Pongo aquí otro de los artículos publicados en El correo de España recientemente, sobre nuestras miserias nacionales, antes de empezar con la serie "La guerra contra la raza blanca" que estoy publicando estos días en el mismo medio.
Creo que todos dormiremos
más tranquilos a partir de ahora sabiendo que en este país el crimen no sale
rentable. En efecto, hace unos días, la policía detuvo en un tiempo récord a un
peligroso sujeto (enemigo público sin duda) que se dedicaba a disparar, en una galería
de tiro, contra fotos de los dos personajes arriba mencionados y algún otro perteneciente
al gobiernuzo que nos aflige. Aunque ya ha sido liberado, supongo que sigue
acusado de algo.
Ahora voy más tranquilo
por la calle, porque si la policía se dedica a esto evidentemente no tiene nada
más importante de que ocuparse. Ya no hay ladrones, asesinos, violadores y
otros delincuentes en circulación y podemos todos dejar abiertas las puertas de
casa.
Alguien ha hablado ridículamente
de amenazas de muerte y delito de odio a propósito de esto,
demostrando no ya confusión sino una grave incapacidad mental, al no saber
distinguir entre amenazas y lo que es un simple desahogo; desahogo, por cierto,
más que justificado.
En cuanto al delito de
odio se sabe que es una expresión en código, una fórmula para emitir o
agravar condenas por motivos ideológicos; no es más que una herramienta de la
policía del pensamiento, de una justicia al servicio de la corrección política y
el pensamiento único.
Además uno odia a quien
quiere y la justicia no está legitimada para meterse en esto ni para fiscalizar
los sentimientos. Lo que debería perseguir son los actos, las amenazas, las
incitaciones explícitas a la violencia. Lo cual no tiene nada que ver con
disparar contra unas fotos para desahogarse.
De otra manera, si lo de
este hombre son amenazas o incitación a la violencia, se habría debido perseguir
también a quienes han quemado imágenes del rey o guillotinado un muñeco de
Mariano Rajoy, entre muchos otros ejemplos. Con la diferencia importante de
que eso de quemar a alguien en efigie, si hemos de considerarlo como amenaza,
es mucho más grave: ser quemado vivo es una muerte horrible y dolorosa,
mientras que un disparo en la cabeza es una ejecución limpia e indolora. Y
parece también mejor que lo de ser guillotinado, por el mal rato que se debe de
pasar mientras te meten el cuello en el aparato.
Pero nos olvidamos del
campo semántico tan flexible, los conceptos tan elásticos que manejan la chusma
izquierdista en general y este gobierno en particular. La misma e idéntica cosa
puede ser jarabe democrático o al contrario incitación al odio y
acoso según quién la haga y contra quién. La misma cosa puede ser libertad
de expresión y sátira o al contrario delito de odio y amenazas. Como
sabemos, hasta una canción de Manolo Escobar puede ser sentida como amenaza,
voluntad de intimidación y acoso; esto sí que es resignificación y lo
demás son tonterías.
Ante semejantes
despropósitos policiales y doble vara de medir, invito a todos a imprimir fotos
de la chusma que nos gobierna y desahogarse en ellas de todas las maneras
posibles: ametrallando, rasgando, cortando, lijando con grano grueso, quemando,
vertiendo líquidos corrosivos; metiéndolas en trituradoras de documentos,
untándolas en miel y ver cómo las devoran moscas y hormigas, pinchándolas en
muñecos de vudú, poniéndolas a ver durante horas cine español subvencionado y telenovelas
venezolanas.
Para concluir y volviendo
por un momento al jarabe democrático, parece que han prohibido las caceroladas
en las inmediaciones del chalet superburgués donde viven el marxista leninista
con coleta y su pasionaria feminista de género. Dicen que molesta a los
animales.
Por una vez no puedo
estar más de acuerdo. ¿Se habrán dado cuenta de la ironía escondida en esta
motivación?
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