domingo, 25 de noviembre de 2018

25 DE NOVIEMBRE: PROPAGANDA FEMINISTA Y LAVADO MASIVO DE CEREBRO EN EL DÍA DEL ODIO ANTIMASCULINO


MANIFESTACIÓN DE FEMIBICHOS CON PERRILLOS FALDEROS

Naturalmente nunca encontraremos semejante expresión en los medios: el nombre oficial del Día del Odio Antimasculino es Día Mundial contra la Violencia de Género, en el lenguaje-de-mentira políticamente correcto que la lobby feminista ha impuesto a la sociedad.

Quienes hayan leído la distopía 1984 de George Orwell no dejarán de notar cómo este lenguaje se parece siniestramente a la Neolengua que el escritor inglés imaginó en su novela, donde a menudo las palabras significan exactamente lo contrario de lo que dicen: en el Ministerio del Amor se tortura a los disidentes y se destruye su mente; en el Ministerio de la Verdad se falsifica sistemáticamente la historia y se gestiona la mentira.

¿Cómo no ver la sombra de Orwell, hoy? Políticas de Igualdad significa favorecer a la mujer; el Ministerio de Igualdad se ocupa de aumentar los privilegios para ellas; los Juzgados de Violencia contra la Mujer se dedican a ejercer violencia contra el varón aplicando una legislación inicua, específicamente promulgada para perseguir a los hombres.

El lenguaje-de-mentira, la Neolengua de hoy, sirve para falsificar la realidad e impedir la resistencia mental contra la tiranía feminista, cuyos dos pilares son el privilegio para la mujer y la campaña contra el hombre.

A lo primero está dedicado el 8 de marzo, en Neolengua llamado Día de la Mujer Trabajadora y en lenguaje veraz Día del Privilegio Femenino. Día dedicado al victimismo, a presuntas injusticias estadísticas, a las exigencias perentorias porque ellas lo valen.

A lo segundo, a la persecución del varón, está consagrado el 25 de noviembre. Día del Odio Antimasculino dedicado a: machacar a los hombres para que se sientan culpables por haber nacido con pene; justificar y extender la injustificable, inmunda legislación persecutoria (Ley de Violencia de Género); idear nuevas formas de maltrato judicial y recortes de derechos.

Debería ser obvio que denunciar esto no significa de ninguna manera estar a favor del maltrato a la mujer, sino combatir una campaña de mentiras e iniquidad sistemática contra los hombres. Obvio pero incomprensible para muchos: para demasiados chavales completamente fanatizados, para demasiados adultos con la mente arruinada por la propaganda antimasculina.

No sé por qué “ola” del feminismo van, si la tercera o la cuarta o la quinta, pero cada una supera a la anterior en agresividad y prepotencia; el feminismo ya se ha quitado casi totalmente la careta y muestra su verdadero rostro de Gorgona, cuajado de serpientes y rezumante purísimo odio contra la masculinidad.

Hasta el origen de esta conmemoración es fraudulento. La fecha fue elegida en recuerdo del asesinato de las tres hermanas Mirabal el 25 de noviembre de 1960, en la República Dominicana, por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Asesinato político porque las tres mujeres eran activistas políticas contra el régimen. Nada que ver por tanto con la llamada “violencia de género”.

Ya sólo este detalle, esta voluntad compulsiva de manipulación, esta incapacidad patológica de veracidad en algo tan básico como escoger una fecha simbólica, da la medida de lo que es realmente el feminismo.

MAX ROMANO

viernes, 23 de noviembre de 2018

BLACK FRIDAY, EL AQUELARRE INDECENTE DE LOS POSEÍDOS POR EL CONSUMO





Después de la gansada de Halloween llega otra moda deleznable y absurda importada de Estados Unidos, el Black Friday. La apoteosis del consumismo porque sí, sin tener siquiera la excusa de una celebración religiosa como la Navidad o la Pascua, que aunque degradadas y convertidas en pretextos para adorar al becerro de oro, aún conservan la traza de su origen y permiten, a quien lo desee, vivirlas de una manera auténtica.

Debemos de tener muy poca personalidad y debemos de haber caído realmente bajo, si tenemos tal voluntad de infantilismo y superficialidad; si somos capaces sólo de copiar lo peor y lo más estúpido de América, los subproductos de una subcultura de ínfimo nivel, en vez de fijarnos en cosas mejores que sin duda tienen y de las que podríamos aprender.

Hay  algo de profundamente obsceno, indecoroso, indecente, en esas masas histéricas que se agolpan en centros comerciales, a menudo haciendo cola mientras esperan ávidamente el momento mágico en que las puertas se abren, para lanzarse como una horda de poseídos y endemoniados sobre las estanterías.

Y es que casi literalmente están poseídos por un demonio, como si les hubiera mordido un bicho venenoso.

Se entiende que lo anterior no es algo válido de manera absoluta, al cien por cien: ciertamente algunas de las personas en este día tan necio compran cosas que realmente necesitan, aprovechando alguna de las ofertas que de verdad son ofertas. Pero todos sabemos que la mayoría de esa auténtica marabunta, los esclavos felices del consumo, van a comprar lo que no necesitan, mordidos por el bicho y poseídos por la fiebre.

Si a alguien le parecen ofensivas o despectivas algunas de las expresiones que he utilizado, tenga en cuenta que el sistema de la publicidad y del consumo es infinitamente más ofensivo y despectivo hacia sus siervos, si bien de manera más sutil: cada vez que nos convence para que vayamos a comprar algo que no necesitamos, nos está llamando imbéciles en nuestra propia cara y sin que nos demos cuenta de ello; y también nos está despreciando en silencio, con ese especialísimo desprecio impalpable y sonriente, tan a menudo practicado por quien esconde su verdadero pensamiento porque quiere nuestro dinero. O nuestro voto, que las cosas funcionan igual.

Y utilizo la primera persona porque tampoco quien escribe ha sido siempre totalmente inmune a la picadura del bicho. La frontera entre la necedad y la discreción pasa también dentro de uno mismo.

De manera que “nos” invito a considerar si realmente es necesario o útil lo que pensamos comprar en el Black Friday o lo que no pensamos comprar pero vamos a comprar igualmente. Si no lo es, utilicemos ese pequeño instante de conciencia y entendimiento para desconectar el resorte mental, para bajarnos del carro atestado de los esclavos felices del consumo. Así evitaremos ser como el burro que sigue la zanahoria, como el toro que entra al trapo y como los pájaros que vuelan deslumbrados hacia el espejo que los hará caer en la trampa.

MAX ROMANO

sábado, 17 de noviembre de 2018

EL DERECHO A CURARSE Y LAS TERAPIAS ALTERNATIVAS. CONTRA EL TOTALITARISMO CIENTÍFICO





Terapias alternativas y no necesariamente pseudoterapias como regularmente se las llama en todos los medios; esta palabra pertenece a la misma categoría de populismo que, en el lenguaje político actual, significa cualquier posición política con amplio respaldo popular, pero que no gusta a quienes les pagan el sueldo a los periodistas. El uso concorde y unánime de estos términos, la falta total de una verdadera pluralidad de posiciones, indican en ambos casos la existencia entre bastidores de potentes intereses y grupos de poder.

He de precisar que no estoy en contra de la medicina “oficial” o basada en el método científico, validada por métodos estadísticos, basada en la química y la tecnología. Sus éxitos son evidentes. Digo solamente que puede haber otras maneras de practicar la medicina, que tienen detrás una larga experiencia y tradición, y no hay por qué tirarlas a la basura sólo porque no estén validadas científicamente.

Digo también que existen una casta médica, una lobby farmacéutica, un sistema de intereses constituidos alrededor de la medicina. La lobby farmacéutico-tecnológica no es un eslogan izquierdista sino una realidad, un oligopolio de grandes empresas; sería un caso único en la historia humana si no defendiese su interés corporativo. En cuanto a la casta médica, aunque no dudemos de la sinceridad y la honestidad personal de los médicos, las opiniones y la manera de ver las cosas suelen depender de con quién uno se junta.

La actual campaña contra las medicinas alternativas muestra una voluntad totalitaria. No se pretende simplemente informar sobre la falta de fundamento científico de las llamadas pseudoterapias ni perseguir prácticas demostradamente perjudiciales. Lejos de limitarse a esto (perfectamente legítimo) lo que se quiere es: impedir que los defensores de estas terapias puedan hablar y exponer su posición; perseguir a los médicos que se atrevan a interesarse por ellas; expulsarlas de las universidades mientras, por cierto, auténticas basuras ideológicas disfrazadas de ciencia (como la ideología de género) campan a sus anchas.

Puede sorprender el uso de la expresión totalitarismo científico en una persona con formación científica (aunque no médica). Pero no encuentro mejor manera de llamar a la actitud de negarle validez, verdad y eficacia a todo lo que no tenga fundamento científico.

Me parece evidente aquí una intención totalitaria y liberticida. Porque pertenece a cada uno la decisión de curarse o no curarse como quiera, mientras no ponga en peligro la salud pública. O de recurrir a algo que la ciencia no reconoce, pero no por ello necesariamente falso. Como mínimo, aunque fuese sólo una ilusión, el poder curativo de la mente a través del efecto placebo (que la medicina conoce perfectamente) puede funcionar mejor que un medicamento testado.

Y es que los métodos científicos y estadísticos dejan fuera amplias regiones de realidad, especialmente lo que no es repetible, lo que depende de la individualidad o de la mente humana. Sin embargo todo ello es no sólo importante sino fundamental en las cuestiones de la salud, la enfermedad y la curación.

MAX ROMANO