con un verdadero significado.
6 comentarios:
Antes jugábamos a pistoleros, indios y damas en apuros a las que había que rescatar a tiro limpio: moríamos cuantas veces queríamos, para resucitar de nuevo en el bando de los malos. Siempre morían los malos. Al héroe le llamábamos "EL". Sin más. A la semana siguiente éramos Tarzán de los monos y "ella" era Jane. Luego vinieron las "aventuras bélicas", y nuestro afán era tirar granadas de mano contra los japoneses como el que tira una pelota de tenis. Ametrallar mil veces a los "japos" al estilo de Errol Flin en "Objetivo Birmania".
Crecimos con pistolas de plástico y petardos como balas, espadas y escudos de romanos, floretes de los tres mosqueteros y sombreros de cowboy.
Todo ello ante la complacencia de nuestros padres, que ya estaban ellos para delimitar el bien y el mal en nuestras infantiles conciencias. Sabían que la infancia es la época del descubrimiento, del riesgo y la aventura de verdad (¡Ah, esos pozos sin brocal en medio del campo, a los que acudíamos entusiasmados ante la perspectiva de aguas negras y profundas!). Pero ahí estaban ellos: los padres, para educar, enseñar, alentar. Sin miedo.
Muy atinado tu comentario, Indiana.
Hoy los padres no están para educar sin miedo como dices. Tristemente hoy en día, en vez de ellos están la televisión, las guarderías, los psicólogos y la "inmersión en valores"
Esa forma de la cual habla Indiana de jugar de pequeños en otras épocas era una parte de los juegos y no todos eran así, había un poco de todo, cultura de barrio, los niños nos comunicábamos, era una forma más natural de relacionarse, eso hoy no existe, no hay nada, precisamente el sistema se ha cargado lo que había antes para aislar más al individuo e impedir la comunicación todo lo que pueda.
Es cierto que hoy apenas existe cultura de barrio y la gente no se comunica.
Yo veo los barrios nuevos en las ciudades, compuestos de bloques de casas que parecen fortalezas, con vallas y cámaras de vigilancia, aislados de su entorno. La gente vive dentro en su casa, o en la piscina y cuando sale lo hace en el coche.
No son barrios sino montones de áreas residenciales bastante deprimentes. Hay mucha más vida en el barrio más cutre que en cualquiera de esos lugares.
Como bien indicas en esos barrios nuevos la gente está más aislada todavía, es mun prototipo de viviendas realizadas con una clara intención, aislar más todavía y eliminar todo posible resquicio de comunicación personal. En realidad esto mismo está ocurriendo en muchos ámbitos de esta sociedad que cada vez se opone más a los valores naturales, llevándonos a un mundo cada vez más infeliz.
Yo si que creo que existe cultura de barrio, eso si, de barrio bajo.
El lumpen en España se ha multiplicado por 4 en los últimos 15 años gracias a la inmigración masiva y la generación nini-cani.
Lo que ya no existe es la cultura"sana" de barrii, de proximidad y comunicación entre vecinos, pero el "barriobajerismo" y sus peculiares relaciones sociales(trapicheo de drogas etc) se ha multiplicado.
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