Cuando escribo estas líneas, acaba de arrancar en Alemania comenzar
el segundo intento de ilegalizar el partido patriota NPD, después del fracaso
del primero hace unos años. Este segundo ataque al pueblo alemán es parte de la
guerra contra los pueblos de Europa que llevan a cabo sus gobiernos, y tiene lugar
en un momento particular y para ellos delicado, uno de esos momentos donde está
en juego el destino.
En efecto, arrecia la invasión de inmigración ilegal
disfrazada como flujo masivo de refugiados. Poco a poco, demasiado lentamente, una
parte de los europeos empieza a comprender lo que está pasando, a tomar
posición en contra, a despertarse de la hipnosis colectiva en que la han sumido
quienes odian a Europa y la quieren destruir.
Porque estos enemigos de Europa existen, les dan instrucciones a la mayor parte de los gobiernos
europeos y controlan los mayores medios de comunicación. No sólo existen sino que planifican y actúan la destrucción de Europa, a través tanto de la
degeneración social como de la invasión inmigratoria y la sustitución étnica de
los europeos. Esto no quiere decir que si desaparecieran de golpe (aunque sería
por cierto una excelente profilaxis) el problema se resolvería: los
desequilibrios de riqueza y natalidad, así como las guerras y el terrorismo
fomentados por Israel, Estados Unidos y sus gobiernos fantoche generan
necesariamente una muy fuerte presión migratoria hacia Europa en
cualquier caso. Pero además de ello esto existe
un fomento deliberado de la invasión y, sobre todo, una campaña de traición
sistemática contra los europeos desde dentro de Europa. De este modo lo que es
una presión migratoria se transforma
en inmigración masiva porque no hay voluntad
política de contenerla.
Sin embargo una parte de Europa sí que quiere defenderse; hay
quien comienza a organizarse, quien comienza a despertar del sueño envenenado. Naturalmente
se trata de la parte mejor de los europeos; la que aún siente por lo menos una
traza de amor y orgullo por su tierra y a su cultura, la que aún tiene sentido
común y gracias a ello ve la realidad, en medio de la niebla tóxica de mentiras
sistemáticas y desinformación.
Desgraciadamente muchos, demasiados, jamás reaccionarán
porque están perdidos para siempre. No hablo de la escoria despreciable de los
que odian a Europa y quieren que sus pueblos y su historia desaparezcan: ésos,
son el enemigo. Hablo de los incontables que están tan envenenados por dentro que
ya no son recuperables: víctimas del terrorismo intelectual y las toxinas
mentales del antirracismo, el igualitarismo, el progresismo y todas las
ideologías basura del sistema; con los instintos de autodefensa castrados, llenos
de abyectos complejos de culpa por ser europeos y blancos. Hay muchos que no
tienen remedio, sus mentes tan arruinadas que ya no sirven para nada. Salvo
transmitir sus genes, pero parece que ni eso saben o quieren hacer, si consideramos la
bajísima natalidad europea.
Sin embargo, para muchos todavía es posible una
desintoxicación y para muchos más aún el veneno no ha llegado realmente en
profundidad; los emponzoñadores de la mente han logrado, sí, confundirles,
intimidarles quizá, ocultarles la verdad, pero en su fuero interno son sanos. Con mayor
o menor lucidez y conciencia, el núcleo de los europeos aún decentes y válidos
empieza a reaccionar. Crece el apoyo a partidos patriotas, nacen movimientos
políticos, grupos de autodefensa e identidad; realidades que representan a los
pueblos que no quieren morir, que se niegan a desaparecer.
Y este despertar es lo que el poder criminal que gobierna
Europa quiere cortar y aplastar: partidos como NPD o el Frente Nacional
francés, movimientos como Pegida,
cualquier atisbo de genuina reacción política que se oponga al infame designio.
Cuando el sistema fraudulento que han montado empieza a tambalearse, cuando se comienza
a atisbar el engaño sistemático, que presenta como pluralidad y democracia de
partidos a lo que es un solo partido con varias corrientes y camarillas, entonces
todas las baterías de la falsa democracia apuntan al objetivo: demonización y
desinformación, ilegalización, criminalización sistemática, propaganda en las
escuelas.
Esta falsa democracia es un sistema liberticida porque su
principal objetivo es reprimir y anular la libertad auténticamente política,
mientras la población (el enemigo interno) se distrae con seudolibertades
estúpidas, insignificantes o dañinas, como un burro que sigue la zanahoria que
se le pone delante.
Y la libertad política no es votar a uno u otro de los
payasos y las caras bonitas que ponen delante de la televisión quienes tiran de
los hilos, sino la de organizarse para luchar y lograr un objetivo como
comienzan a hacer los patriotas europeos, arrojando al aire la baraja trucada
de la falsa democracia que no es más que un sistema de clientelas organizadas, nido
repugnante de oportunistas y traidores a Europa.
Esta es la única libertad real a nivel político, y es la
que la secta de odiadores de Europa quiere sofocar, para que sea ya demasiado
tarde cuando los europeos despierten.
Aprendamos a identificar y combatir a los enemigos desde
ahora, no sólo a los segundones que dan la cara sino a los verdaderos y más
dañinos canallas: las lenguas de serpiente que intentan introducir la inmundicia
en nuestras mentes, y en las mentes de nuestros hijos.
Max Romano
Max Romano
3 comentarios:
http://espanyadisidencia.blogspot.com.es/
el npd no son patriotas, son unos neonazis hijos de puta que promueven el odio, la discriminacion y las conspiranoias sin sentido, igual que las cerdas feministas odia hombres promotoras de la heterofobia, la promiscuidad y la misandria!
ni zorras feministas, ni nazis hijos de puta conspiraidiotas y asesinos!
Muy buen artículo. A pesar de que ya es algo antigüo.
Gracias.
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