Y en el futuro
Cataluña, Provincias Vascongadas, Al-Andalus, Eurabia…
Me
he ocupado en una entrada reciente de
los sucesos en Ucrania, el golpe de Estado patrocinado por Occidente y
la reacción rusa que ha separado la región de Crimea de Ucrania y la ha
incorporado a Rusia.
El
tema sigue siendo de la máxima actualidad porque en las regiones orientales de
Ucrania los movimientos prorrusos ganan terreno y no reconocen al gobierno
surgido de la revolución del Maidan. La
posibilidad de que el país se fracture es real y quizá se llegue a una guerra
civil. O a una intervención directa de Rusia que seguramente está apoyando a
los movimientos separatistas, como por otra parte Occidente ha apoyado las
revueltas que han depuesto al presidente anterior y apoya al gobierno interino.
Que no se comporta como interino pues ha firmado los acuerdos económicos con la
UE y está ya negociando la bajada de pantalones del país frente a las
instituciones financieras internacionales. Todo ello con mucha prisa y antes de
celebrar el rito de las elecciones que, según los democráticos, dan legitimidad
a un gobierno y a sus decisiones.
También
me ocupé hace bastante tiempo del Kosovo y la guerra de la OTAN contra
Yugoslavia para separar esta región y transformarla en un narcoestado mafioso
gobernado por criminales, que es prácticamente un protectorado americano donde
ha sido construida la base militar más grande de Europa, Camp Bondsteel.
Comento
esto porque estas semanas abundan las comparaciones entre el caso de Kosovo y
el de Crimea. El tono general de estas comparaciones, siguiendo la línea de los
dirigentes de la UE y Estados Unidos, es rechazar que los casos sean
comparables; se sostiene que la intervención en Kosovo fue moral y legítima,
mientras que la anexión rusa de Crimea es un acto de prepotencia y agresividad
por parte de Rusia.
Defendiendo
estas posiciones los propagandistas de Occidente se ven obligados a autenticas
acrobacias que caen en lo grotesco. Como por lo demás son hilarantes los momentos
de involuntaria comicidad y esquizofrenia por parte de los dirigentes
occidentales, como cuando apelan al respeto de la ley internacional y condenan invadir un país con pretextos completamente
inventados (!).
Efectivamente
los casos de Kosovo y Crimea tienen cosas en común, pero son muy distintos en
los aspectos político, histórico y moral. Repasemos brevemente los aspectos más
relevantes en ambos casos, lo que de paso permitirá hacer alguna anotación
sobre el caso de los separatismos en la España actual, y sobre las posibilidades
– desde mi punto de vista amenazas - de un nuevo Al-Andalus en España o de una futura Eurabia.
Para
separar Kosovo de la aún existente Yugoslavia, Occidente fomentó el conflicto
entre serbios y albaneses. Este conflicto ya existía pero se hizo mucho más
áspero tras la intervención occidental y el apoyo explícito de Occidente a la
guerrilla separatista albanesa del UCK. Este grupo era considerado una
organización terrorista por los
mismos Estados Unidos, pero de la noche a la mañana dejaron de ser terroristas,
se convirtieron en luchadores por la libertad, recibieron apoyo político y
material. Con la intensificación de las acciones del UCK intervino el Ejército,
lo cual fue presentado por los medios-prostituta de Occidente como un intento
de genocidio y de limpieza étnica. Fue el pretexto para agredir a Yugoslavia y
obligarla a ceder Kosovo.
Seguramente
hubo abusos por parte de los serbios – sobre todo durante la agresión
occidental y en gran medida a causa de ésta – pero en general iban a por los
guerrilleros del UCK y no hacían ataques indiscriminados. Ni tampoco hubo
limpieza étnica alguna por parte serbia. La limpieza étnica vino después, tras
la retirada de los serbios y la ocupación militar de la OTAN: la gran mayoría
de los serbios fue expulsada del Kosovo, además de las otras comunidades no
albanesas. Los símbolos de la cultura y la historia serbia – iglesias,
monasterios, monumentos - fueron sistemáticamente devastados, y con la
bendición de Occidente el nuevo gobierno narcomafioso se dedicaba a lo suyo:
tráfico de drogas, armas y mujeres, tráfico de órganos de prisioneros serbios
capturados.
Pasemos
al caso de Crimea. A diferencia de la OTAN, Rusia no ha bombardeado Ucrania ni
ha destruido sus infraestructuras para obligarla a mendigar su ayuda, ni ha
fomentado acciones terroristas contra la población ucraniana en Crimea o las
regiones cercanas a Rusia. Tampoco está habiendo ninguna limpieza étnica de ucranianos o tártaros en Crimea, ni la habrá en
las regiones orientales si finalmente el país se rompe. Tampoco se ha
instaurado un gobierno formado por auténtica carne de presidio como en Kosovo;
al contrario se trabaja para integrar Crimea en el Estado ruso en igualdad de
condiciones con el resto del país. Ni se persigue la cultura ucraniana ni se
destruyen sus símbolos, por no hablar del tráfico de órganos de prisioneros
asesinados.
Considerando
todo esto, las pretensiones de superioridad moral de Occidente y sus chillidos
histéricos sobre la prepotencia rusa se revelan por tanto como discursos penosos
e hipócritas en grado superlativo. Se trata del enésimo ejemplo de la paja en
el ojo ajeno y las vigas gigantescas en el propio.
Naturalmente
la anexión de Crimea ha sido incruenta no sólo porque la población en su
mayoría la apoyaba, sino también porque Ucrania no estaba en condiciones de
resistir militarmente. Puede que la recuperación de Ucrania estuviera en la
agenda de Rusia pero las acciones de subversión por parte de Occidente se lo han
puesto en bandeja. Recordemos que en primer lugar han sido los países
occidentales los que han desestabilizado Ucrania realizando una jugada que Rusia
no puede dejar de ver como una agresión.
Pasando
a lo que tienen en común los episodios de Crimea y el Kosovo, en ambos casos
una gran potencia apoya una región secesionista, con la oposición de otra
potencia que no es capaz de impedirlo. Lo cual nos lleva a la legitimidad
histórica y política del secesionismo, de los cambios de fronteras, de la
modificación pacífica o violenta del status
quo.
Esta
es una cuestión que evidentemente no puede ser resuelta objetivamente, como si
fuera un problema científico. La legitimidad no es el resultado de una fórmula
o una demostración, sino una toma de posición humana; es algo que reside en la
mente y los corazones de las personas y no en principios abstractos o en la
estructura del mundo. En pocas palabras una opinión
respaldada por una fuerza política suficiente para imponerla. Un sistema o
un poder son legítimos si las personas lo consideran como tal.
La
legitimidad de un poder, una tendencia política, una nación, es algo que se
renueva generación tras generación. Y cuando no existe acuerdo la cuestión se
resuelve con el conflicto como siempre ha sucedido: lucha política cuando se
puede resolver de este modo, conflicto militar cuando las diferencias son tales
que los medios de la política no son suficientes.
Las
naciones cambian, prosperan, decaen y ninguna realidad está fijada por toda la
eternidad. La justificación o no de un separatismo depende de las fuerzas en
campo y la voluntad de las generaciones presentes. Sin embargo esto no quiere
decir que las consideraciones históricas sobre la nación y la identidad estén
privadas de valor.
Al
contrario son fundamentales, pero no porque la historia pasada deba dejar
escrita y legitimar (o no) la política de hoy, sino porque el pasado se
proyecta en las mentes de la generación presente, forma parte del soporte de
una tradición y una identidad que son una fuerza moral y política tan relevante
como la fuerza militar o económica.
Por
ejemplo, la justificación de la posición serbia sobre el Kosovo no está en que
haya sido la cuna de la nación serbia hace cientos de años y deba seguir así
porque está escrito en la historia. Este pasado es relevante porque se proyecta
sobre las generaciones actuales y la identidad de la nación serbia sigue
viviendo en la mejor parte de aquel pueblo.
En
el caso de Crimea, la región ha sido rusa desde que el poder de los zares hizo
retroceder a los mongoles al interior de Asia, cuando ni siquiera existía una
nación llamada Ucrania. Que este territorio fuera asignado a Ucrania hace
setenta años es un episodio soviético, como también lo fue la inclusión en
Ucrania de las regiones orientales en los años convulsos de la revolución rusa
y la guerra civil.
Pero
esto en sí mismo es historia, ya sea antigua o reciente. Ni da ni quita
legitimidad por sí mismo; la da o la quita el significado de esta historia para
las generaciones de hoy. Crimea ha vuelto a Rusia porque sus habitantes se
sienten rusos y porque la relación de fuerzas en campo y los avatares políticos
lo han permitido; en realidad y en la sustancia nunca dejó de ser rusa.
La
batalla por el Kosovo, en cambio, los serbios la perdieron cuando permitieron
que, durante el siglo XX, la minoría albanesa se convirtiera en una mayoría del
90%. El que en un cierto momento una potencia extranjera se lo haya arrebatado
con la fuerza – de manera irreversible – ha sido solamente la fase conclusiva y
el punto final que ha certificado esta pérdida.
A
nadie se le escapará la relevancia de todo esto para nosotros, españoles y
europeos. En lo relativo a nuestro país y a propósito del separatismo catalán y
vasco, ciertamente ninguno de los dos tiene espesor ni justificación histórica,
por mucho que los nacionalistas vascos y catalanes lo intenten manipulando la
historia.
Pero
como he comentado antes lo que cuenta es la voluntad de las generaciones y la situación
de las fuerzas en juego hoy en día, y
la historia es relevante en la medida en que tiene un significado en la mente y
la voluntad de las personas.
Si
España desaparece de las mentes y los corazones la perderemos, e importa poco
que legalmente y desde un punto de vista militar se pueda mantener la unidad
del país. Aunque también aquí un escenario del tipo Kosovo es siempre posible
en un futuro hipotético, si un gobierno antimundialista español se encontrara
aislado.
Pero
dejando de lado la fantapolítica, la batalla por España hemos empezado a
perderla cuando gobiernos centrales débiles, cobardes e indignos han permitido
que los nacionalistas vascos y catalanes se les subieran a la chepa (metáfora
excelente por cierto, para una clase política de jorobados mentales y morales),
controlaran la educación y contaminaran las mentes de las nuevas generaciones,
con el único objetivo de destruir la idea de España y fomentar el rechazo a
todo lo español.
Esto
ya es bastante malo pero a largo plazo la auténtica y definitiva línea del
frente es la demográfica. Como los serbios han perdido la verdadera batalla del
Kosovo durante las décadas del siglo XX, la batalla por España y por Europa la
perderemos si permitimos que las poblaciones de origen no europeo se conviertan
en mayoría, en regiones o en países enteros.
Los
serbios a principios del siglo XX no podían imaginar que su minoría albanesa se
convertiría en mayoría en unas pocas décadas, que en el Kosovo, cuna de su
cultura, los albaneses se rebelarían y terminarían perdiendo ese territorio. De
la misma manera, el día de mañana podemos tener mayorías de origen árabe en el
sur de España o en otras regiones. Si esto sucede - no dentro de siglos sino en vida de
nuestros hijos o nietos – muy bien podrá haber rebeliones armadas de barbudos, limpieza
étnica de españoles, destrucción de catedrales y eliminación de los símbolos de
la historia española. Las imágenes de monasterios ortodoxos serbios del Kosovo
incendiados y con sus frescos devastados a golpes de pico pueden repetirse en nuestra propia
tierra.
Sólo
alguien en mala fe, un imbécil o un ciego puede pensar que esto es imposible.
Es posible y ha sucedido en la historia, una y otra vez. Si alguien con voz y
palabras tranquilizantes, untuosas, nos asegura que esto no será nunca posible
y no debemos preocuparnos, debemos saber reconocer al instante su verdadero
rostro: el de una serpiente que quiere engañarnos para mejor destruirnos.
Y lo
mismo puede suceder en Europa en su conjunto. El lector me permitirá repetir
una vez más que cuando los no europeos sean mayoría, en España y Europa,
habremos perdido la batalla. Antes o después se deberán ceder regiones o países
enteros, e incluso la continuidad de nuestra civilización estará en entredicho.
Esta
es la verdadera cuestión, la sustitución de los europeos por los no europeos. Y
no importa quién tenga mayores y mejores ejércitos porque la demografía es más
fuerte que la fuerza militar.
1 comentario:
Dado que ya comenté este conflicto geopolítico en otro hilo, me limitaré a enlazar un interesante artículo escrito por un identitario y que arroja algo de objetividad sobre la realidad rusa para quién tenga interés en los hechos por encima de partidismos:
http://www.counter-currents.com/2014/03/white-nationalist-delusions-about-russia/
Resulta especialmente interesante el párrafo donde indica que resulta absurdo idealizar a Rusia solo porque para los pies al homosexualismo, pues por esa regla de tres habría que hacer lo propio con Uganda o Irán. Por lo demás:
-Puede que la legitimidad objetiva no exista a nivel físico, pero sí a nivel metafísico, donde los principios y la estructura rigen independientemente de su tangibilidad. La Verdad es Inmutable, y si los hombres la niegan significa que espiritualmente son espectros, y por tanto deben ser exorcizados. Solo los idiotas mediocres sin autoconsciencia ni pensamiento individual se guían por gregarismo: el pensamiento grupal es signo de subhumanidad, de dasyu. Si mañana, tras una campaña progre de propaganda intensiva se legalizase la pedofilia y “las personas” lo aceptaran, eso no lo haría moralmente legítimo: pensar que la fuerza hace el derecho es el principio de la degeneración espiritual, que hace a los hombres indistinguibles de las bestias.
-La Historia no es que legitime sino que influye y a veces determina la actualidad, que no ha surgido ex nihilo sino por una cadena lógica de causa y efecto, que incluye no solo a la voluntad humana sino a la “casualidad” (Hado), que a veces puede ser más poderosa que la humanidad: quién no ve al río no puede aspirar a cambiar su curso. La epigenética es una de las razones por las que los europeos jamás han logrado una unidad estable, porque las diferencias pesan lo suficiente como para crear una barrera tal que si se viola sembrará una desarmonía con la tiranía y el fratricidio como frutos. La conservación y transmisión de la sabiduría (labor sacerdotal) es el núcleo espiritual de una civilización, por eso los romanos se enfocaron en matar a los druidas, pues supondría el fin de los celtas como pueblo con sentido vital. La situación militar o económica, en cambio, depende de factores materiales que son temporales per se.
-La raíz del problema está en la estulticia gregaria del oclos: para que el NOM fracasara, solo precisaría que el intelecto medio se elevara a un nivel superior al de un simio parlante. Como eso no va a pasar, quizás debamos posponer el salvar al mundo hasta poder salvarnos a nosotros mismos. Este artículo ilustra por qué la estupidez de la masa es clave en la imposición de la Marca de la Bestia:
http://www.shtfplan.com/headline-news/the-mark-scientist-claims-human-microchip-implants-will-become-not-optional_04242014
Saludos cordiales
PD: esas “serpientes” que mencionas existen desde antiguo, así actuaron los falsos profetas en la caída de Jerusalén tal como se relata en la Biblia.
Publicar un comentario