No suelo escribir de política, pero ante las próximas elecciones generales me parece oportuno proponer este artículo que publicado ayer en El Correo de Madrid
De mi preceptor: el no haber sido de la facción de los Verdes
ni de los Azules, ni partidario de los parmularios ni de los escutarios
Marco Aurelio
Este artículo es algo inusual, más
largo de lo acostumbrado y quizás, me temo, un poco indigesto y complicado. Sin
embargo pido paciencia a los lectores.
La cita del emperador romano,
extraída de su libro Meditaciones, se
refiere a los bandos en que se dividían los espectadores del circo y los juegos
de gladiadores romanos: apasionados en sus riñas y polémicas, sanguíneos en su pertenencia
al grupo exactamente igual que las peñas futboleras de hoy, podemos imaginar
cómo el empresario del circo contemplaba flemático, cuando no con sorna dentro de sí, a rojos y azules, parmularios
y escutarios: podían pelearse y gritarse cuanto quisieran mientras siguieran
pagando la entrada.
No es muy distinto el cuadro en
la partidocracia actual donde somos siempre nosotros quienes pagamos el
espectáculo. Dejaré abierta, por escrúpulo, la puerta a la existencia de algo
que se pueda llamar democracia y no sea partidocracia; aunque no creo excesivamente
en ello y menos aún en una sociedad compleja como la de hoy.
Pero entremos en el tema. Con ocasión
de las próximas elecciones, me parece oportuno hacer un poco de geometría política por así decir, para
que cada uno pueda ver cómo la imagen habitual de la política, es decir la
colocación en el eje izquierda-derecha, es no sólo insuficiente sino que
esconde la verdadera realidad de las cosas. En parte esta imagen corresponde a una
tendencia natural por simplificar y hacer más comprensibles las cosas; en parte
es una herramienta de domesticación social, algo más elaborada que las
facciones de los Verdes y los Azules de romana memoria, pero que a fin de
cuentas sirve para lo mismo.
Vamos a tomar los cinco partidos
principales que se presentan a las elecciones y ponerlos de izquierda a derecha; este es el "eje político" a una dimensión, tal
y como nos lo presentan y que forma la base para la gran mayoría de conversaciones y razonamientos sobre
el tema.
Sin dar demasiada importancia a
las distancias exactas, este eje representa el lenguaje político habitual: de
la “extrema izquierda” de Podemos a la “extrema derecha” de VOX con los otros
partidos en varias posiciones intermedias. Una representación que da
credibilidad a todo el sistema, en el sentido de presentarlo como una
contraposición real de alternativas y una dialéctica política genuina.
Sin
embargo no se explica el estatus especial de VOX: por qué atrae tanta
hostilidad, por qué es considerado “impresentable” y se le hace un “cordón
sanitario” que (todo hay que decirlo) de todos modos tampoco es demasiado
estricto. También necesita explicación el que VOX sea considerado “extremista” pero
no así, o no en la misma medida, el partido de los revolucionarios de salón en
la extrema izquierda. ¿Por qué esto último? La explicación habitual, sobre todo en
ambientes de “derechas”, es (más o menos) que la hegemonía ideológica de la
izquierda ha orientado la opinión social y los medios de comunicación hacia
este lado, sesgando y deformando la percepción general. Pero esta explicación,
conteniendo una parte de verdad, es insuficiente; la parte de verdad que
contiene no es comprensible si seguimos razonando de manera simplista en el eje
izquierda-derecha. Se hace comprensible refinando un poco nuestra manera de pensar la
política y saliendo de este esquema, que aunque sea caduco e inadecuado sigue siendo la base de la percepción general.
De esta manera, propongo a los
lectores un ejercicio muy simple, pero que cada uno puede hacer por sí mismo y
repetir de varias maneras: representar en un plano las posiciones políticas
usando dos ejes. Es algo que varios autores han hecho y tales esquemas son conocidos
en la ciencia política, aunque por una tendencia natural es la representación
lineal la que termina siempre dominando el discurso público, por lo
mismo que en un conflicto termina habiendo dos bandos claramente definidos.
Vamos
a utilizar por tanto dos ejes para nuestro ejercicio de geometría política. El primer eje, horizontal, lo
llamaremos el eje economía-clases-gorroneo
social que en larga medida coincide con la percepción habitual. Sin
embargo, corresponde sólo en pequeña medida a realidades y en gran medida a imágenes,
ficciones y una retórica bastante vacía. En efecto la relación de la clase social
con el voto (izquierda para clases desfavorecidas y derecha para clases
privilegiadas) es hoy bastante débil, excepto para las clases más altas y más
bajas, pues casi todo es ya clase media. Ya sirve casi solamente para mítines y
discursos.
En cuanto a la economía no son
los partidos que deciden sino las lobbies,
las fuerzas de mercado y la finanza internacional. Ninguno de los partidos
arriba mencionados amaga remotamente querer cambiar este estado de cosas y a
estos efectos son todos parte del
mismo sistema.
El único significado real del eje
economía-clases-gorroneo social es diferenciar
entre la mayor tendencia al liberalismo económico (derecha) o a la subvención
de parásitos y vividores con pretextos sociales (izquierda). Aunque también
aquí el gran gorroneo ejercido por la clase política y el Estado de las
Autonomías no es puesto en discusión por ninguno de los partidos.
Por tanto este primer eje, que
en gran medida es el de la dialéctica política habitual izquierda-derecha, tiene más imagen que sustancia; su función es la de un decorado, la
de generar una imagen de contraposición política que sólo muy parcialmente
corresponde a realidades. Entre paréntesis, quien se sorprenda de la colocación
de VOX que tome nota de su programa ultra-liberal en lo económico.
El segundo eje, vertical, lo llamaremos el
eje dictadura de género–ingeniería social
y representa el apoyo a las políticas de género: dictadura feminista, ideología de género y agenda
LGTB, incluyendo la ocupación del sistema educativo con corrupción de menores e
ingeniería sexual de los niños.
Según este criterio, en la parte
inferior del gráfico tendríamos a VOX, único partido que ha tomado posición contra
las políticas de género; arriba están todos los demás, con matices diversos
pero concordantes en lo esencial, pues todos
han demostrado su sumisión a las lobbies de la degeneración, apoyando por
acción o inacción tales políticas.
Nótese bien: no estoy diciendo
que el partido VOX vaya realmente a cambiar las cosas o a intentar seriamente esta
dura lucha contra fuerzas muy poderosas. Esto deben demostrarlo todavía. Pero es un hecho indiscutible que se trata del
único partido que se opone en principio a las lobbies de género. Si van en serio o al contrario son un fraude, es otra cuestión y no tardaremos demasiado en saberlo. Pero creo que, al menos en este campo, se merecen el beneficio de la duda.
En este esquema dejamos
naturalmente fuera otras cuestiones importantísimas como la unidad nacional y
la inmigración, pero no pretendo hacer un análisis, sino sólo iluminar algunos aspectos
de las cosas.
He aquí el segundo gráfico a dos ejes o dimensiones.
Hay además tres partidos
fuera de la línea azul, inexistentes hoy como partidos de masa, y que explicaré
después. Por ahora observemos que en este gráfico es perfectamente visible el
porqué de la demonización de VOX, que no está justificado por su posicionamiento
en un eje izquierda-derecha, sino que depende exclusivamente de su oposición a la ingeniería
social de las lobbies de la degeneración y del género estropeado.
El esquema es seguramente simplista y estas
consideraciones son bastante elementales, además de dejar fuera aspectos importantes.
No se puede entender sólo a base de diagramas la complejidad de la política (la
política de verdad, no la bazofia partidocrática). Pero así como es, el nuevo esquema tiene la virtud de
hacernos salir del aún más simplista e inadecuado esquema derecha-izquierda con
el que empezamos.
Es hora de examinar los otros tres puntos en
el gráfico. ¿Qué son? Representan posibilidades políticas presentes y futuras.
El punto rojo llamado
“Regeneración” es una posición identitaria española y europea, que se opone a
la ingeniería social y las lobbies del género pero tiene un programa
económico-social que no es ni liberal-capitalista ni izquierdista. ¿Una vía
intermedia entre PSOE y Ciudadanos como parece sugerir el gráfico? Para nada, pues se trata de lo que una vez
se llamó “tercera vía” que defiende políticas sociales pero, al mismo tiempo, rechazando
el parasitismo y el gorroneo social; que esto sea incomprensible para la izquierda
política no significa que no pueda hacerse. Una posición que también respeta la
iniciativa económica y la estimula, asume el sistema de mercado y favorece el comercio; pero al
mismo tiempo afirmando con fuerza que una nación, una cultura y una sociedad no
son una empresa, que no se miden con el metro de los valores de la economía y que
hay valores superiores a los valores de la economía.
¿Y los otros dos puntos?
Corresponden a posibles partidos musulmanes en un futuro no demasiado lejano de
colonización étnica avanzada en España. Al Partido A lo llamaremos “Chilaba
y Farlopa” y representa a poblaciones musulmanas que quieren vivir del
cuento a costa del trabajo de los españoles, o de la criminalidad; ni se
adaptan ni quieren hacerlo, y han formado zonas de No-España dentro de España
según el modelo de las periferias francesas. Rabiosamente pro-inmigración
porque quieren continuar la reconquista del Al-Ándalus, se oponen desde luego a
la ingeniería social y a la dictadura de género porque quieren sustituir la
decadencia occidental con la ley islámica. Por tanto, aunque se opongan a las mismas aberraciones sociales, nada tienen que ver con
los identitarios de “Regeneración”.
Otro partido de inmigrantes, más
digno y de más alto nivel que el anterior, lo representa el punto B. A este partido lo
llamaremos “Chilaba y Arado” y en buena medida es la expresión política
de una colonización demográfica del campo español despoblado, ahora trabajado
por inmigrantes norteafricanos de primera o segunda generación.
No es que a los jóvenes españoles
no les guste el campo en este futuro hipotético: siguen yendo a casas rurales y
spa para recargar las pilas, pero la
verdad es que no tienen tiempo ni ganas de cultivar la tierra, menos aún de ensuciarse las manos ocupándose de animales; les estropea su calidad de vida y su bienestar integral. Los votantes
de “Chilaba y Arado” son gente que trabaja duro, no sólo agricultores
y ganaderos sino también pequeños trabajadores autónomos; son contrarios tanto al gorroneo
y parasitismo social como al capitalismo salvaje; de hecho en su programa económico se parecen bastante
a los identitarios de “Regeneración”. Como los de “Chilaba y la Farlopa” también
son rabiosamente pro-inmigración y no toleran mierdas feministas y LGTB. En el
gráfico todos estos rasgos posicionan a “La chilaba y el arado” muy próximos a los de
“Regeneración” aunque, evidentemente, grandes diferencias les separan de ellos. Estas diferencias se podrían fácilmente representar con otro gráfico, pero no voy a
sobrecargar inútilmente estas consideraciones porque el punto es otro.
¿Los de “Regeneración” son de extrema
derecha? Para la propaganda del sistema actual sí; sin embargo para un liberal
y para buena parte de la derecha sociológica serían sospechosamente izquierdistas.
¿Los de “La chilaba y la farlopa” son de derechas o son de izquierdas? ¿Y los
de “La chilaba y el arado”?
Se trata evidentemente de preguntas
ociosas y absurdas, sin un significado real y sin una válida respuesta.
Concluyendo ya, el objeto de
este pequeño juego de geometría política no es otro que invitar a la reflexión
y mostrar, aunque sea de manera muy simplificada, cómo la falsa dialéctica
izquierda-derecha es inadecuada para representar la verdadera dimensión de la
política. Además de ser engañosa porque, de hecho, es un instrumento para
tenernos contentos y entretenidos, mientras nos apasionamos en nuestras
entrañables peloteras entre parmularios y escutarios.
MAX ROMANO
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