Artículo publicado en El Correo de Madrid
Así como suena: va a salir una nueva
versión del juego que se presenta como un “monopoly feminista” porque las
reglas dan una ventaja a las mujeres. Naturalmente cada uno jugará como le
venga en gana pero las reglas son las que son. Si es que no se trata de una
broma, pero aunque así fuera diría la verdad, involuntariamente, sobre lo que
realmente significan el feminismo y la “paridad”: regalarles privilegios a las
mujeres.
En referencia a las reglas del juego, evidentemente
asignar 240 “dólares” a las féminas y 200 a los hombres cuando pasan por la
casilla de salida es exactamente lo mismo que afirmar la incapacidad de la
mujer para jugar en igualdad de condiciones; tratándose de un juego intelectual
y no físico, equivale a decir que la mujer es más tonta.
¿Cuánto más tonta? El diseño del juego asigna
a las mujeres un 20% de discapacidad mental porque las féminas necesitan un 20%
de ventaja para competir con el varón (40 puntos de ventaja sobre 200), con
perdón por lo poco elaborado del razonamiento. Seguramente un juego perfecto
para alguien que quiera enseñarles a las niñas que son más estúpidas que sus
compañeros varones. Además en este juego el varón siempre quedará mejor parado:
si gana dirá que es a pesar de la desventaja,
si pierde a causa de ella: en cuanto a la fémina, se podrá decir de ella, si gana, que es porque partía con ventaja, en cambio si
pierde a pesar de la ventaja debe de
ser realmente torpe…
Naturalmente hay otras cosillas en el
juego, como invertir en “inventos creados por mujeres” lo cual se aprovecha
para colar, de tapadillo, falsificaciones feministas. Por ejemplo lo de que el wifi fue “inventado por una mujer” es
algo que sólo puede “venderse” a lectores desinformados. Hedy Lamarr, además de
ser hermosa y dotada actriz, hizo contribuciones a unos desarrollos técnicos que
muchos años después harían posibles
tecnologías inalámbricas como el wifi,
bluetooth, etc. Sin quitar ningún mérito a esta mujer, efectivamente fuera
de lo común, ni fue la única que contribuyó en este campo ni mucho menos
“inventó el wifi”. Una más de las muchísimas manipulaciones y tergiversaciones
feministas que circulan, repetidas hasta la saciedad hasta que pasan por ser la
verdad.
Volviendo al 20% de discapacidad
intelectual que estima el monopoly feminista para la mujer, la situación recuerda
a esas partidas de ajedrez donde un maestro jugaba con un jugador de nivel muy
inferior, al cual se asignaba una ventaja de una o dos piezas para que tuviese
al menos una oportunidad. Pero aquí la desigualdad era aceptada, asumida desde
el principio, y nadie soltaba estupideces sobre igualdad y “empoderamiento”.
Una analogía algo mejor sería una carrera
de velocidad donde a los blancos se les diera una ventaja inicial para que
pudieran competir con los negros. Así los atletas blancos tendrían la oportunidad
de vencer, pero creo que ninguno con un mínimo de dignidad aceptaría una
competición así.
Siguiendo en esta línea, una imagen más extrema
será útil. Imaginemos otra vez una carrera donde, junto a atletas bien formados
y entrenados, participen también cojos, contrahechos, gordos y vagos incapaces
de disciplina física que reivindican el “derecho a ganar”. Para darles una
oportunidad y lograr el ideal de igualdad, el segundo grupo arranca decenas de
metros por delante y al final, efectivamente, llegan todos más o menos
igualados. Sucede también que uno de los discriminados positivamente,
mórbidamente obeso (de forma menos cursi el gordaco
de toda la vida) y con derecho a la autoestima, obtiene la tercera posición por
los pelos; como además resulta ser un poco retrasado se pavonea impúdicamente y
hace ostentación de su medalla frente a los verdaderos atletas a los que ha
“vencido”.
Esto no es lo que yo pienso de la mujer,
que quede bien claro. Pero sí es lo que piensa de la mujer el feminismo de los
privilegios y de la discriminación positiva.
Y saliendo un poco del tema, es también una
imagen que captura toda la miseria de la sociedad igualitaria.
MAX ROMANO
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