jueves, 25 de noviembre de 2010

YUKIO MISHIMA




Aunque tiene más actualidad el "Día contra la violencia machista"  que nos han propinado hoy, con la consiguiente riada de propaganda en los medios, me ocuparé del tema en una extensa entrada especial, espero mañana.

Hoy quiero aprovechar la fecha para recordar al escritor japonés Yukio Mishima, que murió hace exactamente cuarenta años, el 25 de Noviembre de 1970. Autor bastante conocido en su país y fuera de él, era un defensor de los valores tradicionales de la sociedad japonesa y un nacionalista. Deploraba la decadencia moral y espiritual de su nación,  consecuencia de la ocupación norteamericana tras la Segunda Guerra Mundial y la consiguiente campaña de los vencedores para reeducar al pueblo nipón. En efecto tras su victoria los Estados Unidos llevaron a cabo con el pueblo vencido una política de colonización cultural y transformación social, destinada a quebrar su orgullo nacional y su fortaleza interior, extirpar o debilitar en las nuevas generaciones valores tradicionales tales como un extremo sentido del deber y del honor, que formaban la espina dorsal de la ética guerrera de los samurai; en una palabra un proyecto destinado a homologar los japoneses al banalizante estilo de vida norteamericano.

Contra todo ello tomó posición Mishima y especialmente –más que contra los americanos- contra sus propios compatriotas por ser incapaces de reaccionar y restituir a Japón el orgullo perdido, no tanto militarmente –lo cual hubiera sido imposible- sino simplemente de defender su identidad, de recuperar su dignidad nacional y considerar valores más altos que el bienestar y la prosperidad económica. El 25 de Noviembre de 1970 Mishima, como protesta y declaración de principios contra esta decadencia, puso fin a su vida con un suicidio ritual, un seppuku, abriéndose el vientre con una espada y siendo decapitado sucesivamente por uno de sus seguidores. Lo hizo en un cuartel del Ejército tras haberse barricado con unos secuaces en el despacho del comandante e intentado leer un manifiesto a los soldados entre las burlas y el rechazo de éstos.



Su figura es bastante compleja; candidato al premio Nobel por la literatura de altísimo nivel que supo crear, nunca se lo habrían dado de todos modos por sus posiciones políticas indigeribles y totalmente incorrectas: su oposición a la democracia, a la constitución dictada por los vencedores, al nivelamiento igualitario, al pacifismo y al humanitarismo, a la dictadura de la economía sobre la sociedad…en España se le llamaría un facha, para entendernos.

Era también -todo hay que decirlo- un poco o bastante maricón. Tuvo dos hijos con su esposa pero también se le atribuyen, parece que con fundamento, inclinaciones y relaciones homosexuales, que sin embargo vivió con discreción. Quizás su vida fue una perpetua tensión interior entre fuertes tendencias femeninas y masculinas…quizá por ello en el último período de su vida se esforzó por expresar un ideal de virilidad espiritual en una lucha consigo mismo que le permitió afilar y fortalecer tal ideal. Pero lo que nos ha dejado de válido e interesante no está en su vida personal sino en lo que quiso transmitir, en sus libros y en su último mensaje, la acción que constituyó la culminación de su vida.

Desde un punto de vista literario, ha escrito muchos libros valiosos. En la red quien esté interesado puede conseguir toda la información que desee; aquí me limitaré a recomendar “El sonido de las ondas”, como librito ligero y rápido que me dejó un excelente sabor de boca. También “El sol y el acero”, y como obra ya de gran envergadura tenemos la tetralogía “El mar de la fertilidad”, cuyo último volumen entregó al editor la misma mañana de su muerte.

Dejando aparte lo que es literatura, en el último período de su vida compuso algunos escritos como testamento político y filosófico. Se trata de un puñado de breves ensayos que sin embargo tienen momentos de rara intensidad y reflejan el camino, el ideal de vida que escogió durante los últimos años. En esta vía asignó a la acción una importancia fundamental, como cura contra lo que llamaba el mal de la literatura y en general el excesivo intelectualismo. Decía que la acción más sencilla, si realizada con el espíritu correcto, tenía este poder.

Estas consideraciones le llevaron a la práctica de las artes marciales y a crear pocos años antes de su muerte una pequeña agrupación paramilitar, la “Sociedad de los Escudos”, que recibió entrenamiento militar del Ejército junto con el propio Mishima. Según sus intenciones debía ser un instrumento de educación interior y también una pequeña milicia capaz de vertebrar un movimiento de lucha contra las fuerzas que estaban disgregando le sociedad japonesa, si se llegaba a una confrontación real.

Los escritos a los que me he referido complementan, arrojan luz sobre este camino vital y especialmente sobre su última y definitiva acción. Están recopilados en el volumen “Lecciones espirituales para jóvenes samuráis” que contiene el ensayo homónimo e “Introducción a la filosofía de la acción”, asñi como otros breves escritos, incluido el manifiesto que intentó leer inmediatamente antes de su muerte. He aquí algunos pasajes entresacados para que nos hagamos una idea:

 “La acción tiene el misterioso poder de compendiar una larga vida en la explosión de un fuego de artificio. Se honora a quienes han dedicado una larga vida a una tarea, y esto es justo, pero quien consume toda su existencia en un fuego de artificio que dura un instante testimonia con mayor precisión y pureza  los auténticos valores de la vida humana.”

“Solamente la irracional fuerza del espíritu puede superar el límite de los cálculos lógicos y los planes de batalla. La esencia de la acción es traspasar los límites que ha establecido la racionalidad.”

“La belleza masculina existe sin duda solamente en lo trágico, y esto está ligado al hecho de que únicamente en el instante final, en el cual se arriesga la vida, se llega a la esencia de la acción.”

“La ley es una convención de la sociedad moderna, mientras la naturaleza humana es mucho más profunda y compleja, traspasa los confines de la actual legalidad…la acción supera el humanitarismo, afronta el riesgo mortal…”

Se trata de una mentalidad seguramente diferente, pero en definitiva no tan extraña a ciertos ideales que nuestra propia tradición ha sabido expresar; saltando la distancia geográfica y cultural podemos comprender y asumir como positivo y útil algo de lo que Mishima ha querido transmitir, el mensaje contenido en sus últimos escritos y el acto clamoroso con el que puso fin a su vida, el cual podemos considerar su último “escrito”.

¿Qué ha quedado de la acción de Mishima? Lo que intentó no fue provocar una sublevación militar y derrocar al gobierno, como comentaristas superficiales han escrito, sino despertar y sacudir a la sociedad japonesa, encender una chispa con el sacrificio de su vida, sembrar para el futuro. Desde este punto de vista podemos decir que no lo consiguió y que fracasó en su acción.

Lo cual no disminuye mínimamente su valor de testimonio y no obsta para que podamos extraer de su mensaje lo que consideremos válido. Desde este otro punto de vista su acción no se ha perdido para el mundo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quienes no han leído a Mishima no conocen la "fuerza del espíritu" de la noble tradición samurai, plasmada en la magnífica prosa de su literatura. Una fuerza espiritual que forjó hombres de un talento y un valor que, hoy, nos parecerían sacados de una historia de ciencia-ficción, y sin embargo, existieron. Defendían valores que otorgaban sentido a la vida y engrandecían al hombre. Ellos supieron plasmar las mejores esencias de una masculinidad verdadera.

Gracias, OSO SOLITARIO, por el homenaje que le rindes, y al que me sumo incondicionalmente. Saludos.

Anónimo dijo...

No he leído aún a Yukio, aunque tengo muchas obras suyas. Sin duda las leeré.

Buen trabajo, Oso.

Hasta pronto.

Anónimo dijo...

Muy buen artículo, Oso. Una simple precisión: el señor Mishima no era un "maricón", sino un hombre con inclinaciones homosexuales. No es lo mismo. Lo segundo, tanto si viene con los genes como si resulta de circunstancias vividas en los primeros años -o de ambos factores- no depende del sujeto. Lo que de él depende es la forma de llevar el asunto. Homosexuales grandiosos los ha habido siempre (Aquiles, los integrantes del bravísimo Batallón Sagrado de Tebas, Alejandro Magno, para no hablar de ciertos creadores de espíritu). Gente que al margen de posibles conflictos internos hizo historia, y de qué manera.

Si le hubieras dicho maricón al señor Mishima, te hubiese roto la cara a puñetazos hasta que te tragaras tus palabras.

Un maricón, un rosquete, una maricueca, es alguien que jamás reaccionaría como Mishima. Un maricón es un tío llorón, incompatible con la virilidad y sus hazañas, amigo de progrerías y otras guarradas, además de artero y ladino como la mujer envilecida. En resumen, un puto con quien no quisiéramos cruzarnos ni a la distancia.

Esto no significa que la homosexualidad deba difundirse como hacen los progres, cuya meta es, como bien se sabe, amariconar a los hombres y acabar con la civilización que conocemos. Simplemente, por ejemplo, Alejandro Magno, el más genial difusor del helenismo, era también un homosexual en un tiempo y lugar que toleraba estas manifestaciones bajo ciertas condiciones. Pero esto es lo mismo que decir que le gustaba el vino con agua o montar a caballo. Un rasgo más de su personalidad, no el fuego masculino y ario que brotó de su brazo e incendió la historia para siempre. Y, nunca, jamás, un "maricón".

¡Un saludo, Oso!

Max Romano dijo...

Hola Anónimo

He utilizado el término "maricón" en su acepción de homosexual o sodomita en general, sin quere darle el sentido de homosexual afeminado, cosa que no era Mishima.

Efectivamente puede llevar a confusión el uso del término, pero quizás Mishima tenía también esta ambigüedad dentro de sí. De todos modos como preciso en el artículo lo importante no es su vida personal sino el mensaje que nos deja.

Si su tensión hacia un ideal viril de vida se debió también a una lucha contra esta ambigüedad (estoy especulando) eso no le quita valor de ningún modo.

Sobre la difusión de la homosexualidad en la antigüedad clásica creo que se ha exagerado mucho y que en buena parte se trata de un mito difundido por una propaganda interesada. Te mando este enlace que trata del tema y en particular de los ejemplos que mencionas:

http://europa-soberana.blogia.com/2011/062406--homosexualidad-en-la-antigua-grecia-el-mito-se-esta-derrumbando.php