lunes, 27 de mayo de 2019

LA TRAICIÓN DE LOS CLÉRIGOS


Aprovecho para recordar que el próximo viernes 31 de mayo a las 19:30, tendrá lugar la segunda presentación en Madrid de mi segundo libro  Crónicas de un Occidente enfermo donde de podrá adquirir con descuento este libro y también el anterior Azotes de nuestro tiempo El lugar es el restaurante "El Viejo Chamartín", C/San Germán 6 (Antiguo General Yagüe)  

Este artículo fue publicado en El Correo de Madrid


LA TRAICIÓN DE LOS CLÉRIGOS
 





Recupero esta venerable expresión, título de un libro famoso hace muchas décadas, para hablar de la Europa de hoy y sus “clérigos” entendidos en un sentido literal: la jerarquía de la Iglesia Católica y en primer lugar su máximo representante.

La posición oficial de la Iglesia quedó patente con meridiana claridad con ocasión de la Pascua, concretamente en el Viernes Santo durante el Vía Crucis en Roma retransmitido por televisión a todo el mundo. A lo largo de las varias estaciones hubo las consabidas lecturas y reflexiones. Sin embargo, lejos de centrarse en lo espiritual y en el significado de la Pascua, casi todas ellas eran pequeñas piezas de propaganda cuyo objeto era transformar el acto religioso en un alegato interminable, insidioso e indecoroso a favor de la inmigración masiva, de la acogida indiscriminada, de la apertura de fronteras.

Esto se llama traición: a Europa, a sus pueblos y a su civilización (que es cristiana pero también algo más que esto; por otro lado tampoco la cristiandad coincide con el mundo europeo). Traición por parte de los clérigos y de esa corriente del cristianismo actual que ha encontrado una convergencia ideal con el mundialismo destructor de las identidades, convirtiéndose así en una fuerza más al servicio de la invasión demográfica.

Para valorar las implicaciones de esto basta considerar algunos simples datos. Hoy en día la ya densamente poblada Europa tiene 700 millones de habitantes; África tiene 1.200 millones que a duras penas logra alimentar y ya están no sólo llamando a nuestras puertas, sino entrando en gran número y teniendo muchos más hijos que los europeos degenerados, homosexualizados y feminizados. Además de lo anterior, de aquí al año 2050 la población africana crecerá en otros 1.200 millones; esto significa que África va a tener un exceso demográfico de muchos cientos de millones de personas, el cual evidentemente buscará una salida en Europa.

Es fácil entonces imaginar las consecuencias desastrosas de un mundo sin fronteras. A largo plazo naturalmente la explosión demográfica se frenará de una u otra manera, pero no antes de que Europa haya sido sumergida por África. ¿Escenarios posibles? Quizá una Euráfrica de las favelas, o un continente de color café con leche donde las razas blancas hayan desaparecido, o balcanizada en un cuadro de limpieza étnica y guerra racial generalizada. En el peor de los casos un escenario de persecución contra la minoría de los europeos autóctonos, que serán objeto de revanchismo, complejo de inferioridad y odio sanguinario debido a su superioridad cultural y civil.

En cualquier caso nuestro mundo quedará destruido. Esto es lo que va a suceder si no se detienen y revierten las políticas criminales, favorables a la invasión demográfica y la colonización étnica de Europa, si vence la ideología suicida, la mentalidad del yo-soy-tú y del todos-somos-ciudadanos-del-mundo.

La actitud suicida del Pontífice y de una gran parte de la Iglesia, junto con los fieles que compartan esta actitud, define con claridad de qué parte están: junto a los enemigos de Europa y de sus pueblos. Les reconoceremos la pureza de intenciones, porque su actitud proviene de motivaciones ideales y su objeto no es la destrucción de Europa. No obstante, este será el resultado de lo que propugnan.

Pero además de ellos también hay otros que, precisamente, lo que buscan es la muerte de Europa; en este otro caso cabe hablar de proyecto criminal contra la identidad y la civilización europea, de oligarquías psicópatas y lobbies canalla que hay que desalojar definitivamente del poder.

No obstante estas diferencias, que implican evidentemente una diferente valoración moral, desde el punto de vista objetivo y político de la lucha por nuestra civilización, tanto la Iglesia inmigracionista como las lobbies canalla y sus oligarquías criminales son nuestros enemigos en la batalla que nos espera, un conflicto decisivo por la supervivencia de lo que somos, que ya está apareciendo en el horizonte.

MAX ROMANO



lunes, 20 de mayo de 2019

PRESENTACIÓN EN GRANADA DE "CRÓNICAS DE UN OCCIDENTE ENFERMO"

El pasado sábado 18 de mayo estuve presentando en Granada el libro "Crónicas de un Occidente enfermo" ante un público no muy numeroso pero selecto y agradecido, con el cual pasamos una muy agradable velada, incluido un interesante intercambio de opiniones y preguntas tras la presentación.

Mi agradecimiento a los amigos de la asociación cultural "Idearium" por su hospitalidad y excelente compañía: Agustín, que no sale en las fotos porque las sacaba él mismo, y Fernando que aparece a mi lado.

Algunas fotos del evento:

Un momento de la conferencia...



No recuerdo si era el turno de las preguntas o bien un pasaje especialmente aburrido de mi charla...




Agustín consiguió pillarme en la foto durante un momento de meditación Zen...



Más preguntas y comentarios del público asistente...



Durante la firma de los ejemplares vendidos...




Próxima presentación en Madrid el 28 de mayo...

Saludos a todos.





domingo, 5 de mayo de 2019

LAS PANTALLAS DIGITALES, LOS NIÑOS NEURÓTICOS Y LOS GURÚS DE SILICON VALLEY



Artículo publicado en El Correo de Madrid

Todos podemos ver cómo se extiende el uso de dispositivos móviles y se pasa cada vez más tiempo pendiente de ellos, en todas partes y en cada momento; cómo se extiende la plaga de los tecnozombies abstraídos en su falso mundo virtual, cada vez más incapaces de una verdadera interacción humana, solipsistas patéticamente convencidos de que escribir y leer en una pantalla sea tener una vida social.

No sólo adolescentes sino también niños a edades cada vez más tempranas están enganchados. Esto es lógico porque dispositivos y aplicaciones están diseñados precisamente para enganchar  (como las patatas fritas); desde luego, tienen en común con las drogas químicas la adicción y el síndrome de abstinencia.

Con lamentable criterio, padres y escuelas se afanan en iniciar a sus vástagos a la droga digital lo antes posible: móviles, tabletas, conectividad a todas horas. En realidad bastaría una pizca, sólo una pizca, de filosofía o de verdadera cultura, para comprender que así perjudican el desarrollo de funciones clave: concentración y atención, introspección, esa serenidad que es premisa del verdadero razonamiento y aprendizaje.

Sin embargo, hasta los entusiastas digitales empiezan a tomar nota de los daños provocados por el abuso de la tecnología y las pantallas: ansia, incapacidad de centrarse, trastornos psicológicos, degradación de la memoria y las habilidades cognitivas.

Tanto es así que precisamente en el corazón del mundo digital, en California, sede de la mayor concentración mundial de empresas tecnológicas, está cogiendo fuerza la tendencia de educar a los niños de manera más tradicional. Los super-gurús del mundo digital y la conectividad total llevan a sus hijos a escuelas super-elitistas donde se escribe en la pizarra, se leen libros y se limita el uso de la tecnología. No ven con buenos ojos móviles y tabletas en manos de sus hijitos de corta edad; evidentemente no por odio a la informática ni por una voluntad de neo-ludismo, sino porque simplemente quieren que sus hijos sean protagonistas de la tecnología, no esclavos de ella.

Es que los gurús y ejecutivos digitales tienen un corazón de oro. Quieren lo mejor para sus hijos y hay que reconocerles su parte de razón: no desean que se conviertan en histéricos, neuróticos y gilipollas por haber usado desde la cuna la tecnomierda digital trituradora de mentes.

Pero cuando se trata de los hijos de los demás, ese corazón de oro parece sufrir una transmutación alquímica al revés y convertirse en un corazón de plomo. De otra manera no se entiende que hagan todo lo posible por difundir el uso de esos dispositivos entre niños y adolescentes. Tampoco se entiende por qué a ninguno se le ocurre poner alguna advertencia sobre los perjuicios que el uso de sus juguetes puede provocar. Ni siquiera hace falta que sea publicidad terrorista como las fotos que llevan los paquetes de tabaco, bastaría con algo más discreto.

Quizá incluso alguno lo haya pensado, pero se le habrá pasado la idea viendo el segmento de mercado que representan los niños de corta edad. Business is business.

MAX ROMANO

viernes, 3 de mayo de 2019

LA VIOLENCIA DE LOS MENAS, AVISO DE UNA BOMBA DE RELOJERÍA




Artículo publicado en El Correo de Madrid


El  buenismo de los necios, el buenismo de los canallas y la invasión de Europa a través de la inmigración masiva.

Es un fenómeno creciente en Europa, y cada vez más conocido por mucho que intenten silenciarlo nuestras clases políticas y mediáticas traidoras, la situación endémica de violencia que sufren las escuelas y los centros de menores. En el caso de las escuelas no existe todavía en España una violencia como en el caso de Francia, que alcanza ya cotas intolerables y está relacionada directamente con la presencia masiva de poblaciones alógenas, específicamente inmigrantes africanos de primera o sucesivas generaciones. Pero en el caso de los menas (menores extranjeros no acompañados) sí que empieza a asomar en nuestro país esta violencia. Son constantes los episodios de agresión, incluso graves, por parte de estos sujetos a los que, en virtud de acuerdos internacionales desconsiderados, tenemos que mantener y criar en vez de devolverlos a sus países de origen como sería lógico y justo.

Estos menores son una bomba de relojería, como la estúpida política buenista y renunciataria frente a la inmigración, y como la desgraciada ideología-imposición de los derechos humanos en general, que van directamente contra los derechos de los españoles en particular, y del derecho de los europeos a preservar y defender su identidad.

La gran mayoría de estos menas se dedican, ya desde adolescentes, a agredir con prepotencia a sus cuidadores, crean problemas de convivencia e inseguridad allá donde están. Son la cantera de una futura clase delincuente, porque el único mensaje que reciben es el de la estupidez y blandura de los españoles, incapaces de hablar el lenguaje de la fuerza y la autoridad; el único que entienden y el único que puede recuperar a aquellos que son recuperables. No es que los educadores les transmitan este mensaje, obviamente, pero sí es que ellos reciben, sin que las estupideces humanitarias y buenistas hagan otra cosa que entrarles por un oído y salirles por el otro.

¿Alguno de ellos se salvará? Naturalmente, porque existe la libertad humana y los educadores, a pesar de todo, conseguirán algún éxito. Pero esto no cambia lo esencial: que estamos criando una casta de delincuentes, que más allá del tema de los menas estamos permitiendo el nacimiento de poblaciones de no-España dentro de España, de no-Europa dentro de Europa.

Esta es la gran infamia, esto es lo que está consiguiendo la canalla política al poder en Europa, que por cierto manda a sus hijitos a escuelas de élite donde estos problemas no existen, porque el ambiente multicultural son los hijos de diplomáticos o empleados de multinacionales.

¿Por qué lo hacen? ¿Por qué esta felonía? Cuestión secundaria porque el resultado es el mismo, ya lo hagan por propia convicción y deliberadamente, por obediencia a la voz de sus amos, por cortedad de miras, o por un sentimiento mal entendido de bondad suicida. Porque también se puede morir de bondad.

Ahora bien, si el ingenuo que acoge un criminal en su casa termina asesinado o violentado, si el misionario de los derechos humanos se sacrifica a sí mismo por amor y termina pagándolo caro, sinceramente me da un poco igual. Cada uno es responsable de sus acciones, tiene derecho a suicidarse como mejor le parezca y con su pan se lo coma. Pero aunque rebose de bondad, lo que no tiene derecho es a “suicidar” a mi nación, a mi cultura y a mi civilización.

MAX ROMANO