Seguramente
muchos lectores conocerán el episodio del plátano lanzado contra el jugador
Dani Alves durante un partido de fútbol, que ha dado la vuelta al mundo.
Digna
de mención y reconfortante la fulminante actuación de la policía, que en tiempo
récord ha identificado y detenido al culpable – ahora en libertad con cargos -
del atentado platanesco, demostrando así estar siempre alerta y en guardia para
defender la seguridad pública contra estas graves amenazas. Evidentemente ya no
deben quedar delincuentes ni gentuza libre por las calles, puesto que las autoridades
se permiten el lujo de detener a uno que lanza un plátano a un futbolista.
Podemos dormir tranquilos sabiendo que vivimos en el imperio de la ley, que el
crimen no paga y que los criminales no se van de rositas.
El significado del plátano es claro: dada la afición de los monos por los plátanos, se
supone que lanzar plátanos a alguien es llamarle mono. Puesto que se ha tocado
la tecla del histerismo antirracista, que
junto con el histerismo feminista y el homosexual son el nuevo credo de nuestra
histérica e imbecilizada sociedad, la cosa no se ha quedado ahí sino que ha
crecido hasta ser un evento de resonancia planetaria precisamente por sus implicaciones racistas.
Al
lanzador de plátanos le hubiera salido más a cuenta lanzarle un cenicero, aun a
riesgo de abrirle la cabeza al futbolista. Por lo menos no se habría convertido
en un enemigo público, nos habríamos ahorrado la vomitiva campaña de antirracismo
militante y una exhibición impresionante de estupidez a escala planetaria. Y
menos mal que Alves no es maricón porque si no, lo del plátano lanzado
seguramente habría tenido también implicaciones
homófobas.
El episodio,
en sí banal, ha tenido una resonancia planetaria precisamente por sus implicaciones racistas. Alves recogió el
plátano y se lo comió en el momento: desde entonces todo ha sido un proliferar
de mentecatos comiéndose plátanos por solidaridad y para lanzar un mensaje antirracista. Incluidos políticos como
por ejemplo el italiano Matteo Renzi, Primer Ministro de Italia.
Todo
esto, dicho sea de pasada, confirma una vieja teoría mía: que películas como El Planeta de los Simios no son ciencia
ficción sino que pertenecen al género costumbrista, porque los simios dominan el mundo, si
bien con forma humana.
No es
afirmación gratuita puesto que el gesto solidario de comerse un plátano no se
queda en el consumo del fruto, sino que tiene explícitos significados
simbólicos simiescos, como queda claro con la campaña de internet para “apoyar”
a Alves con el increíble titulo que reza Todos
Somos Macacos. Campaña que ha recibido muchos miles de adhesiones
entusiastas en todo el mundo. Incluidos
políticos, presuntos intelectuales, gente con máster y guías morales de la
sociedad.
Lo cual
subraya una vez más, por si hiciera falta, el ínfimo nivel de nuestras clases
dirigentes, que ahora directamente se llaman a sí mismos simios, confirmando
sin duda mi teoría.
Al
mismo Dani Alves no parece haberle hecho mucha gracia esta campaña, y es
lógico. El hombre – comprensiblemente – lo que quiere es que no le llamen mono.
No que salgan miles de imbéciles en su “defensa” diciendo que también ellos son
monos como él; sea de manera metafórica comiéndose plátanos en televisión, sea
en internet de manera explícita y con todas las letras, para dejarlo bien claro:
somos todos macacos (como tú). Con
estos antirracistas, verdaderamente Dani Alves no necesita racistas que se
metan con él.
Este
episodio frívolo ilumina claramente la naturaleza de la corrección política,
como tiranía ideológica basada en tabúes, censura e hipocresía macroscópica. Y
también la verdadera naturaleza del igualitarismo como perversión mental y
espiritual, cuya pulsión oculta y más auténtica es el rebajamiento y la
degradación.
¿Por
qué hipocresía y tabúes? Porque las reacciones tan desproporcionadas, el
desarrollo de este asunto platanero, todo sigue una pauta bien clara y
corresponde a un fenómeno muy humano, muy visto a lo largo de la historia: la
reacción escandalizada y la condena hacia quien rompe un tipo particular de tabú: el tabú de decir en voz alta algo
que muchos saben o piensan, pero es inaceptable para la ideología que se ha
impuesto a la sociedad.
En
otras palabras, frente a lo que habría podido quedarse en un hecho banal entre
miles de tonterías cotidianas, se han sacado las cosas de quicio porque los mismos defensores de la corrección
política y las mismas clases dirigentes, las guías morales de la sociedad,
etc…en realidad piensan que los negros o los morenos son monos, pero que es una
verdad inaceptable y que no se debe decir, se debe ignorar e imponer como
verdad oficial la contraria. De otra manera tiene difícil explicación la
espantada antirracista que hemos visto.
Esta es
la esencia del progresismo y las ideologías surgidas de la cloaca igualitaria
que hoy dominan y se nos imponen con la tiranía de la corrección política.
Hipocresía, censura y camisas de fuerza mentales. Y castigo naturalmente para
el que diga en voz alta lo que todos piensan.
No está
mal para la sociedad que se proclama basada en la libertad de pensamiento y de
criterio individual, que pretende valorar sobre todo la verdad objetiva y la
discusión abierta de las ideas. Pero eso hace mucho que quedó atrás en la
realidad.
Con
esto – sea claro - no estoy diciendo yo mismo que los morenos sean monos ni nada
parecido, sólo digo que esto es lo que en realidad piensan los antirracistas, que a continuación imponen como verdad oficial lo
contrario. Personalmente no voy a llamar mono a alguien por su raza. Me guardo
de afrontar la cuestión en estos términos simplistas, aunque por supuesto
rechazo de plano esa bestialidad de que todos somos iguales y considero
evidente – además de probado – la existencia de desigualdades intelectuales,
caracteriales y de comportamiento que tienen una componente racial.
Por
otra parte no tiene nada de particular el uso de calificativos animales para
las personas. Es algo tan viejo como el mundo y a menudo apropiado, desde el
primitivo animismo y los tótems a la
actualidad, porque los animales representan ciertamente aspectos del ser humano
e ilustran sus características dominantes. Hay personas que son perfectamente
afines y calificables como víboras, gusanos, sabandijas, osos, gatos, moscas,
linces, perezosos, cerdos…aunque hoy en día temo que la especie más difundida sean
las amebas y las ovejas, dominadas por una impía e inédita alianza de
serpientes y ratas de alcantarilla, que desde sus cloacas y en la sombra imponen su ideología y sus antivalores.
Para
terminar, no dejaremos de notar cómo las reacciones bienpensantes y
progresistas revelan la íntima naturaleza y la voluntad de fondo del
igualitarismo. Dejando de lado si es justo o no poner a alguien al nivel del
macaco, la infame, miserable reacción igualitaria es: Si tú eres un mono yo también lo soy, mi aspiración es rebajarme al
nivel del simio y así seremos todos iguales.
Reacción
inevitable y obligada, pues el igualitario en el fondo sabe, no sólo que no
somos todos iguales, sino también que no es posible elevar lo que está abajo al
nivel de lo que está arriba; por tanto le queda únicamente rebajar lo superior
y aspirar como ideal de vida a lo inferior. Si hay alguien de quien pensamos – con
razón o sin ella – que se parece a un mono, entonces seamos todos macacos.
Es sólo
cuestión de tiempo que se lance la campaña en internet somos todos subnormales, desencadenada por algún otro episodio
idiota. Lo cual será una
auto-definición precisa de la sociedad igualitaria llevada a sus lógicas
consecuencias.
Este es
el igualitarismo en su íntima esencia, la aspiración a lo inferior como ideal
de vida, la pulsión a rebajar y degradar todo lo que en la aventura humana
despunta, destaca sobre lo mediocre y se abre camino hacia lo alto.
6 comentarios:
llevo días esperando este post!expresas perfectamente lo que se me pasa lo la cabeza,y lo que le pasa por la cabeza a TODO el mundo pero NADIE se atreve a decir!
PD: simplemente GRACIAS por este blog
www.nuevoamanecerss.es.tl
Ja ja. Un simio molesto porque le avientan una banana, deberíamos aventarle cocos, así se sentirá mas en casa. Ya que su país es el país mas poblado de negroides del mundo, todos degenerados, bailando semi desnudos, con ls mas alta población de homosexuales del mundo. Productores de drogas, y traficantes de estas. Cuando hay risas en estos países no se escucha jajaja. sino uhuhuh. 14/88
Este artículo es un ejemplo magnífico de psicología aplicada del individuo "antirracista". Otro dato que confirma la escasa credibilidad que tiene el discurso de los "antirracistas" profesionaleses el empeño de estos en no irse a vivir a barrios de inmigrantes o multiculturales, tipo Lavapies en Madrid, de los que ahora tando disfrutamos en España, en parte gracias a ellos.
Un solo matiz: "Lo cual subraya una vez más, por si hiciera falta, el ínfimo nivel de nuestras clases dirigentes, que ahora directamente se llaman a sí mismos simios". No son realmente las clases dirigentes. Estos son solo sus empleados. Las clases dirigentes de verdad están detrás, muy discretamente situadas, y no se dedican precisamente a hacer el mono. Un saludo.
No sólo el tema del histerismo antirracista que soportamos sino que después se supo que era una campaña perfectamente orquestada con agencia de publicidad y todo. Un auténtico asco para que las sociedades biempensantes se quedasen tranquilas. De racismo antiblanco y genocidio de la raza blanca no hablamos porque eso no queda bien.
Muy buen comentario sobre esta situacion tan jilipollas a la que todos los subnormales que habitan en la tierra se apuntaron para apoyar al alguien que no le importaria si pasara de otra forma con alguien que fuera blanco y que aparte de ser algo propio de la correccion politica se puso de moda incluso por un tiempo en fin a si va el mundo Un saludo.
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