Artículo publicado en El Correo de Madrid
Dos episodios relacionados entre sí: uno con algo de
repercusión en los medios, el otro absolutamente privado. Cada uno a su manera,
nos abren una pequeña ventana de comprensión sobre el mal profundo de la
sociedad actual.
El primero, un anuncio publicitario en ocasión del Día de la
Madre que generó una de las polémicas más estúpidas que yo recuerde y dio pie a
que el gobiernuzo de taifas valenciano, dominado por las hordas de la
degeneración, iniciara un expediente sancionador. Supongo que quedó en nada,
pero el aviso estaba dado. El problema con aquella publicidad era que
presentaba a las madres como “muy entregadas”, “poco egoístas” y “sin quejas”. Más
allá de la finalidad comercial, a su manera se trataba de un elogio a las
madres y transmitía una visión positiva de la maternidad. Cuesta trabajo ver
qué había de malo en ello, pero fue suficiente para provocar ataques incontrolables
de urticaria, a esos que están siempre al acecho y van a la caza de “estereotipos”
y de “sexismo”; como los cerdos que se usan (o se usaban) para encontrar las trufas
enterradas donde nadie más puede hacerlo, ellos son capaces de hallar sexismo y estereotipos en lugares insospechados.
El segundo episodio fue protagonizado por un profesor de
filosofía que, en su clase de instituto y como parte de un discurso más general,
tuvo la osadía de hablar positivamente de los valores de la maternidad y su
importancia para la mujer. Esto le valió una reprimenda por parte de sus
superiores y fue parte de los motivos (puramente ideológicos) por los que
posteriormente perdió su trabajo. Se trata de un pequeño episodio que no es un caso
aislado ni anómalo, sino que representa la situación general: el “golpea a uno para educar a cien” de
siniestra memoria se ha reciclado como una consigna no escrita del actual
sistema educativo, un tabú que prohíbe mencionar la maternidad como
algo positivo o reivindicar sus valores. Quien lo hace es reprendido o
represaliado, como le sucedió a este profesor.
En los dos casos que he comentado hay necedad, retorcimiento y
deformación mental, sectarismo, ceguera. Todo ello es verdad y sin embargo si nos
quedáramos aquí no llegaríamos al fondo de las cosas. En efecto hay necedades no
casuales sino orientadas, retorcimientos
y deformaciones mentales no al tuntún sino bien
dirigidos, sectarismos no gratuitos sino con una finalidad precisa.
Lo que estamos viviendo es algo más grande y que trasciende
el ámbito puramente individual. Estamos ante una campaña masiva, capilar,
permanente contra la maternidad; la existencia de esta campaña revela la de un poder
que la proyecta y ejecuta, invisible pero no tanto y que de cualquier manera se
revela por sus efectos; es capaz de censurar la publicidad, las palabras de los
personajes públicos, el contenido y el discurso de los medios; puede imponer
directivas de obligado cumplimiento a los colegios para que las chicas no reciban
mensajes positivos acerca de la maternidad, articulándose en una represión
directa contra cualquiera que se salga del guion de obligado cumplimiento.
Desgraciadamente esta campaña antimaterna ha calado
hondo en la mentalidad de la mujer moderna, que ya no ve la maternidad como una
alta misión y una posibilidad vital de realización sino como un impedimento y
un obstáculo.
Naturalmente, esto denota la total falta de criterio y de
personalidad de la mujer media actual. La emancipada de todo y de todos. Pero
tan limitada mentalmente que ha apurado hasta las heces y con entusiasmo la
gran copa de vulgaridades, de miserias intelectuales, de paupérrimos criterios
de medida e ideales de vida que le han vendido. No sólo se ha dejado convencer
de que debe dejar de ser sí misma y competir con los hombres en todo, sino que
además se ha dejado convencer de la estupidez definitiva: que la única cosa que
ella puede hacer y los hombres nunca podrán, la maternidad, es demasiado poco
para ella.
Este esfuerzo sistemático para llevar a las mujeres al rechazo de
la maternidad, para lograr que las mujeres no quieran tener hijos, es un envenenamiento
de nuestro presente y un sabotaje de nuestro futuro, una guerra criminal y
canalla contra nuestra civilización. Todos los que colaboran en ello:
movimientos políticos, intelectuales de la degeneración, féminas desviadas,
eunucos mentales, cobardes colaboracionistas; todos ellos forman la gran chusma
que está destruyendo nuestro futuro, la horda oscura portadora de una cultura
de la muerte y de la nada, los artífices del gran aborto que amenaza acabar con
nuestro porvenir sin darle siquiera el tiempo de nacer.
MAX ROMANO
1 comentario:
Esto de criticar a la mujer actual es algo que lleva haciendo varios años la filosofía mgtow,más allá de etiquetas ideológicas de cualquier signo.Y a decir verdad no ha tenido mucho predicamento,aunque a juzgar por este blog,tus palabras tampoco.La mujer actual no puede aceptar críticas,solo ha nacido y ha sido educada para ser alabada y una parte muy importante de culpa la ha tenido el padre actual,por educar a sus hijas a ser princesas y no mujeres.Una cosa es la princesa y otra la mujer,son totalmente antiteticas.Pero la mujer de hoy es un ser desarmado e histérico que solo obedece a instintos,justo lo que siempre se ha criticado al hombre.
En cualquier caso,yo no creo que la mujer ha tenido una naturaleza genuina de siempre,pues si nos atenemos a la historia no es lo mismo la mujer cantabra,según Estrabon,dando a luz en los campos de labranza y lavando al recién nacido en el rio,ni las mujeres celtas en las guerras romanas,defendiéndose de los romanos con sus propios hijos como armas,ni nuestras abuelas trabajando de sol a sol sin quejarse lo más mínimo.
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