domingo, 15 de julio de 2012

NOMOFOBIA






Esta palabreja era desconocida para mí hasta hace poco. Uno podría pensar que es el odio hacia los nomosexuales, cualquiera que sea el significado de la palabra, pero un artículo en el ABC nos informa de que se trata de un nuevo trastorno psicológico que nos aflige: no-mo(bile)-pho(ne-pho)bia. En este caso se trata del miedo y la ansiedad experimentados por muchas personas cuando se separan del teléfono móvil:


Una nueva aportación que se añade a la rica colección de trastornos psicológicos que nos agobia constantemente y no hace más que crecer. Trastornos de todo tipo: desde reales a inventados a simples ñoñerías y chorradas con nombre altisonante como, por citar otro ejemplo, la depresión post-vacacional que nos acecha cuando se terminan las vacaciones y sobre la que escribí hace tiempo en la entrada Felicidad y depresiones surrealistas. Es que no hay derecho a que las vacaciones se acaben…

Un poco se trata de que nuestra sociedad produce una serie de trastornos reales y de malestar disfrazado de bienestar por la propaganda con la cual se glorifica a sí misma; un poco es que la gente sin trastornos no es un mercado y en cambio la gente trastornada sí lo es, para todo el negocio de la asistencia psicológica que –uno lo entiende- cuando le faltan trastornos y gente trastornada se los tiene que inventar, porque el business no está en curar a la gente y mucho menos en que viva sana, sino en asistirla; un poco es esa manía idiota en ponerle nombre a todo y patologizar –que me perdonen los académicos de la RAE- la vida y sus tensiones, en una absurda e imposible búsqueda de un estado de equilibrio ideal y felicidad.

Todo esto es cierto, pero también hay un fondo de verdad en la nomofobia: mucha gente depende hasta extremos patológicos de sus juguetitos electrónicos y en efecto siente ansiedad si se separa de ellos. Así lo declaran y no hay motivo especial para no creerlo. Realmente se sienten perdidos si no están conectados en todo momento para ver las últimas noticias, enviar o recibir mensajes o qué se yo…

Esta dependencia frente a la tecnología la podemos ver cada día si cogemos por ejemplo los transportes públicos. Podemos observar que una buena proporción de las personas presentes están ensimismadas jugando con sus aparatitos; caminando por la calle podemos observar algo parecido.

No me extraña, viendo esto, que la gente se sienta perdida y ansiosa cuando ese cordón umbilical les falla, porque se olvidan el móvil en casa o descuidan la carga de la batería o por cualquier otro motivo. Por otra parte muchas personas ni siquiera se dan cuenta ya del aspecto siniestro de esta dependencia. Me bastará mencionar un episodio reciente: en una ocasión un conocido me decía satisfecho que después de haberle comprado la playstation a su hijo éste no se separaba de ella, estaba enganchado todo el día y ya no le interesaba nada más…sonriente y con una cara de felicidad como mostrando su orgullo por el éxito del regalo.

"¡Bravo! ¡Cretino! Tu hijo se ha convertido en esclavo de una máquina que le ha dominado la voluntad y además estás tan contento por ello”...pero como es lógico uno no puede ir por ahí diciendo todo lo que piensa y menos aún de esa manera.

El común denominador en todos estos casos –y el lector sabrá añadir muchos otros- es la falta de libertad de las personas, la dependencia respecto a la máquina y la tecnología que las condiciona y las domina, una dependencia no sólo a nivel práctico sino sobre todo psicológica, mental. Lo que debiera ser sólo instrumento y fue creado como tal se convierte en dominador, impone su lógica y su ley a las personas.

La naturaleza del juego electrónico, la lógica con que fue creado, es tener enganchado al jugador permanentemente, como la lógica de la bolsa de patatas fritas es ser engullida compulsivamente hasta que no quede ninguna. La lógica de una red social es la conexión continua, la ocupación total del tiempo y la atención por parte del usuario. Pero si de un lado está la máquina y lo artificial, del otro lado está la persona que lo utiliza según su criterio y para sus propios fines.

Todo sucede como si las máquinas y la tecnología tuvieran su propia personalidad y su propia voluntad, que sin embargo está dominada por la personalidad y la voluntad superiores y más fuertes del ser humano.

Pero si el lado humano flaquea, si hay falta de personalidad y la voluntad es débil -como sucede en las relaciones entre las personas- la personalidad más fuerte es la que domina e impone su ley a la otra. Hemos debido caer muy bajo si hasta nuestras máquinas tienen una personalidad más fuerte que nosotros.

Por otra parte esto no es sorprendente: todo el ambiente en que vivimos fomenta la disolución de los valores de la voluntad y del carácter, comenzando desde la infancia con una pedagogía destructiva y promoviendo todo lo que nos hace dependientes y por tanto menos libres interiormente.

Es entonces inevitable que nos volvamos nomófobos, nos entre el ansia si nos olvidamos en casa el móvil y nos volvamos también un poco más gilipollas cada día que pasa.

8 comentarios:

Winston dijo...

Amigo Oso, me ha gustado mucho la entrada. Yo también desconocía la palabra, aunque lógicamente no desconocía el fenómeno social que describe, resulta casi imposible no percatarse de que está ocurriendo al tratarse de una auténtica epidemia.

La parte final de la entrada, en la que asocias este fenómeno con la falta de voluntad y la educación recibida me parece brillante.

Un saludo

Anónimo dijo...

La falta de voluntad está detrás de todos los males que muchos padecen.

Muy buen trabajo, Oso.

Hasta pronto.

Anónimo dijo...

Experimento esto precisamente cuando estoy con amigos y amigas. Muchos de ellos se aislan y se ponen a escribir por sus móviles inteligentes chateando con otras personas. Hasta que punto hemos llegado que prescindimos de la comunicación cara a cara por el maldito whatsapp o como se llame. Cada día estoy más convencido de que los teléfonos inteligentes (smartphones) lo son a costa de sus poseedores.

Anónimo dijo...

Nunca he visto ningún sentido a eso de ponerse a chatear con el móvil cuando se está en compañía de otras personas.

El Vikingo Macabro dijo...

El peor extremo que he visto es gente que está en la misma mesa (con otras personas también) y en lugar de hablar cara a cara lo hacen a través de los dichosos mensajitos de whatsapp o lo que sea. Digno de ciertas películas de ciencia-ficción convertidas en la más patética realidad.

Frel dijo...

Es que es otra estrategia del sistema para que la gente se comunique menos todavía, la falta de comunicación divide más a la sociedad y eso favorece a la oligarquía que nos gobierna, por eso en cierto modo personalmente odio a las nuevas tecnologías por el mal uso que la gente hace de ellas y que al final queramos o no repercute en toda la sociedad.

Un saludo al blog.

Max Romano dijo...

Saludos a todos y gracias por vuestros comentarios.

Lo de las personas que se sientan a la misma mesa y chatean con los móviles no lo sabía yo. Es el colmo.

A veces se oye decir que la tecnología es "neutra" y somos nosotros quienes decidimos cómo usarla. Considero esto un lugar común totalmente falso, pues como muestran estos fenómenos la técnica tiene una "voluntad" que impone al hombre que carece de ella.

Sin embargo a nivel individual podemos siempre hacer un uso crítico de la técnica. Es más debemos, si no queremos ser normalizados y controlados cada vez más.

A.J dijo...

Todas estas tecnologías lo único que hacen es ahondar en la alienación de una gran parte de la sociedad(sobre todo gente menor de 50 años), son aborregantes por naturaleza.

El marketing es toda una ciencia psicológica aplicada al beneficio capitalista. Saben muy bien como es la masa, saben que es fácil de alienar y borreguizar con suficientes dosis de propaganda , saben del carácter ultragregario y degradado del hombre moderno y urbanita.

He presenciado la discusión de dos cincuentones hablando de las prestaciones del nuevo Ipad¿qué se puede esperar de gente así?

Las redes sociales y los wasaps esos ya han sido"la rematadera", y por supuesto detrás de todo está el negocio.
Nos crean necesidades , gastos e inquietudes artificiales, pero el borregus¿sapiens? medio ,siente temor de no seguir la corriente del grupo, de no estar"en la honda", vamos, que renuncia a su personalidad (aunque mucha gente ni siquiera llega a desarrollar una propia)